jueves, 29 de abril de 2021

LUCES Y SOMBRAS DE LA ERA IGNOMIRIELLO.

 



Por Andrés Bossio



La temporada de 1967 se inició en Rosario Central con la reelección de don Adolfo P. Boerio por dos años más al frente de la entidad con lo que siguió creciendo el intento por capitalizar socios patrimoniales que, con el monto de las cuotas mensuales aportadas, posibilitaran la realización de las grandes obras previstas en la Ciudad Deportiva de Granadero Baigorria. Poco a poco, ese sueño que lo tuvo a Boerio como su máximo abanderado, se iba convirtiendo en hermosa realidad.

En fútbol las cosas no “pitaban” nada bien a comienzos de ese año. Un cuadranguarlar con Newell's, Unión y Colón no dejó ningún saldo positivo la perspectiva de un buen equipo chocaba con la realidad financiera del club, que debió desprenderse de Ántonio Manilo y Antonino Spilinga, requeridos por Rácing; de Domingo Aranda y Carlos Bulla, transferidos a Platense; y de un jugador que había nacido en eel club pero que toda- vía no había tenido muchas ocasiones de mostrar sus sobresalientes aptitudes; cedido a Atlanta, alcanzaría un sitial de privilegio en entidades de gran jerarquía como Independiente y River; el jugador cedido era Perico Raimondo.

Con todo, hubo una noticia que fue conmocionado para el hincha auriazul: los directivos centralistas gestionaron la reincorporación de dos valores surgidos en Arroyito: Enrique Fernández y César Luis Menotti. Lo de Fernández finalmente no pudo hacerse, lo de Menotti sí. Aunque duró muy poco: apenas dos partidos. Vino el nuevo técnico y Menotti ya no jugó más en Rosario Central.

El tema del director técnico comenzaba a «cobrar entonces prioritaria atención. Los dirigentes de Rosario Central tanto lo creyeron así que se lanzaron a la búsqueda de un técnico para las divisiones inferiores. Tal vez un poco injustamente se dejó de lado la labor de años de abnegados y eficientes delegados —tal eran entonces denominados los que se ocupaban de los chicos del club— para transferir la responsabilidad de formar futuros cracks e hombres que lucían de directo técnico En Buenos Aires había alguien que ostentaba antecedentes de gran eficacia en clubes de la capital y de La Plata: Miguel Ubaldo Ignomirielo. En tanto, las flojas actuaciones del equipo en la pretemporada y un desafortunado debut en Arroyito (perdió Central dos a cero y los dos goles rojos los hizo el implacable Artime), precipitaron el alejamiento del entonces técnico, hombre de Central, querido y respetado por la hinchada: Pepe Minni. Mientras, se barajaban los nombres de Alejandro Scopelli y Enrique Fernández Viola, de gran prestigio ambos en la prensa porteña y, por eso, muy caros, Debió hacerse cargo del primer equipo (en forma interina, se explicó) Miguel Ubaldo lgnomirielo, quien se quedó al frente del mismo por espacio de c:0s años y medio, De todos mo- dos, corresponde decir —más allá de las discusiones y polémicas que despertaba don Miguel— que eran tiempos de cambio y Central se acomoda- ba a ellos. Justamente el gran cambio se dio ese año de 1967, abarcando a todo el espectro futbolístico nacional. Una nueva reestructuración se puso en marcha, mucho más profunda, más 'revolucionaría”, en un intento inédito que tuvo como factor determinante de la decisión a don Valentín Suárez, hombre de vasta trayectoria en los cuadros dirigontes de su club, Bánfield, y de la AFA.

Fuente: Extraído de la Colección de Rosario Central. Autor. Andrés Bossio

miércoles, 28 de abril de 2021

La ciudad oculta



Por Osvaldo Agüirre


Roque Lorenzatti (26), empleado de comercio, aceptó su error: mientras pagaba los mil pesos de la apuesta, reconocía entre sonriente y malhumorado, su escasa capacidad de observación. ',Cómo es posible —se lamentó— que pasando por aquí tres veces al día no me haya dado cuenta antes?" En efecto: una rara ventana que corona los altos del edificio de Córdoba 809, y que puede avistarse mientras se camina desde Maipú hacia el río recorta nítidamente un pedazo de cielo, es decir, no cumple función alguna.

Como esa insospechada e inútil ventana, motivo de una apuesta, son numerosas las rarezas que escapan a la vista del caminante de las calles céntricas. Para Ana María Ferrari (16), estudiante secundaria, el fenómeno no tiene explicación. Yo no entiendo —afirma—, no alcanzo a darme cuenta cómo la gente puede ignorar las cosas más desconcertantes y hermosas de la ciudad". Ella es, por supuesto, una fervorosa coleccionista de absurdos edilicios y rarezas de las calles y recovecos de Rosario. Pero el hombre de la calle, el que transita normalmente por el centro comercial, no tiene tiempo para tales aficiones: los trabajos absorben su atención y lo protegen de distracciones superficiales. Otro tanto sucede, sin duda, con señoras y señoritas que deambulan por boutiques y grandes tiendas, entregadas fervorosamente a la tarea de comprar. Naturalmente, los que reservan su tiempo para la contemplación, son los menos. Ellos, como Ana María Ferrari, pueden enumerar objetos e insospechadas construcciones, que por lo general se encuentran ubicadas a no menos de diez metros del nivel de la calle.

De estas extrañas especies, tal vez sean las más conocidas la veintena de mástiles que adornan el frente de Los Gobelinos, o los largos y pesados faroles que cuelgan de cadenas a lo largo de las paredes del Palacio Fuentes. Pero hay detalles mucho más sutiles, que escapan al observador común, y que se brindan a los iniciados en el oficio de contempladores: el declive que existe en calle Córdoba, entre bulevar Oroño y Balcarce, por ejemplo, o la inesperada puerta de cinco metros de alto que defiende su lugar entre dos negocios, en Córdoba 923. Y hay muchas otras puertas y ventanas especialmente notables, que suelen pasar inadvertidas, como sucede incluso con casas y mansiones del más puro art nouveau, o con fachadas que mantienen su simple pero incuestionable estilo colonial, como la que perdura en Urquiza 1076.

Mezcla de estilos y extraños resultados 

La mezcla de diversas influencias parece signar, incuestionablemente, la arquitectura de Rosario' —afirma el arquitecto Alberto Santanera (30) Según este profesional, la superposición de diferentes épocas y escuelas se sintetiza, con alarmante frecuencia, en un solo edificio. 'Tal es el caso del Hotel Litoral —agrega el arquitecto José María Marchetti (30) en la esquina de Urquiza y Sarmiento—. Su amplia mole de tresplantas soporta el embate de los años, y ostenta una larga pérgola o galería, prácticamente desconocida para el peatón desprevenido". En este caso, parece no haber dudas sobre la bastardía del estilo. 'Por otra parte —sugiere don Hilarión Hernández Larguía, arquitecto (75)—, sus obvias contradicciones permiten suponer una construcción en varias etapas, así como la posibilidad de refacciones posteriores que contribuyeron generosamente a la hibridez actual de sus fachadas".

En medio del desorden, sin embargo, algunas exquisiteces satisfacen los gustos de Alberto Santanera: el descubrimiento —por ejemplo— de varias banderolas con dibujos en óvalos, olvidadas en la planta alta del local que ocupa la discoteca Baltazar, en Rioja al 1300, y que recuerdan, por su tratamiento, a similares trabajos en carpintería que Gaudí —autor de la inconclusa Iglesia de la Sagrada Familia— efectuaba en sus obras de Barcelona.

