Escudo de la ciudad

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El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
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lunes, 8 de marzo de 2021

AURELIO JOSE PASCUTINI

 



Por Andrés Bossio



La estampa recia y estilizada que apareció aquella tarde de 1966 en la primera división centralista anticipaba una comunión 'que duraría muchos años: la del jugador con su hinchada, con su club. Aurelio José Pascutini es también prototipo de jugador auténticamente auriazul.

Quizás porque su padre estuvo siempre vinculado al ferrocarril, en cuyo seno acunaron los primeros sueños centralistas, "Coco" Pascutini fue 'canalla' desde siempre, desde que nació en la modesta vivienda de un digno obrero ferroviario en el viejo Barrio Ludueña, un 19 de marzo de 1944. Por aquellas calles estrechas y viejas, empezó a destrozar sus primeras zapatillas, siempre corriendo detrás de la pelota y provocando serios disgustos al vecindario. Donde andaban "Cocó" y sus amigos, inexorablemente llegaba €1 momento de escucharse algún "concierto de vidrios rotos", como en el viejo poema tanguero de José González Castillo, sólo Que éste era producido por la infaltable pelota.

Allí transitaba Pascutini su infancia y los primeros años de la adolescencia, repartiendo su tiempo entre la pelota y los sueños de los viajes que querían verlo perito mercantil en el comercial de la zona oeste. Un día lo vio jugar don Lorenzo Biondo (viejo centralista, actual presidente de la Asociación Rosarina)- y se lo llevó al club. Fue en el otoño de 1956 y, a partir de allí, Rosario Central y Aurelio Pascutini inician un camino común que se cubriría de triunfos y de sueños concretados.

Es campeón de nacimiento este fenomenal Pascutini, un verdadero ejemplo de sobriedad, respeto y educación. Campeón con la 61, reitera luego en la 59 y en la 4. Repite el halago en la 31 y en la reserva. Don Juan Casullo le ve grandes posibilidades y lo "inunda" de consejos que "Coco" sabe seguir al pie de la letra. Integra en 1964 una tercera de excepción, que solía integrar a Daniel Carnevali; Pascutini y Ainsa; Hipólito, Perico Raimondo y Muñiz; Sello, Pignani, Poy, Palma y Giribet y en la que también alternaban Rubén González, Malleo, Declercq, Arabia, Poncini, Robita, Rubio y otros que se escapan a la memoria. Muchos centra--listas, y otros que no lo eran, iban sólo a ver la tercera y después volvían a sus casas. Allí sobresalía la figura inconfundible, señorial y personal, de Pascutini, quien el 24 de abril de 1966 es llamado por Manuel Giúdice para integrar la primera división. Reemplaza al santiagueño Casares y Central fe gana a Lanús por 4 a 1, con el aporte de Spilinga, Pascutini, Jorge José González, Sesana, Griguol, Bautista, Martínez (paraguayo), Mesiano, Pagan¡, Videla y Gennoni, Juega cinco partidos más en primera división ese año para quedar, ya en 1967, como titular indiscutido del equipo.

A partir de allí, Aurelio José Pascutini comienza a trascender el medio local,. Su estampa recia y varonil es conocida en todas las canchas. No pocas veces vinieren a la carga, especialmente directivos de River, San Lorenzo e Independiente, para conseguir sus servicios. La suerte quiso que aquellas negociaciones nunca fructificaran. A fines del 68 José María Minella lo convoca para jugar por la selección nacional que enfrenta en Mar del Plata a yugoslavos y checoslovacos. Juega más tarde contra Chile y contra Brasil, poniéndole candado a su área grande aun cuando enfrente suyo estaba el mismísimo Pelé. También es llamado a participar en aquella penosa amargura que representó la eliminatoria para el Mundial de México en 1970. Ese año, justamente —junto a la frustración del campeonato perdido ante Boca, Coerezza y 5.000 personas dentro del campo de juego de River cuando Central ganaba uno a cero—, vino la alegría de jugar por primera ve: la Copa Libertadores de América. Después, el sueño hecho realidad: campeones en 1971, en el 73, subcampeones. en 1974, nuevas confrontaciones por la Copa, en una de las cuales sufre una gran frustración: al errar un penal ante el Cruzero en Bello Horizonte, Central queda igualado con los brasileños y con lndependiente, perdiendo la clasificación por cuestiones reglamentarias.

Ninguna alegría recuerda Pascutini con más emoción que la vivida en la tarde de diciembre del 71, en cancha de River, cuando dejaron a Newell's en el camino con el famoso gol de Poy. Después vendrían otras alegrías y algunas penas.

Tal vea, ninguna tan grande como la que sintió cuando debió dejar Rosario Central. La transferencia al fútbol colombiano, beneficiosa para él y para la entidad, cortaba un vínculo profesional que se había iniciado muchos años atrás. Quedó subsistente, en cambio, aquel vínculo afectivo, sentimental, que unió a un muchacho de Barrio Ludueña con el viejo club de los ferroviarios. Ese cariño por Central que no ha mermado todavía hoy en el corazón bueno y noble de Pascutini; tan bueno, tan noble y tan centralista, que lo convierte en asesor, consejero y guía de jugadores, directivos y técnicos cuando éstos viajaron a Colombia, dcnde él jugaba. Allí estuvo "Coco" esperándolos, "dibujándole" a Zoff el juego de sus rivales, haciendo fuerza para verlo a Central ganador.

Todavía hoy, con el buzo de director técnico, Pascutini sigue paseando su figura de auténtico crack. Entregando su capacidad, su fervor, su seriedad y responsabilidad profesional, con la misma entrega y dedicación que cuando vistió la auriazul. Claro que falta aquel fuego interno que iluminó sus tardes de jugador auténticamente "canalla", ese invisible cordón hecho con hebras de oro y azul que trenzaron su vida —indisolublemente— a su viejo, querido y añorado Rosario Central.


Fuente: Extraído de la Colección de Historia Rosario Central. Autor Andrés Bossio