En los primero treinta años siglo, la diferencia de moda, según
los nuevos críticos estéticos, cuidado de la belleza.
La seda, el raso, el terciopelo, el tafetán, el cheviot, escocés,
la lanilla, la sarga, las gasas, formaban parte de los atuendos para
salir de las mujeres entre 1900 y 1915, vestidos, tapados y capas con
los complicados sombreros de plumas y adornos y los guantes largos
que formaron parte de la moda.
En enero de 1910, Ana de Montalvo escribe en La Capital en su
columna “La moda y el buen gusto: El empeño furioso por copiar la
moda. Aquella lejana comentarista rosarina relata algunas de esa
imposiciones de moda del comienzos de siglo: “Los enormes sombrero
ladeados que por un lado tocan el hombro, la falta lisa y ceñida;
los altos tacones de los zapatitos, la silueta de una señora a la
moda es bastante ridícula: se asemeja a un hongo o a un paraguas.
Alrededor de la decana 20 hubo grandes cambios en la moda
femenina, el mismo diario comenta la llamada del modelito de 1918,
“La mala costumbre de exagerar la moda de caer en ridículo; las
faldas estrechas o polleras entravée ocasionaba los percances a sus
portadoras, de caída en la calle, la risa despiadada de los peatones
y la vergüenza, del descosido de las costuras de la falta, abierta
por la tirantez, cuando el ascenso al estribo de un coche mostraba a
mostrar parte de las escondidas piernas.
El peinado también tuvo modificaciones al comienzo de siglo al
corte “ a lo muchacho” de los años 20, cuando la melena garcón
se convertía en una moda. Los rizos y bucles postizos fueron
reemplazados por peinados aplastados y luego por colas y trenzas. Se
leía en el Centenario:”Cualquiera sea la cantidad y largueza de
nuestros cabellos, nuestra cabezas están bien peinada sin la ayuda
de postizos.
Entre los años 1900 y 1930 surgieron los rodetes jopos, rulos,
trenzas, rizos que era esencial en el peinado femenino, ( se deja
atrás a los que como el francés Fernand Leonard, criterios de la
elegancia en esa materia entre 1905 y 1915) Leonard que era conocido
entre las niñas rosarinas de modo en el Centenario y su casa de
peinado era en la calle Córdoba 844.
La contemporánea a Leonard, Andrea de Callejas, en Santa Fe e
Independencia era propietarias de varias casas de peinados y
postizos, cuya sucesora Pascuaza de Ferraro, fue la primera en
tejidos de cabellos caídos y en ondulación natural. Carmen de
Ferrari, por su lado con su cartel de “ Coiffeur des dames en
Córdoba 1338.
La moda rosarinas había lugares para escribir con lucirla. Gestos
y muecas señala en 1913 al hipódromo como desfile de la moda, de
rosario. La mujer rosarina elegante por sí, ha comprendido en lucir
su último toilette en Hipódromo Intendencia y no en el parque. (
Superando el segundo centenario), en 1916 una nueva renovación en el
crítico de la moda europea, donde las señoras rosarinas de alta
social ponían en boga.
La moda este período hasta 1925, tuvo que ver con la confección
de vestidos, trajes, tapados y blusas confeccionada en algunas de las
tiendas rosarinas o porteñas de acuerdo al último grito de París o
Londres para ser lucida, admirada envidiada en cualquier de las
actividades que convocaban a las damas y caballeros de la sociedad
local, a la vela en el Colón o La Opera, o al banquete de don Ramón
Cifre o baile en el Club Social.
La actividad social de la clase popular tenía, por su lado, menos
exigencia de etiqueta se ejercía sus ámbitos como las romerías
españolas, los bailes de los centros y sociedades recreativas, los
pic-nic populares usaban la modista de barrio.
La moda masculina produce grandes cambios en la indumentaria entre
1900 a 1910, la vieja artesanía de la sastrería tuvo nombres
notorios en el Rosario, hombres de tijera, el colgate centímetro y
la aguja a lo que iban encargar el traje, el frac o su ropa para ir
al teatro para la burguesía rosarina, Ramón Martínez, Marcelo
Morón, Maiolino Hermanos, Matías Layas, Caro Hermanos, Lomascolo
Hermanos eran reconocidos santerías y tiendas diversas nombre: A la
Ville de Toulouse en Libertad 78; La Confianza en San Martín 724; la
sastrería Inglesa en Córdoba 1000. The High life Porteño en San
Martín 983, la sastrería del Comercio en Entre Ríos al 700; la
Mondiale, en Maipú e Mendoza; The Albion House en Córdoba y
Sarmiento; el nuevo siglo, Muro y Cía en Córdoba al 1100. El
Sportsman, en Sarmiento y Santa Fe; The Lasting , sastrería inglesa
en Córodoba 1025 o Plus Ultra cerca de inicio de la década del 30.
El
sombrero a partir del centenario y varias décadas después, una
costumbre en la sociedad rosarina, se cubrían asimismo la cabeza de
los niños con gorras, sobre todo en los sectores más populares.
Para los sombreros masculinos, Rosario contaba desde 1867 con
especialista como Casa Pusterla, que en 1912 hacia publicidades.
