Por Héctor N. Zinni
La revista porteña Leoplan, que dirige don Ricardo Sopena, en su
cuarto número correspondiente a febrero de 1935, se ocupa de
Rosario, rica plaza comercial que atrae al comercio nacional e
internacional. Don Ramón ha mandado a nuestra ciudad a un enviado
especial, Héctor 011er, quiendespués de haber andado por todas
partes y hablado con medio mundo, publica un interesante informe
ilustrado con fotografias del Puerto, la calle Córdoba, el parque
Independencia, un tramo de Bv. Oroño, un esquema con la zona de
influencia del Puerto Rosario -que abarca mitad de la provincia de
Santa Fe, de Norte a Sur, y todas las provincias cordilleranas, desde
Jujuy hasta el centro de Mendoza- y, entre otras notas gráficas, una
donde se puede apreciar como en los grandes días del fútbol
rosarino las canchas cuentan con la presencia de una cantidad de
mujeres "en número y calidad insospechable".
Bien vale la pena transcribir el trabajo de 011er, porque de su
atenta lectura se desprenden las alturas del progreso a que había
arribado Rosario, sesenta años antes de escribirse este libro:
Rosario, nervio y musculo de la República
"Si hubiéramos de recurrir a una imagen plástica para
representar a Rosario, utilizaríamos la del título: un bíceps
contraído en el esfuerzo vigoroso, inteligente y fecundo del
trabajo, en que nervios y músculos se aúnan para la acción.
El alma de Rosario fluye de su propia imagen, como a través de un
retrato se transparenta el alma de los hombres.
Los pueblos, como los organismos humanos, tienen un centro
nervioso de sensibilidad aguda y vigilante. Rosario, centro vital, es
el plexo solar de la República Argentina que va dando, como un
barómetro, los pronósticos precisos del estado económico-político
del país.
Las grandes asociaciones nacionales e internacionales lo saben;
tanto que todas ellas han desplazado hacia la gran ciudad
santafecina, sus sedes directrices. Y esto es así... aunque nos
moleste un poco a los porteños, pagados de ser, por metrópoli, el
centro de gravitación de la República...
Hasta la Maffia había situado allá su capital delictiva. Su
calidad de centro económico, de que hablaremos más adelante, lo han
transformado, por un complejo fenómeno de polarización social, en
centro político.
Puede afirmarse que, más de una -quizás la mayoría- de las
combinaciones políticas nacionales han nacido allí. Ello hace que
sus hombres políticos sean los mejores informados del país. Un dato
curioso y sugestivo lo confirma elocuentemente: a poco de resultar
electo el actual presidente, llegaba a un gran diario metropolitano
enviada desde su sucursal Rosario, en parte secreto, la nómina
completa y detallada del futuro gabinete del General Justo... ¡que
nadie conocía aún en la Capital Federal!.
Y no es esto un caso único: con extraordinaria frecuencia las más
sensacionales noticias de la vida nacional aunque tengan su origen en
la propia capital, por curiosa paradoja llegan al conocimiento
público retransmitidas desde la ciudad de Rosario.
Confluencia de riquezas
Como si siguiera el mismo plan hidrográfico de nuestra patria, la
corriente argentina de producción nace en las cumbres cordilleranas,
desciende por los valles como una avalancha, y cruza nuestras feraces
llanuras, aumentando más y más su volumen fantástico para, siempre
buscando su más bajo nivel, llegar a los puertos de embarque que
son, simultáneamente, plazas de consumo.
Si esas corrientes tienen un cauce, puede decirse sin hipérbole,
que su desembocadura económica es Rosario de Santa Fe.
Esto es algo que muy pocos argentinos ignoran, aunque quizás no
ha sido este fenómeno interpretado en toda su trascendencia, pues,
aparte de lo que significa en el orden económico configura toda el
alma de Rosario y se proyecta en el porvenir con prolongaciones cuyo
alcance nadie podría prever. Unas pocas premisas aclaran el
concepto: Rosario es la confluencia indiscutible de las más vastas y
ricas zonas de producción, en especial de la agrícola. Basta dar un
vistazo al mapa general de la república para llegar a la convicción.
