Por Héctor N. Zinni
Tal vez convenga, a la esta altura, hace un alto y volver un poco a aquellos que postal corresponde a Mario Camporini:
La liberación de París
- En el bar El Pampa, que estaba en Córdoba y Paraguay, nos encontrábamos siempre con el poeta Aragón, le pagábamos un chopp y nos hacía acrósticos.
- ¿Era por los años 40?
- En el 40, sí.
- Se comían buenas picadas allí,
- Unas picadas hermosas, tenía,
- ¿En qué andaba usted?
- Era empleado de comercio. Trabajaba en la oficina de unos hermanos que en Villa Gobernador Gálvez tenían subproductos ganaderos. Me mandaban de pinche a todas partes, debería tener yo unos 17 años...
- La época en que la calle Córdoba no era peatonal y los días de lluvia estaba permitido el tránsito automotor por ahí,,.
- ¿Se acuerda Usted del Bar Siglo XX?
- Sí, que estaba en la calle Corrientes 752, que antes había sido el Graf Zeppelin y luego Confitería Corrientes.
- En calle Corrientes entre Córdoba y Santa Fe, donde está el Hotel Libertador ahora. Ahí íbamos con los compañeros de la Compañía de Seguros la Unión Gremial, Era grande, tenía billares, pero nosotros íbamos a jugar a los dados, a la generala.
- ¿Se acuerda usted de la confitería Kamachi?
•Sí, estaba en Córdoba y Mitre...
- Donde estaba La Perfección arriba, que se bailaba y la confitería Córdoba enfrente.
- Sí, enfrente. Yo era amigo del hijo del dueño, el joven Kamachi, que después mudó. En aquella época la esquina era propicia para los bodrios.
¿Por qué?
- Cuando la liberación de París, en agosto de 1944, cayeron los escuadrones a caballo y se metían ahí y sacaban alguno a los fustazos.
•Sí, sé que se agarraron a puñetazos los que estaban a favor del Eje y los partidarios de los Aliados. - Nos corrían los vigilantes por la Calle Cardaba y nos daban cada fustazo en el lomo. Venían con los caballos, la calle estaba llena de bosta y qué sé yo. Era lindo eso.
Del Casino a La Carmelita
- ¿Qué otros recuerdos tiene de aquellos años, Camporini?
- Me acuerdo de la parrilla La Carmelita. Nosotros íbamos al Cine Teatro Casino, que está a una cuadra, todos los sábados. El Casino tenía planta baja y un piso arriba. Desde allí se puteaba, se hablaba con la gente que estaba en el escenario y algunos meaban a los de abajo, les tiraban puchos encendidos y los escupían.
Una joyita de público, verdad?
- Era la época en que reinaba allí La Bella Dorita, mujer extraordinaria que murió no hace mucho, tenía un cuerpo bárbaro. Bueno, después de allí nos íbamos a La Carmelita. Nuestra barra era de» más o menos» diez muchachos. No éramos tan alevosos como los de ahora, pero que las hacíamos, las hacíamos. Muchas veces íbamos por la calley cuando veíamos uno de esos autitos Fiat, chiquititos, los empujábamos unas cuantas cuadras y después lo tumbábamos; tocábamos los timbres de las casa, pateábamos los tachos de basura...
- Y, ¿qué pasaba en La Carmelita?
- Comíamos y chupábamos bien. Una vez me agarré allí una curda bárbara y los muchachos me llevaron por la calle agarrado de los pies y la cabeza así, estirado y me metieron en un departamento. Después, cuando medio me compuse me llevaron a mi casa. "Qué le pasa al nene?»', preguntaban mis padres. "No, no es nada" - dijeron - se descompuso por algo que le cayó mal en la comida".
- Y de algún personaje cotidiano, qué recuerda?
- Me acuerdo del lechero, que veniaami casa con lajardinera tirada por un caballo, Era un vasco con boina y todo. Tocaba el timbre en mi casa y cuando le abrían y le presentaban el hervidor o la olla, él levantaba el tarro» lo apoyaba en las piernas y, con el jarro en la otra mano, preguntaba cuántos litros querían. Después volcaba el tarro en el jarro y este en el hervidor...
