martes, 12 de noviembre de 2019

LA CORTADA BARON DE MAUA

Por Héctor Nicolás Zinni




Perón se ha estado manejando en la confianza de que iba a haber una nueva guerra —esta vez entre Estados Unidos y Rusia— en la cual Argentina tendría que jugar el papel de aprovisionadora ccn las ventajas consiguientes y en equidistante tercera Posición. Sin embargo, ni la guerra estalla, ni hay nuevas divisas acumuladas, ni buena producción agropecuaria. Parece haberse llegado a una especie de impasse e inmovilidad social; parece ya agotado el repertorio de reformas y medidas prometidas unas, en ejecución otras, pero sin avanzarse más allá, mientras la mística y la fe en el movimiento se evapora en algunos. Comienzan las divisiones internas de grupos nacionalistas y católicos, así como de los provenientes de conocidas extracciones políticas.1 

El 9 de noviembre de 1954 se realiza un acto en la CGT central, donde, después que varios secretarios hacen uso de la palabra, alguien for mula una moción en el sentido de que la central obrera emita una declaración sobre el clero a sus organizaciones, lo que es aprobado. Al día siguiente, en la quinta presidencial de Olivos, Perón se dirige a los gobernadores cte provincias y territorios, diciéndoles: "Quienes no cumplan con su deber de argentinos o de sacerdotes, están fuera de la ley de la Nación, y también de la ley de Dios....., agregando, más adelante: "Todos los partidos existentes son enemigos del peronismo". 

Son encarcelados sesenta y siete sacerdotes, y el día 22 se produce una declaración episcopal denunciando la persecución religiosa en nuestro país. El documento, que es refrendado con la firma del cardenal primado Santiago Luis Copello, y suscripto por todos los obispos, hace referencia a la reforma constitucional para separar la Iglesia del Estado votada el 19 de mayo por la Cámara de Diputados y convertida en ley por la de Senadores el 20. Los curas que están detenidos bajo la acusación de connivencias políticas, son puestos en libertad por falta de pruebas, pero el día 25 se realiza un acto en el Luna Park en el que se condena la infiltración clerical. La lucha de Perón con la Iglesia ha comenzado. 

"Desde una perspectiva aún muy cercana —dirá La Nación— para evaluar con precisión los datos que configuran el síndrome político que precipitó la caída del peronismo, es posible siquiera decir que el enfrentamiento del régimen con la Iglesia Católica definió en última instancia la cuestión nacional doatida desde 1943. Más difícil todavía es determinar qué razones determinaron la agresividad del peronismo hacia la Iglesia, qué factores rectificaron de su parte una relación sin asperezas mayores a lo largo de diez años. .....2 



'La lucha contra la Iglesia es ya un tema mucho más complejo. Tengo las dos versiones. El doctor Raúl Mendé, ex ministro de Perón, con quien conversé este asunto, me dijo lo siguiente: "—Perón estaba en los mejores términos con la Iglesia, lo mismo el partido y tos sindicatos, que todos los días inauguraban una Virgen en sus locates. Pero en el mundo había comenzado una gran campaña para crear una fuerza política confesional, católica, que pudiera gobernar todo Occidente bajo el régimen democrático. Era la Democracia Cristiana, tan exitosa en Italia y Alemania, que, apoyada por el Papa Pio XII, tenía en los Estados Unidos a un joven jesuita, hijo de un ministro americano, como encargado de su propagación en América Latina. Se eligieron dos países: Chile y Argentina. 

"En la Argentina tomó la dirección inicial un abogado católico militante, liberal y enemigo de Perón, el doctor Manuel Ordóñez, vinculado a la aristocracia de Buenos Aires por su casamiento con Beatriz Gallardo,,hija del ilustre sabio, don Angel Gallardo. Como es de suponer, esta acción política cayó como uña bomba en el peronismo, que pretendía ser, dada su colaboración y sus principios, el partido católico por excelencia. Las relaciones con la Iglesia comenzaron a agrietarse rápidamente y los asesores de extrema izquierda del peronismo comenzaron a gravitar junto a Perón. A su vez sucedió algo curioso. El odio a Perón llevó a los liberales y masones, todos "come frailes", a los actos públicos del catolicismo". 

