Estamos en pleno gobierno alvearista:
"Alguna vez lo afirmé —dirá muchos años mas tarde Ernesto Sanmartino—:
Irigoyen representó la izquierda revolucionaria del radicalismo, más
instintiva y popularista que doctrinaria. Alvear, después del romanticismo
insurgente de su juventud, representaba el legalismo ortodoxo de los
constituyentes, era el gobernante del sentido común y del orden basado en la
justicia y la ley . . ." ".. . Alvear, a diferencia de su predecesor
y de otros presidentes posteriores que no tenían los méritos de éste,
constituyó su gabinete con figuras de alta jerarquía intelectual y cívica. Eran
ministros presidenciales. Podían hablar al primer magistrado desde un nivel de
igualdad. No hacían antesalas para ver al presidente. No recibían órdenes, ni
las hubieran acatado. Discutían en el ámbito superior los problemas de Estado,
y a veces imponían la solución que sustentaban, con la aprobación del jefe del
Ejecutivo. La Casa Rosada
no tenía validos, ni eminencia gris. El nepotismo era tan abominable como en la
época de Sarmiento. La escrupulosidad administrativa era práctica común. En una
oportunidad en que habían sido excedidos por inadvertencia los gastos
autorizados por una partida —la destinada a agasajar a un príncipe extranjero—
el presidente repuso silenciosamente, de su propio peculio, la cifra
respectiva.
"Pocos
desarrollaron una gestión social con sentido popular más trascendente y con
menos alarde publicitario que la que cumplió en el período 1922—1928. Ley represiva
de monopolios; régimen de trabajo de mujeres y menores; derechos civiles de la
mujer; leyes de jubilaciones para diversos sectores laborales; pago de salarios
en moneda nacional; declaración del 1° de mayo como fiesta nacional del
trabajo, etcétera. 1
"En materia de economía y
finanzas, el país gozó de amplio crédito exterior. Desde 1924 a 1927, los
presupuestos se cerraron con cuantioso superávit. El respaldo oro de nuestra
moneda permitía su cotización favorable en los principales mercados del mundo
y ocupábamos el quinto lugar entre los países con mayor tenencia de metal
áureo. No se retiraba oro de la
Caja de Conversión, cuya apertura fue decretada en el ministerio
del doctor Víctor Molina.
"Exportamos 17 millones de
toneladas de trigo en el mismo lapso en que los Estados Unidos exportaron 20,
Canadá 21 y Australia 11. Fuimos los mayores exportadores de maíz del mundo,
alcanzando hasta el 90 por ciento del volumen de exportación mundial y en el
lino marcamos el tope del 70 por ciento de la cifra de esa misma exportación .
..". "Alvear gobernó sin estado de sitio ni declamaciones
demagógicas, sin arrestos agresivos para nadie, con prosa y estilo de
estadista y con profundo respeto a la Constitución. Su
lealtad al federalismo lo llevó a desprenderse de la colaboración de ministros
eminentes, pero que no compartían ese culto con la misma devoción y propiciaban
intervenciones que hubieran sido útiles para el predominio de fuerzas políticas
adictas ...". "En el orden cultural, Alvear fomentó la literatura,
las artes y la música con las más diversas iniciativas y estímulos. Sabía que
un pueblo sin acervo cultural no podía aspirar a la jerarquía de un pueblo
civilizado . . .". "Fue admirador y amigo de artistas, escritores y
poetas. Había conocido y escuchado en Europa a los grandes artistas de la
época: Poincaré, Clemenceau, Briand, Jau-rés, Nitti, Orlando, y comprobó a
través de esos ejemplos y de sus propias convicciones que un verdadero
estadista debe tener amplia cultura y fina sensibilidad para la poesía y el
arte. Su dignísima esposa, Regina Paccini, lo secundó admirablemente en esa
tarea de alta docencia. Alvear propuso sin éxito por motivos circunstanciales,
para el arzobispado de Buenos Aires, vacante por la muerte del arzobispo
Espinosa, a una figura cumbre de la Iglesia Argentina,
monseñor Miguel de Andrea, obispo de Temnos, cuyo lema era: "A la paz por
la justicia y la
Constitución".2
Por aquellos años 20 Rosario conserva
ciertos vestigios y prácticas de aldea, de aldea grande, con su chata
edificación, sus calles centrales empedradas y sus costumbres que le venían de
antiguo. La descripción proporcionada por un testigo de aquella época, Rafael
Viñas París, no puede ser mas exacta: "Lo primero que nos llamó la
atención al momento de nuestra llegada —dice— fue la elevada cantidad de
sórdidos comercios establecidos en los alrededores de la estación ferroviaria
que acabábamos de pisar. Varias líneas de tranvías circulaban en sus
adyacencias y los coches de plaza tirados por uno o dos caballos constituían,
entonces, los medios de transporte comunes y de uso frecuente.