-En qué zona vivía?
- Yo nací y viví en la calle Jujuy 1770. ¿Vio donde está La Sagrada Familia? Esa casa era nuestra. Nacieron allí todos mis hermanos. Cuando murió mi padre vendimos la propiedad a La sagrada Familia y sigue estando la casa lo mismo que cuando nacimos nosotros.
Un parate de órdago
- ¿De qué otra cosa se acuerda?
- De los quilombos. De los que estaban en la Avenida Wheelwright: allí había una casa al lado de la otra.
- Wheelwnght entre qué y que?
- Toda la avenida. Agarrando desde Dorrego, mas o menos, pasando enfrente del Parque Norte.
Allí había muchas prácticamente en algunos lugares, una al lado de otra. En aquella época...
yo digo siempre: menos mal que no existía el SIDA, porque hubiéramos sido todos sidosos.,, - Claro, porque la higiene era muy precaria.
- Las mujeres tenían una palangana con agua tibia. Una vez que uno hacía uso, la mujer le enjuaba el miembro en la palangana y a lo mejor venía otro detrás y lo lavaba con la misma agua. - primero le agarraban el pito para ver si no le salía alguna macana por la punta, y después de hacer uso se lo lavaban así, como usted dice...
- Así es, y mire cómo son las cosas. Eso era más que precario, pero, en cambio, Obras Sanitarias - que entonces se llamaba Aguas Corrientes Rosario - hacía una limpieza a fondo de las alcantarillas todas las semanas. Venían con un camioncito, sacaban una manguera, levantaban la tapa de las bocacalles y le echaban agua hasta limpiar todo. Ahora eso no se hace. - Como tampoco volvió a ponerse en funcionamiento la limpieza automática que habían colocado los ingleses en esas mismas alcantarillas, antes que se nacionalizara el servicio.
- Las casas tenían medidores de bronce, cada uno pagaba lo que consumía. Después pusieron taso fija, laque aún existe. La gente dejaba las canillas chorreando agua y se afanaron los medidores... Era la época en que los franceses administraban el puerto...
- En el segundo tomo de esta bora, publiqué una reproducción del balance de la Sociedad Anónirna del Puerto del Rosario correspondiente a 1939 y que reprodujo el Anuario de La Razón. - Bueno, cuando se nacionalizó, qué pasó? Le agarró un parate de órdago. Fue en 1942 y lo absorbió el puerto de la Capital Federal... De lo que tambien me acuerdo es dala ronda policial. Cerca de las 12 da la noche un vigilante tocaba el pito y otro que estaba en otra cuadra le respondía, y así en toda la ciudad.
•Claro, porque a tantas cuadras había siempre un vigilante parado en la esquina, bajo la luz del farol de la calle, o de la lámpara que colgaba de los cables...
- Tenían esos trajes de antes, vio?, el uniforme. A pesar deque estaba prohibido algunos pasaban por el almacén a tomarse una cañita o una grappa, sin pagar, por supuesto.
"Chau, Colorao!"
,Se acuerda de algún club?
•Sí, de Sportsmen Unidos que hacían bailes muy concurridos, Yo tenía por ahí una noviecita y la sacaba a bailar, yo no sabía bailar pero entre tanta gente uno caminaba y listo. Otro club al que fuimos mucho fue el Rowing allá por los años 50, con decirle que en esa época ya era socio vitalicio. Estaba en Alberdi, donde actualmente se encuentra y que es una maravilla. Pero en aquel entonces se accedía por una escalera a un galpón grande donde había muchos casilleros de madera. Sobre el piso acomodábamos los catres con las mantas para dormir, porque llegábamos los sábados a la noche y volvíamos a casa los lunes por la mañana.
- Los domingos salían a navegar por el Río Paraná...