Situado en las riberas del Paraná, con un magnífico puerto de aguas
de gran calado, es un verdadero eje de entronque al que convergen,
desde todos los ángulos, las líneas ferroviarias.
En Economía Política se designa con el nombre de "zona de
influencia" la que por diversas y complejas razones,
especialmente de orden geográfico, hacen tributaría de un puerto o
estación determinada a toda la producción de una región. A veces
es simplemente un centro de absorción -plaza de consumo- Otras,
terminal de exportación; con frecuencia, como en el caso de Rosario,
ambas cosas a la vez.
La zona de influencia de Rosario es, de acuerdo con nuestro
sistema de zonas -condicionado por las actuales líneas navieras y
ferroviarias y por las que, es fácil preverlo, funcionarán ene!
futuro- la más rica y vasta, pues abarca todas las provincias
céntricas, del Norte y cuyanas, parte de Formosa y Chaco y Noreste
de La Pampa, con frecuentes interferencias en Bahía Blanca y capital
Federal a las que, paulatinamente, irá sustrayendo volumen.
Verdad deslumbrante
Una simple cuestión de fletes y transbordos explica el sencillo
proceso.
Puede predecirse a plazo fijo la fecha en que, asentada la zona de
influencia de Rosario, la "gran capital del sud" irá
perdiendo embarques para quedar replegada a -segundo término, como
ocurriera con Wáshington y Nueva York. Entonces Rosario será
capital económica de nuestro país.
Todo lo indica, y la profecía resulta hasta un poco infantil, a
poco que se haya meditado en el crecimiento demográfico y comercial
de la laboriosa y rica ciudad.
Sarmiento, con su visión de los problemas argentinos, entonces
embrionarios, habíalos ya previsto con respecto a Buenos Aires
cuando, hablando de federalismo expresaba que la necesidad forzosa de
importar y exportar por el Puerto de la Capital hacían a toda la
inmensa república, tributaria de la metrópoli... Entonces los
transatlánticos no remontaban el Paraná ni las líneas ferroviarias
tenían su entronque en Rosario.
Lo que era entonces exacto, respecto a la capital, es ahora verdad
deslumbrante respecto de Rosario. Más de media república es, yio
será cada vez más, tributaria de su puerto.
Espíritu de empresa
Surge sin duda de esta característica, visible y casi excluyente,
el espíritu comercial que anima a la ciudad toda. Aunque, con más
propiedad, en lugar de "espíritu comercial", debía
llamársele "espíritu de empresa".
Tal es, antes que lo primero. Pocas ciudades argentinas podrían
jactarse de tener más desarrollado el sentido utilitario que la
tipifica inconfundiblemente pero, es el suyo un utilitarismo de buena
ley, que nada tiene que ver con la sordidez ni adquiere la forma
obsesiva que se percibe en los Estados Unidos, donde llega a
subrayarse con caracteres morbosos.
Puede jactarse también de poseer el comercio más solido del
país. es verdad: su porcentaje de quiebras es insignificante. Y
esto, dicho en estos momentos de incertidumbre económica, adquiere
rara elocuencia.
Se explica: su comercio ha ido construyéndose sobre la base
efectiva e inconmovible del desarrollo paralelo de la misma ciudad.
Extranjeros laboriosos que llegaron allí, pobres de dinero pero
inteligentes y con voluntad, fueron labrándose una posición con el
solo progreso vegetativo de la misma ciudad. La adversidad no puede
incidir sobre fortunas cimentadas así. La ciudad debería destruirse
a sí misma para destruir su comercio, que ha nacido y crecido con
ella y a la que está adherido con raigambres profundas.
De ahí que Rosario tenga el mayor número de grandes fortunas y
que su comercio haya partido silenciosamente a la conquista de la
metrópoli en la que, cada día, es mayor el número de "sucursales"
de casas rosarinas.
