Por Walter Palena
Es el más famoso de los nativos de la ciudad,
aunque su nacimiento aquí se deba al azar. Pero el mito crece y su origen está
en Rosario
El llanto primero del
jueves 14 de junio de 1928 en el hospital. El acta de nacimiento fechada ese
mismo día en el registro. La magnificada profesión de amor hacia Rosario
Central. No es mucho, pero al rosarino le basta para levantar el dedo que
amonesta, inflar el pecho y asegurar con orgullo que el Che es de acá. Los que
lo aman o lo odian comparten ese sentimiento localista con variada exaltación.
Porque se trata, al fin, de un símbolo potente de la historia que ubica a la
ciudad como el sitio que alumbró el principio de la épica.
Hay dos versiones sobre cómo operó el azar para que
Ernesto Rafael Guevara de la Serna naciera en Rosario. No son opuestas; sólo
varían las circunstancias.
Una sostiene que el arquitecto Ernesto Guevara
Lynch y Celia de la Serna quisieron brindar toda la seguridad al hijo por
nacer y partieron desde Puerto Caraguatay (Misiones), donde residían, hacia la
ciudad de Buenos Aires.
El barco que los traía por el Paraná tuvo que hacer una escala obligada en Rosario,
el parto se adelantó
y mismo día
del amarre, el 14 de junio,
"Teté" nació en el hospital Centenario.
La otra propone una situación un poco más ventajosa
para el ego rosarino. Celia de la Serna había heredado de sus padres unas
hectáreas en Misiones y con su esposo deciden instalar una yerbatera. Ya con el
embarazo avanzado, el matrimonio Guevara opta por trasladarse a Buenos Aires,
pero antes pasan por Rosario para buscar el asesoramiento en el nuevo
em-prendimiento de Julio Ulises Martin, un pionero del negocio de la yerba
mate. Por esa inquietud comercial, la pareja se demoró y el Che nació en el
lugar que no habían previsto sus padres.
Esta referencia biográfica, necesaria, es a la vez
baladí. El carácter revolucionario, marxista y guerrillero leí Che se forjó
marxista y guerrillero del Che se forjó fuera le las fronteras argentinas. Y cuando
quiso traer estos atributos, ya provisto de fama, lo mataron antes de enterar,
en Bolivia.
La rosarinidad del Che es, pues, otro aporte al mito perenne. En sus
cuadernos de viaje, en sus memorias, ensayos, discursos o proclamas no existe
registro alguno de que Guevara se haya interesado por su ciudad natal. Salvo,
claro está, por la cita futbolera que hizo Hugo Gambini en su libro biográfico.
Esta "identificación" canalla sirvió para que un grupo de
centralistas colocara una camiseta auriazul en el museo que el Che tiene en La
Habana.
Museo
que Rosario aún le debe. La casona de Entre Ríos 480 (22 D), el
departamento que ocuparon los Guevara Lynch los visitantes. Hay, sí en la
placa enfrente en la plaza de la Cooperación, en acompaña un mural pintando por
Carpani en esa clásica estampa que inmortalizó el fotógrafo
Alberto Korda.
A falta de museo, la ciudad empieza a pagar deudas con su hijo
famoso. Al menos existe una cátedra con
su nombre en la Universidad y se prepara de actividades para 2008 una serie de
actividades para memorar los 40 años de su muerte. Allí se recordaran su
historia, la niñez, el asma, el viaje en moto con Alberto Granados por
Latinoamérica con Fidel en México. El viaje en el “ Granma”, la carga de su fusil en la Sierra Maestra,
la batalla de Santa Clara, su
intervención en la ONU. Serán todas hazañas contadas incluso la valentía de -La
Higuera frente a la ráfaga de la metralleta, la imagen crística
en la camilla que comenzó a encender la leyenda
Fuente: Extraído de la Revista de capital de los 140
años del año 1987.