Esta es la explicación de un ex ministro de Perón, poco antes de su muerte. Para los católicos dirigentes, la versión de ese momento es distinta. 

Atribuyen la lucha de Perón contra la Iglesia, a la vida licenciosa que, dicen, éste llevaba después de muerta Evita; dicen que sus vicios lo habían cegado, entregándolo a los enemigos de la Iglesia. Es una acusación muy "prototipo" que la clerecía de todos los tiempos usó con sus enemigos. 

Se habló mucho de acusaciones calumniosas y de mal gusto, como el caso de la UES, etc.; pero poco o nada dicen del proceso político de la fundación del Partido Demócrata Cristiano. La "verdad verdadera", como diría el paisano, sólo Dios la sabe. Quizás también nosotros, en el valle de Josafat".3


Al día siguiente del acto anticlerical en el Luna Park, o sea el 26 de noviembre, queda escrita una página gloriosa para el boxeo en la Argentina: el logro del primer título mundial de profesionales luego de tantos años de duro bregar por tal halago. En Tokio, el mendocino Pascual Pérez enfrenta en revancha al japonés Yoshio Shirai, esta vez por la corona que luce el nipón. El combate, postergado el 26 de octubre por una seria lesión sufrida por Pérez en un oído, y vuelto a diferirse el 25 de noviembre por lluvia, se concreta, por fin, el día 26. Mostrando esa calidad excepcional, ya puesta en evidencia cuando en 1948 lograra el título olímpico en Londres y certificada en el primer choque con Shirai en Buenos Aires, Pérez sube al tinglado con la vista puesta en el adversario y el corazón en la patria lejana. El boxeador argentino vapulea a su digno rival, que lucha con coraje, pero debe resignar su título ante la estupenda capacidad del nuevo campeón del mundo. Se produce un indescriptible entusiasmo en los pocos pero animosos argentinos que pesencian el lance en la lejana ciudad de Tokio, yen medio de la euforia sin límites de quienes en nuestro país, por medio de la radiofonía y el cable, siguen de cerca las alternativas del cotejo, se llega a la feliz comprobación de que Pascual Pérez acaba de dar a la Argentina, lo que no pudieron dar, pese a sus empeños y méritos, Firpo, Suárez y otros boxeadores en quienes se fincaran enormes esperanzas.4 

Entramos en diciembre. El 2 Perón inaugura el primer ciclotrón construido en el país. Por otra parte el PE decreté la supresión de la Dirección General de Enseñanza Religiosa y la Inspección General de Enseñanza Religiosa. El 6 aprueba el Senado un proyecto de ley de! PE sobre unificación de impuestos internos; el 7 es reelegido Eduardo Vuletich secretario general de la CGT por otro período, y el 8 Diputados convierte en ley el proyecto de impuestos internos, sancionándose además la ley que establece el nuevo régimen de legislación aduanera y el proyecto sobre colonización agraria.. Finalmente, Diputados aprueba el proyecto sobre régimen de menores y la institución del bién de familia. 

El 14 aprueba el Senado la ley de menores y el bien de familia. También la modificación que reconoce el divorcio. En la clausura de los cursos sobre peronismo, Perón dice: "La filosofía de la doctrina peronista se funda en la supresión del egoísmo. Tenemos una fe profunda en la influencia que estos predicadores de la doctrina han de realizara todo lo largo de la República". Han nacido así, Los misioneros de Perón". 

El 18 aprueba el Senado los proyectos sobre Previsión Social para trabajadores rurales, y sobre reuniones públicas. El 20 Perón entrega una medalla de oro al dirigente socialista, doctor Dickman, que le correspondía como mejor alumno de medicina de la promoción 1904 y que le fuera negada por razones políticas. Este día Dickman cumple 80 años. 