No menos asombrosos son los esplendores del gran edificio que ocupa una de las esquinas de Entre Ríos y Santa Fe, puestos en evidencia por recientes operaciones de blanqueado: su origen es anterior, sin duda, a 1920 y se reconoce en él un claro estilo español de principios de siglo. 'La obra es fruto de los desvelos de un arquitecto oriundo de la península —informó don Joaquín García Arguelles (65)— que no revalidó su título pero que dejó aquí algunos edificios admirables, don Francisco Roca". Uno de los detalles sobresalientes de la construcción —que alberga a unos cuantos comercios, a la Sociedad Española de Socorros Mutuos y a varias decenas de inquilinos— son los emblemas, y mayólicas y escudos que adornan el frente, sólo conocidos por muy pocos rosarinos.

También son muy pocos los avisados de la existencia de una pérgola que señorea en los altos de la tienda La Favorita, pero Celestina T de Sarthou (64) recuerda la notoriedad del lugar, en la década del 30, 'cuando las señoritas elegantes lo frecuentaban para disfrutar de un buen té con leche y de las melodías de un violinista que enriquecía la intimidad de los atardeceres estivales". La evocación incluye clases de danza y zapateo que se dictaban en los mismos salones, ocupados hoy por las oficinas de crédito y la contaduría de la tienda.

Las dos excepcionales plantas altas de Rioja 1316 confirman las observaciones de Marchetti y Santanera: el esmerado trabajo de frente en columnatas y arcos raramente ad [sic] tura italiana. El volumen que sobresale de la fachada recuerda, por otro lado, cierta concepción de los ingleses. En este caso, la escala utilizada sería una prueba de la preponderancia de los italianos en la combinación de elementos.

Otro tanto sucede con la rareza de un edificio situado en Rioja 1073, sobre la Botica de la Cueva. En los tres pisos superiores una extraña combinación unifica criterios de un estilo inglés —el tratamiento de pilastras con ladrillos vistos— y otro italiano —ventanas rectangulares, puertas en arco y distintos trabajos de guardas—.

Una ciudad extraña acecha al peatón apresurado, urgido por las exigencias de la rutina. Pero unos instantes de detenimiento pueden devolverle a los placeres antiguos y elementales de la retina: la ciudad entrega entonces sus misterios, como si el flamante observador fuera ya un antiguo miembro del clan de los contempladores.


Fuente: Extraído del Libro “ BOON la revista de Rosario” - Antología . La Chicago Editora. 2013.

martes, 27 de abril de 2021

Instrucciones para el uso del río Paraná



Por Osvaldo Agüirre




El motor rateó, la hélice formó remolinos en el agua a medida que la lancha partía vertiginosamente río arriba, atiborrada de elementos: termos, heladera, esquíes acuáticos, salvavidas, una parafernalia indispensable para los cultores del río Paraná, del sol del Litoral. Curiosamente, no se detuvo en la playa La Florida, o en El Puntazo, en la Isla de la Invernada; por el contrario, optó por mantener un rumbo fijo, aguas arriba, en procura de riachos solitarios. Los rosarinos no conocen el Paraná —sentencia Carlos Guglielmone (32 años, soltero), mientras aferra el volante—: los que tienen lancha, se limitan a pavonearse frente a las playas, o a hacer vida social frente al Puntazo: jamás se arriesgan a conocer otros ríos, a descubrir las posibilidades del Paraná". Y quizá el explorador Guglielmone no está del todo errado: el río parece limitarse a la zona que va desde el centro de Rosario hasta Aiberdi, donde la explosión demográfica, los fines de semana, alcanza cifras apabullantes.

Sin embargo, los rosarinos pueden regocijarse con un dato contundente: ningún río del país ofrece variantes tan heterogéneas como el Paraná. En efecto, pocas playas acumulan tanto barro como las que ostenta Buenos Aires (Saint 'fropez, El Anda): los riachos del Tigre, por otra parte, se han vuelto intransitables para los iniciados: la proliferación de embarcaciones de todo tipo impide la pesca y los deportes acuáticos. Semejantes amenazas no parecen cernirse, por el momento, sobre Rosario: el río se ha transformado en un divertimento incomparable de los fines de semana, un paliativo contra los rigores del verano que pocos desdeñan.

Las playas, quizá, son el reducto favorito de los adictos al sol, donde se conjugan todas las clases sociales en procura del estatus epidérmico. Los fines de semana, La Florida, La Arenera y El Croting albergan a un número algo abultado de bañistas, dispuestos a tomar sol, nadar, jugar al fútbol o, en última instancia, intentar aventuras amorosas. Pero ninguna plaza alcanza la popularidad de La Florida: de toda la ciudad convergen los fanáticos, utilizando automóviles, colectivos o motocicletas, y recién abandonan la arena a la caída del sol. "El éxito de La Florida —asegura Benito Gómez (43años, casado, 4 hijos), dueño de un puesto de gaseosas en la playa— se debe, principalmente, a su longitud: la gente puede caminar, hacerse de amistades: los muchachos, por el contrario, se especializan en asediar a las chicas". Los 400 metros de arena que ofrece La Florida, entre las calles Ricardo Núñez y Buchanan, están sujetos, sin embargo, a un ritual preciso, que jamás deja de ser observado por los habitués. La zona norte de la playa —susurra Gómez, mientras destapa una botella— está invadida por los pitucos: dan asco los trajes de baño que se ponen, o los colores de las toallas que despliegan. Además, jamás se mezclan con el populacho de la zona sur". Para el contundente Gómez, la división es concreta, precisa: el sector que comienza a la altura de la calle Ricardo Núñez se especializa en llevar mates y bombillas, o en realizar picnics sobre la arena. Los que incursionan por la zona norte, contrariamente, apelan a variantes exóticas: 'No se mezclan con nadie —proclama--; ni siquiera hablan entre ellos mismos".

Para los desprevenidos, La Florida se semeja a una muchedumbre compacta, a excepción de los días de semana: apenas un puñado de bañistas se aventurarán a trasladarse hasta Alberdi, para deleitarse con la soledad de la playa. "Yo trabajo aquí todos los días —acota Mario Andrés Taravelli (37 años, soltero), vendedor de sándwiches—; le aseguro que he visto cosas vergonzosas, especialmente durante la semana: alrededor del mediodía llegan algunos muchachos que se tiran sobre la arena y toman sol hasta las cuatro de la tarde. Ahora yo me pregunto: ¿no tienen otra cosa que hacer estos vagos?". Quizás el mayor impedimento de los cultores del sol es el trabajo: pocos disponen, al mediodía, de tiempo o de automóvil para llegarse hasta La Florida en busca del sol. Por lo tanto no es de extrañar que los sábados y domingos la aglomeración de bañistas produzca derivaciones insospechadas, como por ejemplo los accidentes.