"Trasladados al
centro de Rosario, en el lugar donde funcionaba el Mercado Central -calles San
Martín, San Luis y San Juan—, comprobamos pronto el movimiento comercial característico
de una gran ciudad y cuya potencia económica no tardaríamos en conocer mejor.
Ansiosos de conocerlo todo, en las horas libres que nos dejaban nuestras
ocupaciones, nos dedicábamos a visitar diversos lugares que enseguida
describiremos. El centro de arranque de nuestro vagabundeo de curiosos, la
plaza 25 de Mayo, nos llevó como de la mano hacia distintos y atrayentes puntos
dignos de ser visitados. En la esquina donde hoy se levanta el palacio de Correos
y Telecomunicaciones había un vetusto edificio que servía de cuartel, formando
el vecindario casonas viejas e inquilinatos para gente de modesta condición. En
la citada plaza escuchábamos alegres retretas a cargo de la banda de Policía.
"Siguiendo la
calle Córdoba hacia el río, se veía una explanada cubierta de fragmentos de
una obra esculpida por Lola Mora, parte y testimonio de lo que iba a ser el
Monumento a la Bandera,
lo que no se concretó, y esos fragmentos terminaron por ser diseminados en
varios paseos públicos. A la derecha de esa explanada, unas barrancas
polvorientas servían de campo de adiestramiento de soldados del Regimiento II
de Infantería.
Como contraste agradable, el Paraná
nos mostraba su cinta plana apacible,
con un fondo de verde subido constituido
por las islas fronteras. Era una época de gran actividad por excelencia, de manera
que siempre se veían buques de las distintas procedencias, descargando y
cargando. Realmente el puerto Rosario acusaba entonces un movimiento febril y era
de ver a los marineros que bajaban a la ciudad para tomar, casi siempre una
copa de más y terminar a trompada limpia, muchas veces, con los agentes de
policía. Esas peleas eran muy pintorescas y nunca pasaba nada en serio.
"Dejando el puerto para encaminarnos
"hacia el centro” era una delicia entrar
en la confitería "La Perla",
lugar predilecto de damas encopetadas, a las que el violinista Zito envolvía
con sus dulces melodías y con turbaba con su mirada de fuego y su melena de
león. En San Martín y Córdoba, se encontraba uno en el corazón mismo de la
ciudad. Las damas lucían lo mejor de sus galas y los caballeros se retorcían el
bigote con aire de conquistadores. Todo parecía delicioso. Todo era respetuoso.
No había sonado aún la hora de la truculencia callejera que hoy lo amenaza iodo,
ni la vulgaridad que también parece invadirlo todo.