Es que, como hemos dicho, hay allí espíritu de empresa; de
"empresa", no de "aventura", entendamos bien.
Espíritu que ha analizado posibilidades, calculado certeramente e
invertido capitales sobre la sólida base de la realidad.
Aprender y progresar
Un simple detalle de la medida exacta: Buenos Aires "inventó"
el colectivo; Rosario lo industrializó, con tan vastas proyecciones
y miras tan amplias, que no le bastaron los breves circuitos urbanos.
Hoy, un vasto y complejo servicio, amenaza seriamente con desplazar
los servicios ferroviarios a los que lleva la ventaja de una mayor
comodidad, baratura y frecuencia.
De la Plaza Sarmiento, por ejemplo - que es un nudo de tráfico
análogo al de nuestra Plaza Constitución- parten líneas en todas
direcciones con recorridos que, con frecuencia, superan los 400
kilómetros. Casilda, San Urbano, San Nicolás, Santa Fe, etc.,
poseen una linea regular de colectivos que parten cada hora y que
resultan una tercera parte más económicos que los ferroviarios,
hasta en las cargas, que también las transportan.
Buenos Aires, a siete horas de colectivo de Rosario, tendría ya
su línea si no se hubiera debido cesar en el recorrido a causa del
inexplicable retardo en terminar el tramo pavimentado de Arrecifes a
Pergamino.
El singular desarrollo de la industria del transporte colectivo
obedece allí a una causa, aparentemente lejana, pero, de hecho,
decisiva.
Los gremios en general están allí constituidos por los obreros
más conscientes de la república y, probablemente, más cultos. El
obrero no se recluta exclusivamente entre las clases menesterosas:
los hay que llegan desde capas superiores de la sociedad e ingresan a
las filas proletarias con un alto sentido democrático.
Un caso típico: Un ex empleado bancario, de gran porvenir,
abandonó los libros de contabilidad y, resuelto a labrarse un
porvenir independiente, aprendió de chauffeur. Hoy posee dos
colectivos y es uno de los más entusiastas propulsores de ese medio
de transporte. claro que no todos han llegado desde allí,
abandonando posiciones ya conquistadas; pero, puede afirmarse que,
aún entre los más modestos obreros rosarinos hay un vivo e
inquebrantable sentido de solidaridad y un intenso deseo de aprender.
Quizá sea la ciudad de la república en que esa característica
asuma un más amplio sentido de la democracia.
La mujer rosarina
Un sabio aficionado a estadísiticas calculaba el grado de
civilización de los pueblos tomando como base la cantidad de jabón
que gastaban. Una verdad para los aspectos materiales. Nosotros, más
humanos o más sutiles, no nos conformamos con ellos y vamos a buscar
ese índice en las características del alma femenina de cada pueblo.
De ella extraemos el coeficiente que nos permite establecer con
precisión matemática, el grado de cultura de la sociedad a que
pertenece.
Un análisis, -forzosamente superficial-, del espíritu de la
mujer rosarina, nos lleva a la convicción de éstas frente a un
pueblo de extraordinaria ilustración, de aguda sensibilidad y de
varoniles atributos. Inquietudes de una intensidad inconcebible, si
no se palparan, mueven a la mujer rosarina, silenciosa pero
activamente, hacia una constante superación.
"Leen mucho", me decía Emilia Bertolé en una
oportunidad, y esto ya bastaría para definirla, si, además, por
razones profesionales no estuviéramos al tanto de que Rosario es la
mejor "plaza" de la república para el papel impreso.
Toneladas de libros, diarios y revistas llegan y son absorbidos con
rara avidez por el público femenino.
Sabernos que la mujer culta y espiritual no podría tolerar al
hombre ignorante y materializado por la avidez del lucro. La
deducción que fluye fácil y espontánea, es que el hombre, para no
estar en inferioridad frente a la mujer y tener probabilidades en la
lucha por la perpetuación de la especie, ha debido cultivarse y
afinar su espíritu, siguiendo por reflejo el ritmo que le imprimían
las inquietudes de la mujer.
