martes, 31 de octubre de 2017

RUBEN BRAVO – JUGADOR DE ROSARIO DE ROSARIO CENTRAL


Al comenzar la década del inevitable medida comparativa '40 jugar centrodelantero para juzgar a quienes se atreen una primera división del viesen a aparecer en medio de fútbol argentino era toda una frustración. Arrieta en Lanús, Masantonio en Huracán, Marvazi en Tigre, Sarlanga en Boca, Laferrera en Estudiantes, Pedernera en River, Benítez Cáceres en Rácing, Lángara en San Lorenzo y el fabuloso En co- en Independiente, eran la inevitable medida comparativa para juzgar a quienes se atreviesen a aparecer en medio de los dos "insiders". En Central seguía brillando un hombre que, además de aptitudes re levantes, llevaba nombre y apellido de auténtico crack centralista: Harry Hayes hijo). Parecía por entonces que na da se podía inventar en mate. ría de centrodelanteros.

Pero avanzando la década comenzaron a aparecer las figuras de recambio: Pontoni en Newell's, Di Stéfano en River y Huracán —que también tuvo a Mellone—, Infante en Estudiantes, D'Alessandro en Racing, Agnolín en Atlanta. Lijé en Boca. Ferraro en Vélez.

Parecía imDosible destacarse entre aquellos fenómenos.


Pero para un chico aparecido en la primera de Central la tarde del 27 de abril de 1941 no hubo tal imposible. Ese día los auriazules fueron hasta Victoria y perdieron con Tigre: 4 a 2. allí empe4zó la historia de un jugador excepcional.

Se llamó Rubén Bravo. Con el tiempo le dirían el Maetro, porque cada acción suya era como una lección sobre la forma en que se debe jugar al fútbol. Con decisión, con fineza, con precisión, con elegancia. Desde el comienzo mismo del debut comenzó a destacarse; apenas llevaba jugados dos minutos en primera división cuando logró su primer gol y poco antes de terminar el encuentro conquistó el segundo.Tampoco lo achicó a la fecha siguiente el viaje a Avellaneda donde Central volvió a perder con Independiente (3 a 2); esta vez su "colega" era nada menos que Erico; tampoco se achicó y conquistó uno de los dos goles centralistas. Fueron 13 partidos los que llegó a jugar en Central, que culminaría en el descenso. El pibe conquistó 6 goles en sus entreveros con los grandes. En Primera "B", junto al inolvidable "Torito" Aguirre, hizo 18 goles. De vuelta en primera siguió jugando, gustando y goleando, anotando 16 tantos. Peleó la tabla de goleadores en el año '44, cuando llegó a anotar 19. Se despidió de Central en el '45, con pocos partidos jugados y 8 tantos en su haber. La historia estadística dice que en los 104 partidos en que vistió la casaca auriazul Rubén Bravo logró 67 tantos. De por sí es mas aue suficiente mérito para entrar en cualquier antología.

Pero Rubén Bravo fue mucho, muchísimo más que los goles que anoté. Era una delicia verlo cómo se desplazaba en el área, su habilidad y su natural facilidad para explotar las condiciones de sus compañeros. En un concierto de eximios solistas —Vilaniño, Funes, el "Torito". Vidal o Marracino— era capaz de hacer el mejor solo, pero fundamentalmente era capaz de amalgamar las mejores cualidades de cada uno de ellos. Lo mismo pasó después cuando se fue a Rácing; al lacio de un talentoso y batallador excepcional como Tucho Méndez, de un goleador insaciable como el cordobés Sirnes y de dos punteros hábiles y veloces como Salvini o Boyé y Sued, la estrella de Bravo refulgía con más fuerza. Jugaba y hacía jugar. Tal vez por eso le bautizaron "el Maestro". Porque adonde fuera daba cátedra. Inclusive en la Selección Nacional, donde debía disputar permanentemente el puesto de titular con Pontoni, Di Stéfano, Infante o Ferraro.

Con las pocas camisetas que lució, en cualquier cancha que pisé. su calidad era la misma: inalterable, excepcional. Alguna vez supo decirnos —cuando nadie imaginaba su tan prematura e injusta partida hacia el viaje sin retorno—que jamás vivió en el fútbol momentos tan lucidos como los que protagonizó en Rosario Central. Y alejado totalmente de la actividad, solía emocionarse con cada triunfo de Central.

Con una emoción sincera, cabal, como sólo pueden experimentar los hombres que realmente se identificaron con la camiseta aue defendieron.

Bravo fue famoso con la de Rácing y alcanzó prestigio internacional con la blanquiceleste de la selección Nacional. Pero nunca vibré tanto como cuando lució el azul y amarillo de Rosario Central.

La hinchada lo sabía aún antes de que se fuera. Por eso lo hizo ídolo y no lo olvida. Por eso el Maestro jamás olvidó a Central y a su hinchada y gustaba repetirlo cada vez que hablamos con él.

Fue un jugador excepcional.

Era un hombre reconocido.
Fuente: extraído del libro de historia de Rosario Central . Autor Andrés Bossio

lunes, 30 de octubre de 2017

Cristián Hernández Larguía  DIRECTOR DE COROS  



Todo lo que hay en

Rosario está hecho

por rosarinos

Existe una música impuesta por los medios. El rock nacional no existe. Ojo, no lo digo sólo yo, también lo decía Píazzolla,

Visceral, erudito, humanista, polémico... Los adjetivos siempre resultan escasos para calificarlo y dimensionarlo adecuadamente. Baste entonces con señalar que sólo una persona como él puede juntar a miles de rosarinos y hacerlos cantar para Navidad.

—Usted viene ligado a la cultura rosarina casi desde su cuna...

—Bueno, recuerdo a mucha gente del ámbito de la cultura que caía a Rosario y pasaba por casa. Es que mi padre era director del Museo Castagnino. Yo conocí al pintor japonés Fujita en mi casa.

—¿En qué idioma dialogaban?

—Nos comunicábamos en francés, porque la mujer de él era francesa. Había venido a exponer en la galería Renom. Pero le digo que por casa pasaron nombres como Julio Payró, Jorge Romero Brest, las hermanas Cosettini, y de los pintores de Rosario casi todos, Grela, Vanzo, Uriarte, además de los que venían de Córdoba y Buenos Aires.

—Su padre era exigente con usted?

—No, al contrario. Por empezar nunca me pegó y nos retaba recién cuando la cosa llegaba al colmo. Me acuerdo que tenía un vozarrón muy fuerte, algo que viene de familia. Y cuando decía "icaráspital" había que llamar a los bomberos, porque lo habíamos sacado de las casillas.

—Dónde crecieron?

—Nos criamos en San Luis 448, una casa que hizo él y que hoy es considerada patrimonio cultural, la primera casa moderna que se hizo en Rosario.

—Qué es lo que más caracteriza al rosarino?

—El individualismo. Individualismo puro. Todo lo que hay en Rosario está hecho por rosarinos. Como ser el Museo Castagnino, donación de una señora. El Círculo igual, pertenecía a un señor alemán y lo iban a echar abajo. Y don Ciro Tognazzi, aficionado a la música, que formaba parte de la comisión de El Círculo, sacó la plata y lo compró. Con el Astengo lo mismo. Los hermanos de Héctor Astengo querían vender.Y él les compró la parte a sus hermanos para hacer la Fundación. Todo lo que hay en Rosario es producto del esfuerzo individual. La Orquesta Sinfónica de Rosario fue producto de un señor llamado Angel Calabrese que tenía un negocio de música e hizo un movimiento para que se creara la orquesta. Cuando la provincia se decidió a crearla los santafesinos se avivaron y la instalaron en la ciudad de Santa Fe, los músicos rosarinos tenían que viajar porque los santafesinos no tenían músicos.