- Claro, teníamos amigosque tenían embarcaciones, como el colorado Pederzini y su hermano y a la noche dormíamos a bordo.
- El colorado trabajó conmigo en el banco, conocí su ancha y una vez le hice una caricatura en la que un pez salía del agua y le decía: "¡Chau, Colorado!". Pederzini - el Lelio - se reía, la mostraba orgulloso y decía: ¡Mirá, hasta los pescados me conocen!".
- Yo también tuve lancha. Después, al lado del Club Remeros Alberdi, en la bajada Puccio, estaba la famoso Rambla a donde íbamos a bailar antes de irnos a dormir al Rowing. Primero comíamos en el rancho del club y después partíamos a milonguear. A veces, nos poníamos a jugar a la canasta a eso de las 10 de la noche y nos quedábamos jugando hasta que amanecía. Era una vida linda, sana.
- ¿Alguna anécdota de aquellos tiempos?
- Sí, lo que me pasó en el Hotel París, aquel hotel por horas que estaba en Santiago y Pellegrrni. Un día fui con un auto mío, un Ford 38, llevando una mina al hotel. La entrada tenía una bajada. Entré, me fui con la chica a la habitación y cuando salimos se me quedo el auto entremedio. Yo traspiraba porque, imagínese, estaba con una mujer ahí y en ese entonces todo era muy reservado, Menos mal que entró un taxi, empujó y me hizo salir.
¿En qué año nació usted, Camporini? En octubre de 1923. tengo 73 años."'
La segunda postal proviene de una entrevista que el poeta y escritor rosarino Felipe De Mauro realizara a Dolores Hernández (a) Gloria Denis (a) Lola Giménez, quien cantara tangos e hiciera otras cosas para sobrevivir con más penas que gloria.
Entre Marrone y Rita la Salvaje
- ¿Cómo fueron aquellos años, cuál fue su actividad, cuáles fueron sus años topes entre el comienzo y el final de sus presentaciones...?
- Bueno, yo era muy jovencita, pero ya me había casado, tenía cuatro hijos y se me había quemado la casa. Andaba, prácticamente, a la miseria ya que nadie me daba de vivir con cuatro criaturas. Entonces fue cuando conocí a Mendocita y a Revier.
- José A. Mendoza - Mendocita - se preocupó mucho por los artistas de variedades, desde la faz artística hasta la social...
- Mendocita me dio mucho pie en los diarios La Capital, Crónica y La Tribuna, donde me publicaron muchas gacetillas y me hicieron notas. Pero fue Antonio Revier quien después de oirme cantar me llevó a Panamericano donde actué en los sketchs que hacía Antonio con su elenco. Debo aclararle que mis primeros sketchs los había hecho con José Marrone.
- Usted, ¿a qué género se dedicaba?
- Yo primero cantaba tangos y era allá por 1958. En Mitre y Pellegrini, Revier me presentó a Marrone.
- La parte escenográfica del varieté era siempre la misma: un gran patio o terreno, generalmente con piso de pedregullo o ladrillo molido, cubierto de masitas y sillas, con el escenario en uno de los ángulos, en los costados o al fondo. Era así, verdad?
No siempre. El Mitre, por ejemplo, era un salón grande que daba a la calle, a la ochava de las calles Mitre y Avepida Peflegrini. Yo entré ahí e hice mi primer sketch con Marroné.
- ¿Se acuerda del argumento?
- Tratábase de que se pedía a una cancionista. Marrone me decía: ",Qué sabe hacer usted?" "Yo se cantar' "Y qué saLa cantar?" "Yo sé cantar tangos".
- Perdón, ¿Marrone actuaba allí con Juanita Martínez?
- No, ahí estaba solo, yo estuve a prueba por diez noches, y después Revier me llevó al Panamericano, que estaba en Ovidio Lagos entre Güemes y Avenida del Valle, a mitad de cuadra, en la vereda de los números impares. Allí la conocí a Rita la Salvaje. Cori Rita fuimos muy amigas y' actué con ella mucho tiempo.