El 22, el PE dispone la promulgación de la ley de divorcio y se anuncia que las tierras fiscales de la Patagonia serán vendidas a sus ocupantes. 

Llega fin de año. El PE crea un proyecto el día 30, por el que se modifica la ley de profilaxis social. Además, se fija el impuesto a la transferencia de automotores. 

En Rosario, de pronto, y sin previo aviso, la ciudad empieza a transformarse. Es apenas un atisbo, un anticipo de lo que habrá de sobrevenir tiempo después. Al borde casi del famoso 55, aunque todavía se sigue viajando en los viejos tranvías de la Empresa Mixta y el furor de los baches callejeros aún no está inaugurado, comienza a insinuarse el cambio que habrá de experimentar la ciudad a corto plazo, en una vuelta más de su histórico designio. 

Mientras el Monumento Nacional a la Bandera recibe los toques finales y a dos años escasos de la inauguración del monumental edificio del Banco Provincial de Santa Fe, otra obra de singular importancia para las necesidades de la comunidad avanza sin prisa, pero sin pausa: el Palacio de los Tribunales, frente al Parque Independencia. Aún existe el viejo Mercado Central, con su ancha vereda, con sus puestos de frutos, verduras y carnes, con sus bolichones como El Cantábrico donde por pocos pesos el viandante puede pescarse un atracón de milanesas y aceite frito, con sus trescientas mil historias entrando y saliendo por todas las puertas de acceso al congolomerado de carne, frutas, verduras, hortalizas, pescados, legumbres y chacinados. Y en la parte de atrás, la cortada misteriosa, que veintisiete años más tarde dará lugar a este recuerdo en una mujer: 




MEMORACION DE LA CORTADA BARON DE MAUA

'Cómo se llamaba esa cortada que era espalda del mercado? ¿Qué nombre tenía ese sol de las diez de la mañana que bajaba y buscaba, preguntaba y se reía? Aquel sol, que aún y todavía busca una fila de capotas de maseos que no existen, de negros sombreros en semisueños, de sombras que no están, de pipas con recuerdos jubilados, de canzonetas y tangos y jotas asándose en castañas. ¿Y el silencio? Aquel silencio que en la cortada con nombre de barco que se va, se convertía en algo así como el ruido que no se puede encontrar. Allí podían gritar a coro todos los mercaderes, todos los charlatanes de feria, todos los obreros de las diez de la mañana, todos los niños y los estudiantes vagos; pero el silencio estaba, tal vez el silencio era como un presagio que se le pegaba a los ruidos. 

Hacía no sé cuántos que latía porque allí (y a lo mejor en todas partes o en algunas) el silencio era un plano de crines de una cola espantando las moscas de la espera, o un ruido de risas con cigarro entre dientes o más allá, en el tiempo, quizás un saludo con sombrilla o un modo de escupir en todos los idiomas. 

Asistía a aquel pasaje o callejuela a verificar tanto destiempo, a recorrer un mundo que parecía contarse pero no ocurrir cabalmente. Regresaba a comprobar ese espacio permaneciendo tal como mi recuerdo de infancia, y que seguía aconteciendo en 1954 como en 1936 y como antes de mí. Allá en el 36 pasaba de la mano de mi hermano con un trozo de hielo chupado y mordido que de común me regalaban en la fábrica de mitad de cuadra y confusamente me ocurría esa algarabía: tan confusamente e irreal como una guerra civil que había estallado en medio del corazón de mi padre español. 

Ya muchacha retornaba a la Barón de Maua y toda vez que volvía quedaba en mí, sin resolver, si el mercado se habría levantado en esa calle o sí el mercado la había inventado. La cortada me parecía anécdota con un pasado en desproporción, lleno de nombres que quizás no tenían relación alguna. Por ejemplo, la asociaba a Florencio Sánchez, a Ovidio Lagos, a Caruso, a los Podestá, a Parravicini, a Alfonsina. Seres que había olvidado por mentas de mis mayores y los otros que eran de mi galería, todos ensamblaban en aquel "deshoramiento". 

