La
Universidad Nacional de Rosario reconoce sus primeros antecedentes de creación
en 1910, cuando se formó la "Comisión
Pro Creación del Hospital del Centenario y de la Escuela de Medicina",
cuyo propósito era presentar un proyecto de conmemoración del Centenario
argentino vinculado a la promoción de la ciencia.
Sin duda,
esta elección señala la preocupación de la sociedad rosarina, acorde con los
intereses de la época, de contribuir al crecimiento del país a través de la
educación y la cultura. En la fundamentación del proyecto se argumentaba que
existían en la ciudad recursos humanos para la cobertura de cátedras y también
potenciales alumnos; además, se remarcaba la necesidad de crear el Hospital del
Centenario para dar cuenta de las demandas de salud de la población no sólo de
la ciudad de Rosario sino también su zona de influencia y se proponía como
fuente de financiamiento el aporte privado para la construcción de los
edificios necesarios. El proyecto comenzó a ejecutarse en terrenos cedidos por
la municipalidad, en la manzana delimitada por las calles Santa Fe, Urquiza,
Vera Mujica y Suipacha y comenzó a funcionar a partir de 1920, en el seno de la
recientemente creada Universidad Nacional del Litoral.
Hacia el
mes mayo de 1913 Juan Alvarez, un intelectual ilustre de la ciudad, propuso un
proyecto de ley para crear una Universidad nacional en Rosario ya que, pese a
no ser la capital provincial, tenía una población superior a las de otras
ciudades del país cuando se crearon sus Universidades. Asimismo, las
instituciones educativas radicadas en la ciudad estaban desorganizadas o
dispersas, problema que se resolvería con la creación de una institución que
las nucleara a todas, permitiendo no sólo la optimización de recursos
financieros, sino también la programación conjunta de actividades. Por otro
lado, el crecimiento de la ciudad y su identidad se verían favorecidos del
mismo modo que en su momento las Universidades habían logrado resaltar las ciudades
de Córdoba y La Plata. En ellas Alvarez reconocía, además, antecedentes
valiosos para su proyecto, a los que suma los siguientes: el proyecto
presentado por el Senador Nacional Joaquín V. González de crear una Universidad
Politécnica; el del Diputado Nacional Lisandro de la Torre para crear la
Escuela Libre de Medicina, el del Ingeniero Julio Laporte para crear la
Facultad de Ingeniería, el del Diputado Nacional Dr. Rafael Castillo para crear
Universidades nacionales en las ciudades de Tucumán y Mendoza, el del Senador
Provincial Luis V. González para crear la Facultad de Medicina dependiente de
la Universidad de Santa Fe, en aquella época todavía bajo el gobierno
provincial.
Apenas un
año más tarde, el 25 de mayo de 1914, se creó la Universidad Nacional de
Tucumán, a cuya inauguración asistió el Presidente de la Universidad Nacional
de la Plata, Joaquín V. González. Su discurso nos permite ingresar al contexto
en que se desenvolvía la creación de nuevas Universidades: se declaraba
opositor de quienes sostenían la necesidad de ampliar la cobertura de la
escolaridad primaria, abogaba por el fortalecimiento de la educación superior,
y asumía como principio que los gobiernos deben estar en manos “educadas”. En
el trasfondo de estos argumentos, se discutía si la educación debía ser un
instrumento para homogeneizar una sociedad sin identidad política y cultural
ampliando la base de cobertura, o si debía fortalecer la formación de los
futuros elegidos para el desempeño del gobierno. Se razonaba a favor, y a contrapelo,
de la democratización de la educación, confrontando o adhiriendo a los modelos
elitistas propios del positivismo anterior y contemporáneo del Centenario
(Terán,1986).
La
importancia que se le atribuye a la creación de una Universidad nacional en el
ejido urbano de Rosario, se refleja en la disposición de transferir al dominio
de la nueva Universidad: la “Biblioteca Argentina”; el Hospital del Centenario
y la Escuela de Medicina; el Colegio Nacional del Rosario y su edificio ubicado
entre las calles Necochea, Chacabuco, 3 de febrero y 9 de julio; la manzana
donada por la municipalidad con fecha del 25 de abril de 1913 ubicada entre las
calles Av. Pellegrini, Montevideo, Ayacucho y Colón; la Escuela Industrial de
Rosario con todos sus talleres; los edificios propiedad del Estado Nacional que
no estuviesen en funcionamiento al momento de la promulgación de la ley; la
Escuela de Agricultura de Casilda y el edificio de la Jefatura Política que el
gobierno de la provincia estaría por dejar vacante.
