Esquina de Rosario
(Delfina D´Alessandro)
La rosarina D'Alessandro pintó poco, porque después se dedicó a la escultura. Aquí recrea la esquina irregular de Corrientes y Wheelwright.
Domina la escena el itálico edificio del hotel y restaurante "Piemonte", enmarcado entre la torre de María Auxiliadora y el Sanatorio Británico con su frente primitivo.
Demolido a fines de la década de 1950, el "Piemonte" era el concurrido refugio de quienes llegaban a la Estación Rosario Central.
Pero la autora creó un paisaje casi metafísico, donde no se ven personas y que se configura mediante los volúmenes de los edificios y los firmes caracteres de su arquitectura. Una escena barrial, que bien podría figurar en un libro sobre tango.
Quienes de chicos hemos vivido en esa zona, creeremos también oír las campanadas de la iglesia, los silbatos de los trenes que recorren las vías cercanas y la sirena de algún barco.
Reflejo en el río
(Salvador Zaino)º
Zaino nació en Italia en 1858, estudió en Génova, Roma y Nápoles, y a los treinta años vino a América y se radicó en. Rosario, donde murió en 1942.
Pintó los frescos de la Catedral y del foyer del teatro El Círculo que todavía perduran, evolucionó del neoclasicismo al impresionismo, y llegó a ser el más destacado precursor de la pintura rosarina. La mayoría de sus obras están referidas a paisajes ribereños.
Y es que vivía en el barrio de Alberdi, frente a la plaza Santos Dumont que está sobre las barrancas del Paraná, y por eso también conocía los variados destellos de la luna sobre el gran río.
Este cuadro impresionista de 1929, en el que se nota la pincelada densa de su autor, debe mirarse de lejos.
Es una obra de gran intensidad pictórica.
Y será mejor apreciada por quienes, como Zaino, hemos vivido en Rosario y habremos contemplado noches como ésta, con el viento trayendo el olor del agua.
La Catedral de Rosario
(Luis Hourgras)
Luis Hourgras es franco-cordobés, de modo que resulta difícil imaginar su tonada.
En el año 2002 pintó esta imagen de la plaza 25 de Mayo. Los colores otoñales y las ramas deshojadas de los plátanos, contrastan con la perennidad de las torres de la Catedral, hacia la que nos lleva la perspectiva.
En este lugar nació Rosario sobre la estancia de Gómez Recio, y aquí está el corazón de la ciudad.
Por la plaza han pasado absolutamente todas las generaciones de los rosarinos. La ciudad seguirá creciendo alrededor con cambios que no podemos imaginar, pero. la vista que muestra este cuadro ha de ser una de las pocas que permanecerá inmutable a través del tiempo. Y remotos e impredecibles descendientes recorreráñ el paisaje conocido.
Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región” Fascículo N.º 97 de Junio de 2011.-