Siempre que defendí mi ciudad supe decir que la mía es una ciudad que no se entrega ni se hace querer, no tiene artimañas. Rosario es Rosario, se ama o se odia. Jamás la promovió ninguna entidad para las vacaciones y aquello que podría parecer defecto se convierte en maravilla: a Rosario la conoce quien la quiere, la cortada de aquel tiempo es una prueba, mi conocimiento de Rosario es la manera de mi amor. Se puede ver cómo amaba pues aquella callecita de elegidos, de hijos de europeos que por memorias de la sangre quieren volver a alguna parte, a no sabemos donde. Ella era un viaje, una aventura, un pasaporte a lo anterior y al no sé donde. - 

Al segundo paso dado desde la calle San Luis nos encontrábamos con un funambulesco campeón de la saliva: ". . Por sólo dos pesos, no encontrarán jamás esta oportunidad que hoy se les presenta, este regalo incomparable. . .", y surgían de sus bolsillos los objetos, según la época, el clima, la economía o fa política. Aquellos charlatanes tenían virtudes de sociólogos para saber tan oportunamente aquello que necesitaba la humanidad en ese preciso momento, para adivinar qué chalafonía inútil la consolaría de Otras carencias. 

Peines irrompibles, cadenitas "bañadas en oro", pelapapas de "acero sueco", cierta pasta mágica para calcar dibujos, tintas invisibles, muñecos, lápices, lapiceras,. bi- 

lleteras, adornos y estatuillas de yeso. Y "señoras y señores", y "tan poquita plata", y un truco, la prueba de la víbora y el ensueño.¡Pichincha era aquel sol tan blanco¡ Ese sol que escarbaba una víbora de segunda mano mecida con ritmo pendular desde el cuello de su amo el pregonero, con una rutina que no paralizaba ni sorprendía el dibujo of ídico de la grasienta corbata colgada también como ella sobre el pecho del charlatán. 

Circulaban el dinero, tos objetos, la buena fe, la alegría de gastar o malgastar, las moscas, las palabras de trabajar, el humor y el malhumor.., hasta que el mago de la vibora la enroscaba, la guardaba en una valija de madera, plegaba el trípode y la sonrisa y se marchaba con su tiempo destituido, a medias bufón y apenas juglar. Alguna¡ vez lo vi entrar en el restaurante de la esquina que para mi infancia se llamaba 'Hoy Ranas", porque el título en tiza se reiteraba en todo el local y las ranas se apretaban vivas en el escaparate, apoyadas las largas manos abiertas contra el vidrio. Yo me detenía a mirarlas pensando cuántas y cuáles se almorzaría el campeón y entonces, para siempre, esos artistas de la calle no podían comer otra cosa que aquellas ranas. 

A la vuelta del primer chiquilín que me atropellaba sin disculpas, estaban los animales en venta, pájaros y nonos, perros y gatos, zorros y, a veces, hasta un puma: toda una fauna en penitencia. Los monos rascándose, los perros sin nombre esperando la ternura con bostezos de aliento lechoso. En ciertas mañanas mi vocación adolescente no requería otra cosa que aquella cortada, iba en busca de ese acontecer cuyo presente era a la vez un pasado que se narraba sin término. 

La callecita con nombre de barco que se va, continuaba, más hacia el fondo era el mercado de la pulga: frente a grandes baúles (grandes como arcas) se alineaban toda clase de llaves, toda una historia argentina de guardar y cerrar. Los vendedores permanecían sentados sobre las arcas, o en el suelo, o en el destiempo, sin ofrecer nada. Por más que recorriera, interesada, todos los estilos exhibidos, resultaba inútil, ni alguno, ni ninguno, ni nadie me ofrecía nada. Me desconcertaba aquella venta, llegué a suponerla un juego, una costumbre, una justificación o oura poesía. Era un placer estar allí, disuelta y estancada, entre olores de un siglo atrás y ruidos que no se usaban más. 

