El desarrollo social y económico de la República trajo aparejados serios problemas entre el capital y el trabajo, puestos de manifiesto en el marco de una real lucha de clases. Rosario, centro industrial, comercial y cerealero, no escapó a ese fenómeno de crecimiento general y el censo municipal ordenado por el activo y recordado intendente Luis Lamas dio cuenta de los nuevos establecimientos que se habilitaban casi diariamente y del paralelo crecimiento de la clase obrera.
Había entonces en Rosario 112.461 habitantes y funcionaban la Compañía de Aguas Corrientes, La Sociedad de Luz y Fuerza, la empresa de Obra Sanitarias y la Refinería Argentina todas ellas pertenecientes a capitales extranjeros, aunque con acciones que pertenecían – como se señalara- a la gran burguesía local.
El desarrollo aludido en el plano económico, aumentaba la cantidad de obreros y, por lo tanto, propiciaba la aparición de vigorosas organizaciones sindicales. Las actividades portuarias iban en permanente ascenso, se exportaban miles de toneladas, generalmente de productos agropecuarios y se recibían manufacturas extranjeras y maquinarias que, en su mayoria, se utilizaban en los establecimientos de capitales foráneos.
De ese modo la ciudad cambió su estructura económica mientras iban surgiendo nombres y organizaciones claramente enrolados en la defensa de las reivindicaciones obreras. El 9 de febrero de 1901, por ejemplo, un núcleo de obreros funda el Centro Socialista Rosarino; circulaba en las entidades gremiales el periódico “ Solidaridad”; dirigido por el anarquista Eduardo G. Gilimón y desaparecían otros dos órganos de prensa “La Riscosa”, dirigido por otros dos anarquistas, Enrique Peire y Luis Gilro, y el popular y temerario “Demoliamo” clausurado éste último por la policía.
La Refinería Argentina, entre tanto, seguía ocupando como mano de obra a obreros italianos, españoles y austriacos, habiéndose convertido el establecimiento, por ello, en un real hervidero de ideas socialistas y anarquistas. La explotación de los trabajadores de la misma ea evidente y lo había denunciado Bialet Massé en su condición de delegado gubernamental para el estudio de la situación de la clase obrera en el interior de la Argentina.
Los asalariados de la Refinería, asesorados por el Joven Florencio Sánchez, a la sazón secretario de redacción del diario “ La República”, se organizaron en la Unión Obrera. Después de una numerosa asamblea, celebrada el 21 de octubre de 1901, se decidió presentar a los empresarios un pliego de condiciones en el que se consignaban las peticiones de los trabajadores: disminución de horas de trabajo, aumentos de salarios y mejores condiciones de salubridad en las distintas secciones de la Refinería, donde trabajaban, además, mujeres y niños menores de edad. Como era previsible, el pedido fue rechazado categóricamente y los obreros debieron apelar a la huelga, que dio comienzo el 18 de octubre.
Notificado Jefe de Política de la realización del paro, dio a conocer un edicto represivo y violatorio de las disposiciones constitucionales en vigor. Puesto en marcha pese a ello el movimiento de fuerza, los trabajadores de la Refinería encontraron una espontánea solidaridad de los obreros de otras importantes empresas como las Aguas Corrientes, Luz y Fuerza y el Ferrocarril Buenos Aires – Rosario.
Comenzó entonces la previsible represión policíaca, que dio como resultado la muerte de un obrero austriaco, Cosme Budislavich, calificada como un “asesinato”. Unión Obrera y Federación Obrera Rosarina declararon la huelga general. El dramaturgo Florencio Sánchez redactó un manifiesto. En su carácter de integrante del Comité de Huelga, dirigido tanto trabajadores como a soldados y policías. Inútilmente las fuerzas policiales trataron de impedir la circulación del documento, uno de cuyos ejemplares conserva el autor de este trabajo en su archivo particular. Aquella hoja, amarilla por el paso inexorable de los años, descubre la sensibilidad proletaria del autor de “ Barrancas abajo” y M`hijo el doctor”, no suficientemente difundida.
Ante la gravedad que iban adquiriendo los acontecimientos, el Centro Socialista realizó un acto de protesta el 24 de Octubre, al que asistieron miles de trabajadores, difundiendo además un manifiesto que fue distribuido en todas las entidades sindicales de la época.
Cuando la situación se tornaba difícil para los trabajadores llegan a Rosario los doctores Juan B. Justo y Enrique Dickman, prestigiosos dirigentes del socialismo argentino. La presencia de ambos políticos en el mitin de protesta realizado en la Plaza López le otorgó al mismo contornos especiales. Se desplegaron banderas rojas y estandartes que identificaban la presencia de las entidades gremiales de la ciudad. Los oradores fueron los dirigentes Adrián Patroni, Rómulo Ovidi, Nicolás R. Blanco, Domingo Alocco y Virginia Bolten.
Finalizada la huelga de la Refinería, siguieron el mismo camino los obreros estibadores, el 9 de diciembre, en un movimiento que se prolongaría hasta movimiento que se prolongaría hasta mediados de enero 1902, y que no contó con el apoyo del Centro Socialista Rosarino ni del Círculo de Obreros Católicos, dedicado al reclutamiento de “crumiros” ( rompehuelgas). Tuvo en cambio la adhesión de la Federación Gremial Rosarina, de tendencia anarquista, que declaró una huelga general de apoyo a los trabajadores en conflicto.
Mientras se sucedían estos hechos en el ámbito sindical se constituía en Peyrano, localidad próxima a Rosario, el primer Centro de Obreros Rurales, que posteriormente realizó un importante congreso inicial en Pergamino. El peculiar agrupación: La Escuela de propaganda Socialista.
Fuente: Bibliografía publicada en la Revista “Rosario Historia de aquí a la Vuelta “ Fasciculo N• 20. Autor: Plácido Grela . Ediciones De aquí a la Vuelta de año 1992.