Por
Rafael Ielpi
Aquel
entusiasmo contagioso por la radio y su magia, que se palpaba en la
ciudad desde los años 30 en adelante, tendría algunos impulsores
decididos. Uno de ellos sería integrante de una familia que
contribuiría al prestigio de ese medio de comunicación ya para
entonces decididamente masivo: Fernando
Maliandi.
En
realidad Maliandi había tenido antes de 1932 una estrecha
vinculación con un ámbito muy ligado a la radiofonía,
prácticamente desde los comienzos de ésta, a través de una
casa
de música instalada
en Sarmiento 855, a lo que agregaría la condición de editor,
incorporándose de ese modo a la reducida nómina de estos en la
ciudad. Aquella relación con la música sería la que -una vez
concretado el proyecto de la radio propia- lo llevaría a emular a la
competencia porteña con transmisiones musicales de primer nivel.
La
cronología de la radiofonía en Rosario consignaba entonces la
existencia de dos emisoras pioneras: las ya mencionadas LT3,
habilitada una década antes y LT8, cuyas emisiones se
iniciarían en 1927. El proyecto de Maliandi se concretaría el 10 de
julio de 1932, con el inicio de la programación de LT1
Radio del Litoral, cuyos
estudios se emplazaban en calle Córdoba 1139, en el que había sido
también ámbito de su antecesora LT3. Fernando, junto a sus
hermanos Oreste y Amadeo, iba a imponer un criterio altamente
selectivo en la programación musical de la nueva radio, hasta
la casi exclusión del tango en beneficio de la música clásica
o ligera.
LT1
tendría asimismo un privilegio: el de haber albergado las primeras
actuaciones radiales de un joven músico y compositor
bonaerense, pero que había arribado a Rosario desde Tucumán, y
que en esa emisora comenzaría a ser conocido por el seudónimo de
Atahualpa
Yupanqui. En
realidad, la tendencia sustentada por Maliandi apuntaba (más
allá de sus gustos o disgustos musicales) a una jerarquización
artística de la radio, a la que se incorporarían poco después
programas de distinta índole, siempre bajo su rigurosa aprobación.
Una orquesta estable, con características casi sinfónicas, dirigida
por un prestigioso músico -el maestro Tomás Santesteban- formaría
parte de ese esfuerzo.
El
traslado de la radio a Córdoba 1331 cerca ya del inicio de los años
50 significaría un cambio sustantivo para LT1, en especial por la
posibilidad que brindaba el nuevo edificio —remodelado por los
Maliandi para ser sede permanente de su broadcasting-, como la
construcción de los estudios de transmisión y del amplio
auditorio, que la convertirían en una de las más importantes
de su época. Buena parte de El entusiasmo y la visión de Maliandi
lo llevarían a concretar otras dos iniciativas también novedosas:
una filial porteña -en realidad un estudio desde el que se
realizaban transmisiones para Rosario, de tipo musical- y una
asociación con algunas radios de provincias, a la que se denominaría
Primera
Cadena Argentina del Interior. A
través de ella se escuchaban en forma simultánea programas
especiales como los populares Bailables
Geniol, que
en el verano de 1935, por ejemplo, se irradiaban desde las 10 de la
noche hasta las 2 y media de la madrugada, cuando una marcha
indicaba el fin de la transmisión.
Ese
mismo año, la programación mostraba un eclecticismo capaz de
albergar al Dúo
Correntino Guaraní, al
payador Pedro
Garay, la
Jazz
Rioplatense, la
Típica
Casanova, Azucena Maizani, Enrique Santos Discépolo y
la lectura del diario "La Capital". Mientras tanto, los
avisos del "Receptor Gold Tone de onda universal, de 6 válvulas,
anti-fanding (no se va la onda)" indicaban que "la
maravilla 1935" podía adquirirse en Casa
Radio Argentina, de
Rioja 1063. Casi simultáneamente, 43 cines rosarinos publicaban
un aviso señalando que "las empresas de las salas
cinematográficas de Rosario, ante la imposibilidad material de
satisfacer el nuevo gravamen del 5% de las entradas brutas para los
Consejos Escolares, se ven obligadas a cerrar sus puertas por
tiempo indeterminado".
Quien
ingrese hoy, casi medio siglo después, a la actual LRA
Nacional, en el mismo solar donde funcionara LT1
Radio del Litoral, encontrará -aun con las modificaciones que
imponen el tiempo y los vaivenes de las modas y costumbres- algo
del espíritu apasionado y riguroso de aquella familia de hombres
de radio que a través -sobre todo- de Fernando Maliandi bregó por
imponer la radiofonía en la ciudad, a través de un mensaje
cotidiano en el que la cultura no estaba reñida con la comunidad.
Cada
una de aquellas emisoras, en permanente competencia, iba a generar a
la vez , en distintos años del período, algunos de los sucesos
más recordables de esa historia de la radio local que, aunque hov
parezca casi increíble, no es tan antigua como piensan muchos
rosarinos nacidos en el apogeo de la televisión y el desarrollo
de la informática, la compultación y la tecnología de punta.
Fuente:
Extraído de la Revista “ Vida Cotidiana” del diario La Capital