"Como una prueba
de exquisito buen gusto, deslumbrante y el bellobar Cifré, en Santa Fe y
Sarmiento, habría de ser el heredero del prestigio adquirido por el viejo
Cifré, de más modestas líneas, pero de señalada categoría social. Asimismo Rosario se
preció siempre de ser lugar con buenas casas de comida. En aquellos lejanos
tiempos eran de renombre, entre
otras, el "Continental", el "Parodi" (algo alejado del centro), el Nacional", el restorán del teatro La Comedia, hacia el oeste y en zona prohibida" para la gente honesta, "La Carmelita".3
otras, el "Continental", el "Parodi" (algo alejado del centro), el Nacional", el restorán del teatro La Comedia, hacia el oeste y en zona prohibida" para la gente honesta, "La Carmelita".3
Y así casi sin darnos cuenta, estamos
de vuelta en aquel característico barrio donde anidan desde bares, cafetines,
tiendas, boliches y tugurios de difícil clasificación, hasta prostíbulos
oficiales o no, donde se enseñorean personajes con código propio y especial
como que allí hay guapos,. caftens,
ladrones, políticos, madamas, pupilas, yirantas y chistado , mezclados con
obreros, empleados, policías, comerciantes vendedores ambulantes, músicos,
chacareros, niños bien y gente de abordo. Un hombrecillo pintoresco que
deambula por esos lares es El Pibe Montenegro, mas conocido por Temporelli El
Cantor.
"-A mi me conocen como
Temporelli El Cantor porque yo le había sacado un verso a un tal Temporelli,
un muchacho del que me hice amigo y con
el que siempre andábamos juntos. El verso decía así: “Tiene la Na- turaleza / cosas lindas, ¡la
gran siete!: / el tango su firulete / y el truco su hermosa flor / el pingo es
escarceador / la mariposa es liviana/ ¡ y chinches tiene la cama / de
Temporelli el cantor!". Y me quedó Temporelli a mi. Yo no era, pero me
quedó Temporelli El Cantor por esos versos que le hice al verdadero Temporelli.
Cuando la gente me veía, decía “ ¡Mirá…! ¡allá viene Temporelli El Cantor!
..." De yapa yo cantaba en los asados que se hacían en Rosario Norte . . .
así que figúrese.
— ¿Dónde sabrá cantar mas seguido?
—En la fonda E1 Paraíso.
—Usted... ¿es rosarino?
-No. Yo soy
bahiense ... Fui al colegio allá, ¿sabe con quién?. Con Carlos Di Sarli.
Vivíamos enfrente uno del otro y eran compadres mi padre y el de Carlos Di
Sarli. En año 11 estábamos en tercer grado.. . él me llevaba unos ocho meses.
Mi padre era medio riguroso, pero yo salí rebelde. Me expulsaban de todas las
escuelas, en la de Don Bosco me hacían hincar de rodillas sobre maíz. Así que
un día agarré y me tomé el raje yéndome por el campo de caballerizo hasta que
me agarraba la policía y me devolvía a mi casa porque mi vieja me hacía la
denuncia. Entonces me llevaban . . . hasta que al último ya me hice grande y me
fui del todo. Y seguí . . . ¡ y caminé tanto! ... Me conozco casi toda la República Argentina".4
Temporelli,
no olvida a su Bahía Blanca, donde allá por los años de su lejana juventud
"—Supe tener un amigo de nombre
Sergio Julián Fernández, bailarín con corte. Era un negro alto, nacido en
Buenos Aires, el padre no se si era de la policía. Este Fernández era medio
boxeador y actuó en una cinta que se llamó "En buena ley", además era
medio fiocatelli. Un buen día desapareció de Bahía, y yo averigüé que se había
ido al Uruguay y allí lo mataron. Otro amigo que recuerdo mucho era el payador
Correa, que era uruguayo y una vez formó un conjunto que se llamaba "Los
gauchos blancos". También Correa cruzó el charco un día y nunca mas lo
volví a ver.
—¿Había prostíbulos en Bahía por
aquella época?
—Siii . . ., después le sacaron los
nombres y los numeraron: número uno, número dos y número cinco ... en fila
india estaban. Enfrente de esos estaba el tres y el cuatro.
—¿En que zona se encontraban?
