Por Andrés Bossio
Con Antonio Bennice y Vicente Pagano —dos canallas de ley— nos deleitamos en la década del 60 con un chiquilín salido de la inagotable cantera centralista. Una tarde, cuando todos los calificativos estaban agotados para definir la capacidad futbolística de Enrique Santiago Fernández, don Antonio —el más experto de los tres— sentenció ante una monumental jugada del "Nene": "Parece un diplomático". iQuería significar con ello el señorío, la distinción, la elegancia, la prolijidad que el "Nene" Fernández exhibía en cada jugada. Mucho tiempo después le pareció al cronista la mejor definición para un
jugador de superlujo como el "Nene". Nada lo hacía esforzadamente; o quizás sí, pero nadie lo notaba. Sus maniobras eran sutiles, exquisitas, precisas. El toque justo para el "cañón" del "Quique" Medina o el taponazo del "Flaco" Menotti o la devolución exacta para la entrada de Pagan¡. Al lado de un maestro —Miguel Antonio Juárez— jamás desentonó; y eso es mucho decir.
Tal vez el "Nene" Fernández nació a destiempo. Llegó en una época en que la marcación estricta, los sistemas ultradefensivos y la desesperación de los técnicos por un resultado, privilegiaron la exaltación de atletas musculosos y violentos en desmedro del creador sensitivo, genial, intuitivo. No obstante, el "Nene" Fernández le ganó a su propia época y fue figura en Central, en River, en la selección nacional, en distintos países extranjeros. Lamentablemente, a posibilidad de volver a vestir la casaca más querida se frustró un par de veces. Y la hinchada auriazul, que lo distinguió con su cariño, siguió añorando la calidad fenomenal de aquel flaco elegante, preciso, de movimientos lentos y definiciones rápidas, que se ganó un lugar grande en el corazón de la parcialidad canalla, de todos los tiempos.
Fuente: Extraído de la Colección de Rosario Central. Autor. Andrés Bossio