Un año
antes, el 24 de julio de 1912, Joaquín V. González visitó la ciudad con motivo
de la inauguración de la Biblioteca Argentina y en su discurso promueve un
Proyecto de Ley de Creación de la Universidad Nacional de Rosario, que apenas
difiere del Proyecto presentado por Alvarez en el número de institutos que la
integrarían, agregando las ciencias humanas y sociales. La relevancia del
proyecto concebido se pone en evidencia cuando, en el acto referido líneas
arriba, explica la importancia de la creación de una Universidad desde la cual
se orienten las lecturas del público potencial de la Biblioteca Argentina, el
establecimiento de una ruta que impida la dispersión del autodidactismo. La
educación tiene una función rectora en la formación de ciudadanos con capacidad
para ejercer los derechos políticos, necesariamente incorporados al circuito
formal para garantizar el éxito de los gobiernos e, incluso, de la democracia
de la época, en proceso de legitimación.
En su
pensamiento resuenan ecos del positivismo del siglo XIX, cuando se postulaba la
constitución de élites de saber para el ejercicio de los cargos públicos,
contradiciendo el carácter igualatorio de los nuevos proyectos educativos.
La Ley
Sáenz Peña, que habilitó el sufragio universal –con exclusión de mujeres e
inmigrantes- cerró un período de fraude electoral e incrementó, al legitimar
los mecanismos de elección, la representatividad del voto, afianzando uno de
los pilares de los sistemas democráticos de gobierno. Pero entonces, el reclamo
de los intelectuales como élites o clases pensantes de las cuales saldrían los
“elegidos de la masa para las funciones de gobierno”, diría J. V. González,
sufrirá una dura confrontación ante el ascenso de las clases menos instruidas,
que llevaron a la presidencia a Hipólito Yrigoyen.
La
Universidad, sus formas de gobierno y sus modelos pedagógicos, serían
cuestionados por las explosiones de la Reforma Universitaria de 1918. Regímenes
de estudio más flexibles, revalorización de la formación no institucionalizada,
cambios en la composición de los gobiernos con participación de los
estudiantes, permiten comprender el surgimiento de un nuevo actor social: los
jóvenes.
En el
clima, entonces, de la Reforma Universitaria, las demandas de los ciudadanos
“sobresalientes” de la ciudad de Rosario, que habían creado la Comisión Pro
Hospital del Centenario y de la escuela de Medicina, más las aspiraciones de
intelectuales locales como las de Juan y Clemente Alvarez encuentran
satisfacción.
Aún
cuando la ciudad deba esperar varias décadas para una Universidad que lleve su
nombre, se aprueba la Ley 10 861 creando finalmente la Universidad de Nacional
del Litoral. Luego de que los proyectos de creación de la Universidad Nacional
de Rosario no prosperaran, se resolvió optar por la nacionalización de la
Universidad de Santa Fe, otorgándole un carácter regional. En las discusiones
parlamentarias para la aprobación de esta Universidad, los estudiantes
asumieron un rol preponderante, impulsando su creación en el Congreso de
Estudiantes de Córdoba y a través de las actividades coordinadas con los
centros de estudiantes de otras Universidades. Contó, también, con el apoyo de
la Comisión de Bachilleres Pro- Facultad de Medicina de la ciudad de Rosario,
quienes se plegaron a la demanda de resolución de conflicto para la aprobación
de la Ley de Creación de la Universidad Nacional del Litoral, vinculado al
reconocimiento automático de los títulos otorgados con carácter provincial, en
el ámbito de la Nación. Finalmente quedó constituida por los siguientes
institutos:
1
Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales (sede en Santa Fe)
2
Facultad de Química Industrial y
Agricultura (sede Santa Fe)
3
Facultad de Ciencias Médicas, Farmacia y
Ramos menores (sede Rosario)
4
Facultad de Ciencias Matemáticas,
Físico- Químicas y Naturales Aplicadas a la Industria (Sede Rosario)
5
Facultad de Ciencias Económicas y
Políticas (sede Rosario}
6
Facultad de Ciencias Económicas y
Educacionales (sede Paraná)
7
Facultad de Agricultura, Ganadería e
Industrias Afines (sede Corrientes)
Aunque la
Ley de Creación es del año 1919, la primera sesión del Consejo Superior de la
flamante Universidad no se realizó sino hasta mayo de 1922 cuando, presidido
por el Rector Dr. Benjamín Abalos, dio inicio a las actividades. Su elección
había sido a propuesta del Poder Ejecutivo, en cumplimiento de la ley que
