viernes, 22 de noviembre de 2019

GOLPE DE 1955



El golpe de 1955 ponía fin a una etapa de la historia del país. Sin embargo, sus consecuencias condicionarían el período siguiente. Argentina parecía ingresar tardíamente al mundo que se había constituido después de la segunda guerra mundial. Un mundo dividido en bloques, contradictorio y dinámico. Mientras en los países más desarrollados, los primeros años 50 consagraban la «edad de oro» del capitalismo, un sinnúmero de conflictos se multiplicaban en el Sudeste Asiático, Oriente Medio y Centroamérica. Un fenómeno universal en los países industriales fue la expansión de las clases medias, la consolidación del Estado de Bienestar y la difusión de las ideologías pacifistas que surgieron como reacción ante la guerra recién terminada, tanto corno frente a sus dolorosas secuelas- El mundo comenzaba a moverse al ritmo de las vanguardias artísticas, la psicología y la socioloia eran las ciencias que expresaban el orden nuevo, generando una cultura que mira-a todavía absorta el surgimiento del amor libre, el hippismo, la minifalda, ci bikini y la música «beat». En la Argentina, como en el resto de América latina, el impacto de estos fenómenos Se asoció con el predominio de la misión Cubana la confrotó con el problema de la dependencia inclinado importantes sectores de la clase inedia en favor de movimientos contestatarios de características inéditoas hacia fines de la década, en tanto una ola de renovación inspirada en el “ Mayo Francés” - 1968- penetró los claustros universitarios, sacudiendo estructuras  institucionales.


Rosario fue, en escala reducida, una expresión más de este mundo que cambiaba en forma vertiginosa, tensiones por fuerzas contradictorias, violento y esperanzado, utópico y pragmático, progresista y reaccionario. El desarrollismo inspiraba la política económica y las transformaciones urbanas. Y a la par que multiplicaba la actividad industrial, resinificaba un proceso migraciones internas en constante ascenso desde los años 40. Las economías regionales en crisis expulsaban mano de obra que venia a asentarse a los centros urbanos grandes y medianos. Estos ofrecían el atractivo de sus beneficios —hospitales, escuelas, redes cloacales, transporte— y una amplia gama de actividades económicas que, aunque no los sacara de la pobreza, les creaba expectativas positivas. Los sectores medios crecían al calor de la actividad empresaria, del comercio, del empleo público, de las carreras universitarias, como también aumentaba la población de las «villas miserias, a las que incluso se incorporaban nuevas etnias va que, desde fines de la década, comenzaron a radicarse en ellas los primeros grupos de familias tobas. A la vez, las viejas parecían desdibujarse en una cultura democratizante que se expresaba en la movilidad social de los nuevos empresarios, el ingreso masivos a la Universidad —que ya empezaba a plantearse como un problema--, la difusión de usos e ideas compartidos por estratos diversos y una moda que a través del jean o lo «unisex« parecía querer borrar distancias de clase o de sexo. Las marcas, tanto como la apropiación selectiva de espacios de la ciudad, sea para vivir o para ,pasar el tiempo libre vendrían, sin embargo, a salvar las diferencias entre lo «bien» y lo «mci-sa», en términos de la época. 

En Rosario también se expresaron los cambios que sufría mundo de posguerra conformando, Ni cierto modo, una micro-cultural local. Salieron a luz temas como la transgresión artística, la moda y el pudor, la libertad sexual, la homosexualidad, el hippismo, el autoritarismo y la censuro. Todo ello parecía ser parámetro del cambio que se vivía socialmente, aunque por debajo se percibía cierta continuidad con la moral del pasado, disimulada en las formas. Una sociedad a la vez temorista expresante ante nuevos usos, Una ciudad mercantil-”fenicia” para sus detractores donde la movilidad ascendete de las clases medias no era un experiencia original, aunque si lo eran conflictos, al finalizar la década, en hechos como «el Cordobazo» «el Rozariazo». Una ciudad casi siempre laica, con un baniz piadoso que hunde sus raíces en su titulo de «villa ilustre y fiel» metamorfoseada en los años 30 y dispuesta a estallar en un escándalo que mostraría a la prensa nacional las tensiones derivadas del transformismo de la Iglesia Católica en los 60. Cambio y permanencia, modernidad y costumbre, conformismo y conflicto. Tales son los rasgos que permiten interpretar la sociedad rosarina en los años 60. 


Fuente: Historia de Rosario de Juan Alvarez.