Para aliviar la mishiadura
- ¿Quién era el dueño del Panamericano?
- La dueña se hacía llamar Lita y cantaba muy bien, pero se quedó sin voz. El dueño era don Pedro. Yo cantaba y después lavaba copas.
- ¿Ahí mismo?
- Sí, allí mismo, bajaba del escenario y me iba a lavar copas para ganarme otro sueldito. Los guitarristas eran los hermanos Forcat. Primeramente había cantado con aquel guitarrista ciego, tan conocido.., y el pianista Martínez, que lo primero que canté fueron los tangos Maula y Gloria. También actué con aquel gran cómico que fue Félix Pancracio y a quien, cada vez que bajaba del escenario, metían preso porque decía malas palabras y en aquel tiempo no se toleraban las malas palabras. También fui muy amiga de Vilma...
- ¿Vilma qué?
- ... el apellido no se lo doy. Bueno, cuando mi hijo Juan Carlos que es el más chico, tenía dos años, ahíla conocí a Vilma, quien también me ayudó. Estuve mucho ahí, me ayudaron mucho,.. También actué en LT3, en 1958 o 1959, con Revier integrando La Familia Giardino.
- ¿Con qué otros actores estuvo?
- Bueno, con El Flaco Flores de quien yo hacía la mamá en una obra. También fui compañera de aquel gordito que trabajaba con Olmedo... Aquel que lo operaron y se quedó sin voz.., que se vestía de marinarte.
- ¿Coquito?
- Ese mismo. Después hice radioteatro con Luis Yullier, pero muy poquito porque me ponía muy nerviosa y leía mal. Ensayábamos en el Sindicato de la Unión Tranviarios Automotor, donde estaba afiliado mi marido que era m.scánico de los tranvías. Nos juntábamos todos en un altillo grande que había y allí ensayábamos...
- ¿Cómo fue que se desvinculó de LT3?
- Tuve la mala suerte de dejarlo a Revier, porque cuando hacíamos La Familia Giardino también actuaba el quinteto de Luis Chera. Este, cuando me oyó cantar, me dijo: 'Te animás a cantar con nosotros?"
Yo le de 'Si', y empecé a cantar con la orquesta de Chera. Era la época en que cuando salíamos a actuar al campo íbamos a lugares donde cada uno iba con su banco, con su sillita, con su mesa... - "¿Para aliviar la mishiadura usted actuaba en la novela todos los días por LT3 y los fines de semana cantaba y lavaba copas en el Panamericano?
-Así es.
Relumbrones de Pichincha
- Había mucho público donde usted actuaba...?
- n el Panamericano, sí, y en el Varieté Mitre, también.
- ¿Así fuera un día de semana?
- Sí, siempre había mucha gente. Le debo aclarar que en Sunchales también estaba el Varieté Mitre, por la vuelta, pasando la estación del Ferrocarril, enfrente.
- El Mitre este, ¿no estaba en Avenida del Valle entre Callao y Rodríguez?
- Eso es. Y también Los Colonos, bien frente a la Estación, donde había un palco con una orquesta de señoritas. Yo cantaba en el Panamericano y cuando faltaba una chica que lo hacía en Los Colonos, la reemplazaba. En el Mitre, de Sunchales también canté.
Había respeto entre los artistas y el público?
- Sí, era mutuo, perfecto. Había mucho compañerismo. Cuando se me quemó la casa me ayudaron, entre otros, Delia Rodríguez, Carmen Amado... Yo vivía en Richieri 120 y enfrente mío lo hacía Fosforito, aquel cómico muy conocido, muy querido. Derechito frente a mi puerxa estaba el Dispensario y en la otra esquina, frente al Teatro Casino, había un bar.
- Ya habían pasado los esplendores de Pichincha...
-Y, sí... después de casi veinte años no quedaba nada ya, apenas el Casino, alguna mujer de la vida, viejita ya, viviendo como podía, algún bodegón y nada más. Yo cuidaba la propiedad esa del bar, donde habían hecho algunas divisiones como para parejas, reservados diríamos, pero después no se terminó.