—Seguimos sujetos a Buenos Aires...

—Todo el país está sujeto a Buenos Aires. Ahora quizás hay más industrias y un turismo que antes no existía. Pero aquí todavía nos falta mejorar bastante.

—¿Qué opina del rock rosarino?

— un músico popular comparable a Gershwin. El rock es inglés y norteamericano. A ningún alemán se le ocurriría decir que el rock es alemán.

—Se canta mejor o peor en Rosario?

—El canto en Rosario se ha deteriorado porque no se trabaja en educación. Creo que el gobierno de la ciudad debería proponersi hacer algo al respecto. Que los maestros di música fueran verdaderos maestros de música. Los chicos no pueden cantar al unísono.

—El rosarino tiene un registro de voz particular?

—No. Algunos como Carlos López Puccio, de Les Luthiers, que también estuvo en Pro Música, habla del sonido coral de Rosario. Com que los coros de Rosario tienen un timbre característico. Pero yo no puedo comparar poi que no sé cómo suenan los de Buenos Aire o los de Córdoba, conozco algunos pero m vivo en esos lugares.

--Puede mejorar la gente cantando?

—Sí, desde ya. El coro es la mejor escuela republicana de participación artística del hombre común. En un coro somos todos iguales El que tiene la gran voz, el que tiene poco voz, el que tiene una voz desagradable. Cada uno cumple una función. Es una república perfecta. No existe el divismo, somos todo iguales, por o menos en los coros que y dirijo.

—Qué le gustaría que cambiara en Rosario?

—Bueno, en lo musical que volviera a ser lo que era en la década del 50. En esa época los artistas de todo el país venían a Rosario a dar conferencias, conciertos o a debatir e el Castagnino, en Amigos del Arte o el Centro de Estudios Superiores. Acá yo escuché a Stravinsky, Rubinstein tocó en la Biblioteca Argentina, vino Wanda Landowska, una clavecinista que le dio un nuevo impulso a e instrumento. Estaba el Grupo Litoral, en el Museo Castagnino se hizo una muestra del impresionismo francés traída del Louvre. He visto "El campo de cuervos" de Van Gogh de cuerpo presente.

-A qué bar suele ir?

-Voy al bar de Marcelo, al que conozco desde hace 25 años. Está en Alem y 9 de Julio. Frente al bar plantamos un ficus, creció tanto que lo trasplantamos al club Náutico. Hoy tiene una magnitud increíble.

-Está mejor arbolada la ciudad?

-No, existe arborofobia de los gobiernos.

-Pero se han plantado muchos árboles...

-Los plantan, pero no los cuidan. Voy a Montevideo y Colonia, en Uruguay, y es increíble cómo tienen árboles. Crecen derechos, están plantados perfectamente en hileras.

-Y con el río?

-Bueno, le cuento algo, cuando vino Federico García Lorca a Rosario, lo primero que dijo es: "Esta ciudad vive de espaldas al río': De golpe ahora lo descubrimos. Antes nadie iba a la isla. Yo me acuerdo de que iba con Chacho Muller, que se había comprado la ancha que llevaba los pasajeros al hidroavión.

-Cómo eran los vuelos?

-Eran vuelos hacia Buenos Aires y Paraguay. Hasta que hubo un accidente en Buenos Aires y se suspendieron los vuelos. Yo los veía amerizar desde mi casa. Debido a eso Chacho aprovechó para comprar la lancha. Pescábamos bastante.

-¿Se pescaba más que ahora?

-En esa época muchos pescadores profesionales venían de la isla a comprar a la proveeduría de Rioja y 1º de Mayo, se llama La Marina, donde ahora está el restaurante. Los pescadores venían con todos los pescados colgados en un palo. Y en el muelle se pescaban verdaderos pescados, no mojarritas como sucede ahora.

-Cuál es el mayor defecto de los rosarinos?

-La tacañería. Tacaña con la cultura.

-¿Qué lo emociona de la ciudad?

-Las mujeres.

-¿Qué lo enoja?

-La política. Perdón, la política no: los políticos.

-¿Un momento del día?

-Me acuesto muy tarde y me levanto al mediodía. A la mañana dicen que hay brujas... 
 
-¿Tiene un lugar para relajarse?

-El bar. Estar ahí y ver a la gente.

-¿Eso es muy rosarino?

-Rosario lo ha conservado, pero quedan pocos lugares así. Antes la gente se sentaba a tomar café ya arreglar el mundo.

-Le recomendaría a alguien vivir en Rosario?

-Depende de quién. Si es alguien que se va a dedicar a la música, le diría que no.

—Usted tiene un gran reconocimiento internacional y nacional...

-Si, a veces me da vergüenza decirlo, pero antes de ser declarado ciudadano ilustre de Rosario la Municipalidad de Buenos Aires lo había hecho a nivel nacional.

-Soñó una Rosario a futuro?

-No, nunca pienso demasiado hacia adelante. Voy sobre la marcha.

-La ciudad, ¿es generosa con los que emigran?

-Se olvida de los que se van.

-¿Cómo le gustaría que lo recuerden?

-Cuando muera me gustaría evaporarme. Venimos de la nada y vamos a la nada.
 
Fuente: Extraído de la Revista del “diario La Capital 145 ” año 2012

viernes, 27 de octubre de 2017

HERNANDEZ LARGUIA, Cristián. MÚSICO [1921 - 2016]  

Por Marcelo Menichetti        


La pasión según Cristián


Aquel niño que subía a la tarima que le había construido su padre para que alcanzara la victrola a cuerda y cambiara los discos clásicos no sospechaba que estaba dando los primeros pasos de una larga y fructífera carrera profesional.



El arquitecto Hilarion Hernández Larguía había encontrado el modo de entretener a los, dibujantes de su estudio y a interesar al pequeño Cristián. Ese gesto marcó el rumbo de quien sería director del Coro Estable de Rosario, desde 1940 en adelante, batiendo los récords de permanencia en ese puesto que mantiene en la actualidad; quien cosecharía premios nacionales é internacionales para el conjunto vocal rosarino y quien fundaría el Conjunto Pro Música de Rosario, agrupación señera en la Argentina.

Viviendo a un ritmo difícil de emular, este joven de 85 años sigue demoliendo prejuicios y al frente de su coro y orquesta es capaz de sumarles más de 10 mil voces que nunca desentonan, sobre el filo de cada año,en el clásico Concierto de Navidad que se ofrece en el Monumento a la Bandera. Todos los galardones obtenidos en su carrera se pueden resumir en dos palabras: talento y trabajo. Tuvo una formación autodidacta y aunque no frecuentó los claustros, tomó lecciones con grandes maestros como Pau Casals, Juan José Castro y Robert Shaw.

La carrera del coro rosarino fue impulsa da por el nervio de su joven director, quien se convirtió en la guía que llevaría al conjunto a obtener los primeros premios de los concurso nacionales de 1957 y 1980. El grupo plasmó su trabajo en nueve discos.

En 1962 la inquietud artística y la vocación docente lo llevaron a fundar el Conjunto Pro Musica de Rosario, un grupo de excelencia volcado a las obras de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco que lleva realizadas casi 30 grabaciones, lo que convierte al maestro en uno de los más prolíficos de la ciudad. En 1972 el mismo impulso le permitió crear el Instituto Pro Música.

