Este período ha sido
caracterizado por la dificultad en la transferencia de los capitales de la
producción agropecuaria a la Industrial,
la falta de movilidad de los recursos y la resistencia social, política y
económica de la oligarquía a cualquier alteración de un sistema que, aunque
con claros signos de agotamiento, había posibilitado su hegemonía.
A esto se agrega. la “sociedad”
con empresas extranjeras, cuyos posibles beneficios habían mermado
notoriamente y que persistían como una remora para gran parte de los proyectos
de transformación. Estas circunstancias se hicieron sentir en la ciudad, cuya
impotencia política y administrativa ha sido ocultada tras el difundido mito de su
espíritu trabajador.
Este había estado también presente en el modo de
celebrar el Centenario, "en forma digna y exenta de despilfarro",
dejando obras concretas. Una comisión encabezada por Cornelio Casablanca
resolvió conmemorarlo construyendo un gran hospital de acuerdo a los criterios
más avanzados en la materia. En pocos días recaudaron cifras altísimas y fueron
muchos los que ofertaron su trabajo voluntario. Las obras, paralizadas durante
la Primera Guerra,
se extendieron de 1911 a 1929.
La Biblioteca Argentina fue otro de esos
emprendimientos, en los terrenos de la antigua caballeriza municipal. Se
construyó en un año y frente a ella se habilitó la plaza General Paz, hoy plaza
Pringles.
En 1926, la ciudad contaba con 407.000 habitantes, el 47 por ciento de los
cuales eran extranjeros. Se sucedían las huelgas y ollas populares y la
escasez de productos de primera necesidad, la desocupación, las
reivindicaciones laborales, desencadenaban conflictos obreros y
universitarios. De las crónicas se destaca aquel día de febrero de 1921 en que estudiantes y obreros tomaron el Palacio
Municipal
y enarbolaron por una hora y media un capote rojo...
Hacia fines del período
había más de 14.000 desocupados y 326 conventillos con 2800 habitaciones. Las
perturbaciones y choques callejeros a raíz del empobrecimiento y la falta de
trabajo culminaron con un fusilamiento en 1930, el del obrero Joaquín Penina. Abundaban los sabotajes, los tranvías
incendiados, los asaltos a las comisarías y las bombas. La asociación entre dirigencia
obrera-agitadores extranjeros explica una creciente xenofobia de la que hay
testimonios en la ciudad como lo demuestra la aparición de una filial de la Liga
Patriótica
Argentina.
Los inmigrantes son
acusados de la crisis "moral", del materialismo dominante, de la
falta de ideales, de la indiferencia cívica y de un afán que, algunos años
antes, era entendido como laboriosidad y espíritu emprendedor. Para muchos
resultaba irritante su ascenso social en base al ahorro y la cooperación
familiar y étnica. El censo de 1926 vuelve a ilustrar su predominio en las áreas
productivas y comerciales, e inclusive de renta. Debemos recordar que
constituían el 45% de la de la población y que en una importante proporción ya
alcanzaba la segunda generación rosarina.
Paralelamente, se ha
consolidado una clase media caracterizada por un crecimiento incesante que la
hace muy heterogénea, con el disconformismo como único rasgo en común. Al tiempo
que la burguesía mercantil rosarina, más segura en su posición, buscará nuevos
campos de población y que en una legitimación en la valoración de la
inteligencia y de las preocupaciones del espíritu, o de temas tan altisonantes
como la identidad
nacional
Fuente: Extraído de la Revista Rosario, Historia de
aquí a la vuelta fascículo N• 11 Autores: Ana M. Rigotti y Isabel M de San Vicente.