miércoles, 17 de julio de 2019

La noche de Sunchales


Por Rafael Ielpi



La zona aledaña a la estación Rosario Norte, la primigenia Sunchales, tendría también en el período una vida nocturna agitada alrededor del varieté y el espectáculo, con algunos ámbitos recordables y otros en los que todavía entre 1940 y 1950 podían registrarse supervivencias artísticas hoy agotadas, como la de los payadores, y donde reinaría (como lo haría en otros locales nocturnos) una artista singular: Rita La Salvaje. 

De la década del 40 sería uno de éstos: el bar Gambrinus, en Salta 2185 que, aunque por breve período, iba a incorporar el varieté como condimento nocturno, con la contratación de números de cierto prestigio nacional y la presencia de muchos de los artistas rosarinos del género, como el cantor Amour Naya, que iba a alcanzar una popularidad abonada por su actuación en Francia, su particular estilo interpretativo y su conducta privada, en un tiempo en que la discriminación sexual era mucho más fuerte. Una clientela amiga de la grapa Valleviejo o Montefiere, de la caña Globo y otras bebidas espirituosas era auditorio ideal para ese tipo de números artísticos. 

El Pan American, luego Panamericano, en Ovidio Lagos entre Güemes y Avda. del Valle, iba a ser -sin duda- uno de los locales arquetípicos de la zona de Sunchales hasta prácticamente su cierre definitivo, ya casi iniciada la década del 80. Su particular concurrencia, en la que se mezclaban viajeros, chacareros, peones golondrinas hacia 1930 y luego jóvenes, empleados y la proverbial fauna noctámbula, era una de las características de un varieté por el que desfilarían payadores como Rico, Colovini o Pedro Garay, recitadores como Nicolás Zinni y una larga serie de artistas olvidados hoy pero reconocidos entonces, como Antonio Revier, Carlitos Duval o José A. Mendoza, "Mendocita", presentador y glosista de extensa trayectoria, todos ellos prototipos de la noche de Rosario Norte. En el Panamericano tendrían también sus años de esplendor algunas de las artistas de la noche rosarina, que alternarían también en cabarets, como Rita La Salvaje; Elsita Dixo Mary Bel. 

La primera entraría a formar parte de un folklore urbano abonado incluso por quienes no llegaron a verla actuar, aunque el mejor testimonio es el de la propia Rita, que en junio de 1999 recuerda: “¿Usted quiere saber el origen de mi nombre? Yo me hacía llamar Rita Day pero cuando fui a Porto Alegre, por las cosas que hacía, un presentador dijo: ¡Qué salvagem! ¡Qué salvagem! y entonces adopté mi nombre definitivo: Rita La Salvaje. Empecé en el Paradise, en calle Mitre y después me contrató la Boite Marina, de Juan Lovagnini. Un día viene a yerme allí el dueño del Casino, acompañado por una de Las Mamboletas, que eran tres chicas. Estuve bastante tiempo, varios años hasta que cerró. Trabajé en el Panamericano, en el Bambú, en el Caraco/ en el Rendez Vous, en Uruguay; me contrataron en Brasil en Perú, en Nicaragua cuando estaba Somoza; Guatemala, Panamá, Bolivia, Ecuador. Pero siempre volvía a Rosario. Siempre con mi canción propia: «Me llaman La Salvaje porque soy terrible en cuestiones del amor, me llaman La Salvaje porque tengo el cuerpo llenito de calor, salvajes mis caricias, mis abrazos, salvajes mis momentos de pasión». Todo lo que hacía era exitoso, cualquier cosa. Me sacaba un pecho afuera y llamaba a uno del público: «Vení, chupame una teta, que te roban la camioneta... » Tiraba caramelos, tiraba pitos, tiraba chicles, todas cosas limpias. Vine a Rosario cuando tenía 18 años: hoy tengo 72.." 

Ignacio Suriani, hombre de la radio de Rosario y figura reconocida del periodismo en ese medio de comunicación, recuerda aún una insólita noche de la década de! 60 en el cabaret "Bambú India", del Bajo rosarino: Astor Piazzolla tocando "Nonino" en su bandoneón, con Rita parada desnuda a su lado, como colofón de un show al que el músico había concurrido atraído por la fama de la vedette, que lo invitaría a subir al pequeño proscenio para tocar un tango. 'A Piazzolla -asegura Suriani- le pareció fantástico lo de Rita, casi surrealista., y a nosotros, que estábamos en el cabaret, también aquella escena final con ellos dos sobre el escenario, nos parecía realmente digna de una película de Fellini..." 

Pimentel evoca: "Lo de ella era fabuloso, en el «Panamericano» la gente se volvía loca. Bajaban de los trenes a las 11 de la noche y esperaban hasta la 1 de la mañana para ver el show de Rita, y en el «Rendez Vous» lo mismo. Se ponía un caramelito en el pecho y los tipos se lo tenían que sacar con boca, y otro en el ombliguito, y estaban los viejitos medio babosos que arrimaban la boca para sacarlo... Tenía un vestuario de primera y 10 12 pelucas de colores, lo que ahora quizás no llame la atención pero esto fue hace mucho tiempo: fue una precursora, Y como compañera de trabajo, extraordinaria ". 

También tendrían su clientela otros recintos nocturnos en la zona próxima a la vieja estación ferroviaria. El Varieté Mitre, que no resignaba su condición de café y bar, era uno de ellos, en Avda. de! Valle entre Rodríguez y Callao. Allí, donde tocó alguna vez la nostálgica orquesta de señoritas, actuarían sobre todo cantores populares, en la década del 50, en un registro que iba desde un entonces ignoto Rosamel Araya a un mucho más famoso Trío Valencia. No era extraña, todavía en esos años, la presencia regular de algunos payadores tanto como de los "espontáneos a quienes no se negaba la posibilidad de un poema gauchesco, género en boga entonces, tiempo y el espacio: "El Mitre era un poco chicón pero iba mucha gente. . A lado estaba el famoso bar y confitería Salerno ". 

También su orquesta femenina tendría Colonos, donde se reiterarían elencos y nombre un público heterogéneo, mientras en la misma a algunos más -en el mismo período- como el Pan 2187, integrando la lista de recreos y varietés qu da y amena a la noche de Sunchales, cuando la e sajeros llegados desde el interior y los trenes no realidad. 

Fuente: Extraído de la colección de Vida Cotidiana de 1930-1960. Editado por el diario “La Capital