Lo más común —explica un bañero del balneario— son las insolaciones; la gente con los primeros calores, se expone demasiado al sol: el resultado, por lo general, son las quemaduras de primer grado. Pero eso no es nada comparado con los que se arriesgan a nadar fuera de los límites de seguridad, especialmente en las proximidades de Punta Barrancas: los remolinos, en esa zona, suelen ser fatales". Los ahogados (veinte, el año pasado) marcan el contrapunto con otro peligro que ha aumentado, a partir de la invasión de las lanchas con motor fuera de borda; en efecto, pasar a velocidades sorprendentes cerca de los bañistas es una de las actitudes más comunes de algunos motonautas. "El día que algún nadador se enganche con una hélice —proclama el bañero— recién se va a comprender el peligro". Al margen de esos descalabros mayores, los adictos al agua tuvieron que soportar el verano pasado algunas consecuencias no menos molestas: una invasión de pequeñas pirañas, que lograron algunos trofeos insólitos, como por ejemplo la yema del dedo índice de una señorita.

Sin embargo, el Paraná admite otras playas menos concurridas, que también son asediadas de acuerdo a la moda del momento: el Croting, entre La Florida y Rosario, depara el mejor ejemplo. Los que incursionan por esta reducida franja de arena rara vez se arriesgan a sumergirse en el agua: los cánones del Croting imponen, como única posibilidad, tomar sol. 'El problema —explica Alberto Díaz (23 años, empleado) embutido en un traje de baño con flores tropicales— es que en esta playa no hay demasiado espacio: se hace difícil nadar entre el muelle y la draga, que echa permanentemente chorros de agua".

Quizá cambie la situación cuando se termine de dragar la caleta del Yacht Club Rosario. No obstante, el brazo de río que comunica el Paraná con el club es aprovechado por algunas bañistas para intentar abordar las embarcaciones: "La parte de la playa que da sobre la caleta —denuncia Díaz— es el lugar preferido de las piratas: se instalan a tomar sol en poses seductoras, hasta conseguir un barco, que parte delYacht Club, que las lleva a pasear".

Semejantes objetivos escapan a los que incursionan por La Arenera: los atildados bañistas se dan cita de antemano, o especulan conencontrar gente amiga para pasar el día. Quizá ninguna plaza ofrezca la calidad de arena de este paraje, dominado por los exquisitos, donde curiosamente no se producen aglomeraciones. "Aquí nos conocemos todos —señala María Inés Batallán (21 años, soltera), cubriendo sus hombros con un bronceador—; por eso es divertida La Arenera. El día que se popularice tendremos que encontrar otro lugar".Y es precisamente hacia el norte donde apuntan en la actualidad algunos objetivos: el más cercano lo depara una playa que no admite competencia y que se ha convertido en el bastión más exclusivo de la ciudad. En efecto, para los fanáticos de El Puntazo, en la isla de La Invernada, nada es comparable a las arenas marítimas que se encuentran frente a Granadero Baigorria, un lujo reservado para pocos rosarinos. Para trasladarse a este coto privado, formado por aluvión, es imprescindible poseer algún tipo de embarcación; yachts, lanchas, botes y canoas se apretujan cerca de la orilla, los fines de semana, mientras sus ocupantes observan una serie de ritos que jamás se dejan de practicar. "Acá se viene a hacer pinta —asegura Marcelo Carreras (25 años, soltero)—: se exhiben las mejores lanchas, los mejores yachts o la pericia que se tiene para esquiar".

Pero no solo ostentan embarcaciones los habitués de El Puntazo; por el contrario, los trajes de baño son meticulosamente elegidos para desplazarse por la playa: bermudas con flores tropicales, o escuetos bikinis son algunos de los imperativos que observan los iniciados para tomar sol, especialmente en la cubierta de algún yacht. Porque en la mayoría-de los casos El Puntazo es un pretexto para que los navegantes se intercambien visitas, de barco a barco; para desplegar manteles, o para abrir heladeras portátiles atiborradas de provisiones. Sin embargo, la soledad que propone la playa se ve amenazada por una posibilidad que ha estremecido a los adictos: este verano una lancha colectiva transportará, desde Rosario, a los que no poseen embarcación. "Todo está preparado —acota Carreras—, hasta se está edificando un bar para recibir la avalancha". La invasión, sin duda, logrará un efecto contundente: desplazar a los fanáticos del Puntazo hacia otras playas.


El paraíso perdido 

Pero el Paraná depara sorpresas para aquellos que se han inclinado por un deporte: la motonáutica, un auge que sólo se inició hace cinco años.Y no es de extrañar: el río propone un caleidoscopio de posibilidades si se tiene en cuenta la cantidad de ríos e islas que se pueden recorrer. Quizá los que poseen una lancha con motor fuera de borda se limitan a un recorrido preciso, que jamás ofrece cambios de la guardería Géminis o de Escauriza hasta La Florida; a lo sumo, se aventuran hasta El Puntazo. 'En realidad —afirma Carlos Guglielmone—, los motonautas rosarinos se caracterizan por la falta de iniciativa. Si uno les nombra el Paraná Viej o, el Embudo, el banco de arena frente a Fray Luis Beltrán o el río de la Invernada, lo más probable es que los desconozcan. El Paraná todavía no ha sido descubierto por los rosarinos: el día que se organice el turismo, muchos van a veranear en las islas'.

Curiosamente, la industria que puede generar el río aún no ha sido vislumbrada por los audaces; en efecto, en los riachos del Tigre, en Buenos Aires, proliferan recreos, restaurantes, estaciones de servicio y lo más importante, casas de fin de semana que originan, a la vez, una industria paralela-: la de las lanchas colectivos y los almacenes. Las islas que enfrentan a Rosario están lejos de poseer semejantes recursos; por el contrario, albergan un puñado de casas (desde luego, sin luz eléctrica) que deben soportar los rigores del aislamiento. "Es imposible edificar en una isla —sentencia el experto Guglielmone—: no hay ningún lugar donde comprar alimentos, donde abastecerse de nafta. A pocos les gusta vivir en esas condiciones".

También a contadas personas les interesa explorar la costa del Paraná, los riachos que desembocan en lagunas sorprendentes, inexploradas, remontar el río que conduce a la ciudad de Victoria, detenerse en las playas agrestes, atiborradas de ceibos: una empresa que está únicamente destinada a los conocedores, a los que saben aprovechar los recursos del Litoral. "El problema —desliza Antonio Morello, socio del Club de Regatas— es trasladarse a los lugares paradisíacos que tiene el Paraná. Los que reman y pueden disponer de un bote jamás van a intentar un cruce con consecuencias trágicas, o un alejamiento peligroso: si sobreviene una sudestada, son hombres muertos". Pero ningún hecho indigna a Morello como el barco Ciudad de Rosario, anclado en el puerto: "Fue la compra más inútil que hizo el gobierno de Carballo. ¿Me quiere decir para qué se gastaron tantos millones en un buque inservible? Todavía no entiendo por qué no se lo utiliza para excursiones".

Pero ningún hecho indigna a Morello como el barco Ciudad de Rosario, anclado en el puerto: "Fue la compra más inútil que hizo el gobierno de Carballo. ¿Me quiere decir para qué se gastaron tantos millones en un buqueinservible? Todavía no entiendo por qué no se lo utiliza para excursiones".

