Por Sebastián Riestra
Su sonido hondo de neta raíz romáticase combinó con la originalidad piazzolleana para producir versiones destinadas a la etenidad. En él, la sensibilidad iba a la par del virtuosismo.
Aunque el han neón sea el cuerpo y el almade1 tango, ¿qué hubiera sido de-él si detrás suyo o a su lado, compañeros infaltables, no hubieran brillado el piano juguetón y percusivo, el contrabajo profundo y grave o el violín sentimental y dulce? ¿Qué destino habría corrido una de las músicas populares más ricas y trascendentes que haya dado el siglo veinte en el mundo si no hubieran existido Osvaldo Pugliese, Horacio Salgán, Kicho Díaz, Elvino Vardaro o Antonio Agri?
Nacido en los arrabales de las ciudades portuarias, al sur del sur, el-tango fue enriqueciéndose paso a paso, instrumento a instrumento El producto final, representado por el virtuosismo piazzolleano, se obtuvo tras largos años de búsqueda, y gracias al trabajo y la inspiración de genios como Julio De Caro o Aníbal Troilo.
Antonio Agri, uno de los mayores violinistas del género, dueño de un sonido hondo y una técnica magistral, e hizo famoso junto a quien es el último eslabón de una cadena maravillosa. Astor Piazzolla lo eligió para integrar formaciones que bajo. su batuta plasmaron versiones legendarias. Y la impronta del violín de Agri no sólo ha quedado en los surcos del vinilo: también en la memoria de los argentinos; con permanencia hermanada a la eternidad.
Había nacido en Rosario el 5 de mayo de 1932 y sus primeros pasos en la música los dio de la mano del profesor Dermidio Guastavino. A los quince años debuto profesionalmente en Córdoba, integrando un cuarteto. Y después desplegó su talento en las orquestas de José Sala, José Coma y el notable bandoneonista Antonio Ríos.
En el recuerdo de los noctámbulos locales ha quedado marcado a fuego, sin embargo e1 cuarteto que integró con el propio Ríos, José Puerta y-Omar Murtagh, bien nombrado Los Poetas Del Tango En tan sensible compañía, Agri mostraba lo. mejor de su propio universo, donde el lirismo de nítida raíz romántica sé confundía con el más puro vigor tanguero.
Acaso haya sido esa síntesis entre barro y cielo entre susurro confesional y afirmación viril, sumada a' su virtuosismo paganiniano, la que haya seducido a Piazzolla para convertirlo interlocutor ideal su Alfred Arnold infalible.
Y brillaron junto. Adiós Nonin no María de Buenos Aires y la Suite Troileana son frutos de tan excepcional hermandad.
Agri también incursionó en caminos personales.. En 1976 formó su propia agrupación de arcos, que combinaba violines, violas, violonchelos y contrabajo, y contó con la colaboración de prestigiosos arregladores, entre los cuales merece destacan al rosarino Omar Torres. Aunque mucha cuestionaron el resultado de la apuesta —por carencia de vigor—, el dos por cuata ha demostrado que puede ser abordad desde los ángulos más diversos sin perder la esencia que lo nutre. La versión de "Divina",joya melódica de Joaquín Mora, es un de las perlas plasmadas por el grupo cuyo conocimiento resulta obligatorio para le amantes de la faceta romántica del tango.
Músico con mayúsculas, Agri pervivirá en el recuerdo de quienes han aprendido a escuchar sin concesiones y no permiten jamás que los seduzca lo trivial, ni los conquiste lo barato.
Nacido en los arrabales de las ciudades portuarias, al sur del sur, el-tango fue enriqueciéndose paso a paso, instrumento a instrumento El producto final, representado por el virtuosismo piazzolleano, se obtuvo tras largos años de búsqueda, y gracias al trabajo y la inspiración de genios como Julio De Caro o Aníbal Troilo.
Antonio Agri, uno de los mayores violinistas del género, dueño de un sonido hondo y una técnica magistral, e hizo famoso junto a quien es el último eslabón de una cadena maravillosa. Astor Piazzolla lo eligió para integrar formaciones que bajo. su batuta plasmaron versiones legendarias. Y la impronta del violín de Agri no sólo ha quedado en los surcos del vinilo: también en la memoria de los argentinos; con permanencia hermanada a la eternidad.
Había nacido en Rosario el 5 de mayo de 1932 y sus primeros pasos en la música los dio de la mano del profesor Dermidio Guastavino. A los quince años debuto profesionalmente en Córdoba, integrando un cuarteto. Y después desplegó su talento en las orquestas de José Sala, José Coma y el notable bandoneonista Antonio Ríos.
En el recuerdo de los noctámbulos locales ha quedado marcado a fuego, sin embargo e1 cuarteto que integró con el propio Ríos, José Puerta y-Omar Murtagh, bien nombrado Los Poetas Del Tango En tan sensible compañía, Agri mostraba lo. mejor de su propio universo, donde el lirismo de nítida raíz romántica sé confundía con el más puro vigor tanguero.
Acaso haya sido esa síntesis entre barro y cielo entre susurro confesional y afirmación viril, sumada a' su virtuosismo paganiniano, la que haya seducido a Piazzolla para convertirlo interlocutor ideal su Alfred Arnold infalible.
Y brillaron junto. Adiós Nonin no María de Buenos Aires y la Suite Troileana son frutos de tan excepcional hermandad.
Agri también incursionó en caminos personales.. En 1976 formó su propia agrupación de arcos, que combinaba violines, violas, violonchelos y contrabajo, y contó con la colaboración de prestigiosos arregladores, entre los cuales merece destacan al rosarino Omar Torres. Aunque mucha cuestionaron el resultado de la apuesta —por carencia de vigor—, el dos por cuata ha demostrado que puede ser abordad desde los ángulos más diversos sin perder la esencia que lo nutre. La versión de "Divina",joya melódica de Joaquín Mora, es un de las perlas plasmadas por el grupo cuyo conocimiento resulta obligatorio para le amantes de la faceta romántica del tango.
Músico con mayúsculas, Agri pervivirá en el recuerdo de quienes han aprendido a escuchar sin concesiones y no permiten jamás que los seduzca lo trivial, ni los conquiste lo barato.
Fuente:
Extraído de la Revista de diario “ La Capital” 140 aniversarios
– 2007-