La vocación docente también se tradujo en la actividad desplegada en los claustros de la Universidad Nacional de Rosario y la del Litoral. Y tantos años sobre la tarima le permitieron recibir innumerables galardones. Quizá entre los más preciados se cuenten la declaratoria de ciudadano ilustre de Rosario, en 1985, yel Premio Konex de Platino, que le otorgaron en 1989.

Aunque se lo considera un precursor en el rescate de la música antigua, es un rebelde que reniega de los encasillamientos en nombre de la libertad imprescindible para cualquier creador. Sus conciudadanos no se sorprendieron jamás al verlo circular por la ciudad al mando de su viejo Citroen 3 CV.

No existen dudas de que se trata de la misma persona que cambiaba discos en la vieja victrola de su padre. El impulso vital sigue siendo el mismo y se alimenta por un inagotable amor a la música.
Fuente: Extraído de la Revista del diario “ La Capital de los 140 aniversarios” . De 2007

jueves, 26 de octubre de 2017

El descenso del 41 

Por Jorge Brisaboa



"El pueblo de Rosario sigue de pie en defensa del glorioso Rosario Centra”

El movimiento popular para evitar que Central se fuera al descenso era de tal magnitud que hasta el periódico "La Hora", órgano del Partido Comunista, le dedicaba una página sábana con ese título.

Central había salido último en la temporada 41. El equipo, pese a dos figuras que empezaban a brillar -el "Torito" Waldino Aguirre y Rubén Bravo- era un desastre. Y lo que no habían podido conseguir los jugadores en el campo de juego, los hinchas pretendían lograrlo en las calles.

Rosario, con sus 500.000 habitantes, era una caldera. En las esquinas de los barrios se improvisaban mítines y los oradores -como si estuvieran en una tribuna política- aleccionaban sobre un objetivo: enviar una nutrida embajada a Buenos Aires para exigir a la AFA que Central no descendiera.

Se constituyó el Centro Pro-Mantenimiento de Rosario Central en Primera. Y en la calurosa noche del 30 de enero de 1942 el patio de fiestas del Club Atlético San Cristóbal, en la localidad de Pérez -aledaña a Rosario y centro operativo de los talleres del ferrocarril-, fue escenario de una concentración inusitada: 1.600 personas.

Un hecho futbolístico se convertía en un fenómeno social.

El tono de los discursos se asemejaba al de los actos políticos. Además, en el país había clima político pues se acercaban las elecciones y se asistía ya al protagonismo socialista en Buenos Aires.

“No debe quedar un solo deportista amante del fútbol, sea o no centralista, sin alistarse en la columna que irá a Buenos Aires", dijo Manuel Merino, delegado del barrio Echesortu de Rosario. Y precisó: "todos los cronistas deportivos de Rosario están contestes en afirmar que las tres cuartas panes de los aficionados simpatizan con Central".

El periodista Víctor Mainetti ocupó la tribuna y anticipando su particular oratoria que en parte luego trasladaría a la Legislatura, clamó: "Si en Buenos Aires se aprecia, aunque . n parte, la importancia de este movimiento, no será posible que la AFA deje de considerar la angustiosa situación de un club de más de 50 años de vida intensa en del deporte argentino". También subieron y dejaron sus testimonios los ex jugadores Luis Indaco y Romeo - Emilio Luna -quien trajo "la representación de los clubes amateurs de Rosario que hoy se solidarizan con la más gloriosa institución de Sudamérica"-, el comentarista radial Carlos Antognoni, la "simpática y gentil señorita Elsa Lenti" -como fue presentada-, y el presidente del Centro Juan De Maurizi que cerró su acalorado discurso. atándole a la multitud: "Ya se han formado comisiones en otras ciudades - Santa Fe, Córdoba, Mendoza, etcétera, para pedir el justo fallo a la AFA".

Atento a la característica social de esta lucha, "La Hora" le otorgó una amplia cobertura periodística al acto. Además del título principal, otros también referían a Central y a la cruzada emprendida: "El 80 por ciento de los futbolistas de Rosario están con el viejo club", "Zenón Díaz, el zaguero inolvidable, no aceptó actuar en Gran Bretaña", y "La mujer rosarina defiende a Central", nota en laque Aurora Silvestri, empleada de la Unión Ferroviaria e hincha "canalla", advertía que el centralista "es un pueblo que ruge, que clama, que exige" y ponía como antecedente que "la hinchada mantiene el récord de boletos expedidos por un ferrocarril con motivo de un match de fútbol", cuando viajó a Buenos Aires para alentar al equipo contra Banfield en el último partido de 1941, que al perderlo lo dejó último en la tabla.

Los intentos para revertir el descenso llegaron a la presidencia de la Nación. Ramón Castillo era el presidente.

La paz interior no estaba garantizada porque los conservadores seguían sosteniendo vigorosamente el fraude. Y la paz mundial era apenas un clamor: la contienda se extendía, por un lado los Aliados (Estados Unidos, Rusia e Inglaterra) y por el otro el Eje (Alemania, Italia y .Tapón).

Agustín Rodríguez Araya, político radical y centralista, puso en juego sus dos pasiones. A su vida de parlamentario le había sumado en ese 1942 otro eslabón: fue elegido presidente de Rosario Central.

Valiéndose de la doble función, Rodríguez Araya buscó un mediador. En la revista "Todo es Historia" (1976) dirigida por Félix Luna, en el artículo "Política y Estado" Horacio Sanguinetti escribiría:

"De Rodríguez Araya recuerdo una anécdota inédita. Como diputado, había bombardeado el presupuesto de Culto. Pero desesperado porque el club Rosario Central se iba al descenso, aceptó el consejo de algún amigo para solicitar la mediación del Cardenal Copello. «Usted me recibirá conuna piedra en cada mano», dijo el carbonaria al entrar. «Con guante blanco, hijo mío» fue la respuesta. Y en efecto, Copello presionado por los argumentos fue de inmediato a entrevistar al presidente Castillo para evitar la catástrofe social que acarrearía en Rosario la supresión del fútbol domingos: la mocedad iría al hipódromo, a las timbas, al vicio. Por desgracia para los centralistas, Castillo estaba en reunión de gabinete. Salió el ministro Culaciatti a recibir al arzobispo. «No se alarme. Eminencia -sonrió-, la gente no dejará de ir al fútbol los domingos, e irá también los sábados»... Culaciatti era rosarino, pero de Newell’s”.

En las canchas no había podido. En los despachos oficiales y con las movilizaciones tampoco. Central estaba condenado a jugar el ascenso.
Fuente: Artículo Publicado en el libro “ De Rosario y de Central , Autor: Jorge Brisaboa Impreso en Noviembre 1996 por la Editorial Homo Sapiens.

miércoles, 25 de octubre de 2017

1941: EL DESCENSO TAN TEMIDO



Pese a la unidad lograda en la familia centralista en el año del cincuentenario (1939), las dificultades económicas y las malas campañas futbolísticas en la AFA determinaron crecientes desencuentros. Fue por ello que tras renunciar la C.D. que encabezara el ingeniero Louhau en 1938 —para permitir la unidad— se registran en 1939 tres presidencias consecutivas: las de los señores José Valenti, Luis C. de Mattía y Adolfo Boglione. Durante 1940/41 asume la conducción José B. Quintana, pero el 16 de noviembre de ese último año renuncia Ja directiva en pleno y se convoca a elecciones (ya se había producido el descenso de categoría), en las que surge electo presidente Agustín Rodríguez Araya.