-¡Que historia! no?
- Creo que la propiedad esa está entera todavía. Al lado mío vivía una alemana que hacía entrar a ese salón chicas de 14 o 15 años, para hacerlas trabajar. Vino un día la policía cuando me crucé y me preguntaron: ",Usted, señora, trabaja con la alemana?" Yo tenía dos criaturas, una de dos años y otra de ocho meses. "No, señor, por favor, yo no trabajo, yo vivo con mi marido y me han puesto acá para cuidar este salón".
- ¿Y no la molestan más?
- No, señor...
Olmedo llevaba frutas
- ... También tuve la dicha de conocerlo a Ólmedo cuando trabajaba en una verdulería y andaba con un gorrito y unas medias de colores, siempre cantando, era muy alegre. Yo en ese entonces
trabajaba en el Cine Normandie, que estaba en la calle Salta entre Richieri y Suipacha: limpiaba por la mañana y a la tarde iba de acomodadora... Conocí también a la primera figura del Casino, la vedette, como se decía. Era la época en que criaba mis dos chicos - Juan Carlos y Roberto - que eran hermosos y gorditos, les ponía un Ca-Si, que eran aquellos calzoncillos anatómicos con cintura elastizada ancha, se acuerda? y los sentaba en el umbral de la puerta de calle. Siempre pasaba por allí la que era la vedette, o sea Diana Lupe, muy linda, con pulseras en los brazos y en los tobillos, y nos saludábamos: ",Me los vas a dar de madrina?" me decía ella. "No, ya están bautizados", le decía yo.
- Con el Negro Olmedo, ¿qué relación tenía?
- Bueno, venía Olmedo y nos subíamos a una escalera que había en el salón que yo cuidaba y por una banderola veíamos el espectáculo. Mi marido se reía mucho, porque el Negro era muy cómico y se hacía querer. Olmedo siempre nos traía frutas y verduras para los chicos, porque sabía que necesitábamos ya que éramos muy pobres. Pobres, pero con dignidad, ya que trabajábamos tanto mi marido y yo en lo que fuese. "iTomá, galleguita! - me decía - acá te traje esto", y me lo dejaba. "Después vengo, después vengo...!"
- Se sabe que el Negro Olmedo era muy generoso, a veces por demás. Su esposa, Tita Rouss, supo contar que siendo famoso ayudaba a todo el mundo y pagaba mesas donde habían comidoy bebido de 8 a 12 personas...
- También conocí a la madre a quien lo decían La Negra y que murió al día siguiente en que se mató Olmedo en Mar del Plata. Creo que murió en el aeropuerto, cuando había hecho el viaje para darle la última despedida...
- ¿Qué otra cosa recuerda?
- Bueno, me acuerdo que el Negro pasaba a veces por el Normandie y yo lo hacia entrar. En aquella época Olmedo era muy jovencito. Después desapareció, se fue para Buenos Aires y triunfó. El que andaba también por ahí era Raúl Lavié, cuando era Peralta de apellido. Fue un compañero sensacional, parecía un hermano por la forma de cuidamos.
Con los hijos al hombro
- ¿Lo conoció al Tano Genaro?
- Una vez vinieron a buscarme para ver si quería actuar con ellos porque había faltado una chica que cantaba y yo la suplanté. Eran todos muy buenos. El Tano me quería mucho y cuando se me quemó la casa, el 2 de diciembre de 1956, me hicieron vano festivales a beneficio, en el Estado Muja y en otros lugares...
- ¿Qué repertorio tenía usted?
- Cantaba tangos. Gloria, Maula, Hacelo por la vieja, Que nunca me falte, y después hacía milongas, valses y hasta pasodobles, porque a la gente le gustaba. Actué en Río Gallegos, llegué hasta Punta Arenas.., yen Santa Fe estuve en lo de Lito Lacovara compartiendo el cartel con Mario Bustos y Roberto Florio...