Regreso a veces al lugar como ciertas aves migratorias que buscan en el mar un continente que conocieron sus ancestros hace décadas que el mercado se fue con sus mateos y sus viejos, el sol ya no es tan blanco a las diez de la mañana. Suelo encontrar algunas referencias, me confundo. El silencio ya no tiene planos, se han perdido las marcas,' los sortilegios, las señales, y me voy entonces, retomo mi libreta de cumplir cosas y me arrojo sobre las otras calles. Tal vez nunca existió, fue un paisaje que ocurría en mi memoria y se esfumó porque olvidé recordarlo". 5 


Al igual que el otro mercado, el de Abasto —verdadero centro del grito pelado y del recateo—, el famoso teatro Colón —destinatario de voces más armoniosa, y líricas— yergue su antigua estampa que habrá de convertirse en polvo y recuerdo algunos años más tarde. El común de las gentes no habla de galerías, aunque están listos los proyectos para su ejecución: empezando por la Galería Rosario, que se abrirá frente al Hotel España —el que más tarde será, a su vez, demolido para dar lugar a otra galería—, de Sarmiento a San Martín, o viceversa si se prefiere. 

Así como en el encuentro de la calle Sarmiento con Santa Fe "La Casa Ideal de los Novios" sigue siendo el lugar predilecto de los futuros contrayentes por poco tiempo más, el elegante cine Córdoba —frente al Hadar que todavía anda de pantalones cortos—, preferido otrora por las familias de pro, comienza ya su cuenta regresiva, lentamente, para dejar expedito el paso a otra magnífica galería que asombrará a los rosarinos: La Favorita. Aún campea en lo alto de lá esquina de Sarmiento y Córdoba el -viejo barquito con aquel emblema, tan popular, de la casa que los sostiene: "Y Rosario era una aldea todavía, cuando surgió Travella y Compañía", mientras más abajo, sobre la vereda, misma, la firma mencionada ofrece sus vidrieras que se levantan a pocos centímetros del suelo, en cuyo marco, suele verse, sentado con desaprensión, algún pasajero que espera la llegada del tranvía Nº 1 que, en su viaje hacia Rosario Norte, trae pegados a cada costado de la chapa indicadora del recorrido, sedos carteles publicitarios, anunciadores peregrinos de Carlo Butti o Nicola Paone. 

Muchos cafés y confiterías que, a poco, seran barridos como por encanto, brindan aún atención esmerada, refugio, solaz y esparcimiento: El Siglo XX, en la calle Corrientes, entre las de Santa Fe y Córdoba; la Confitería Córdoba, en Córdoba y Mitre; La Cosechera, en San Martín y Rioja, haciendo cruz con Los Dos Chinos; muy cerca, por la calle Rioja, están Los Veinte Billares, que después se llamará Olimpia, al lado del Café Kamachi, y otros cuyos nombres se atropellarán mañana en el recuerdo de sus ex parroquianos, como La Voz del Hambre, en la calle Mitre, al lado de la librería Ibérica; El Telégrafo, y tantos más. Lo real es que la ciudad se prepara para un cambio que se adivina hasta en la construcción de modernos edificios de departamentos donde los balcones, aún sin flores, ponen su nota árida en el simétrico paisaie del centro urbano, poblado de un riurnoroso ir y venir de personas y del silencio de las lecherías. 


NOTAS 

1.Exequiel C. Ortega, op. cit. Pág. 255. 2.Magazine de La Nación. 4.1.1970. Pág. 83. 3.Arturo Palenque Carreras, op. cit. Págs. 67168. 

4. Luego de varios días de permanecer en estado de coma en la Clínica Cormillot, ubicada en la calle Coronel Días 3358, de Buenos Aires, falleció un 22.1. 1977, el ex campeón de los moscas. Pascual Pérez. 

5.Elena Siró. Guía Antiturística de Rosario. Memoración de la Cortada Barón de Maúa. En La Capital. 3ra. sección. Pág. 22. Rosario. 6.9.1981. 



nte: Extraído del Libro “ El Rosario de Satanas Tomo II . Editorial Fundación Ross.