Lo cierto es que tal desorden institucional tuvo que haberse reflejado en el rendimiento del conjunto superior que, no obstante la reconocida capacidad de algunos de sus integrantes, fue de fracaso en fracaso hasta ocupar el último lugar en la tabla de posiciones descendiendo de categoría. El equipo apenas logró cuatro victorias en la primera rueda (1 a O a Platense; 2a 1 a Boca; 1 a O a Atlanta y 1 a 0 N. O. Boys); en ia segunda rueda fueron cinco los triunfos pero el descenso se hizo inevitable. En la antepenúltima fecha —para colmo de males— cayó derrotado ampliamente ante Newell's (5 a O) llegando a la última fecha en posición desespera da y con la obligación de ga nar para intentar conservar la categoría. Ese día, en cancha de Bánfield, el elenco bonaerense le ganó por 4 a 2, sellando definitivamente su suerte. Para mejor comprender la intrascendencia centralista de ese nefasto 1941 debe recordarse que justamente Bánfield —acusados por segundo año consecutivo sus dirigentes por intentos de soborno— fue castigado severamente con el descuento de 16 puntos; ni así, Central pudo superar a los banfileños que con la victoria final ante los auriazules lo superaron por un punto (descontados los 16) y lo mandaron al descenso. Aquel año el club de Arroyito transfirió precisamente a Bánfield a Salvador Laporta: a Cisterna y a Coloccino a Platense y, en lo que fue una de las transferencias más elevadas de la temporada ($ 45.000 m/n), el zaguero Ignacio Díaz a San Lorenzo de Almagro. Por lo demás, incorporó al uruguayo Antúnez y a un futbolista rosarino, nacido a la fama en Central Córdoba, que llenaría páginas inolvidables con la casaca auriazul: Waldino Aguirre, desde ese entonces y para siempre el Torito" Aguirre. Además, entre los jóvenes que fueron promovidos en distintas circunstancias a la división superior, asomaba su pinta de jugador fino, cerebral y contundente un centrodelantero que llegaría a ocupar, un sitial preponderante en el fútbol argentino: Rubén Bravo.

Como podrá apreciarse el plantel centralista estaba integrado por jugadores de valía, por lo que no es aventurado suponer qué motivos extrafutbolísticos incidieron en alguna medida a tan baja producción. Aquel plantel —para que los viejos lo recuerden y los jóvenes lo sepan— lo integraron los arqueros Ferraris y J. Martínez; los zagueros Lezcano, Pedro Perucca, De Zorzi y Verga los "medios" (como se les llamaba entonces), Eguiluz, Santiago, Nievas, Casalini, N. Fernández, H. Blanco. Ríos, Bisón y Fogel; y los delanteros Heredia, Godoy, Antúnez, Izaga, E. Martínez, Harry Hayes, Rubén Bravo, Nóbrega, M. Gómez, Waldino Aguirre, Vilariño, T. Medina, Vida¡ y Armendáriz.

Aunque parezca insólita esta afirmación, algunos de esos hombres estaban consolidando la base de un gran equipo. Un gran equipo que arrasó con el torneo de la división "B" en 1942 y que prosiguió su campaña excepcional en la primera mitad del torneo superior de 1943. como veremos en nuestras próximas entregas.
Fuente: extraído del libro de la historia de Rosario Central . Autor Andrés Bossio

martes, 24 de octubre de 2017

ROSS, ARNANDO – LIBRERO ( 1914-1977)

Por Luis Etcheverry


LA CIUDAD DE LOS LIBROS

A los nueve años dejó la escuela para vender diarios. Vital y controversial, siempre pelean* convirtió en el principal librero del interior del país

Con una fuerza envidiable, forjada en carencias enormes y un férreo afán de superación y reconocimiento, Amoldo Ross supo ver hace 70 años que una buena parte de Rosario todavía estaba en barbecho para reiterar la inefable siembra de la palabra impresa. Nacido en 1914, fue el mayor de tres hermanos. A los nueve años dejó la escuela para ser canillita en Pichincha, actividad a la que después agregó la venta de revistas importadas que repartía en bicicleta por toda la ciudad. Quiso ser boxeador, pero abandonó "por demasiados NK". Se inició como librero en 1937 con un socio y un camioncito, con el que recorría los pueblos. Su primer local fue un pasillo angosto y largo en Córdoba 1385 Allí, a comienzos de los 50, enamoró a una dienta que sería su esposa y colaboradora de por vida. Con Chiche Rodríguez tuvo dos hijas, Liliana y Silvina, la mayor de las cuales falleció adolescente y la menor está a cargo de la empresa. En 1960 mudó el negocio a Córdoba 1338, agregándole galería de arte. Arrasado por el fuego en 1971, lo reabrió con grandes esfuerzos y un año y medio después lo trasladó enfrente, al edificio donde, con la remodelación de 2001, existe el complejo cultural de hoy.


Vital, controversial, peleador cuando lo aguijoneaban, a veces exagerado en sus posturas y tono de voz, fue defensor a ultranza de sus ideas. En los 60, cuando se reeditó con buena aceptación a Sade, mantuvo una guerra memorable en Tribunales y medios con el presidente de una entidad de cruzados por la salud moral de todos. Incluso, por exhibir "Filosofía del tocador", del zafado marqués, le allanaron la librería y pasó una noche preso. Un recordado entrevero de esa larga lid lo tuvo por TV, cuando la TV aún no había progresado tanto y manejaba otro código y léxico. Lo libró con el apoyo de un Gary Vila Ortiz vuelto Cruz defendiendo de la partida de Fierro revelando a los cuatro vientos que “Filosofía del tocador" era el libro que todas las mañanas, con el desayuno, él les leía y comentaba a sus cinco hijos antes del colegio.

Con un paladar que los años y la pasión refinaron sin pausa, Ross resultó un buen degustador de las artes plásticas y el folclore. Amigo de infinidad de creadores, su entrañable Quinquela Martín lo designó, con el poeta Mario Guaragna, referente en Rosario de la famosa Orden del Tornillo, que él mismo recibió después por su apoyo al arte y los artistas. Con algunas tenues simpatías por el radicalismo, fue opositor decidido del régimen peronista, condición que le generó algunos dolores de cabeza y que jamás antepuso en cuestiones de amistad y reconocimiento de valores creativos. En su feudo no cabían las capillas ideológicas. Alegre amante de la buena mesa, el buen vino y la conversación entretenida, fue siempre generoso y con su jovialidad infatigable supo cultivar muchísimos amigos. La muerte le "cayó como de rayo" el 19 de abril de 1977, mientras almorzaba con unos representantes de editoriales en un comedor que ya no existe en Corrientes y Córdoba.

El poeta salteño Jaime Dávalos, que como muchos otros artistas cuando visitaba Rosario paraba en la casa de los Ross, le dedicó este soneto que lo pinta de cuerpo entero:

"Amigo Amoldo/ Tu escuela fue la calle, las barriadas/ el aula a cualquier rumbo decidida...// Tu maestra y tu madre fue la vida/ que a golpes te enseñó sus agachadas.// Pero en tu corazón no cambió nada/ porque le hizo tu audacia su guarida/ más allá de la piel que en cada herida/ fue aprendiendo a olvidar la puñalada./ Hoy que al fin el desquite está en tu mano/ sigues jugando noble y capechano,/ con todo el niño al fondo hombría.// No se te ha muerto en el árbol tu chigólo,/ el canillita aquelque se hizo solo/ luchando por el pan de cada día.