Las ventajas del río, sin embargo, se estrellan frente a una realidad: "trasladarse' a las playas solitarias, a las zonas exóticas, exige, de antemano, una suma algo abultada de dinero. En efecto, para adquirir una lancha con motor fuera de borda o un crucero (los yachts están siempre sujetos a la intensidad del viento) hay que desembolsar cerca de un millón de pesos. Esas erogaciones se produjeron a partir de 1963, cuando un deporte invadió las costumbres fluviales: la motonáutica y el esquí acuático, una variante insólita para los apacibles amantes del río. "Hay que admitir que las lanchas son caras —pro-dama un vendedor de la calle 27 de Febrero—, no obstante la gente sigue comprando cada día más". Para desplazarse a velocidades vertiginosas sobre el río, nada más indicado que una lancha económica como la Bermuda, la más barata de toda la.gama:298 mil pesos el casco, y 340 mil pesos el motor Evinrude, de 33 caballos. Sin embargo, los adquirentes de una Bermuda Sportwin (la más apta para la pesca y la caza) deben desembolsar algún dinero adicional para dotarlas de accesorios: la caja de controles con cambios, los esquíes acuáticos y los implementos que exige la Prefectura (salvavidas, extinguidor de fuego, botiquín, luces reglamentarias) pueden aumentar el presupuesto. Los ambiciosos, no obstante, optan por una marca que ha hecho furor en los últimos años: las lanchas Pagliettini, que pbr lo general no bajan de un millón de pesos. La más requerida, quizá, es la 406, una lancha con casco de poliéster reforzado y motor Mercury de 50 caballos, que exige una erogación de 911 mil pesos, con equipo completo. Sin embargo, los precios no parecen atemorizar a los motonautas: el Crucero Compacto Pagliettini, con motor Mercruiser de 160 caballos, casco, cabina (cubierta de poliéster reforzado y dos cuchetas), se ha convertido en un imperativo para los conocedores del río. Su precio no deja de ser elevado: 4 millones de pesos.

Los accesorios, asimismo, deben ser contemplados por los eventuales compradores: un par de esquíes Betancourt (12.900 pesos), un mono sin para slalom (9.500 pesos) o para saltar la rampa (15.000 pesos) deben incluirse en el presupuesto. Una soga para remolcar al esquiador (3.800 pesos) debe agregarse, asimismo, a las compras.

"Hasta hace poco —afirma un miembro de la Prefectura Nacional Rosario— los que manejaban lanchas eran unos inconscientes: apenas las adquirían, se lanzaban al río sin ningún tipo de experiencia. En la actualidad, la Prefectura exige ciertos requisitos indispensables para poder conducir: es la imuica manera de evitar accidentes". Y no es de extrañar el control por parte de las autoridades: los accidentes náuticos, el verano pasado, alcanzaron cifras alarmantes. "Los principales peligros del río —explica—, son los troncos ylos elementos flotantes: en lo que va del año pescamos del río veinte abogados, seis de ellos todavía sin identificar. La cifra, para fin de año, va a aumentar: calculamos alrededor de veinticinco".


Un auge inusitado

El esquiador cruzó varias veces la estela que formaba la lancha con movimientos rápidos, casi perfectos; poco después le tocó el turno al slalom: un espeluznante zigzag, sólo practicable por los expertos. Para los fanáticos del río, ningún deporte ofrece las gratificaciones del esquí acuático, una actividad que gana, día a día, más adeptos. El esquí, paralelamente, se adjudica algunas ventajas insospechadas: a diferencia del esquí de nieve, un deporte que insume varios meses de aprendizaje, el acuático puede lograrse en un día. "Antes había solamente tres esquiadores en Rosario —recuerda Federico Benetti Aprosio (21 años), quizá el mejor esquiador rosarino—; ahora todo el mundo lo ha adoptado. Sin embargo, pocos conocen los lugares más aptos para esquiar, como por ejemplo El Puntazo, El Embudo y el Paraná Viejo". Para el imbatible Benetti Aprosio, solo se debe practicar en los lugares donde el río es apacible, sin olas: la velocidad, en esos casos, puede alcanzar los 60 kilómetros por hora. Deslizarsecon dos esquíes, aparentemente, no ofrece demasiados sobresaltos para los iniciados; por el contrario, cualquiera puede salir del agua la primera vez que lo intenta. 'Lo dificil es hacer mono sin —aclara Benetti Aprosio—: cansa mucho más y exige un buen estado fisico. El movimiento del cuerpo es más elástico; por lo tanto, cualquiera que intente practicarlo deberá previamente hacer gimnasia".

Sin embargo, las variantes a las que puedan apelar los esquiadores no parecen tener limite; en la actualidad, las posibilidades son más amplias: se utilizan esquíes sin quilla o —paradójicamente— se usan los pies. Los primeros permiten girar al deportista, hasta ubicarse de espaldas a la lancha, una destreza que contados esquiadores están en condiciones de realizar. "Hacer esquí únicamente con los pies —proclama Benetti— es la moda del momento. En este caso, el río tiene que estar liso como un espejo y la lancha no debe formar estela. Desde luego, nadie resiste deslizarse .en estas condiciones más de cien metros". Las rampas ubicadas en el-río pueden ocasionar a los inexpertos consecuencias imprevisibles: "Lo más común —aclara— es que se produzca una hernia de disco, en particular para aquellos que no saben saltar".

Nada más indicado para los que pretenden incursionar por el esquí acuático que utilizar un salvavidas: una mala caída o un movimiento muscular inapropiado se mitigan con un flotador. Y no es para menos: la corriente del Paraná, del Paraná Viejo y de El Puntazo, lugares preferidos por los expertos, puede arrastrar peligrosamente a un esquiador. Sin embargo, el water sin, por el momento`, se limita a un puñado de deportistas y está lejos de ser deporte masivo: "No se ha hecho una buena promoción —acota Benetti—: es hora de que se realice un campeonato con figuras nacionales de primera línea. De lo contrario, siempre será un deporte para exquisitos".


Los hijos de Gaboto


La promoción, asimismo, no parece alcanzar la mayoría de las islas y riachos cercanos a Rosario: solo un numero reducido de navegantes conocen parajes como Los Marinos, El Changué, La Brava, El Saco, El Bobo o la Isla del Encanto, cotos privados de los que se aventuran por el Litoral. Quizá ningún programa depare tantas gratificaciones como recalar en alguna isla, y aprestarse a una actividad que ha aumentado en los últimos años: el camping. Para quienes los mosquitos, culebras e insectos constituyen un desafio menor, armar una carpa, después de un día de navegación, se convierte en un rito incomparable que ofrece las ventajas de la soledad y del aislamiento. Sin embargo, se hace dificil, para los socios de los clubes de remo que bordean la costa (Club Regatas, Remeros de Pjbercli, Náutico Sportivo Avellaneda, Rowing) trasladar un campamento a bordo de una canoa, o de un bote a remo; por lo tanto, el camping solo concita a aquellos que poseen una embarcación mayor, capaz de albergar los implementos necesarios. En efecto, una carpa para cuatro personas (23 mil pesos), con piso protector de dacron, es sólo una parte de la parafernalia; bolsas de dormir (18 mil pesos), colchonetas inflables o un catre de campaña son accesorios imprescindibles para una noche fluvial. La excursión se debe completar con parrillas para asados, heladeras portátiles y todo tipo de herramientas.




"Antes había solamente tres esquiadores en Rosario —recuerda Federico Benetti Aprosio (21 años), quizá el mejor esquiador rosarino—; ahora todo el mundo lo ha adoptado".




