Según
las versiones circulantes por aquel entonces, dirigentes
de Newell's habrían querido sobornar al jugador de Rosario Central, Lorenzo Hulme. El jugador y un representante
del club son citados a la reunión del Consejo Directivo. Se investiga la
versión. Días después, la Liga
—cuyo presidente es el Dr. Claudio L. Newell— declara públicamente que "ningún
miembro, ni jugador ni socio de Newell's Oíd Boys" ha intervenido en el caso Lorenzo Hulme. La explicación
no deja conformes a los centralistas que vuelven a provocar incidente en el encuentro clásico. Los escuadrones de
la policía montada deben intervenir para poner coto
a los desórdenes que dejan un saldo de unos cuantos heridos. Días después se
reitera el escándalo en ocasión de enfrentarse Central con Tiro Federal.
Ganando
los auriazules uno a cero, ejecuta un córner el puntero izquierdo Woodward.
Cuando la pelota estaba a punto de entrar en el arco del arquero tirolense, el arbitro Rivera dio por
terminado el primer tiempo. La atmósfera empezó a cargarse con la impaciencia
de los hinchas auriazules, que creían demasiada casualidad todo ese cúmulo de
desventuras que venían soportando desde tiempo atrás.
Para colmo, en la segunda etapa
empató Tiro y entonces, Rivera casi es golpeado por parciales auriazules. La
serie de infortunios termina ese año con otra derrota ante Newell’s por dos a
uno, con un penal desviado y un gol anuladoa Harry Hayes, sin que los espectadores
superan por qué
1911 será otra
temporada sacudida por los incidentes. Ese año se fue Lorenzo Hulme a Buenos
Aires para jugar por San Isidro. E1 hecho alimentó la sospecha de soborno que había
ensombrecido el panorama futbolístico el año anterior.
Los desórdenes comienzan a generalizarse. Tiro
Federal se va de la cancha en un partido ante Provincial.
Días después, los mismos tiroleses protestan groseramente
por un gol concedido por el arbitro a Rosario
Central, tras furibundo disparo de Daniel
Green. La Liga Rosarina adopta una insólita decisión: manda
una nota a la
Asociación Argentina por el desempeño del arbitro, que
considera incorrecto,
y otra a Rosario Central. Le dice en la misma que aun cuando
el resultado no
puede modificarse y siendo notorio que el arbitro había otorgado
el único gol del partido
en una jugada donde la pelota no había llegado a
entrar en el arco, le sugería
que accediera a jugar nuevamente el encuentro. En Central no compartían
el punto de vista sobre la supuesta invalidez del gol y el partido quedó como
estaba. Las
diferencias siguen
ahondándose cada vez más. Central quiere jugar en su
cancha y la Liga
mantiene la clausura, de allí que cuando debe enfrentarse con Newell's le cede los puntos
en disputa como
protesta. La revancha se juega en Plaza Jewetl.
Newell's gana por dos a uno, a Central le otorgaron un penal, pero sus hinchas
ya no entienden
razones. La gresca es fenomenal, el arbitro resulta
golpeado, los ánimos están exaltados en grado extremo y la policía debe
recurrir a desenfundar sus armas. No logran asustar a los belicosos
simpatizantes, que comienzan a serenarse cuando escuchan los primeros disparos
al aire realizados por un sargento.
El año finaliza con un hecho insólito: por la Copa Vila vuelven a enfrentarse los clásicos
rivales. Todos esperaban se desatara la guerra total. Mas no pasó nada. Mejor dicho,
sí pasó y algo insólito. Los dos capitanes al término del encuentro que volvió
a ganar Newell's por
dos a uno, felicitaron al arbitro Juan Barbara. Mientras, el fabuloso Harry Hayes
era ya figura insustituible en los combinados argentinos,
a punto tal que ese año fue llamado para integrar los equipos que disputaron la
Copa de Honor (dos partidos), y las Copas
Lipton y Newton.
Fuente: Bibliografía
de Historia de Rosario Central de autor Andrés Bossio