Jaime Dávalos también escribió la quinteta grabada en la Isa de la hija mayor de Ross, Liliana, muerta adolescente. Dice así:

"Silencio, que está dormida/ que nadie la despierte sollozando./ Del sueño de la vida/ pasó al sueño de la muerte. / ¡ Silencio!, esta sonando”.
Fuente: Extraído de la Revista del diario “ La Capital de los 140 aniversarios” . De 2007

lunes, 23 de octubre de 2017

ZAPATERO BOCHIN CLUB

Por Oscar Delgado



Como olvidado por la gente pero no por nosotros que realizamos esta recorrida barrial, para finalizar nuestro diccionario histórico con la “Z”; nos referimos a continuación al Zapatero Bochin Club, de Barrio Industrial.

La institución nació el 28 de julio de 1940. Dirige sus destinos Víctor Gallo, acompañado por Gustavo Martínez y Jorge Raffo, entre otros. Su nacimiento se produce en la calle Casilda y Díaz Vélez, enfrente había terrenos baldíos que se utilizaron para las canchas de bochas, siendo, la primitiva actividad de la institución; según el amable relato de uno de sus vocales y actual encargado del club, Roberto Mazzoli, que frecuenta diariamente "su segunda" casa desde los 18 años. En 1947, el "Zapatero" se traslada a su actual casa propia, en Díaz Vélez 146. Poseen tres salones con amplias dimensiones, más un terreno al fondo cuidado con esmero donde el verde ofrece esparcimiento a los parroquianos que desean disfrutar de un asadito al aire libre aprove­chando sus parrilleros.

Don Roberto evoca años de aquella juventud cuando concurría casi todas las noches a cumplir con un ritual como era jugar un partido de bochas y comer lupines y maníes con una cervecita. Como se diría, "diversión sana y en familia". Pero aquel tiempo quedó atrás, la institución ya no cuenta con canchas de bochas, ni campeonatos de mujeres bochófilas, que se hacían los sábados y domingos. De aquella época queda un destacado bochófilo: Basilio Misisuck, el popular "Basa". Hubo de buscarse otras distracciones para cautivar al barrio y fue así que se hicieron grandes bailes, peñas folclóricas y tangueras. "Recuerdo que supo venir el popular bailarín de tangos Martínez, (recién llegado de Europa) y que todavía anda por el barrio con un caballo y una jardinera. Hoy los socios ascienden a 40, más algunos pocos vitalicios, pero para atraer a la juventud y a los chicos del barrio, hemos dispuesto días y horarios para gimnasia de mujeres, yoga, tae-kwondo y patín. Si un socio necesita las instalacio­nes para algún cumpleaños familiar o casamiento, el club le da lugar con gusto, a cambio de una módica suma que debe abonar por el alquiler de sillas, mesas, limpieza y gastos de luz. Aunque el costo más grueso se lo llevan los impuestos que se cobran por la emisión de música", agrega sonriendo Mazzoli. "Supimos hacer cenas populares como para la agrupación centralista 23 de Noviembre, con más de 350 personas, asistiendo jugadores como: Eduardo 'Chacho' Coudet." El club también cede sus instala­ciones en forma gratuita a entida­des como: la escuela Simón de Iriondo o la Iglesia Don Bosco. Un presidente muy capaz y recordado por la barriada fue Juan Borgú, hombre que supo liderar la institución en sus mejores años. Otro baluarte de la misma, es Juan Freijomil, que "sólo" cuenta con 89 años y permanece históricamente al lado de su club como actual síndico. Y un símbolo, es su divisa, que muestra su escudo con los colores azul y blanco en forma de banderín (tal como lleva el niño en la foto) y que está en la puerta del club. Según Roberto Mazzoli, aquellos jóvenes se decidieron por ese nombre ya que antaño el día lunes, por su fundación, era el día franco del panadero, del peluquero y del zapatero; costumbre que también, ya quedó en el olvido. En cuanto a la vida social y deportiva actual no pasa desaperci­bida la actuación de un colega de los medios, Jorge Palavecino, actual profesor de tae-kwondo, y que lleva más de 10 años entrenan­do a chicos del vecindario. Palavecino, es actual operador de radio en LT8 y se encarga del entrenamiento de un grupo de 25 niños. Como usted lector podrá comprobar, cada recinto social barrial, tiene lo suyo y "Zapatero" también.

Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia”, Fascículo N º 45 Setiembre del 2006

jueves, 19 de octubre de 2017

Clubes chicos, clubes grandes



En esos años iniciales de la década del 40, los clubes que pro-mocionaban sus bailes eran innumerables, pero pueden rastrearse en las publicidades de diarios y revistas los casos del Club Uría, Centro Asturiano, Centro Castilla, Centre Cátala, Club Social Zona Sur (anexo entonces a un parque de diversiones en San Martín 3256), Ba­rrio Parque, en La Paz 2927; Atalaya Club, en Buenos Aires 2255; Club Dock Sur, en Lamadrid 1031; Boxing Club, en San Martín 1570; Saladillo Club, en Hilarión de la Quintana 445; Sportmen Unidos, en Io de Mayo 2143; Olímpico Rosario, de Corrientes 1650, en una nómina que ad­mite sin duda muchos otros. Hacia 1945 la fiebre de ese ritmo posibilitaría los primeros campeonatos de boogie-boogie en la ciudad, los que se celebraban en el Club Horizonte, de Suipacha 1363. Para tentar suerte y algún premio en los mismos resultaba útil la enseñanza de bailes modernos que ofertaba el Studio Gaeta, en Mendoza 1046, dirigido por el dinámico y polifacé­tico Agustín Romano Gaeta, propietario de varietés en la ciudad y úl­timo empresario del Teatro Olimpo de calle Corrientes.

En el umbral de la década del 50, el Estadio Mu­nicipal de Ovidio Lagos y 27 de Febrero se convertiría tam­bién en monumental pista de baile, mezclando la música con atracciones de todo tipo, desde Los 5 Grandes del Buen Humor a la despampanante rumbera Blanquita Amaro y desde Antonio Tormo a Alfredo De Angelis, con una concurrencia que colmaba las instalaciones, lo que no era poco.

En ese afán por bailar, muchachas y muchachos, y parejas de toda edad, podían casi semanalmente -y mucho más en verano- elegir entre opciones de lo más diversas, desde La Rambla de Alberdi al Club Arizona, en Riobam-ba y Chacabuco; el Club Voluntad, en San Martín 4650; Defensores de River Píate, en Felipe Moré y La Paz; el tra­dicional Central Córdoba o el concurrido Club Provin­cial, pasando por Newell's Oíd Boys, donde en 1955 el animador era Raúl Granados.

El popular hombre de radio y televisión recuerda algunos mo­mentos de una larga carrera como animador de los bailes rosarinos: "En 1950, en los bailes donde actuaba Alberto Castillo, por ejem­plo, paraban el tránsito. Eran los bailes del Patio Mexicano, del Patio Romano, cuando yo todavía no tenía 20 años. Empecé a los 18 años y enseguida me llevan a trabajar a Nuls, aunque ya había comenzado en algunos clubes de barrio como animador y conductor. Trabajaba en la radio en la radio LT1 y animaba bailes y pic -nics en la Quinta La Nélida, que duraban todo el día, pero a las 4 de tarde tenía que rajar para mi casa a pegarme un baño y salir para la radio. Dejara como reemplazante en el pic -nic hasta la siete de la tarde a Javier Portales, que se llamaba Miguel Ángel Alvarez. Después me mandaron a llamar de Ñuls y me quedé allí.

Las características de esas reuniones no diferían mucho de las de Gimnasia y Esgrima, según el testimonio de Granados: "Los bailes que hacía Ñuls los domingos eran de gente elegante siempre, bailes de categoría. Las mesas que circundaban la pista se vendían con anticipa­ción y la gente las compraba para toda la temporada. Así que después de dos o tres domingos seguidos tenías que saludar a todo el mundo: eran reuniones sociales muy lindas. Eso era en verano; en invierno se hacían en el Centro Asturiano de ca­lle San Luis ".

