El negro, de la trompeta de un metro de largo, colgando en la
punta del instrumento un banderín con la propaganda del aperitivo
Pineral, ejecutaba pequeños trozos musicales populares del momento,
lo hacía en las esquinas de distintos barrios de la ciudad.
Los
acróbatas, que extendían en el centro de una esquina dos alfombras
rojas puestas en cruz, donde actuaban haciendo piruetas y toda clase
de pruebas, tenían perritos y monitos que hacían la delicia de los
chicos; era el medio de vida de una familia de artistas, un pequeño
circo andante. Al finalizar la primera parte pasaban el platito.
Bibliografía:
Güía de Rosario de Francisco Planos