Es lo que ha ocurrido en Rosario, donde fuera de las horas de
negocio no se oirá a los hombres hablar de otra cosa que del último
libro, del más bello cuadro o de una partitura... Al cerrar el libro
de Caja han olvidado que viven ellos y la ciudad, del activo comercio
de granos.
Tranquila, serena y segura
La cultura singular de la mujer le ha dado naturalidad perfecta;
esa naturalidad que es la suprema elegancia y es la forma más bella
de la coquetería espiritual es el producto de una sensibilidad
afinada en grado imponderable, proceso complejo de desasimilación de
prejuicios y de lastres protocolares; control de los nervios creando
la serenidad y con ella el dominio de las situaciones, las cosas y
las personas.
Es preciso verlas a la hora del té en las grandes confiterías
céntricas, para tener la sensación precisa de lo que decimos. En
primer lugar, en Rosario, no son minorías las que concurren a ellas.
los grandes bares se llenan de elegantes mujeres, solas o
acompañadas, mostrando que allí actúa la masa de la población y
no pequeños grupos independizados, como ocurre en otras partes.
El aldeano "Salón de Familias", que aún en Buenos
Aires perdura como un resabio, ha desaparecido virtualmente allí. En
el peor de los casos, una pequeña baranda, apenas visible, es lo
único que establece la división que, por cierto, bien pronto
desaparece ante la afluencia de público femenino que no vacila en
invadir todo el bar tranquilo, sereno y seguro de si mismo.
Estamos persuadidos de que la mujer de Rosario lleva en su corazón
con intensidad y profundidad desusadas, el culto al amor. Creo que
poseen, como pocas mujeres, la clave del secreto de la vida.., que no
es sino, amor. Pero esa religión del amor tiene una frontera: el
respeto de sí misma, por el que, es visible, siente también
verdadera devoción.
De todo esto; de la cultura, de la serenidad, de las inquietudes y
de la capacidad de amar de la mujer rosarina se extrae fácilmente el
índice de que hablábamos para poder juzgar a los hombres y a la
ciudad, aplicándole el mismo razonamiento que para la cultura.
Centros de irradiación
No es pues, Rosario, de acuerdo a estas premisas, la "chacra
empedrada", como se la llamó despectiva e injustamente,
intentando proyectar sobre su vida espiritual las modalidades de su
vida económica, de su 'modus vivendi', diremos así. Y lo que
aparecería inexplicable para los jueces superficiales; esa
convivencia de un agudo sentido utilitario junto a altas
manifestaciones espirituales, no tiene nada de paradójico.
Es hasta una regla general para los individuos y para las
sociedades que las antinomias, aparentemente más irreconciliables,
obedeciendo a la ley de contrastes, fraternicen en una misma alma. Un
ejemplo aclara el concepto: la ciudad de reputación más
conservadora y católica, alimenta en su seno los núcleos sociales
más avanzados, numerosos y activos.
El espíritu comercial rosarino, siguiendo la misma ley, ha dado
lugar a la existencia de grupos de fina espirituosidad y alta cultura
que, constituídos en centros de irradiaciones siembran inquietudes
con una intensidad que ya quisiéramos para nuestra metrópoli.
Un caso, entre muchos otros que hemos conocido: la asociación de
Ex Alumnas de la Escuela Normal N° 2, bajo su humilde y poco
expresiva designación oculta una de las más vigorosas fuerzas
culturales del país... Está constituida por 360 mujeres jóvenes,
entusiastas. Y ese entusiasmo ha dado lugar, entre otras muchas
manifestaciones valiosas, a la creación de la revista "Quid
Novi? ", de tan alto mérito, que honra no sólo a la ciudad
sino a la República. Es el más alto exponente que conocemos en su
género.
