jueves, 13 de agosto de 2015

CANALLAS Y LEPROSOS



Según algunos, el recíproco 'insulto" que vociferan las hin­chadas de Newell's y Rosario Cen­tral empezó hace muchos años en ocasión de un cotejo que debí­an disputar a beneficio del Pa­tronato de Leprosos. Central no quiso jugar aquel partido y sus rivales estigmatizaron la negati­va con el terrible insulto: "/Cana­llas/". Los centralistas se mofa­ron de sus antagonistas y les en­dilgaron el contra-insulto: "¡Le­prosos!".
Otros atribuyen el mutuo cali­ficativo a un lío descomunal re­gistrado en un partido jugado al­rededor de 1925, cuando ambas hinchadas se trenzaron en una lucha feroz. Por su parte, Héctor Nicolás Zinni, escritor rosarino, dice en su libro 'El Rosario de Sa­tanás", que el apodo de "cana­llas" nació en un café de la aveni­da Alberdi, cuando un parroquiano se refirió en esos términos a los hinchas centralistas que ha­bían generado un incidente en ocasión de jugar el equipo contra el desaparecido Aprendices Ro­sarinos. La versión que suminis­tra el escritor fue tomada de su padre, Nicolás Zinni, también po­eta y escritor.
Algunos memoriosos, a su vez, han querido convencerme que la calificación de "canallas" fue ga­nada en buena ley por la hincha­da auriazul cuando, tras un dis­cutido gol de Belgrano en la vie­ja cancha de Rueda e Italia, ca­si incendian el modesto estadio.
Por último, una versión reco­gida por el descendiente de una antigua y acreditada familia ro­sarina, ñulista, asegura que la cosa viene de mucho más lejos, casi desde los orígenes mismos del fútbol de la ciudad, cuando existía el viejo Colegio Newell, cuna de la institución que tomó el nombre del fundador, en la calle Entre Ríos al 100. Según este testimonio, los baldíos que circundaban la actual estación Rosario Central eran escenarios de picados en los que tomaba parte la muchachada del barrio, en su mayoría hijos de obreros ferroviarios. Antes y después de cada picado debían pasar por el Colegio Newell, que estaba res­guardado por altos muros. La gritería decía que también allí florecía la pasión por el fútbol. Los que pasaban por la calle co­menzaron un día a trepar las pa­redes que preservaban el  ámbito interno del colegio de las mira­das ajenas. Vaya a saber en la imaginación de quién nació la idea de que aquel recinto pare­cía un leprosario, apartado co­mo estaba de la curiosidad de los viandantes. Y la "cargada" juvenil y espontánea no tardó en llegar. '¿Leprosos!", gritaban des­de afuera. Y los de adentro, ofen­didos, tampoco tardaron en res­ponder: ~,-Canallas!".
Como todo lo que nace espon­táneo y naturalmente, producto de una pasión popular, es difícil concluir sobre la verosimilitud de cada una de estas versiones. En todos los casos, algo es segu­ro: nadie pensó jamás que esta­ba inventando un adjetivo -de uno y otro lado- que se incorpo­raría definitivamente a la histo­ria de ambos clubes. Pero quizás debamos concluir en que una aproximación a la "real reali­dad" (como decía Ortega y Gasset) imponga la necesidad de en­hebrar cada una de las versio­nes narradas (y tal vez alguna otra que desconocemos). Es de­cir, es posible que estas distin­tas versiones, lejos de contrade­cirse, bien podrían complemen­tarse. Lo real y concreto es que algo que nació como un terrible insulto (esa era la intención ori­ginal) es hoy canto de orgullo en las enfervorizadas gargantas de "canallas" y "leprosos" de todas las edades y cualquier condi­ción social.

"La historia de Rosario Central", por Andrés Bossio - Edición RRM, 1985.

Fuente Extraído de la Revista Historia de aquí a la vuelta. Fascículo Nº 2 Autor Andrés Bossio  de Abril 1991.