miércoles, 30 de agosto de 2017

ROSARIO, ANTES DEL 40



Es una opinión muy difun­dida que "Rosario se hizo sola y es obra de su propio esfuerzo". Esto alude principalmente al hecho de que como no fue sede estatal, no contó con la organización adminis­trativa como base para un desarro­llo que podría llamarse "oficial" (se reducía casi a una capilla en 1746; fue declarada ciudad en 1852). Se fue perfilando en cambio como nú­cleo concentrador y comercializa-dor de una apreciable producción

agropecuaria de su zona de influen­cia. El marco de ese desenvolvi­miento fue la "Argentina agroexportadora", que funcionó a pleno aproximadamente entre 1880 y 1930.

El río Paraná tenía en este sitio aguas profundas como para em­barcar hacia el exterior los produc­tos de la tierra. Con el tiempo se hi­zo imprescindible montar las insta­laciones adecuadas para ese movi­miento. La construcción del puerto (inaugurado en 1913) fue todo un acontecimiento, que movilizó capi­tales, tecnología y fuerza laboral en cantidades apreciables. En cone­xión con la salida por agua, se ve­nían construyendo los ramales fe­rroviarios que complementaban el puerto y las comunicaciones con el resto del país ( en 1870 se inauguró Rosario-Córdoba).

Esas dos actividades dinamizantes se vincularon con emprendimientos industriales de impor­tancia, que a su vez tenían que ver con aquella actividad primaria ya mencionada. Corresponde una mención especial a la refinería de azúcar, instalada en Rosario en 1889, y que procesaba caña de la provincia de Tucumán. Esta im­portante fuente de trabajo dio lugar a la formación de una barriada po­pulosa, que hasta hoy se conoce con el nombre de Barrio Refinería.

Los molinos harineros constitu­yeron otra de las aperturas, en cuan­to a industria transformadora de producción primaria (en 1887 ya había 70 molinos; en 1912 se pro­ducían en los molinos de Rosario 127.000toneladas anuales). Si una parte del trigo de la pampa se iba a ultramar en grano, otra se conver­tía en harina para el consumo in­terno y también para exportar. Es­to se refiere a la actividad agrícola, que se complementaba con la ga­nadera, en tiempos en que las car­nes argentinas eran muy cotizadas en los mercados mundiales.

Reiterando la historia de civili­zaciones antiguas que se desarro­llaron a la orilla de los ríos, la in­dustria moderna se radicó a menu­do junto a corrientes de agua, para volcar en ellas sus desechos y em­barcar su producción.

En Rosario, en 1924, capitales anglosajones hicieron una opera­ción similar instalando el frigorífico Swift en la costa del Paraná, en co­nexión con ramales ferroviarios que completaban la red de distribu­ción.

Podría decirse que el campo hi­zo crecer a Rosario, creándose un encadenamiento de estímulos recí­procos. Esto dio a la ciudad un de­senvolvimiento apreciable, en la me­dida que atraía capitales, generaba una demanda de trabajo y acrecen­taba el desarrollo del intercambio comercial, del transporte, crédito, servicios y gran variedad de activi­dades.
 
Fuente Extraído de la Revista “ Rosario, Historia de aquí a la vuelta”. Fascículo Nº 6 . Autor: Héctor M. Bonaparte. De Noviembre 1990