por Rafael Ielpi
En los inicios de ese decenio se produce la llegada y ra dicación en Rosario de un músico, compositor y cantor bonaerense llamado Héctor Roberto Chavero, que aún no había impuesto el seudónimo artístico con el que se lo conoce- I ría y respetaría en todo el mundo: Atahualpa Yupanqui.
En Rosario, también, se extinguiría su unión artística con un hoy olvidado colega —Angel Gandino- con el que actuara en distintos locales nocturnos como Dúo Chavero-Gandino, en especial en los que conformaban la peculiar escenografía recreativa del barrio de Pichincha, como la parrilla La Chiquita, en las inmediaciones de la estación Súnchales. Don Ata recordaría con su humor parco pero punzante aquellos tiempos en los que su canto se alzaba en un barrio prostibulario. "Donde había, como dice el tango, chicas bien de casas mal", contaría en su última visita a Rosario, en 1988, y donde una noche fuera llevado preso en una redada a la comisaría; al declarar su condición de cantor y guitarrero, le dijeron que lo demostrara, y al empuñar el instrumento, el comisario lo fulminó con un: “"¡Qué va a tocar si ni siquiera sabe cómo se pone la guitarra..!" «Sin saber que muchos zurdos como yo tocan con el instrumento apuntando pa'l otro lado” recordadba con sorna Yupanqui.
La ciudad le permitiría la posibilidad de sus primeras grabaciones, hacia 1933, propiciadas por la entidad nativista El Mangrullo, inhallables discos de pasta de 78 rpm que constituyen auténticas reliquias de la música popular argentina. En dicha institución iniciaría su amistad y colaboración artística con Romildo Risso, el poeta uruguayo con quien compondría Los ejes de mi carreta. Risso también viviría un tiempo en Rosario y trabajaría en la yerbatera Couzier. 'El Mangrullo", presidido por Juan Rudecindo Hernández Larguía, editaría aquel mismo año los primeros libros de Risso y la discografía inicial de Yupanqui, en la que se incluía una de las canciones que también lograría popularidad en todo el mundo: Camino del indio.
Yupanqui tendría relación artística con otras valiosas folkloristas, las Hermanas Chazarreta (Delia y María, luego reemplazada por Blanca, sobrinas nietas de don Andrés, el gran músico santiagueño), con quienes en 1934 conforma durante un tiempo el cuarteto Los In-dios, junto a su compañero Gandino. Delia y Blanca Chazarreta -fallecidas en 1977 y 1991 respectivamente- se convertirían por muchos años en un clásico de las radios rosarinas y entre sus acompañantes se contarían músicos como Arsenio Aguirre y Edgard y Roberto Spinassi.
La música andina iba a ser difundida y jerarquizada también una década más tarde, entre 1949 y 1958, por un grupo musical constituido por jóvenes estudiantes universitarios, dirigido por uno de los amigos de Yupanqui en su residencia en Rosario, José Manuel Arave-na: el Conjunto Inti Sumaj, que iba a convocar en sucesivas etapas a una serie de músicos que -en algunos casos- alcanzarían notoria relevancia, como el guitarrista Raúl Maldonado, radicado luego en París y dedicado allí a la enseñanza y a la actuación; el pianista y compositor Edgar "Tucho" Spinassi, el charanguista Jaime Torres y el guitarrista y cantante Rodolfo "Chacho" Muller. El grupo protagonizó múltiples actividades culturales, al actuar en peñas, teatros, museos y radios de distintas provincias y en el pionero Canal 7, grabando en el sello Music Hall temas como Palmeras, Viva Santa Cruz, Verde romero y otros.
Herederos naturales del anterior serían Los Ribereños, que ampliarían el espectro musical con la incorporación al repertorio de temas del Litoral, sureños, las primeras obras del santafesino Ariel Ramírez, etc. Sus integrantes habían compartido todos la experiencia de Inti Sumaj: Chacho Muller, el Negro Castañeda, Yiyi Arce y Roberto Spinassi.
Fuente:
Extraído de la colección “Vida Cotidiana – Rosario (
1930-1960) Editada por diario la “La Capital