La invasión de las playas e islas del Paraná también suele practicarse desde yachts y cruceros, que parten invariablemente del Yacht Club Rosario o del Club de Velas. Por encima de la motonáutica y del remo, asoma un deporte que congrega a los cultores del río: el yachting, sólo para aquellos que están dispuestos a iniciarse, durante años, en los secretos de la navegación. El yachting es un deporte que exige sacrificos —confiesa José Zambruni (39 años, casado), un experto de la navegación a vela—. Sólo da satisfacciones a quien siente la pasión por el río. Además, en Rosario el mercado es muy reducido: el entusiasmo por las velas ha pasado a segundo plano". No obstante, la proliferación de lanchas con motor fuera de borda o de cruceros no impide que el Yacht Club Rosario atesore barcos deslumbrantes, como por ejemplo el San Jorge, el Nandeyara, el Windward o el Bonita, que pocas veces navegan por el Paraná: la falta de calado que ofrece el río (según algunos conocedores como consecuencia de la represa brasileña de Sete Quedas) les impide, en algunas oportunidades, navegar por la caleta delYacht Club.

Adquirir un velero a un astillero local depara una cadena de esfuerzos para el futuro propietario: debe proveer los herrajes y accesorios para "arbolarlo", como asimismo las velas, que se compran en Buenos Aires. "Los mejores velámenes —explica Mario Rigat (50 años, casado, 2 hijos), propietario de un deslumbrante yacht— son los de dacron, que por lo general son importados. Antes, las velas eran de algodón, lo que creaba complicaciones".

El río Paraná no ofrece costados peligrosos para los yachtmen: frente a los clubes alcanza los mil metros de ancho, lo que favorece el acercamiento a la costa en caso de peligro. El calado, por otra parte, ofrece particularidades: existe una plataforma que se extiende hasta los 200 metros de la costa, dando paso a un canal con una profundidad de 4 a 12 metros. "Los peligros del río para la navegación son muy limitados —asegura Zambruni—: a lo sumo, los vientos imprevistos, siempre que sean de intensidad. En estos casos, nunca hay que navegar contra el viento: por el contrario, a favor, tratando de ganar la costa. Por eso es importante navegar aguas arriba: si se produce algún imprevisto en el motor, la corriente se encarga de llevar el barco a puerto. Los amateurs también deben cuidarse del remanso Valerio, al norte de Punta Barrancas, a la altura de Granadero Balgorria: el agua parece un hervidero".

Pero no solo el Paraná ofrece recursos para los adictos a la navegación: los cruceros con cuchetas pueden navegar hasta el puerto de Carmelo, en Uruguay, una excursión que demanda dos semanas de travesía; el puerto del Buceo, en Montevideo, o Punta del Este, también atraen a los yachtrnen rosarinos; por Último la Barra de San Juan, sobre el Río de la Plata, o Colonia, pueden ser abordados por los navegantes. Para estas excursiones prolongadas es conveniente no olvidar ciertos elementos: un compás o brújula, cartas de navegación, un escandallo (sonda manual de profundidad), combustible en cantidad y reserva de agua potable.

Sin embargo, el yachting se ve amenazado por una actitud que ha caracterizado a la náutica rosarina en los Últimos años: la falta de promoción, dada esencialmente a través de las regatas. "Los clubes se han olvidado de las competiciones —se lamenta Zambruni—; antes se realizaban regatas de Santa Fe a Rosario y de Rosario a San Pedro, que incluían todas las clases y hándicaps. Esa época pasó al olvido". En 1956, un yachi rosarino, el Arrayán II; participó en la regata Buenos Aires-Río de JaneiroEl barco, perteneciente a la clase Super Cadete, diseñado por el célebre Germán Frers y gemelo del Fjord IV, llevó en aquella oportunidad una tripulación precisa: siete rosarinos que aprendieron a navegar en el río Paraná.





Fuente: Extraído del Libro “ BOON la revista de Rosario” - Antología . La Chicago Editora. 2013.

viernes, 23 de abril de 2021

El Palacio Canals, un espectacular patrimonio en el corazón

Julian Torrisi 
16 de abril de 2021 
Arquitectura Historias, Rosario 


Juan Canals arribó a Rosario en 1870, proveniente de Catalunya, y rápidamente se destacó por su habilidad en los negocios y la cantidad de terrenos que disponía. Fruto de sus ganancias, mandó a construir su propio palacio, a cargo del arquitecto inglés Herbert Boyd Walker, en 1888. Juntos también proyectarían diferentes obras que hoy son patrimonio de la ciudad, como Villa Hortensia (1890, hoy Distrito Norte), el Palacio de Tribunales (1889, hoy Facultad de Derecho) y la casa del empresario Eloy Palacios (1890, hoy Tribunales Federales).  

La mansión era para uso personal de Canals (1849-1901), quien realizó una fuerte inversión en el mercado inmobiliario, y buena parte de esta apuesta la destinó a la obra pública de Rosario. Otros proyectos no pudieron ser finalizados, como la construcción de la sección norte y sur del puerto. A la par, fue una de las personas que desarrolló los primeros proyectos de pavimentación y adoquinado. 

En este sentido, Canals de distinguió de otros empresarios de la época por sus aportes a los gobiernos municipales, provinciales y nacionales. Lamentablemente, la crisis económica que vivió el país en 1890, le hizo perder gran parte de sus negocios, remarcándose una fuerte deuda con el banco de Santa Fe. 

Al ser una persona trascendente y terrateniente, se comenzó a tener opiniones divididas sobre el business man. La opinión pública lo acusó de utilizar con fines particulares el dinero de obras públicas. Esa perspectiva lo convirtió en una persona cuestionada por parte de la sociedad rosarina. 


Foto: Descubriendo Rosario 

El palacio

Además de su carácter suburbano, la ubicación era un punto estratégico por estar “en las afueras”, ubicada entre las calles Rioja, Balcarce, San Luis y Moreno. Se encontraba a metros del Boulevard Santafesino (Hoy Oroño), que era el limite oeste de Rosario. 


Foto: Descubriendo Rosario 

El jardín contaba con palmeras, magnolias y robles; que se mantienen hasta nuestros días. Ya centenarias, conforman dos diferentes plazas: Dr Julio Maiztegui y Alicia Moureau de Justo. Estas quedaron relegadas ante la Maternidad Martin, edificio inaugurado en 1939. 

En 1898, la residencia fue cedida al Municipio en 1898, y en 1902 pasó a llamarse Palacio de la Higiene, para más tarde ser bautizada como Palacio de la Asistencia Pública. Siguiendo esta línea, sus más de 100 años en tal función, lo convierten en el edificio de Salud Pública más antiguo de Rosario. 

Arquitectura 




Hoy la magnífica construcción alberga la Obra Social IAPOS. La adaptación a su uso actual buscó la recuperación de la estructura original de la obra. Esto permitió dejar exentas las columnas de hierro originales, retirando los agregados realizados en intervenciones posteriores. También se recuperó la envolvente de mampostería revestida en símil piedra, con elementos ornamentales de gran valor simbólico. En suma, se agregó un entrepiso con locales sanitarios y de servicios. 






La planta baja concentra los boxes de atención al público, se unificó el espacio central y se planteó un sistema de circulación en sentido longitudinal desde el ingreso principal hasta el nuevo núcleo de escalera y ascensor, con el ingreso de personal en la contrafachada. En el primer piso se propuso también un gran espacio central desde el cual se accede a las galerías, quedando los locales de frente y contrafrente para oficinas de mayor jerarquía. 




