El secuestro de Marcelo Martin, hijo del principal accionista de la yerbatera Martin & Cía. y ex presidente de la Bolsa de Comercio local, sucedió poco después del caso Ayerza. El mismo se produjo durante la noche del 29 de enero de 1933, cuando Martin transitaba la esquina de Urquiza y Paraguay, donde se halla la iglesia anglicana San Bartolomé. El joven había dejado minutos antes su voiturette en el garage "El Volante" (Tucumán al 1800) y desde allí iba caminando hacia su casa (Urquiza al 1400). En la esquina citada fue interceptado por varias personas, introducido en un auto, amordazado y encapuchado. Los secuestradores exigieron un rescate de 150 mil pesos a la familia de la víctima, la cual mantuvo el hecho en secreto para evitar represalias. El 31 de enero Alberto Martin, hermano del cautivo, entregó el dinero en el Cruce Alberdi. A las pocas horas fue liberado el secuestrado.
El caso no tardó en esclarecerse debido a la importancia de la víctima y al fuerte clima antimafia que se registraba en la ciudad. Un testigo del secuestro declaró que el auto empleado por los delincuentes era un Hudson color verde aceituna, con capota clara y chapa colorada, detalles que distinguían a los autos de alquiler. Así la policía pudo determinar que se trataba del vehículo de Gerlando Vinciguerra, con parada en Tucumán y Corrientes, es decir, cerca de donde se perpetró el secuestro. Vinciguerra había desaparecido de la ciudad poco después del hecho delictivo y había encargado a un taller mecánico de Mendoza al 2600 que modificara el color de la pintura. El 2 de marzo Vinciguerra y otros dos mafiosos locales, Santiago Bué y Carlos Cacciattore, fueron detenidos en Salta. Los dos últimos eran primos hermanos. Además, Cacciatore conducía un colectivo que era propiedad de Bué. Este colectivo había sido motivo de una sangrienta disputa entre Bué y el pintor Domingo Fontana, quien reclamaba el pago de una deuda y obtuvo por pago una puñalada que le ocasionó la muerte. Eso había sucedido en marzo de 1927, y aunque Bué había sido condenado a quince años de prisión obtuvo su libertad poco tiempo después gracias a varias conmutaciones de penas.
Los secuestradores habían escondido a su víctima en la casa de un humilde lechero, Francisco Gallo, domiciliado en la cortada Marcos Paz al 5100. Gallo no era un mafioso activo, sino que se había visto obligado bajo amenazas o por obediencia a los capos-protectores, como tantos otros sicilianos, a facilitar su casa.
Las investigaciones terminaron implicando a Juan Galiffi, alias Chicho (o "Ciccio", como se escribe en italiano) Grande, aquel campesino que se había convertido en un floreciente empresario dueño de varios caballos de carreras. Galiffi se había radicado por entonces en Montevideo, desde donde fue extraditado a la Argentina. Algunos viejos rosarinos recuerdan su llegada a la estación Rosario Norte, en calidad de detenido, durante una noche calurosa (16 de marzo de 1933). Estaba esposado y escoltado por dos famosos policías de la época: José Martínez Bayo y Hugo Barraco Mármol.
Javier
Etcheverríay