—A una cuadra del ferrocarril que iba
desde acá hasta allá. En Bahía había Mafia también . . . recuerdo que roncaban
Esteban Melgarejo, Lastreto, el Tato Fiorini y había otro que era hijo de un
pescador cuyo nombre no me acuerdo, a ese lo mataron en Punta Alta. Parece que
fue allí a pincharse una mina y el tipo de ahí tenía el dato pasado y lo mató
de un tiro".
Plinio Montenegro, que
así se llama verdaderamente nuestro personaje, posee un rico recopilario
poético propio y ajeno. Al referirse a una curiosa poesía "escrita por un
amigo", testimonia:
"Yo vine a Rosario por primera
vez en 1920. Un amigo de aquellos años cuyo nombre no me acuerdo, pero que supe
encontrar en Buenos Aires con una pierna cortada, hizo estos versos que me
quedaron grabados en la cabeza. Se trata de un tipo que era chauffeur y se
había enamorado, pero no sabía como explicarle a la mina que el ya tenía los
puntos hechos. Un día, llevándola en el auto le dice lo siguiente:
Vieja, vas a
disculparme
que te cante en esta
forma
mas, que querés, esta norma
nunca la podré olvidar
cansado va de luchar
con el maldito
automóvil
mi placer se queda inmóvil
y va a correrse una fija:
¡ Atención que doy
manija
y verán cual es el
móvil ¡
Voy a poner la primera
al saber, si no me
ofusco
y si el arranque no es brusco,
segunda, después
tercera;
y aunque la cuarta
requiera
algo de velocidad
con la mayor suavidad
y sin andar tironeando
mi placer se va
embriayando
cantando con claridad.
Vieja, esta acelerada
de un 90 voiturette
que como bala arremete
y por nadie es
alcanzada
deja flor de patinada
en el asfalto mojao
luce regio tapizao
de una cambusa de cine
y yo pobre chauferine
tengo el motor
engranao.
Vos, acero bien templao
para perno de pistón
yo cámara de explosión
y vos la voz de comando
con un bajel que es más
blando
que embriaye de faetón.
Por fin mi vieja verás
el móvil de mi canción
y en llegando la
ocasión
juntémonos en pareja
dejemos atrás la queja
y entremos a acelerar
nadie nos podrá
alcanzar
porque el motor de mi
amor
tiene buen carburador
que nunca sabe fallar .
.."
Temporelli, que también
gusta borronear papeles con versos nacidos de lo más íntimo de su alma, canta a
Rosario a su manera en este poema de pura esencia popular escrito hacia 1924:
"Soy el dandy
rosarino
y decirlo aquí me pluga
escabiador.. . pura uva
con igual predilección
cuántas veces en curdela
jactándome de poeta
canté a mi china coqueta
la presente alocución.
El bulín ya está
formado
y sólo tengo una pena
de no tenerte | mi nena
pegadita al corazón:
batime si estás
conforme
de este programa
sencillo
si no yo un
contramoquillo
te pondré como
inyección.
Sos una mina polenta
de mirada arrobadora
sos destello de la
aurora
con su sueño abrasador
y yo el más degenerado
lleno de oprobio y
cinismo
por culpa del
alcoholismo
es mi desdicha el
factor.
Ya no hay café ni
boliche
que yo no haya
analizado
todo el alcohol ha
probado
mi químico paladar,
en él encuentro la
calma
que tanto he apetecido
vivo siempre
empedernido
por no ponerme a
llorar.
Soy el dandy rosarino
que siempre la va de
escabio
sin lamentar el agravio
que el vil vulgo que
clavó
la yiro siempre en
curdela
por las calles de Rosario
yo soy el dandy,
muchachos,
que tantas vueltas
pagó.
