Por Pablo Procopio
Símbolo de la vida nocturna de la ciudad, sus audaces números eróticos terminaron por dar paso a una leyenda que pervive en la memoria colectiva de los rosarinos. Ella no duda sobre su condición de única e Insustituible: "Nadie pudo igualarme" dice con orgullo
Soy única, nadie pudo igualarme", dicen que dice convencida. Y si su figura se convirtió en un mito, ¿quién podría dudarlo? Ninguna antes se había animado a plantarse ene! escenario como ella: desnuda, completamente desnuda. Y tenía con qué.
Cuenta que en Porto Alegre, un presentador la llamó así. Y nunca más dejaron de hacerlo. Le dicen Rita, la Salvaje.
Juana González se asombra -de los tiempos que corren: "Yo nunca,-después de bailar, me fui del brazo con un hombre".
Subían al escenario pero no la tocaban. Lo máximo era quitarle un caramelo que se colgaba "ahí abajo" —dice—.
Si hasta Goyeneche tuvo esa oportunidad. Y Astor Piazzolla tocó el piano acompañado de su figura completamente despojada de ropa. En aquella. época, el Mono Gatica también la aplaudió.
Su historia estuvo ligada a un mundo paralelo que, de golpe, dejó de serlo.' Su nombre se popularizó en la ciudad.
Durante tres décadas fue la reina de los locales nocturnos de la zona aledaña a la estación Rosario Norte; allí donde se agitaba la vida en cabarés y bares nutridos de una clientela de viajeros, chacareros y peones golondrina que hacían de la grapa Vallejo y la caña Globo una religión.
"A mí me encantaba. Si volviera a nacer, haría lo mismo. Me decían que tenía un cuerpito... Y me criticaban: «,A vos no te da vergüenza desnularte?» Y yo contestaba: <'Vos porque nolo podés hacer; fijate el cuerpo que tenés, gorda de m... »", recuerda, antes de remarcar su parecido con la Rita (Hayworth) de la que tomó su nombre.
El imaginario colectivo guarda en la memoria cualquiera de sus noches. Rita iba por las mesas, lanzaba perfume con un perfumero y, de a poco, se quitaba todas las prendas. "El corpiño, la trusa. Y me quedaba una bombacha chiquita. Y después me sacaba también esa". Sus ultimas entrevistas la evidencian aún deseosa de ser admirada. Y no duda en mostrar su busto prominente mientras sostiene las blas y dice: "Así era yo. Porque yo decía porquerías. Y la gente me gritaba: terminá che, desnudate. Yo le contestaba: «Ya va, esperate, ¿qué me querés ver, la cachufate? o".
Entonces, llegarían sus clásicas rutinas: el ventilador humano y el caramelito. Para la primera se cubría un pezón con flecos con los colores de Central, y el otro con los de Newell's. Movía sus pechos y el que se paraba primero, marcaba el equipo perdedor. Simpatizante auriazul, cuenta que "solamente una vez ganó Nubel".
Pero lo que más le gustaba era el otro show: "Me ponía una tinta abajo, y de ahí colgaba un caramelo. Y decía: a ver quién de los machos se acerca a sacármelo. & arrodillaban y trataban de arrancarlo ces la boca. Yo estaba afeitadita".
Rita fue pionera. En Rosario es fácil hallar a sus espectadores (tanto hombres como mujeres) a la vuelta de cada esquina En cualquier ambiente. Su nombré resue. na y logra bucear en la memoria colectiva Actuó desde su adolescencia hasta después de los 50. Nacida en la Isla Maciel un 15 de junio, emigró a esta ciudad para quedares. Hoy acusa 82 y no quiere que la olvida Que no se preocupe. ¿Quién podría olvidar a una auténtica salvaje?
Fuente: Extraído de la revista del diario “ La Capital” 140 aniversario. Año 2007