martes, 25 de agosto de 2015

DE COMO CENTRAL ESTUVO A PUNTO DE DESAPARECER



Ya vimos cómo las autori­dades del Ferrocarril Central Argentino había demandado el desalojo del terreno que ocupaba Rosario Central. No fue eso producto de la casualidad. Ocurría que el estatuto vigen­te desde 1917 era asiduamen­te violado al permitirse el in­greso de socios que no perte­necían al ferrocarril. Esta fran­quicia no eja bien vista por los adustos y rigurosos funcio­narios de la empresa que pen­saron una jugada poco digna para recuperar el control de una entidad a la que habían dado impulso inicial y que ya habían perdido totalmente: de­salojando el terreno que ocu­paban, no tendrían adonde ir y aceptarían las condiciones propuestas.  Don Federico J. Flynn fue encomendado a en­trevistarse con funcionarios de la empresa. Informó, bastante desconsolado, en la asamblea del 1 de agosto de 1925, que las autoridades del ferrocarril suprimirían toda ayuda al club, con lo que éste sería práctica­mente disuelto, proponiendo los ingleses formar otra insti­tución siempre bajo el control de la empresa. Como única concesión, prometieron estu­diar la posibilidad de que si­guiera llamándose Rosario Central. El informe enardeció los ánimos. Ignacio Rota, otro­ra gran jugador, fue ovaciona­do cuando dijo que antes de eso prefería que Rosario Cen­tral desapareciese, como ha­bía acontecido con el glorioso Alumni. Flynn pidió prudencia y tiempo. La empresa ferrovia­ria amenazó con llevar la se­de de la nueva entidad a la vecina Pérez, donde se halla­ban sus talleres. El 7 de se­tiembre de 1925, Flynn infor­mó a otra asamblea haber re­cibido una nota de la empresa, en papel con membrete de un nuevo club denominado "De­portivo Central Argentino". In­vitaban a Rosario Central a in­gresar con su patrimonio y sus asociados a la nueva entidad, a la que también permitiría in­corporar a aquellas personas que no pertenecían al ferroca­rril, pero sin derecho a voz ni voto en las asambleas. Los áni­mos estaban enardecidos, aun­que la cortesía y la buena edu­cación no se perdieron. Decidieron contestar —en el me­jor estilo— rechazando el ofre­cimiento. Y un socio, el señor Scarpa, dio el golpe decisivo para cortar los lazos que ama­rraban al club a su tronco de nacimiento: propuso un aplauso para Rosario Central "que —señaló— desde este mismo instante queda libre para siempre de extrañas tutelas". ¡Los asambleístas se pusieron de pie, como deslumbrados por la trascendencia  del  paso comisión a que se ha hecho referencia, a tra­vés de cuya gestión el Ho­norable  Concejo Deliberante aprobaba la cesión de los te­rrenos de "B. Avellaneda, Ca­lle 31, Avda. Central y el Río Paraná".

Central ya tenía casa pro­pia, aunque la cesión fuera precaria. Dos años después, el 25 de noviembre de 1927, el entonces intendente de Rosa­rio, don Isaías R. Coronado, firmó el decreto municipal nú­mero 277, mediante el cual se prorrogó la concesión de los terrenos por veinte años más. Con esa disposición, ya el club se abocó de lleno a una etapa de ejecución de obras que. ce­los vaivenes lógicos de cade momento, no ha cesado hasta el día de hoy.

Esa incansable actividad de aquellos días culminaría el 1de marzo de 1926. La libera­ción de la tutela ferroviaria permitió encarar la propia au­tonomía, tal cerno lo había re­clamado el asociado Sparpa en la asamblea comentada. Y esa tan ansiada autonomía llegó en la fecha indicada, al otor­gar el gobernador de la provin­cia, doctor Aldao, la persone­ría jurídica peticionada por la institución. Allí "nació" otra vez Rosario Central y su im­pulso no conocería jamás de pausas ni detenciones. Flynn, Monserrat, Boerio, Vesco, en­tre otros y en distintas etapas, fueron recogiendo la posta que les dejaron los pioneros para conformar este modelo de ins­titución que es Rosario Cen­tral, cuya grandeza —eso aspi­ramos en este trabajo— pue­da quizás ser calibrada y valo­rada en su exacta dimensión a través del  conocimiento que intentamos llevar mediante es­tas   publicaciones, especial­mente a sus jóvenes seguido­res.

Fuente: Bibliografía de Historia de Rosario Central de autor Andrés Bossio---