Es en ese mismo club donde, en marzo de 1955, la orquesta de Osvaldo Pugliese protagoniza un hecho que ha entrado a la historia del espectáculo. Anun­ciada para uno de los grandes bailes, se presen­ta sin su director, que había sido encarcelado, sobre el final del segundo gobierno peronista. La silla inclinada sobre el piano, unas encendi­das palabras del "Negro" Mela, el presentador habitual de la orquesta y una actuación que en­ciende a un auditorio que más que bailar, escu­chaba, completan la descripción de ese baile memorable.

Como testigo de primera mano, Granados relata: "Terminó el baile y llevaron dos colec­tivos de tipos que fueron en cana, la orquesta con todos los músicos a la Jefatura, y como yo bajé del escenario me llevaron con ellos.
Cuando llegamos a Avda. Pellegrini les expliqué que no tenía nada que ver y que al otro día laburaba en el ferrocarril, y me largaron. Pero los músicos se la bancaron hasta el otro día... "
Muchos de aquellos bailes de los años transcurridos entre 1940 y 1950 tenían una ceremoniosidad a la medida de las convencio­nes de la época, que incluían toda una serie de códigos, des­de las madres acompañando a sus hijas como celosas can­cerberas al cabeceo del hombre a la mujer, que prologaba la aceptación o el rechazo al postulante a pareja de baile. Todo ello era mucho más perceptible en los bailes de ba­rrio, en los que algunas imágenes de esas veladas danzan­tes (como se anunciaban) parecían escapadas de los legen­darios dibujos de Medrano o de Calé, humoristas de esos años. Eran salones como el Centro Progresista, de San Juan al 3600, donde se citaba buena parte de la juventud de Barrio Echesortu, o el de la Sociedad Umberto 1º, en Jujuy al 2500, cuyos pisos de largas tablas de pinotea eran ideales para los cortes y quebra­das o las evoluciones del vals. Algunos lugares tenían inclu­so fama por la calidad de los bailarines, sobre todo cuando se trataba de tango, como Instituto Tráfico, en San Loren­zo al 2200; el Salón Cosmopolita, en Arroyito, donde se emplaza hoy el Cine Lumiere; o el Estadio Millia, de Bvard. Oroño y Jujuy.
En muchos de ellos, la versatilidad, la elegancia, la creatividad de los bailarines eran condiciones mucho más tenidas en cuenta que la misma apostura o la pinta de los mismos, y lo mismo valía para sus parejas, a las que se ce­lebraba más las cualidades para la danza que la propia be­lleza. Lo que no excluía el acicalamiento de hombres y mu­jeres, los primeros -sobre todo entre el 30 y el 50- impeca­blemente peinados a la gomina, o con Glostora, uno de los tantos pro­ductos arquetípicos de ese período.
Un fantástico Manual pergeñado por Gaeta enseñaría a los
rosarinos no sólo los pasos de la mayor parte de los bailes en boga en los años entre 1930 y 1945, sino también buena parte de esos códigos cuya observación era poco menos que imprescindible para entablar tanto una relación sentimental como para abandonar la ominosa le­gión de los "pataduras", en un tiempo en que los buenos bailarines te­nían asegurada buena parte de su éxito con las mujeres. Aunque su lec­tura hoy, además de cierta nostalgia, despierte también su buena cuo­ta de hilaridad...
Delia Rodríguez, que cantara en muchos de esos recintos bai­lables recuerda: "Los bailes de clubes eran muy lindos, muy familia­res. He actuado en ellos con José Sala, con los Caballeros del Tan­go. Con ellos estuvimos cuando vino a Gimnasia y Esgrima la cantante Silvie Varían junto a Johnny Halliday: había una can­tidad tremenda de gente... " Gra­nados tiene una visión un tanto di­símil: "En esos lugares donde yo animaba no recuerdo problemas de peleas o problemas de ese tipo, porque había bastante control. Pero tenía referencias de que en los clubes de barrio se armaban unos despelotes bárbaros. Calcu­la que una mina por ahí salía a bailar con un tipo que a lo mejor no era del barrio o no le caía bien a alguno y ya se armaba el lío... "
Lo de los grandes nombres internacionales sería posterior, y formaría parte del boom que alcanzarían, sobre todo, los bailes de Car­naval de los grandes clubes rosarinos como Gimnasia, Provincial, Newell's y Rosario Central, cuando sobre el final de los años 50 y princi­pios de los 60, Rosario recibiría a una constelación de artistas extranjeros, que iban desde Tito Rodríguez a Los Plateros o al extrovertido catalán Xavier Cugat, que despertaría admiración por su orquesta -que contaba con muchos instrumentistas de primer nivel-pero sobre todo por su joven esposa, la cantante y bailarina Abbe Lañe.
Es por la misma época cuando la aparición del rock enciende fervores y entusiasmos menos ceremoniosos. Granados evoca ese momento: "Cuando aparece el rock y los primeros conjuntos rockeros, elpetiso Gilberto Juchli contrata el Cine Mendoza para un festival, cosa que no se había hecho nunca en Rosario. Lleva dos orquestitas y pone música de rock de discos. ¡Destrozaron el cine y el pobre tuvo que hacerse cargo de todos los destrozos ! Así que el rock ya venía con violencia agregada, desde el primer momento. Puede haber sido el año 1957".
Pero todavía en 1955, existían otros reductos donde el baile era asimismo atracción principal, pero donde las grandes figuras llega­das del exterior no tenían cabida ni público. Eran los bailes donde im­peraba el chámame y la música del Litoral, como los que se realizaban en La Ranchada, de Emilio Chamorro o en los varios locales del mismo tipo instalados en la zona sur de la ciudad. Allí también, so­bre todo los fines de semana, el en­tusiasmo por aquella música entra­ñable para correntinos y litorale­ños los convertía en pistas concu­rridas, donde abundaba la cerveza, se escuchaba más de un sapukay y se bailaba casi hasta la salida del sol...
La de los animadores de esos encuentros danzantes era, por su parte, una tarea que demandaba profesionalidad, ingenio y una alta dosis de prudencia para enfrentar situaciones imprevistas. Granados es quien mejor puede retratar aquel oficio casi extinguido: "La particularidad nuestra en la animación de los bailes era hacer un chiste, contar un cuento, joder un poco. Había que hacer la sanata por­que había un solo escenario y cuando bajaba una orquesta, hasta que los otros se acomodaban, se producía un bache. Entonces, en esos años, el petiso Jorge Alberto Alvarado animaba los bailes del «Castel Rojo», en Pellegrini y la Costanera, y yo los de Gimnasia o Provincial. El me pasaba los cuentos que contaba allá y yo los que contaba acá..."
Fuente: Extraído de la Revista “ Vida Cotidiana Rosario 1930/1960” Fascículo Nº 5

