Por Andrés Bossio
Entre las muchas experiencias internacionales vividas por jugadores de Central ninguna debe haber sido tan exótica y desconcertante como la que protagonizaron Otto Norberto Sesana, Carlos Bulla, José Malleo y Néstor Manfredi.
Fue en 1964. Tras ganar brillantemente el Preolimpico jugado en Lima, la selección juvenil de Argentina fue a las Olmpíadas de ese año, disputadas en el fascinante Japón. El sorteo marcó para nuestra representación una zona compartida con Italia, Ghana y Japón. A último momento desertó Italia y todo parecía servido en bandeja para que nuestro elenco se luciera y pasara a competir por la medalla de oro en la rueda final.
Entonces vino la sorpresa. En el debut con Ghana apenas si empatamos uno a uno; el gol lo hizo Carlitos Bulla; en el segundo partido la sorpresa fue mayor: Japón nos ganó tres a dos y los cuatro canallas de Tokio (junto a Agustín Cejas, Tojo, Perfumo y otros "ilustres") debieron volver a casa con la enorme frustración de su fracaso.
Cinco meses antes, en Lima, habían barrido a Colombia (2 a O, los dos de Malleo); 1 a O a Ecuador; 4 a O a ChIle (2 de Bulla y 1 de Manfredi y Malleo); 3 a 1 a Uruguay (los 3 de Bulla) y 1 a O a Perú, con gol de Manfredi.
Fue éste el partido más trágico del que se tenga memoria. Un espectador peruano —el "Bomba"— invadió el campo de juego; varios lo siguieron; intervino la policía con gases y se armó el desbande. Muchoj muertos y rnlares de heridos fueron el colofón de un torneo que tuvo a L Argentina (y a cuatro canallas) como su principal protagonista.
Fuente: Extraído de la Colección de Rosario Central. Autor. Andrés Bossio