martes, 26 de septiembre de 2017

GUIDO, Ángel. (1896-1960) Arquitecto

Por Marcelo Castaños



MONUMENTAL

El creador del Monumento el Parque Nacional a la andera fue dueño de un talento versátil y profundo, que desbordó los límites de su disciplina.



Forjador de belleza, maes­tro, rector, ingeniero, ar­quitecto, urbanista, his­toriador, redescubrídor de América en el arte, conferencista y crítico.

Realizó obras de trascendencia con­tinental. Creador del Monumento y Parque Nacional a la Bandera".



Así definieron sus amigos a Angel Guido, y así figura en una placa que hi­cieron poner en el primer aniversario de su muerte en el cementerio El Salvador. La brevísima semblanza es un resumen certero de quien fue uno de los hijos más pródigos de la ciudad. Inabarcable por su obra y su pensamiento, Guido será conocido siempre por el monumento que lo perpetúa, pero pudo haberlo sido por sus ensayos, su novela, sus ideas, su tra­yectoria académica y hasta su poesía. Nació en Rosario el 20 de septiembre de 1896, en un hogar inclinado a las bellas artes. Estudió en la Universidad de Cór­doba, donde obtuvo el título de ingenie­ro civil en 1920 y de arquitecto en 1921. Y desde ese momento desarrolló una ca­rrera que se caracterizó por la ductilidad y el abordaje de disciplinas múltiples que lo consagraron como un universa­lista en el campo del conocimiento, un erudito por excelencia. "Angel Guido mostraba además de su polifacética per­sonalidad otras virtudes acaso más valio­sas: la sencillez, el amor por el terruños, la cordialidad de su trato, el señorío de sus maneras, la consubstanciación con la realidad de las esencias argentinas y americanas, la fe y el optimismo en el futuro del continente, esta tierra eurídica, como solía decir, con el neologismo acuñado por Ricardo Rojas, de quien fue amigo", se lee en rosario.com.ar. Como arquitecto, dejó los planes re­guladores de Rosario, Mar del Pla­ta, Salta, Tucumán, los proyectos de Ciudad Universitaria de Rosario, del Monumento a la Batalla de San Lo­renzo y de la monumentalización de la Casa de Tucumán, además de edi­ficios como el Museo Histórico Provin­cial Julio Marc y el palacio Fracassi. Una de sus obras emblemáticas fue el Palacio de Correos, de cuyos planos Gui­do estuvo a cargo.

En 1929 el Ejecutivo decretó el comien­zo de las obras, que fueron objeto de dos modificaciones: la eliminación de las figuras alegóricas y de la torre, cuya estructura de hierro, que ya estaba . levantada se desarmó en 1935. Guido se retiró de la obra, que se inauguró el 24 noviembre de 1938 tal como hoy se conoce.

Y algo que no llegó a ver plasmado fue la red subterránea, que proyectó completar el sistema de transformación ferroviaria en el marco de un plano integral de comunicaciones descongestión de zonas céntricas, que hoy la ciudad hubiese agradecido.

Pero fueron el Monumento y el Parque Nacional a la Bandera los que inmortalizaron su obra. Allí, y según recordaría él mismo trabajó "día y noche para alcanza el proyecto final de la torre y la proa, en un búsqueda incesante de imágenes, escorzos y formas”. El Monumento fue inaugurado en 1957, tres años antes de su fallecimiento. Guido dejó un legado universal no sólo por lo que logró concretar, sino por lo que dejó proyectado. A más de un siglo de su nacimiento, y a casi 50 años de su muerte sigue siendo un pensador y planificador de obligada consulta y mención
Fuente: Extraído de la Revista de la Capital del 140 aniversario - 2007