Repetidas veces, el caminante de
Rosario se pregunta sobre cómo identificar un estilo arquitectónico, buscando
desentrañar una expresión urbana para la ciudad, en los limites de una característica
visual determinada.
Deberá
compenetrarse profundamente con el medio en su condición de ciudadano y a
través del íntimo conocimiento del cuerpo construido, descifrar las distintas
lecturas posibles y llegar a un encuentro satisfactorio de la necesidad que cada uno haga
nacer para sí, en medio de las escenografías urbanas que Rosario ofrece.
Hay ciudades que han incorporado como
algo inseparable, aspectos urbanos que denotan así su propia idiosincracia,
uniendo a su nombre aquel rasgo construido que deviene en emblema distintivo
del lugar: los puentes de París, Roma "la eterna", Nueva York
"la ciudad de
los rascacielos", Buenos Aires anida en la garganta de Gardel y
es "la reina del
Plata"
según lo afirma el tango, a la
vez que centinela de la puerta que el río homónimo concreta geográficamente.
Las ciudades
no responden generalmente a un solo rasgo que las distinga, a pesar de lo
expresado. Rosario, ciudad aluvional si las hay, es un compendio ecléctico
capaz de someterse a diversas lecturas. Quien no esté advertido sobre las
características de los variados estilos que integran la piel de la ciudad, deberá primero
comprender la
aparente confusión generada por una mezcla más o menos incontrolada
de expresiones construidas, no generadas en un aquí y ahora determinados y
supeditadas a la marcha del
tiempo y sus consecuencias.
Una población
integrada en un crisol de razas, materializa su entorno arquitectónico según
actos expresivos, donde pesan singularmente los momentos económicos y los
vaivenes que marcan para siempre al cuerpo urbano.
En la cuadricula española
aparentemente infinita y abierta, los hombres y la historia han volcado
su imaginación -o la falta de
ella- y las nacionalidades y sus tradiciones han expresado su propia idiosincracia,
a lo que se suman los dictados estéticos desde los centros de la moda y el poder.
Con todo esto y algunas cosas más, se
ha conformado nuestro ambiente ciudadano. Oriol Bohigas, coautor del Parque de
España, en sus primeras visitas a la
ciudad, confesó estar convencido que "lo que salva a
algunas ciudades de su aburrimiento, es el eclecticismo"... En el choque a
veces brutal de lenguajes y formas pueden encontrarse oposiciones de
significación, constructoras de una característica ciudadana.
Al ser Rosario una ciudad joven, la clasificación y
catalogación de su patrimonio puede ayudar -y de hecho que lo hace- a
consolidar una identidad ciudadana. Razones valederas para que la ciudad atraiga, aún
en su desorden, en el que puede nacer un carácter propio, con distintas vertientes,
quizás ordenadas paradójicamente en su propia falta de sincronización, con
idiomas sectoriales que se distinguen en el conjunto.
Si la esquina de Córdoba
mentes muestra un clima de verdadera "city" en su máxima intensidad
urbana, puntos pertenecientes a la zona financiera muere* a caer la tarde, irremediablemente Las
zonas gastadas, que apuntan el clima de Súnchales y su memoria prostibularia,
aparénteme n -contradicen con el ambiente Orofto, a medida que corre ha Parque.
La zona limitada por Urquiza
y Balcarce y el río, verdadero
yacimiento de arquitectura italianizante
llena de imaginación -y a pesar las continuas pérdidas- puede oposición
a la masa despezada
de propiedad horizontal especulativa que invadió la planta urbana en las
últimas dos décadas especialmente. El
sentido de coherencia en la
diversidad que p ofrecer las viviendas del Monroe (Ovidio
Lagos-Callao-9 Julio-Zeballos) o las de Mendoza y Felipe Moré, aún en su
sencillez economía de medios, pueden una magnífica lección a pesar los años, si
se analiza la falta
imaginación de los conjuntos habitacionales de Grandoli al
sur, o de los barrios FO.NA.VI. casi
general
Otra presencia, que en una ciudad industrial
se muestra con énfasis, son las construcciones ferroviarias, portuarias y de
infraestructura general relacionadas con ellas, de las cuales pueden ser un
ejemplo claro los talleres y viviendas agrupados en el Portón N- 1 de Av.
Alberdi, la hoy
abandonada estación de Rosario Central con su más que
centenaria torre, o el túnel recuperado hace poco en zona del Parque de España
y los muelles y dependencias sobre el Paraná en zona de Puerto Norte
(Refinería), o al sur del municipio en un recorrido que debería comenzar desde
Bajada Sgto. Cabral.
Ejemplos
tomados casi al azar, impulsivamente, que dan la pauta sobre la condición de la ciudad y lo imposible de
resumirla en un estilo controlado. Una ciudad como la nuestra, es en sí
"varias ciudades", no tanto por lo que pueda leerse en su
materialidad física, sino por las necesidades de indagación que cada uno se
fije en el acto de comunicación con la misma.
La búsqueda analítica y la observación del cuerpo
urbano, llevan inexorablemente a concluir que "la ciudad no es un
estilo". Rosario puede tener "estilo", como expresión de
ciudad, pero será la búsqueda
de los distintos momentos arquitectónicos de su vida, la que Este fascículo
continúa en la indagación
de algunos de los anteriores, con énfasis en la etapa de búsqueda de la modernidad y sus antecedentes
inmediatos.
Fuente: extraído de la revista “Rosario,
Historia de aquí a la vuelta Fascículo Nº 23 . De Abril 1993. Autor: José Mario Bonacci