Como extra, IAPOS firmó un convenio donde se compromete a efectuar las reparaciones y puesta en valor del inmueble, junto a la adecuación integral del espacio público circundante. También se proyecta construir ahí mismo el Museo de la Salud. 


Túneles 


Foto: Carlos Maldoni 


Anteriormente hemos mencionado la ciudad subterránea que podemos encontrar debajo de Rosario. Y el Palacio Canals no es la excepción. Sus túneles han podido ser recorridos en la última edición del Open House, donde se ha podido dar cuenta del atajo que se escondía. 

En el mismo, se puede ver el recorrido que cruzaba calle Rioja, y permitía una salida hacia la Facultad de Derecho. Según se cree, esta vía era una conexión entre su despacho en los ex Palacio de Tribunales, y su propio hogar. ¿Será una salida de emergencia que Canals disponía? 

La particularidad, es que, al día de hoy, la propia Facultad de Derecho nunca encontró la salida que el empresario utilizaba, luego de que se sellara. 

Agradecimientos www.elciudadanoweb.com

jueves, 22 de abril de 2021

Instalacion de un Planetario en Rosario

 














El 24 de marzo de 1961: La intendencia municipal a cargo del doctor Luis Cándido Carballo dictó un decreto adjudicando a una empresa alemana la instalación de un planetario y telescopio refractor, destinando a tal efecto 20 millones de pesos moneda nacional. Asimismo, se resolvió la construcción del mismo en el Parque Urquiza. Fue nombrado asesor técnico al profesor Victorio Capolongo, quien el 15 de marzo de 1941 fundó la primera instalación astronómica del interior del país, la Asociación Filosófica y Astronómica “Cosmos”. Capolongo fue una de las prestigiosas personalidades que tuvo nuestra ciudad. Llegaba de Mendoza este gran impulsor de la Astronomía y junto a otros profesionales funda la Asociación Astronómica Filosófica y Cultural Cosmos el 15 de marzo de 1941. En 1958 a pedido de Carballo, que en ese año asumirá la intendencia, encarar el proyecto de construcción de un planetario y observatorio astronómico municipal, lográndose en 1961 la adquisición de un telescopio Cars Zeiss Coudé y el equipo para el planetario. En pocos meses se inician los trabajos de construcción del complejo astronómico. En junio de 1969 se inaugura parcialmente la obra con la terminación del Observatorio Astronómico y el profesor Capolongo es designado Director del mismo. La construcción del planetario comenzó unos años luego, aunque el equipamiento estuvo en Rosario antes de iniciado los trabajos y el profesor Capolongo logró que los equipos no se fueran de la ciudad. El 1º de julio de 1978 fallece el doctor Victorio Capolongo. Pero había sembrado mucho en su derrotero y sus acompañantes de turno siguen con su premisa y logran concluir la obra y el 19 de junio de 1984 queda inaugurado el Planetario. La estructura edilicia tiene la forma de un “cometa”: la cabeza del cuerpo celeste es el Planetario y la cola, es el Observatorio. En una de las imágenes se observa un telescopio Telescopio refractor Cooke Sons de 1912 de origen inglés con sistema de relojería a cuerda y pesas. Perteneció al profesor Victorio Capolongo y fue donado por su esposa al CODE tras su fallecimiento.

martes, 20 de abril de 2021

FRAGMENTO DEL CAPITULO ENCANTOS ROSARINOS

 



Por Héctor N. Zinni


El Parque Independencia, con sus 64 manzanas arboladas -algo así como un millón de metros cuadrados- y el esmeralda de su césped que sólo interrumpen los innúmeros paseos con su pavimento gris, es el corazón de Rosario. Prácticamente equidistante de los límites de la ciudad, a los ojos de un porteño puede parecerse a los bosques de Palermo. Yen realidad hay muchas similitudes: el estilo francés de las construcciones que alberga, los botes de alquiler, los alegres alborotos infantiles de fin de semana, las parejas que, no obstante la excelente iluminación nocturna, han esperado la caída del sol para solazarse en caracoleos amorosos.

En él alternan juegos infantiles, un lago artificial de un metro de profundidad, una isla, jardines, el Hipódromo Independencia, un calendario floral que cuidadores mediante está siempre al día, el Jardín Zoológico - abierto todos los días de 8 a 20-, las sedes de los clubes Gimnasia y Esgrima, Newell's OId Boys y Provincial, la fuente de los españoles y dos museos: el Histórico Provincial Dr. Julio Marc y el Municipal de Bellas Artes, más conocido como el Castagnino. Así, al deleite de caminarlo, el Parque Independencia puede prolongarse, para el viajero curioso y aún para el propio nativo, en placeres más intelectuales.

Para eso el Museo Histórico cuenta con 52 salones dedicados al pasado argentino y americano. En él se encuentran testimonios de culturas precolombinas, tejidos y objetos preincaicos, huacos, muestras de la civilización diaguita y de la cultura chaco-santiagueña. También se exhiben una colección de ídolos chibchas en plata fundida, encontrados en 1874 en un cementerio del Cuzco, en Perú y un manto de Tihuanaco, pieza única en su género. Otro ambiente del museo revive el arte hispanoamericano. En él comparten el silencio un altar de madera procedente de Potosí, de Quito, Ecuador, un altar de plata llegado de Lima y otras reliquias impares.

La Gran Sala de la Historia Patria, por su parte, alberga la bandera tomada en la Batalla de Suipacha, así como ejemplares de la imprenta de los Niños Expósitos, la primera impresión del Himno Nacional Argentino, elementos reclutados del período de las invasiones inglesas, etcétera. Otras salas: San Martín, Beigrano, Santa Fe, Urquiza, Rosas, Rosario platería y Grabados, Tte. Gral. Pablo Ricchieri, Guerra del Paraguay y SaIa de Armas y Mapoteca. En esta última, una gran colección de mapas ostenta firmas como las de Juan de Garay, Jerónimo Luis de Cabrera, Hernandarias, Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Los jueves y sábados a 15 a 18 y los domingos y feriados de 10 a 12 y de 15 a 18 los atractivos misteriosos recovecos se abren al visitante.

En cuanto al otro destacado habitante del Parque Independencia, el Museo Municipal de Bellas Artes "Juan B. Castagnino", es poco lo que hay que decir: basta mencionar que posee 1.300 obras -pinturas, grabados, dibujos y esculturas- entre ellas grandes clásicos universales como Goya, El Greco, Ribera, Tiziano, Veronese, David, Corot; y una excelente colección de arte argentino, desde sus comienzos hasta la actualidad, en la que se destacan Gambartes, Berni y Fader. Este templo de las musas funciona los jueves y sábados de 15 a 18 y los domingos y feriados de 10 a 12 y de 15 a 18.

Por otra parte, el sector norte de la ciudad, ostenta orgulloso el Parque Leandro N. Alem, antes llamado Ludueña, delimitado al este y al noroeste por las márgenes del río Paraná y el arroyo Ludueña (ex Salinas). Dentro de sus límites, los naturalómanos pueden saciarse en el Acuario del Centro de Investigaciones. Eso sí, en este 1968, los jueves, sábados y domingos de 15 a 18, cuando el personal especializado guía a las visitas.