Es que, en Rosario por
ese entonces abundan las borracherías. Veamos sino el siguiente testimonio:
"En las Provincias
es posible señalar otros factores de criminalidad. En Santa Fe, a la vagancia y
al consumo de alcohol se les atribuye ese carácter. Las cuestiones
relacionadas con el alcoholismo decidieron a la última Intervención Nacional en
Jujuy a dictar un decreto limitando las horas en que podrían expenderse las
bebidas alcohólicas. Estos y otros antecedentes explican el deseo de que se
procedan a estudiar con criterio científico las medidas adecuadas para contener
el desenvolvimiento de la delincuencia. Y cabe apuntar igualmente la
conveniencia de no olvidar que algunas de las reformas han de tener el mismo
objetivo inmediato en todo el país; pues es notorio que un gran número de los
establecimientos carcelarios no sólo no cumplen, debido a sus deficiencias, la
misión de contribuir a que desaparezca la reincidencia, sino que se les cita I
como un medio propicio para fomentarla".5
Abandonando
momentáneamente a Temporelli y ya que estamos abordando nuevamente el tema de
las cárceles, no está demás tomar conocimiento sobre lo que ha pasado con el
"Segundo Censo
Carcelario
"Acaba de levantarse en los
establecimientos penales del país el segundo censo carcelario, obra que efüina
evidente necesidad, puesto que ella nos dará a conocer interesantes datos de
las personas que sufren condenas criminales.
Previo al acto, varias comisiones
metropolitanas han visitado las principales cárceles de la república,
preparando fichas y demás documentos que han servido para el objeto.
Estas comisiones han constatado el
régimen penal, la vida de los recluí-dos, existencia poco envidiable que llevan
los hombres que cumplen penas dentro de los establecimientos que llevan el
nombre de cárceles y que no son mas que casas de torturas físicas y morales,
donde no se cumplen ni los más elementales preceptos de la legislación penal.
Esas visitas han servido de amarga lección para las personas que han traspuesto
las mohosas rejas de seguridad de los penales argentinos, cuyos lúgubres
aspectos tienen todas las semejanzas de los viejos presidios, de sórdidos
recuerdos. Las cárceles nuestras se caracterizan por ese matiz sombrío de las
prisiones de antaño, donde las nuevas orientaciones de la ciencia penal, no
han podido entrar hasta las celdas húmedas y oscuras, a sanear el ambiente con
el hispo de la modernización que ha transformado el método brutal convirtiendo
los establecimientos penales en colonias laboriosas, y en casas de salud
moral.
Todavía impera el sordo odio del
preso hacia el guardia que le vigila hasta el sueño; todavía el presidiario
conserva el hábito primitivo de los hoscos encadenados que sólo obedecen a la
acción ejecutiva del garrote del carcelero. Y más aún: la ociosidad, hace de
la vida del preso, una carga para el Estado, aparte de ser un enemigo
irreconciliable de la
Sociedad. Cárceles hay, en nuestro país —dolorosa confesión—,
que sólo sirven sus muros de vallas de contención a las malas pasiones y a los
vicios funestos de sus moradores.
Dentro es una especie de jaula que
encierra lobos, en vez de hombres. La acción regeneradora de los guardianes es
nula. Falseando el régimen, la disciplina reparadora ha tenido que caer,
venciendo la débil voluntad de aquellos empeñosos que llevarán sus energías
hasta imponer algún respeto en medio de la terca resistencia al cambio de vida.
Esto lo han constatado los miembros
de las comisiones designadas para correr con los trabajos del censo. No es una
versión antojadiza el cuadro que pintamos, es una verdad inconclusa, que
asombrará a los espíritus crédulos que llevados de que el progreso se ha
extendido por todas las regiones de nuestro territorio, abarcándolo todo, nada
nos queda por conquistar, viviendo satisfechos de nuestra suerte.
En cuanto penetramos a observar
ciertos aspectos de aquellas cosas que nos parece que están colocadas en su
verdadero sitio, es cuando nos damos cuenta de la equivocación en que vivimos.