Había otra cosa que Casa Marino, en San Martín 947; en la Casa
Trece Penedo de Córdoba 952, también se obtenían camisas y medias
italianas y Casa Rossi de Córdoba de 1100.-
Los cuellos eran un elementos indispensable de la elegancia
masculina de esos años , la más popular Casa Mey en Sarmiento al
700. En la Peluquería del Jockey Club en San Martín 809, donde se
vendían puños y bastones y la Condal en Córdoba al 800.-
CREMA , PERFUME Y OTRAS BELLEZAS.
En 1902, la firma rosarina Demarchi, Parodi y Cía., promocionaban
sus productos.
En 1914, la jalea Fin de siglo, en tarros proponía masajes
contra la obesidad, para la reducción de la papada, de la mejilla o
senos abultados, mientras entre 1920 y 1930 se hicieron popular, la
Pomada Reductora Sarowal, Las Habas de Vucca, remedios infalibles
para obesos.
En 1910, Monos y Monadas y Caras y Caretas publicaban avisos de
faja Leonard, Faja Abdominal Gesell y marcas como Vestal, Marvel,
Auds con ligas.
Los productos destinados para la belleza facial, la eliminación
de arrugas , pecas y granos, los que iban desde los polvos grasosos -
maquillaje a las crema y aguas desde 1900 al 1930 para género
femenino.
Las aguas de bellezas existían en 1920 era el agua Blanco
Casanovas destruía pecas, manchas, granos, rastros de viruela y
marco como La Sirena, Nupcial, Magdalin y Aguas Japonesa Tholdber se
asignaban el agua de belleza Schonheits waser.
Los polvos usaban casos con discreción en la cosmética femenina.
Entre 1905 y 1915 se usaban el Polvo Simón, base de flor de arroz
sin bismuto; el famoso Polvo grasoso de Leiclnner conocido como polvo
de arroz Fleur de Nice, luego en 1920 el polvo facial: polvo Brissac,
los polvos faciales Cielito Mío y Flores de San Isidro.
La famosa crema de lechuza usada como Beauchamps que promovían
las casa cosméticas francesas como la Creme Simón o la famosa Crema
Melba. La Crema Albina color carne, a base de zumo de pepinos,
garantizaba cutis terso.
Entre 1925 y 1930 se publicaban dos marcas legendaria era
Elizabeth Arden era preparación de uso del tocador u la menos
famosas es Crema Hinds de miel y almendras. En 1920 a 1930 eran la
crema de pepinos Copo de Nieve y el Ross- Alea extraído directamente
de rosas frescas.
El cabello especialmente en las damas, aparecían de las temidas
canas; y se empezaban a usar las tinturas, cremas y tratamientos
capilares para la caída del pelo. Se usaban para los cabellos
blancos: la llama de “Agua Cristalina”, Flor Criolla, vendida en
la farmacia de Day y Luchini en San Martín y San Lorenzo; el
Anticanizia Migone, la Nereolina, el Rejuvenol y el Especifico
Boliviano Benguria.
A partir de 1920, las canosas y los canosos podrán recurrir al
Restaurador Mary Goldman a la loción La Carmela y cerca 1920 a la
Nuez de Agalla, el agua Salles o El Agua de las Rubias, del Dr,
Thiband convierte el pelo negro en castaño y el colorado en rubio”.
La temida caída del cabello se combatía con productos importantes:
La crema Pilacetol, de Chigado, la crema líquida francesa
Briolline-Broux y el restaurador Pilol, cuyo productor Blas Dubarry,
sobre todo la popularizó en Argentina la marca Le Sancy.
Los cabellos usaban muchos productos como las señoras a partir
1920 como fijadores de cabellos, que iban Vaseline Chesehough a la
loción gomalina Zanol. Aparece en esa época : la gomina Brancato,
un modo similar a lo que sucedería con King Gillette y la hojita de
afeitar.
La higiene cotidiana se usaban el jabón como protagonista. Es el
caso del Jabón Sunlight, que en 1910 era jabones ordinarios; del
Palmolive, cuya publicidad anunciaba que “este jabón jamás se
vende desenvuelto” o del “Heno de Pravia” elaborado en Madrid,;
aún hoy todavía existe. Hacia 1900 se vendían el jabón Banfi, el
preferido de la nobleza italiana; el Parker y la Kaloderma. En 1920 y
1930 se popularizó el jabón Reuter, donde se peleaba con el jabón
de Pears, el tinkal, el jabón de la Toja y el aroma de España según
los avisos.
Entre 1900 y 1915, las damas de la alta sociedad, las muchachas de
barrios o las maduras, ama de casas, elegían aromas, esencias y
extractos de origen francés Couronned’or, Le reve de Madelon, de
Picard; Amaryllis de Lubin, L’Incroyable, de Pays; Brise Enbaumme
Violette o Eau de Quinine y la famosa Atkinson’s.
Entre 1920 comienza los cambios, en la moda, la belleza y la
elegancia.
Bibliografía
usada de la Colección “Vida Cotidiana de 1900-1930 del Autor
Rafael Ielpi del fascículo N• 7