Respecto del Parque Urquiza en cuyos alrededores se conservan parte de los muros donde estuvieron emplazadas piezas de artillería utilizadas en las luchas entre la Confederación Argentina, Buenos Aires y barcos de potencias extranjeras, posee un anfiteatro estilo griego y es sede del Planetario y Observatorio Astronómico Municipal de Rosario, con su bóveda de 46 metros de diámetro, una de las mayores del mundo. El Planetario está abierto a propios y extraños los martes y jueves de 20 a 22. Para el interesado en botánica está la Plaza General López, en Buenos Aires y Laprida, con sus palmeras, jacarandáes, magnolias, aguaribays y otros ejemplares no comunes a un predio de este tipo. En su época fue mercado de frutos y después plaza principal donde se organizaron kermeses, se soltaron globos aerostáticos con barquilla, pasajeros y todo, y partió el primer tranvía a caballos que tuvo la ciudad. También hubo una montaña rusa y hasta un habitante humano que se descubrirá con el tiempo, y más adelante bajo la fuente central.

En pleno centro encuéntrase la Plaza 25 de Mayo ocupando lo que otrora se denominara como "Plaza Pública" o "Plaza Principal". Esta plaza, contiene el Monumento a la Independencia y está frente al Correo Central y a la Catedral Metropolitana de Rosario donde fueran velados lo de Sarmiento, en tanto el Palacio Municipal, en predio aledaño, terminado en 1896, recuerda a su arquitecto, el italiano Gaetano Rezzara.

Entre el enjambre de curiosidades como ofrece Rosario, está la primera gran estación ferroviaria construida en el interior del país: Rosario Central cuyos trabajos fueran inaugurados en 1863 por el general Bartolomé Mitre. Y su torre-reloj, en avenida Wheelwright frente a la calle Paraguay, primero en dar a la República la hora oficial que fuera transmitida por telégrafo desde el Observatorio de Córdoba.

Añádese, desde el 18 de julio de este 1968, a la lista de atractivos el Museo de Arte Decorativo Firma y Odilio Estévez, ubicado en calle Santa Fe 748. En sus colecciones figuran Ribera, El Greco, Murillo, Goya, Van Dick, Lawrence, Gerard, Magnasco, Sánchez Coello, así como muebles españoles de los siglos XVI a XVIII, marfiles, cristales, piedras duras porcelanas, cerámicas, abanicos, alfombras, tapices y platerías hispanoamericanas. Visitarlo es también encontrarse con una eficiente guía del pasado rosarino: María Elena López, quien fuera empleada de la casona privada convertida ahora en sitio público por voluntad de sus dueños.

No podemos dejar de lado otro centro de información: El Museo de Ciencias Naturales Angel Gallardo, que en Moreno 750 dispone de 10.000 especímenes ordenados y clasificados, distribuídos en 87 vitrinas, así como de 110 herbarios y 10 cortes de troncos -todos de la flora santafesina- que conforman un excelente panorama didáctico. Los fines de semana, desde la Estación Fluvial, la nave Ciudad de Rosario / parte hacia los secretos circuitos del gran río y de las islas de Santa Fe y Entre Ríos. En este paseo se suceden el cementerio de barcos, las antiguas dragas, una visión marina de Rosario y el acercamiento a una rara naturaleza tan próxima como distante de la gran ciudad.

Una ciudad con muchísimas historias desconocidas, como aspectos de la vida del gran pintor Gustavo Cochet, recreadas desde las páginas de Boom:

El Revés de la Trama

"Cuando el pintor Gustavo Cochet llegó a Barcelona, con veinte años, muchas ilusiones y escaso dinero, comenzó para él una aventura en la que muchas cosas parecían haber quedado atrás para siempre: las transitadas calles de un Rosario que nacía, el telégrafo que alguna vez manejó en Maciel, los estudios iniciales con el pintor César Caggiano, continuados con Thibow de Libán y Walter de Navario. Pero no será así. Cochet y su esposa Francisca vivirán en París, donde él estudia y expone, volverán a Barcelona y después a Rosario. Este itinerario habrá de reproducirse: Cochet cruza varias veces el Atlántico; viaja y escribe, publica, pinta, enseña.

En 1936, el pintor tiene instalado su estudio en Barcelona. El 19 de julio registra Cochet en su Diario-cerró las puertas del taller. 'En qué podrían servirle mis pinturas al pueblo en armas en su magna lucha?. Se dedica entonces a trabajar por la causa republicana y tiene finalmente que tomar, como tantos, el camino del exilio.


Los cuadros del granero

Alcanza el pueblo de pescadores de Collioures donde, entre otros, está Antonio Machado, que allí muere. En su entierro, al que asisten el alcalde del pueblo y los pescadores -"sólo faltaron el cura y los potentados- quienes despiden los restos del poeta. Al producirse su repatriación quedan cosas en Collioures, entre ellas un envoltorio con sus cuadros, depositados en la casa de un amigo.

Treinta años después, en 1967, o sea el año pasado, los Cochet regresan a Europa, a un mundo distinto, pero habitado todavía por viejos amigos, por antiguos camaradas.

Un día antes de volver a la Argentina, en el granero de una vetusta casa, habitada ahora por descendientes de aquel amigo de Collioures, aparece un envoltorio con una buena parte de los cuadros depositados. Esos mismos cuadros son ofrecidos poco después a la ciudad de Rosario, en una exposición retrospectiva por el infatigable Emilio Ellena.

La exposición ha tenido lugar el 16 de agosto de este año en las salas del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino”.1

Los jóvenes plásticos, integrantes de la vanguardia rosarina, rodean al viejo maestro, quizá porque saben que Cochet es una verdad. No existe problema de generaciones: Cochet puede dialogar con los innovadores; no tiene miedo, nunca lo tuvo. Para no tener miedo es imprescindible ofrecer una conducta clara y definida, lo que supone también algunos inconvenientes. Cochet pudo haber sido el pintor oficial de la ciudad: no quiso serlo. Por eso los jóvenes lo respetan.

En 1967, el doctor Isidoro Slullitel había organizado en el mismo Museo, una muestra de obras actuales de su colección. Los vanguardistas autores de algunas de las obras, impusieron el nombre de Gustavo Cochet para la presentación inaugural. "L os jóvenes de hoy -expresó el pintor- ya no tienen tiempo de mirar hacia atrás. Somos nosotros, los viejos, quienes tenemos que seguirlos, y bien de cerca, sino queremos morir como antes, caducos'

Durante el transcurso de la charla hubo risas en la sala. Las palabras del viejo maestro, despertaban epidérmicas reacciones: pero su decir también dolía: "Quiero expresar que a la juventud hay que aceptarla más por lo que es que por lo que será, pues ella sola ha sido siempre la única capaz de romper los moldes viejos".

A los 74 años, Gustavo Cochet ve, con más claridad que los anquilosados pintores modernos, institucionalizados como máximos exponentes del arte del litoral, el proceso de creación actual. Dice: "Antes el pintor buscaba la perfección en su oficio y el dominio de la herramienta, ahora en cambio, busca la perfección en la idea, en la concepción Pura absoluta de la invención, al márgen de todo apoyo humano Y de la naturaleza". Estas palabras -dice Rubén Naranjo- superan la estática mediocridad del Museo Municipal: Su primordial característica ha Sido y os desconocer toda investigación y creación estética que cuestione las formas muertas, oficialmente aceptadas.2

Viene a cuento, ello no obstante, un sucedido al autor de este libro. Estando en la Sociedad de Artistas Plásticos, con sede en calle San Lorenzo y Mitre, se tropieza al salir, con Gustavo Cochet, Arturo Zinny y Raúl Domínguez, quienes entran a una salita aledaña al descenso de la empinada escalera de mármol. Los cuadros que allí se exhiben son del más puro estilo cubista y futurista. Al salir los tres pintores de allí se oye las voz de Cochet que dice: "Junto con el catálogo tendrían que imprimir el significado de cada cuadro, así sabríamos de qué se tratan".