establecía que por primera vez, y única, el Rector sería designado por Poder
Ejecutivo hasta tanto la Universidad estableciera sus procedimientos para la
selección y cobertura de cargos; en el mismo sentido, la ley establecía que la
Universidad Nacional del Litoral se rigiera por el Estatuto de la Universidad
de Buenos Aires, hasta tanto se diera sus propios estatutos y reglamentos. Sin
embargo los primeros conflictos estallaron poco tiempo después: para septiembre
de ese mismo año, el Consejo Directivo y el Decano de la Facultad de Ciencias
Médicas, Farmacia y Ramos Menores, Dr. Araya, tomaron medidas disciplinarias
contra un grupo de estudiantes que habían generado disturbios en el ámbito del
Consejo Directivo. Cuando el Consejo Superior de la Universidad decidió revocar
esta decisión –luego de sesiones extraordinarias, marchas y contramarchas-, la
Facultad sintió vulnerada su autonomía. El conflicto de autoridades entre la Facultad
y el Consejo Superior llevó directamente a la intervención de la Universidad
por parte del Poder Ejecutivo. Al retomar la vida democrática después de unos
meses, y por lo que puede leerse en las memorias del interventor (período
1928-1930), la Universidad Nacional del Litoral no terminó de ordenar sus
estatutos sino hasta más adelante. Pero para entonces, el segundo conflicto en
la Facultad de Ciencias Médicas, Farmacia y Ramos menores ya había estallado
con motivo de la instauración definitiva de un turno de exámenes; en julio los
estudiantes habían iniciado una huelga y las autoridades clausuraron la
Facultad. El conflicto se dirimió en términos de una nueva intervención –en
virtud de que nuevamente el Consejo Directivo y el decano desconocieron las
competencias para ingerir en el conflicto del Consejo Superior-, esta vez más
prolongada, que revisó y revocó algunas de las modificaciones hechas al
Estatuto de la Universidad Nacional de Buenos Aires por el Consejo Superior. En
las memorias del interventor, se presentan los problemas de orden financiero de
las gestiones anteriores y se abordan aspectos académicos como la sustanciación
de concursos en todas las carreras, las modificaciones de planes de estudio y
la flexibilización de los requisitos de titulación para el ingreso. Además se
continuaron las obras edilicias emprendidas durante el gobierno anterior en
todas las sedes y se crea el Departamento de Extensión Universitaria radicado
en Rosario, cuyo Presidente fue Juan Alvarez. Esta estructura, con gobierno y
presupuesto propio, tenía como misión organizar cursos, conferencias y
publicaciones orientadas, sobre todo en el primer momento, a los obreros de la
zona. Reemplazaba una estructura anterior, compuesta por el Museo Social, la
Extensión Universitaria y la llamada Universidad Popular de Rosario, dedicada a
la implementación de procesos de formación en el ámbito laboral. La importancia
de las actividades en la ciudad de Rosario y la creación de una organización
por fuera de las Facultades, abría nuevas puertas a la separación de las
unidades académicas de la sede Rosario.
Lo que
importa actualmente rescatar de aquellos conflictos es una explicación para
signar el origen de nuestra Universidad. Sin hacer referencia al período 1910 –
1930, sin considerar la importancia y el consenso generado en torno a su
creación ya antes de la Reforma Universitaria, sin interrogarnos sobre las
razones que hicieron que en 1914 se creara efectivamente la Universidad
Nacional de Tucumán -en tanto que la de Rosario no, aún cuando formaban parte
de un mismo Proyecto de Ley- no entenderemos su creación definitiva en el año
1968. Es preciso recuperar los antecedentes que le dieron origen en las
demandas de una ciudad de inmigrantes, que buscaba el ascenso social de sus clases
menos pudientes a través de la educación y la legitimación social de las clases
altas en la posesión de sus saberes, y en la cual confluían los deseos
democratizantes y desarcaizantes de la Reforma con los sistemas más cerrados y
retrógrados de la transmisión del conocimiento. La creación de la Universidad
Nacional de Rosario, no es obra de un acto administrativo, sino de los
compromisos ético-políticos de intelectuales, docentes, alumnos, egresados e
instituciones abocadas a la producción cultural. Las divergencias y
convergencias entre los distintos actores y en diferentes períodos históricos,
no son sino una confirmación de su carácter “emergente” de las demandas de la
sociedad.
Fuente:
reseña de histórica de UNR