Los dirigentes de los clubes grandes del fútbol argentino vislumbraron por entonces la posibilidad de incorporar a Rosario como plaza deportiva del primer nivel y perfilaron una serie de ensayos para confirmar lo que presumían. Comienza a trabajarse la idea, tanto en Buenos Aires como en Rosario, de tener un puente a la posible incorporación de las dos grandes entidades rosarinas al fútbol profesional argentino. Un paso inicial de preponderancia hacia ese fin se plasma entre mediados de 1936 y principios de 1937, al organizarse un extraordinario certamen nocturno que núcleo lo mejor del fútbol rioplatense, lo que significaba entonces lo mejor del mundo. Fue un torneo de excepcional jerarquía, al que fueron especialmente invitados los equipos de Rosario Central y Newell's Oíd Boys, en lo que un par de años más tarde —a principios de 1939— sería esgrimido como argumento contundente para justificar la incorporación de los dos elencos rosarinos a los campeonatos superiores de la Asociación del Fútbol Argentino.
Participaron de aquella confrontación los dos gigantes del fútbol uruguayo —Nacional y Peñarol— y los cinco grandes (entonces, sí, GRANDES) de nuestro país: River Píate, con Minella, Peucelle, Bernabé Fe-rreyra, Moreno, Pedernera, Renato Cesariní, Sirní; Boca Jú-niors, con Yustrich, Valussí, Cherro, Varallo, Tenorio, Cu-satti, Vernieres; Independiente, con Bello, Sastre, Leguiza-món, Erico, Lecea, Zorrilla, Celestino Martínez; Rácing, con una línea delantera antológíca que integraban Guaita, Zíto, Barrera, Scopelli y el ex centralista Enrique García. Y, por último, San Lorenzo de Almagro, un equipo de estrellas donde brillaban Guaico, Gilli, Naón, Cantelli, Alarcón, Masan. Chividini y Tarrío.
En medio de esos gigantes Central mostró sus agallas. Y probó ser un grande entre los grandes, no obstante el mal momento que pasaba en los torneos rosarinos. Tras perder el clásico ante Newell's (2 a 1), cayó también derrotado ante esa "fábrica" de fútbol y goles que era el Independiente de Sastre y Erico; 4 a 2 fue e| resultado para los rojos, recuperándose luego los auriazules en dos épicos empates ante River Píate (3 a 3)', y San Lorenzo (4 a 4). De allí en más, Rosario Central gana todos sus encuentros, derrotando sucesivamente a Boca por 1 a 0, a Nacional por 2 a 1, a Peñarol por 4 a 1 y a Rácing por 2 a 1. El torneo lo ganó Independiente, invicto, con 13 puntos, superando por uno a San Lorenzo, quedando Central tercero con 10. Se ubican después River con 9, Newell's es quinto con 8, Cerrando Nacional y Peñarol con 6, Boca con 5 y Rácing con 3.
El comportamiento centralista en el campo de juego, el de sus simpatizantes en cada encuentro internacional y la paciente e inteligente labor de sus directivos —especialmente a través del ingeniero Louhau, a la sazón presidente de la entidad, y Domingo Soto, fructificarían a comienzos del '39, cuando la entidad auriazul y Newell's fueron invitados —quedándose para siempre— a tomar asiento en la mesa de los grandes del fútbol nacional. Hidalgamente, los documentos oficiales auriazules reconocen la importante gestión del presidente de N. O. Boys, doctor Carlos G. Colombres, en torno a aquella trascendente innovación.
Fuente:“
La historia de Rosario Central “, por Andrés Bossio.