Notas:

1/2. Rubén Naranjo. El revés de la trama. Boom. Año 1 Nro. 2. Rosario, setiembre 1968.




Fuente: Extraído del Libro “ El Rosario de Satanás” Tomo III. Editorial Fundación Ross. Año 2000.

lunes, 19 de abril de 2021

Fragmento del Capitulo 2 Con Jauretche eramos seis





Por Héctor N. Zinni



En Buenos Aires y también en Rosario se aprecia la mezcla de satín con el encaje, la arpillera con la seda, el plástico con el raso, que son algunos imperativos que hay que adoptar. Como también combinar una minifalda con un sombrero tipo Greta Garbo o un par de botas de vinyl con una remera donde campea el emblema del obelisco. Todo esto es el colmo de la elegancia, en el que se incluyen los colores que nunca han alcanzado una estridencia tan acentuada: el colorado combinado con el amarillo y el verde con el azul es una premisa ineludible para ser tachada de elegante.


. El 18 de octubre es miércoles y en el viejo estadio de Rosario Central, dos jóvenes ingresan al campo de juego cuando falta un minuto para finalizar el partido que los auriazules disputan con San Martín de Mendoza, por el Campeonato Nacional. Uno de ellos rechaza la pelota que lleva destino de red y que marcha irremediablemente a convertirse en el tercer gol de los visitantes. El protagonista de aquella insólita acción, Orlando Antonio Spip, conocido como El Turco, contará más tarde su hazaña:

'Antes no era la barra de Central, era la hinchada de Central. Eramos los que peleábamos solamente por los trapes (banderas). Habíamos hecho un boquete en el alambrado con el único propósito de entrar a la cancha para increpar al juez Bossolino por algunos fallos que nos parecieron desacertados. En eso Valencia, el jugador mendocino, que ya nos había hecho dos goles, le pasó la pelota por encima de la cabeza a Andrada, nuestro arquero, y cuando ya se concretaba el tanto entramos a la cancha El Alemán y yo.

Decididamente paré la pelota y salí jugando. Me la rebuscaba porque jugaba en la cuarta de Central y después lo haría para Social Lux en la liga Zona Norte. A todo esto Andrada y Pascuttini me gritaban que la dejara. No les hice caso. Me pregunto qué hincha de cualquier equipo no siente deseos de evitar un gol en contra.

-Lo volverías a hacer?.

- Ganas no me faltan, pero ahora es más difícil, tenés que escalar un alambrado y cruzar un foso. Y hay mayor número de policías.

- ¿ Te metieron preso?.

- No. Aprovechando la escasa policía, pues había uno en cada arco, tuve tiempo de volver a la tribuna.

- ¿Qué sensación te dejó el hecho?.

- Simplemente, la de haber querido salvar a mi equipo. Pero lo que hice no alcanzó porque faltaba muy poco tiempo y nos perdimos la oportunidad de empatar.

Lo cierto es que el Turco Spip, ingresado al campo de juego con El Alemán, paró la pelota con el pecho, salió jugando al mejor estilo Marzolin y se la entregó a Bautista. El árbitro, Aurelio Bossolino, marcó un Pique e lugar donde el hincha había tomado la pelota. Y así se escribió esta historia.


El hombre de quien más se ha hablado ha sido, sin duda, el boxeador Oscar Ringo Bonavena, y el libro más leído El medio pelo y la sociedad argentina, de Arturo Jauretche quien arriba a Rosario para hacer la presentación de rigor. Se lleva a cabo en la Librería Rosafé, ubicada en calle Santa Fe, al lado de la radio AM LT2. El negocio pertenece a Ricardo Bruera cuando ni soñaba que iba a ser ministro. Al hacerse la presentación hice un conteo: éramos seis, incluyendo al autor y al periodista Castellanos que hizo tomar la foto para La Capital.

Fuente: Extraído del Libro “ El Rosario de Satanás” Tomo III. Editorial Fundación Ross. Año 2000.

domingo, 18 de abril de 2021

Nace un club en la zona sur de Rosario -CAOVA-

 






25 de marzo de 1928: El Club Atlético Olegario Víctor Andrade, de San Martín 4989, nació debido a la decisión de un grupo de personas del sur de nuestra ciudad. El primer asentamiento fue un local cedido desinteresadamente por la señora Carolina de Lanza, vecina del barrio. El 11 de noviembre de 1933 inauguró la primera cancha de básquet de la zona sur de la ciudad, con un partido entre Ben-Hur y Deporte Rosario. En 1934, luego de incrementar la asistencia de público interesado en participar se pudo arrendar una propiedad sita en la cortada Tiro Suizo 1028. Durante el año 1935 se constituyó en una de las primeras instituciones de Rosario que contó con un equipo femenino de básquet. El club adoptó como suyo la denominación de la calle donde se asentó por un corto lapso el reconocido periodista y poeta Olegario Víctor Andrade (1866). Este eximio literato brasileño produjo entre otros escritos: "El nido de cóndores", "La Atlántida", "San Martín". En Rosario inició los primeros escritos del libro “Las dos políticas: consideraciones de actualidad”, donde explicaba la divergencia entre los intereses porteños y los del interior del país.


Fuente: Anónima 

viernes, 16 de abril de 2021

VISITA DEL PRESIDENTE ITALIANO

 






15 de abril de 1961: La colectividad italiana de Rosario recibió con una calurosa bienvenida y un imponente acto en el Monumento Nacional a la Bandera al presidente de la República Italiana, el profesor Giovanni Gronchi. Fue el tercer presidente de una república, en ejercicio de su cargo, en visitar la ciudad. En aquella oportunidad también visitó el Colegio Dante Alighieri, participó de la habilitación del servicio de cirugía del Hospital Italiano y de la inauguración de la plazoleta Charlone. Junto a su esposa, Carla Bissatini y su hija María Cecilia, recorrieron calle Córdoba en un auto descapotable, el que debió abrirse paso entre una compacta multitud que aplaudió y saludó a la comitiva. El mandatario reconoció que en Rosario había vivido "uno de los momentos más gratos de su visita a la argentina". El gobernador Carlos Sylvestre Begnis, el intendente Luis C. Carballo, y el cónsul italiano Giovanni Giurato, fueron los anfitriones del ilustre visitante.


Fuente: Anónima


jueves, 15 de abril de 2021

Los marchigianos

 



Un 13 de octubre de 1966, impulsados por Antonio Strappa, un grupo de amigos marchegianos se propuso preservar las tradiciones y costumbres de su región. Con esa premisa nació la Asociación Familia Marchegtana, que hoy nuclea a más de 500 socios.

La amplia sede institucional de calle Montevideo 667 brinda los servicios de su biblioteca pública "Glácomo Leopardi", el dictado de cursos de idioma italiano y las comodidades de una cantina-comedor.




Fuente: Extraido de la Revista “ Rosario Historia de aquí a la vuelta”. Fascículo N.º 22. Autora: Alicia Megias. Año 1992.