- Dos cantorazos.
- Sí, después actué en el Dragón Verde, donde estuve como seis meses. Y aunque nunca fui figura, figura, tuve la suerte de actuar con Goyeneche, con Edmundo Rivero en el Marabú, e hice giras por todos los pueblos del sur de la provincia.
- ¿Siempre vivió en Pichincha?
- Bueno, en Castellanos y Córdoba, el doctor Figueroa Casas, que era padrino de mi marido, nos había regalado una casilla. Cuando se me quemó, el comisano Juan Panuzzi me regaló otra y ahí la puse yo de prepo y me fui a vivir con los cuatro hijos que ya tenía: Juan Carlos, Roberto, Oscarcito y Edgardo que se me murió. Panuzzi, cuando yo terminaba de actuar a las dos o a las tres de la mañana, me subía al cuartito azul, que así se llamaba popularmente a los camiones de la policía, y me llevaba hasta mi casa con los cuatro chicos...
- ¿Con los cuatro chicos?
- Sí, porque yo me iba a actuar con ellos, no se los dejaba a nadie porque tenía miedo que les hicieran algo, o que les pasara algo.
- ¿Cuándo se retiró de la faz artística?
Después de actuar con Los Ases de la Muerte. Caminé por el vidrio, caminé por el fuego, hice el salto en llamas con bicicleta... Hasta que tuve un accidente y me ayudaron también con este problema. Entre los que me dieron una mano estuvieron Ramón Merlo y Tarragó Ross, padre. - Con los apremios por los que ha pasado usted ha demostrado también, que ha sabido caminar por el alambre.., por la cuerda floja, como quien dice.
Bolsitas, plantas y flores
- Y vaya si no. Tanto Merlo como Tarragó tenían en Pueblo Nuevo un club llamado Cañonazo, donde organizaban bailables y ellos eran responsables. Landó, que estaba en San Martín al 5000, también me hizo muchos festivales, especialmente para mi hijo Juan Carlos, cuando estuvo enfermo del corazón. Tengo los recortes de diario.
- Pero, usted tuvo un accidente serio.
- Sí. Yo vivía en Balcarce 870, donde hacía bolsitas de papel de diario para los verduleros. Tuve la mala suerte que, al cruzar la calle, me agarrara un auto. Quedé tres meses postrada en cama y ahí fue cuando aflojé un poco. Cumplía 50 años el 24 de abril y el 28 tuve el accidente, me ayudaron mucho los compañeros artistas. Me restablecí y fui a vivir en calle 27 de Febrero 1486, donde puse un puesto de venta de plantas. Estando ahí vino Revier y me trajo la tarjeta de jubilación, y el 13 de diciembre de 1982 comencé a cobrarla.
- ¿Qué clase de plantas vendía?'
- De todo tipo, y claveles también. Me pasaba toda la noche en la calle, porque la parrilla El Pino, que estaba ahí, sacaba las mesas afuera y eran las 5 de la mañana y todavía había gente. Lo mismo con el Bar 27, que también tenía mesas en la vereda y yo tenía la suerte de venderle a las gentes que venían del parque...
- ¿Qué puede decir, para finalizar?
- Vayan mis últimas palabras para recordar al Panamericano, como mi lugar predilecto en el cual tuve por compañera a Rita la Salvaje, o sea Juana González, que era muy amorosa. Conocí allí ami segundo esposo, que fue padre de Edgardo, mi último hijo. Yo tengo, además 14 nietos y 7 biznietos. 2
NOTAS:
1 Testimonio de Mario Caniporini, tomado el 20/11/95 en Maipú 1455.
2 Entrevista realizada por Felipe De Mauro a Dolores Hernandez para FM Estación del Sur, Rosario 16/11/1995.
Fuentes: extraído Capítulo 4 de la cuarta parte: LA VIDA VIVIDA del libro Rosario era un espectáculo ¿Arriba el telón! Autor: Héctor N. Zinni de 1997.