miércoles, 25 de octubre de 2017

1941: EL DESCENSO TAN TEMIDO



Pese a la unidad lograda en la familia centralista en el año del cincuentenario (1939), las dificultades económicas y las malas campañas futbolísticas en la AFA determinaron crecientes desencuentros. Fue por ello que tras renunciar la C.D. que encabezara el ingeniero Louhau en 1938 —para permitir la unidad— se registran en 1939 tres presidencias consecutivas: las de los señores José Valenti, Luis C. de Mattía y Adolfo Boglione. Durante 1940/41 asume la conducción José B. Quintana, pero el 16 de noviembre de ese último año renuncia Ja directiva en pleno y se convoca a elecciones (ya se había producido el descenso de categoría), en las que surge electo presidente Agustín Rodríguez Araya.

Lo cierto es que tal desorden institucional tuvo que haberse reflejado en el rendimiento del conjunto superior que, no obstante la reconocida capacidad de algunos de sus integrantes, fue de fracaso en fracaso hasta ocupar el último lugar en la tabla de posiciones descendiendo de categoría. El equipo apenas logró cuatro victorias en la primera rueda (1 a O a Platense; 2a 1 a Boca; 1 a O a Atlanta y 1 a 0 N. O. Boys); en ia segunda rueda fueron cinco los triunfos pero el descenso se hizo inevitable. En la antepenúltima fecha —para colmo de males— cayó derrotado ampliamente ante Newell's (5 a O) llegando a la última fecha en posición desespera da y con la obligación de ga nar para intentar conservar la categoría. Ese día, en cancha de Bánfield, el elenco bonaerense le ganó por 4 a 2, sellando definitivamente su suerte. Para mejor comprender la intrascendencia centralista de ese nefasto 1941 debe recordarse que justamente Bánfield —acusados por segundo año consecutivo sus dirigentes por intentos de soborno— fue castigado severamente con el descuento de 16 puntos; ni así, Central pudo superar a los banfileños que con la victoria final ante los auriazules lo superaron por un punto (descontados los 16) y lo mandaron al descenso. Aquel año el club de Arroyito transfirió precisamente a Bánfield a Salvador Laporta: a Cisterna y a Coloccino a Platense y, en lo que fue una de las transferencias más elevadas de la temporada ($ 45.000 m/n), el zaguero Ignacio Díaz a San Lorenzo de Almagro. Por lo demás, incorporó al uruguayo Antúnez y a un futbolista rosarino, nacido a la fama en Central Córdoba, que llenaría páginas inolvidables con la casaca auriazul: Waldino Aguirre, desde ese entonces y para siempre el Torito" Aguirre. Además, entre los jóvenes que fueron promovidos en distintas circunstancias a la división superior, asomaba su pinta de jugador fino, cerebral y contundente un centrodelantero que llegaría a ocupar, un sitial preponderante en el fútbol argentino: Rubén Bravo.

Como podrá apreciarse el plantel centralista estaba integrado por jugadores de valía, por lo que no es aventurado suponer qué motivos extrafutbolísticos incidieron en alguna medida a tan baja producción. Aquel plantel —para que los viejos lo recuerden y los jóvenes lo sepan— lo integraron los arqueros Ferraris y J. Martínez; los zagueros Lezcano, Pedro Perucca, De Zorzi y Verga los "medios" (como se les llamaba entonces), Eguiluz, Santiago, Nievas, Casalini, N. Fernández, H. Blanco. Ríos, Bisón y Fogel; y los delanteros Heredia, Godoy, Antúnez, Izaga, E. Martínez, Harry Hayes, Rubén Bravo, Nóbrega, M. Gómez, Waldino Aguirre, Vilariño, T. Medina, Vida¡ y Armendáriz.

Aunque parezca insólita esta afirmación, algunos de esos hombres estaban consolidando la base de un gran equipo. Un gran equipo que arrasó con el torneo de la división "B" en 1942 y que prosiguió su campaña excepcional en la primera mitad del torneo superior de 1943. como veremos en nuestras próximas entregas.
Fuente: extraído del libro de la historia de Rosario Central . Autor Andrés Bossio