1908 marca el inicio de un nuevo ciclo en la trayectoria política de Lisandro de La Torre., ciclo que culminará a mediados de la década del veinte con un nuevo alejamiento, el “autoexilio” de Pinas. Una serie de acontecimientos tornan explosiva la situación en Santa Fe : la dificultades económicas experimentadas en ese año habían provocado importantes quiebras en la esfera comercial; Rosario, y por ende el sur, resultaban desplazados una vez más por los intereses capitalinos al privilegiarse la construcción del ramal Déan Funes – Santa Fe sobre la línea Déan Funes – Rosario; una gestión municipal fuertemente cuestionada acrecienta la presión fiscal, particularmente sobre cuentapropistas, pequeños y medianos empresarios. A las tensiones generadas por la situación precedente se suma una nueva decisión política; el establecimiento del departamento 9 de Julio, en el norte, en tanto se negaba la división de General López, cuya población era diez veces mayor. La misma convalidaba nuevamente la desigual distribución de las bancas del Senado, espacio político por excelencia para la definición del ejecutivo provincial. Refiriéndose a ello de la Torre señalará: “Hace treinta años continuos que los senadores nacionales salen de Santa Fe; en cuarenta años sólo un gobernador ha salido de Rosario; en el Congreso, sobre catorce personas que componen la representación de la provincia, diez son de Santa Fe, sólo cuatro de Rosario; de tres ministros del ejecutivo, ninguna dos son de Santa Fe, y de cinco personas que forman el Poder Ejecutivo, ninguna es hija del Rosario; numerosos jefes políticos del centro y sur de la provincia son hombres traídos del norte, pero jamás una jefatura del norte se confía a un hombre del Sur…” ( Enrique Thedy, Índole y propósito de la Liga del Sur. Revista Argentina de Ciencias Políticas, Buenos Aires, 1910, Tomo 1,94-95).
El desfasaje planteado en el plano político resultaba paradójico en la medida en que el centro dinámico de la economía provincial se había desplazado desde mediados de la década del ochenta hacia el sur.
La presión de los sectores afectados comienza a hacerse sentir. Las expresiones y demandas corporativas, vehiculizadas en primera instancia a través de la Bolsa de Comercio o comité de Comercio y las Industrias van dando paso a un movimiento político que, en octubre 1908, se estructura bajo la denominación Liga del Sur. No sólo resulta significativo el nombre. El proyecto evidencia con claridad la decisión de ciertas fracciones de la burguesía comercial, financiera y agraria sureñas de concluir con la marginamiento en las en las decisiones de poder. Por intermedio de su Junta Ejecutiva presidida por Lisandro de la Torre, La Liga propone una serie de modificaciones sustanciales en el aparato institucional santafesino.
Uno de los primeros objetivos apunta sentar sobre bases más amplias la legitimidad política, introduciendo la representación de las minorías ( a partir del sistema de lista incompleta) y concediendo el voto a los extranjeros. Si bien esta última propuesta intenta dar respuesta a una de las apelaciones más reiteradas desde los sectores inmigrantes, ella no implica una apertura total por cuanto sólo concede el derecho de votar a quienes “reunían los requisitos de haber residido en el país durante un determinado tiempo, que marcará la ley, y sean propietarios de bienes raíces, o que, a falta de la segunda condición, sean padres de hijos argentinos ( ibidem, pág 91)
El segundo objetivo se orienta a romper con la estructura monolítica del gobierno provincial. Los instrumentos elegidos son aquí los gobiernos municipales, multiplicados en todo el espacio provincial. A diferencia de las artificiosas estructuras departamentales que privilegian unas áreas sobre otras, los municipios autónomos - al tiempo que favorecen la descentralización gubernativa- permiten una ingerencia mayor en todas las esferas de la sociedad civil: la seguridad social, la educación, la economía, la justicia, el control de la fuerza pública ( Ibidem, págs. 89-90). La nueva dinámica política no podía dejar incólume el problema de la capital provincial, más aún si con miras a implementar una política de desarrollo, se pretendía ampliar las posibilidades de participación en su elaboración a sectores escasamente representados hasta ese momento. Es por ese motivo que los liguistas llegan a plantear el traslado de la capital a Rosario.
Si bien la participación política ampliada y la descentralización reducen los niveles de exclusión del régimen, marcan al mismo tiempo los límites del horizonte de contestación dentro del cual se mueven . Y Lisandro con ellos. El centro del problema se ubica todavía en el interior de la denominación como lo demuestra la propuesta del sufragio censitario que opera como barrera a la integración de otros sectores de la sociedad en las decisiones de poder. Pero más aún en la discusión sobre la descentralización. Este resulta un verdadero punto de inflexión que permite observar cómo estos sectores intentan, por una parte , recuperar espacios de decisión que paulatinamente habían sido controlados por el estado provincial o provincial o nacional, pugnando, a su vez, por avanzar en forma orgánica sobre los niveles de decisión política que la facción dominante pretende monopolizar.
Las elecciones municipales de 1909 ponen a prueba los niveles de consenso de que goza la Liga. Si bien el candidato liguista triunfa, la no modificación de las normas constitucionales vigentes, le permite al gobernador con el acuerdo de la Legislatura, elegir a otro postulante. La situación no detiene a los liguistas que continúan desarrollando su práctica política, abriendo canales de discusión y participación que promuevan la adhesión a su programa. Las elecciones del 11 de marzo de 1911 convalidan el camino de la diputación para de la Torre, como representante en este momento del departamento San Lorenzo
Fuente: Bibliografía publicada en la Revista “Rosario Historia de aquí a la Vuelta “ Fascículo N• 7
Autor: Marta Bonaudo Ediciones De aquí a la Vuelta 29 de noviembre de 1990.-