Nos queda por hacer mucho, y no nos jactemos de haber hecho mucho, porque nos
exponemos a chascos dolorosos".6
Como se ve, poco es lo que se avanza
en materia carcelaria. Temporelli que ha conocido algún establecimiento
carcelario por dentro "aunque muy de paso", prefiere no abrir juicio
sobre el estado de cosas imperante. En cambio, se muestra sumamente locuaz
cuando de versificación se trata y a cada pregunta suele contestar con frases
verseadas como esta: "¿Qué es una pena sin llanto, qué es el ruiseñor sin
canto y sin aroma una flor?". O, a veces, con estrofas completas:
"Pobre ave que su nido / en la noche llevó el viento / cuan amargo es su
lamento / como triste su gemido / fatal esa suerte ha sido / mas cuando vuelva
a anidar / de todo se va a olvidar / y así en un solo contento / no habrá
lugar a lamento / ni tendrá porqué llorar. .."
"—Cuando Irigoyen
intervino la provincia de Buenos Aires, yo que era y soy conservador hice una
improvisación, escribí unos versos. . . -¿Dónde se encontraba usted? -Yo estaba
en Bahía en ese tiempo. -El gobernador, ¿era Cantilo?.
-Claro. Cantilo era el gobernador
intervenido. Entonces yo escribí esto: "Desde la provincia buena / yo les
mando un saludón / a todos estos corsarios / que hoy aguanta la Nación. / El grito de
" ¡Intervención!" / repica de pecho en pecho / y el Peludo en sus
derechos / dice que ya se la manda/a Cantilo que demanda / terminar con el
rasguido / porque nunca hubiera creído / haberse venido en banda . . ."
—Muy bien, ¿ahí termina?.
—No. Escuche: "De
este humilde conserveta / lleguen los nobles saludos / a pelados y peludos /
que pueblan este planeta. A Cantilo le dedico / lo que mi mente desgarra /
falta cuerda a mi guitarra / para cantarle mejor / vibra en mi mano el acero / flotan
al aire, serenos . . ." Mas o menos así, y el final era este: "Noble
Cantilo, tu sueño / podes dormir en la fosa / con tu figura gloriosa / y al
grito de " ¡Intervención!" / saludo al pueblo argentino / con todo
mi corazón", ¿qué le parece? —Que tiene buena memoria para su edad ... —
¿Cuántos años me da? -¿. . . Setenta?.
—Agregúele tres. Ando bien, aunque a
veces me agarra un poco de arterieesclerosis en el balero".7
NOTAS
1
"Una anécdota de Manuel Caries ilustra acerca de la confluencia de
adhesiones y simpatías en la persona del segundo de los presidentes de origen
radical. Refiere el fundador de la Liga Patriótica Argentina que en el curso de sus
andanzas por Buenos Aires conoció en algunos de sus barrios suburbanos a un
payador, quien lo hizo portador del siguiente mensaje: "Dígale al
Presidente que si Marcelo lo llaman los ricos del "fauburg", es
también Marcelo en el corazón doliente del arrabal". Tales palabras
traducen, en su candor expresivo, la señalada convergencia en tomo de Alvear
de estamentos sociales a menudo enfrentados en otros períodos del proceso
histórico argentino. Martín Alberto Noel. Alvear el ejemplo de una presidencia
liberal. La Nación.
21.3.1976.
2
Ernesto Sanmartino. El Gran Olvidado. La Prensa. 20.3.1976. "
3
Rafael Viñas París. ¿Conoció a Rosario hace más de cincuenta años? En
revista El Bancario. No 19. Pág. 22. Rosario. 4.9.75.
Plinio Montenegro (a)
El Pibe Montenegro. Entrevista realizada en su domicilio el 2.1.1976
4
Revista de la Caja de Socorros de la Policía. Año III (Ira. Epoca). No 58. Pág. 3. Rosario. 15.5.1924.
Revista de la Caja de Socorros de la Policía. Año III (Ira. Epoca). No 58. Pág. 3. Rosario. 15.5.1924.
5
Revista de la Caja
de Socorros de la Policía,
id.id. Págs. 15 y 17.
6
I'linio Montenegro, id.id.
Fuente; Extraído de Libro “El Rosario de Satanas” Autor Héctor Nicolás
Zinni. Tomo I Editorial Fundación Ross. 3ra. Edición 2000.