miércoles, 18 de octubre de 2017

Beatriz Guido

Por Julio Chiappini

Beatriz Magdalena Isabel Guido nació en Rosario el 13 de diciembre de 1924. Fue hija del arquitecto Ángel Francis­co Guido y de la actriz uruguaya Berta Eirin Saracho. Su padre (1896-1960) fue también rosarino. De profesión ar­quitecto, muy buen pintor, historiador del arte, resultó coautor del Monumen­to a la Bandera. Beatriz tuvo dos her­manas: Berta, pintora, y María Esther, poetisa. Su tío, Alfredo Guido, fue un notable artista; escenógrafo y pintor de caballete.
Beatriz Guido se diplomó en Buenos Aires en la Facultad de Filosofía y Le­tras y estudió en Europa con Benedetto Croce, Guido de Ruggiero y Gabriel Marcel. Su primera novela, "La casa del ángel", obtuvo la Faja de honor de la SADE y el Premio Emecé. Luego "La caída", filmada por Leopoldo To­rre Nilsson; lo mismo "Fin de fiesta", al año siguiente. En 1961 "La mano en la trampa" logró el Primer Premio en el Festival Internacional de Cannes.
En 1959, tras separarse de su primer esposo, el abogado Julio Gotheil, se casó con Leopoldo Torre Nilsson (1924-1978), hijo de Leopoldo Torre Ríos, precursor del cine argentino. To­rre Nilsson dedicó buena parte de su obra a narrar acerca de la burguesía -entina. Y las novelas de su esposa b predisponían a esa temática, que la bacía bien. Hacia el final sucumbió a ::erta banalidad que, aunque sea por el to y la exornación, evita, aunque ümasiado visual, en "Martín Fierro", 1968. De Guido (apellido italiano : -e se pronuncia Guido) también filmó -cuestrador" y "Piel de verano". 1960 la revista Time cotizó a Torre -Babsy- como "único repre­sante del cine sudamericano". La Enciclopedia Espasa como "el más universal de la cinematografía de su país": 1977-1978, p. 922. Arturo Jauretche se burla de Guido: "una escritora de medio pelo para lec­tores de medio pelo": "El medio pelo en la sociedad argentina (Apuntes para una sociología nacional", A. Peña Libro, Buenos Aires, 1966, p. 193. Sus obras: "Regreso a los cielos", 1952; "La casa del ángel", 1954; "La caída", 1956; "Fin de fiesta", 1958; "La mano en la trampa", 1961; "El incendio y las vísperas", 1964; "Escándalos y so­ledades", 1970; "Carta abierta a una madre", 1973; "Los insomnes", 1974; "Piedra libre", 1976; "¿Quién le teme a mis temas?", 1977; "Apasionados", 1978; "La invitación", 1979; "Rojo so­bre rojo", 1987. Su pieza de teatro "Ho­menaje a la hora de la siesta" compitió -la primera película argentina que lo hacía- en el festival de Cannes; tam­bién teatral "Esperando a los Castro". En 1976 el "Proceso" prohibió la exhi­bición de "Piedra libre". Luego Premio Fundación Konex. En 1979-1982 Pre­mio nacional de literatura. Murió en Madrid, ejerciendo su tarea diplomáti­ca, el 11 de marzo de 1987. El mismo día falleció Luisa Mercedes Levinson. En un reportaje (La Prensa, 10 de mayo de 1983), comentó que "El escritor es un profesional cuyo instrumento es y debe ser, a lo largo de toda su vida, la palabra y el sentido ético y semántico de esa palabra. Nada califica más a un mal escritor que el uso indiscriminado del adjetivo gratuito y mal colocado. Mi relación con la palabra escrita es la elaboración de un oficio unido al con­cepto de creación donde muchas veces la condición humana limita y triunfa, no siempre a favor de la literatura".
Borges fue cáustico con Guido: "Gri­llo, ¿usted ha leído algo de Beatriz Guido - No. - ¿Y de Silvina Bullrich? - Tampoco. -Yo también he tomado la misma precaución": Néstor Montenegro y Adriana Bianco, "Borges y los otros", Planeta, Buenos Aires, 1990, p. 31. Una estampilla emitida en 2002 (va­lor facial: 75 c.) conmemora a Beatriz Guido.

Bibliografía

Gloria de Bertero, "Quién es ella en Santa Fe", Palabra Gráfica, Buenos Aires, ¡995, p. 292; César Magrini, "Veintidós cuentistas", Centu­rión, Buenos Aires, 1963, p. 83.
FUENTE: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región. Fascículo Nº 112 de Octubre de 2012

martes, 17 de octubre de 2017

CLUBES E IDEOLOGIA




La zona, sobre todo en el sector que comprende los barrios La República, Azcuénaga y Belgrano, de gran conformación obrera, se caracterizó por la intensidad de la acción política, y de allí surgieron importantes luchadores de la llamada "causa social". Una muestra clara de ello lo constituye, todavía hoy, el nombre de los clubes deportivos del oeste rosarino, que reflejan en general la inquietud política y el signo de sus impulsores, en gran medida alentados por convicciones revolucionarias de cambios sociales.

Era aquella —primeras décadas de este siglo— la etapa de aparición de organizaciones sindicales como la FORA (Federación Obrera de la República Argentina); de la difusión del Ideario anarquista; de la llegada de ideólogos anarquistas como Petro Gori y Enrico Malatesta, del paso del dramaturgo Florencio Sánchez, también de Ideas libertarlas, por la ciudad y sus cafetines; de la revolución rusa, de la elección de Alfredo L. Palacios como diputado nacional por el socialismo: época de fermentos.

No porque sí aquellos clubes tomaron nombres como Centro Progresista, Unión y Progreso, Ideal, Juventud Unida, Libertad, Nueva Era o El Luchador (que en un principio se llamó Club Deportivo Obrero El Luchador), que en sus estatutos iniciales no designaba presidente de la institución, al estilo de las organizaciones obreras, y que fuera fundado como homenaje al 1º de mayo, celebración cara a la clase trabajadora. Nombres todos que encierran, en sí mismos, un propósito Ideal de reivindicación social.

Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario Historias de aquí a la vuelta” Fascículo N.º 18 . Autor Alberto Campazas. Enero 1992-

viernes, 13 de octubre de 2017

ALGUNAS CALLES

Por Héctor N. Zinni



Aparente desorden


Del crisol vital que las calles representan, siempre nos interesó en forma especial el ambiente de las cortadas y pasajes. Allí todo parece más intimo - con sus ventajas y desventajas -, todo es más "de uno". El microclima se favorece en su constante mostrarse. Las cortadas son verdaderos refugios urbanos en el bullir sin pausa de la ciudad.

¡Cuántas variantes...! Qué de expresiones...! ¡infinidad de realidades! Rosario es una ciudad en la cual la presencia de cortadas y pasajes es protagonista fundamental. Hay barrios enteros cuyo trazado casi se resuelve en la alternativa rítmica de calles y cortadas: Arroyito, Tiro Suizo, Echesortu.

La posibilidad de mostrarse a la gente no tiene fin en sus diversas variantes, y, si bien no es posible conocerlas a todas o al menos eso lleva mucho tiempo, muchísimo tiempo, si en cambio podemos tentarnos con citar a algunas de ellas sin un orden de prioridades, sin un orden de preferencias: simplemente dejándonos llevar por ese aparente desorden de vivencias múltiples que significa recorrer y conocer la ciudad...

Hay aquellas que parecieron sensualizarse en la curva de su trazado. En una ciudad resuelta casi en su totalidad con calles de eje recto, encontrar aquellas que se desenvuelven al ritmo de una curva es un signo distinto. Cuando ese signo se implanta en una cortada, y es absolutamente único, su impacto es mucho mayor.

Secas y ajardinadas


En el viejo pasaje Rosarino, que nace en 24 de Septiembre al 1000, cumple con el capricho de hacerlo según los dictados de una media luna que, apuntando al sur, cambia en noventa grados su direccionalidad para cruzar con Sarmiento y continuar por algunas cuadras, recto y sin desvíos, hacia donde se pone el sol... Otra variante de este tipo une la calle Córdoba con la intersección de Santa Fe y el bulevar Avellaneda.