Independencia espiritual
Los rosarinos tienen fama de guapos... y la merecen. Esa guapeza
que quizás no sea otra cosa que "respeto a sí mismos", ha
sido evidentemente bebida en las inspiraciones de la mujer-novia y de
la mujer-madre.
Los hombres no solemos ser sino reflejos de estas etapas de la
vida de la mujer, sobre todo de la madre. Con la guapeza se ha
formado paralelamente la independencia espiritual que, cuando se va a
la otra alfoija, es la rebeldía..., y los rosarinos son rebeldes,
por instinto. Sin recurrir a la historia, nos bastará examinar los
recuerdos, bien frescos aún, de los movimientos huelguísticos, en
que la más leal solidaridad gremial, las más enérgicas y violentas
actitudes y la más inflexible rebeldía se aunaban para dejar clara
y neta esa sensación.
E idéntico espíritu de rebeldía hace de Rosario el baluarte
infranqueable de todo avance reaccionario.
En ninguna otra parte del país hemos visto más decidida campaña
y un espíritu 112 más franco y violentamente adverso a toda
tentativa de ese género. Rosario está llena de comités de acción
democrática y las paredes plagadas de letreros, enérgicos como
latigazos, incitando a combatir esas tendencias. Es la medida de un
estado de ánimo colectivo y permanente... es el alma de Rosario que
no tolera cadenas.
Su situación geográfica hace de esta disposición un verdadero
tapón estratégico que amortigua, neutraliza y destruye el enlace de
los dos centros de irradiación reacionaria del país, el interno y
el de la capital.
Pasión por el deporte
Esos elementos reunidos: rebeldía, guapeza e independencia que no
son otra cosa que formas de ebullición espiritual, aplicados a otro
campo constituyen la pasión por el deporte que en Rosario es una
religión. Sus cuadros, en especial Rosario Central y NewelIs Oid
Boys, monopolizan su devoción.
Festejan ruidosamente sus triunfos y lloran en silencio sus
derrotas, se enorgullecen de ellos y con justicia.
Rosario Central, incubadora gloriosa de campeones, como Zenón y
Octavio Díaz; el viejo Newell's, cien veces líder provincial y
algunas campeón argentino... ¿Cómo no habían de amarlos?
Y es por eso que sus canchas, repletas de fervorosos hinchas, se
estremecen bajo los aplausos en las tardes magníficas del football
local, alentando a sus parciales, y es por eso que la ciudad
permanece despierta, cuando se baten en el exterior, defendiendo su
prestigio.
Rosario tiene su magnetismo
Los que parten de nuestras provincias a la conquista de Buenos
Aires, por un curioso fenómeno de atracción se detienen,
invariablemente en Rosario, a veces unos días, a veces mucho tiempo,
a veces para siempre. Rosario tiene su magnetismo que acciona sobre
las almas y polanza las voluntades.
Es, con relación a nuestra patria, lo que el puerto de la capital
con relación al universo: un punto de enlace, un eslabón; antesala
de la capital y aduana espiritual del país.
De ahí su raro cosmopolitismo provinciano -si se me permite la
analogía- que es una de las más típicas facetas de la ciudad.
Pero, cosmopolitismo que se ha mezclado sin combinarse íntimamente
al modo que se diferencian las mezclas físicas de las combinaciones
químicas. La estructura espiritual de Rosario no ha sido
influenciada para nada por esta característica de su población.
Está como era y seguirá siendo: utilitaria y espiritual, a un
tiempo; alegre y reflexiva, apasionada y rebelde, trabajadora y
estudiosa.... ciudad del músculo y del nervio. (1)
Notas:
1. Revista Leoplán. Año 2
N°4, Pag. 91, Bs. As. Febrero 1935.
Fuente:
Extraído del Libro “Rosario era un espectáculo”- vida teatral,
cotidiana. Prostibularia y Radiofonica. Tomo I. Editorial Homo
Sapiens. Año 1995.