Hay cortadas "secas", y otras ajardinadas. Las hay amplias, mientras algunas semejanzas se complacen en expresar su estrechez. Algunas parecieran no tener fin, contrapuestas al breve recorrido de otras cuya fuga se resuelve en el telón de fondo que les presta una pared de cierre. Otras muestran en el horizonte culminaciones visuales inesperadas, insólitas, no habituales.

Las cortadas de Arroyito, algunas con sus aún visibles y cálidos adoquinados, se resuelven según las reglas de la máxima aproximación entre sus lineas municipales acompañadas por sus veredas angostas.

Telones de verde

El pasaje Amelong, en Ocampo al 1000, resume en sí mismo tres o cuatro de las características apuntadas. La amplitud visual basada en lo insólito del ancho de sus veredas para una arteria de sólo cien metros de vida, la alegría de sus árboles y su persistente pulcritud general fijan desde el vamos su carácter.

La cortada Marcos Paz también se caracteriza por su angostura, mientras que casi pierde su condición de "cortada" ya que su vida transcurre de este a oeste por más de veinticinco cuadras. En cambio el pasaje Rouillón, en Callao al 500 es un bolsón de único ingreso: su solución en "cul de sac" y su ancho exiguo le dan características únicas, aunque no es excluyente en la ciudad. Quienes viven en las casas que marcan su comienzo, son verdaderos guardianes de su acontecer. Ingreso y egreso se resuelven en un solo punto.., la pared de fondo es pantalla en donde se reflejan las expectativas de su vida interior.

El pasaje Madrid entre Mitre al 3300 es seco, descarnado, prolongado hacia el oeste por varias cuadras, pero en cambio en su cierre este, muestra un telón de fondo insólito, creemos que único en la ciudad - al menos hasta ahora no conocemos otro igual - ya que culmina en la vista de la torre de la Iglesia San Antonio...

Otras cortadas rodean plazas y se enriquecen con el verde de su espacio, con la alegría de sus flores: en San Martín y Ayolas, en Alberdi (Santos Dumont), en Sarmiento al 2900 frente al Hospital de Emergencias, en la cortada Barón de Mauá, junto al Centro Cultural.

Cortadas de niñez

Quizá el único cruce de cortadas en la ciudad está en su mismo corazón: Ricardone y su transversal el pasaje Araya caracterizadas por el extraño telón urbano conformado por las espaldas del Teatro La Comedia...

Y así podría continuarse y seguramente lo haremos en futuras ocasiones. Por su intimidad, por su calor humano, rendimos nuestro modesto homenaje a las cortadas de la ciudad corporizadas en la que nos sirviera de abrigo en nuestra niñez adolescente... Por eso, nuestro "Poema para mi barrio", hablaba de ellas de este modo:

"Barrio de cortadas y pasajes que dibujan un alto en el camino del que va, y es sin serlo, un solitario, un recuerdo, un remolino...

"Lo íntimo se encierra en su existencia bajo el sol del verano o el gris frío... Su vida breve y cargada de misterios, guarda ecos de magias y de niños...

"¿Una curva que se envuelve en su trazado? ¿Un reflejo en un charco, que nos acerca al cielo?...

"Quizás el brío de los juegos infantiles en la casa paterna, o en el río de cantares y de voces del pasado que acunaron mis sueños sin fronteras en el vientre fraternal de algún pasaje?

"- Una reja, tal vez? ¿ La de mi casa enriquecida en un encaje? ,.Algunas llores que cual gemas resplandecen en la luz?

"El horizonte cercano que los cierra?...

"¿ Y la locura y la alegría de don Pietro, con sus rieles y martillos bullangueros atronando el aire con sus golpes en la noche despierta de Año Nuevo?

"¿ Y doña Linda barriendo la vereda?...

".Don Rossano trabajando la madera en su sagrado taller de carpintero?...

"Oigo el grito de mi madre que me llama, en el silencio de una siesta de verano... Una siesta de pelota y escondida, o una piba tomada de la mano..."

...Y pensamos que pueden ser motivo de otra nota los relatos inspirados en la realidad contrapuesta de dos de estos protagonistas: la cortada Santa Cruz y el pasaje Monroe.

Como también puede ser motivo de recordación la ignota cortada José Martín, ubicada en la calle Tucumán entre Vera Mujica y Crespo, donde el abuelo del que esto escribe plantó una casilla al fondo sombreado de higueras y formó allí su familia. Mientras sus hijos se desaparramaron, mis abuelos nunca se movieron de ahí. Cuanto más se mudaron a la Escuela Técnica de Maquinistas Carlos Gallini, que aún está en la esquina de entrada, para ocupar el cargo de caseros por muchos años, hasta que se murieron los dos. Primero mi abuela, doña Carolina Ferraris, en 1943, y en 1950, mi abuelo don Felipe Zinni, que era abrucés, oriundo de Casalbordino, provincia de Chietti, Italia. Mi abuela era piamontesa, de Alessandria y tenía el carácter fuerte, todo lo contrario de don Felipe que era tranquilo y apacible.

En aquella cortada, que se llama José Martín porque el primero que la habitó fue un vasco francés del mismo nombre y apellido, vivía doña Felisa, vecina que ofició de matrona en el nacimiento de los nueve hijos que tuvo doña Carolina quien a su vez, hizo lo propio con el alumbramiento de los vástagos de doña Felisa. Vale decir que los hijos de ambas fueron cortados por la misma tijera, como se afirmaba entonces.

El telón de fondo de aquella cortada - al decir de Bonacci -, detrás del paredón que la cerraba, de la casilla y de las higueras, era la parte de atrás de la casa de los Garassino, familia que estaba en buena posición. Todo lo contrario de mis abuelos cuya pobreza era tanta que cuando aparecían las brevas en las plantas, salían todos los hijos a vender higos.

Yo podría contar muchas más cosas, pero para no alargar demasiado este asunto diré que aún se mantienen frescas en mi memoria aquellas reuniones familiares de

Navidad y Fin de Año cuando se realizaban los almuerzos y las cenas en el patio de la casa de la escuela. La mesa larga, provista por toda la familia de comida, pan dulce, turrones, avellanas, nueces, fruta abrillantada, vinos, sidra, los infaltables sifones de soda y las castañas asadas que hacía mi abuela...

Después de tomar el clericó, los chicos salíamos a jugar a la vereda haciendo sonar inofensivos petardos que venían en cajitas, o chisporroteábamos los raspa-raspa contra la pared de afuera y también describíamos círculos luminosos en el aire con las famosas estrellitas. Años de risas y de inocencia, en aquel barrio de familias numerosas y alegres y trabajadoras, como los Masson - cuyo apellido llevaba la cortada donde vivían -, como los Heredia y como tantos otros que el tiempo fue llevando al país

Mientras templa su guitarra, Martín astro parece revivir la misma fe de otras épocas

Notas
1 Radiolandia, Año XIV, N2 640. Bs. As., 22/6/1940.
2 Mundo Argentino, Año 53, N2 2186. Bs. As., 7/1/1953. Martín Castro falleció el 7/4/1971 casi nonagenario. V. además, del autor: Prostitución y Rufianismo. 35 Edic., Ed. Fund. Ross., Pág. 162 y 166.
3 José Mario Bonacci. Cortadas y pasajes. La Capital s/f. Rpr. en SupI. N5 4 de Historias de Bolsillo, N9 30. Rosario, abril 1993.

Fuente: Fragmento extraído de Libro “Barrios de Tango y otras Yerbas de Héctor Nicolás Zinni . Ediciones Del Viejo Almacén . Año 1997