miércoles, 29 de julio de 2015

LA FÁBRICA.



Postales proletarias del progreso
 Por Agustina Prieto

Contando con capital nacional, exención impositiva de la provincia, maquinaria
europea y técnicos alemanes seleccionados personalmente por Ernesto Tornquist,
titular de la empresa, la Refinería Argentina de Azúcar fue inaugurada en 1889 en
las barrancas del río Paraná, al norte de un sector dominado longitudinalmente por vías, talleres, playas de maniobras, depósitos, muelles y estaciones de ferrocarril. El establecimiento operaba con personal fijo y temporario; este último era contratado cuando llegaba el azúcar desde Tucumán por un ramal ferroviario que terminada adentro mismo de la fábrica. En 1914 la cifra total de empleados ascendió a 1.525, siendo los permanentes solo un tercio, de los cuales 114 eran argentinos y 354 extranjeros. La temporada alta de la producción duraba cuatro o cinco meses; durante la temporada baja, el personal permanente elaboraba productos con los desechos de caña, como alcohol. Desde el principio, la empresa de Tornquist enfrentó situaciones de crisis vinculadas a la provisión de insumos o a las fluctuaciones del mercado internacional, que durante los años de la Primera Guerra impulsaron al gerente alemán Máximo Hagemann a disponer cierres
transitorios de varios meses cada uno. En 1930 los obreros realizaron la última hornada de azúcar.
En su mejor momento, hacia fines y principios del siglo XX, la Refinería
Argentina de Azúcar estuvo a la vanguardia de la industria nacional. Entendidos
y profanos se admiraban de las proporciones arquitectónicas,  de la maquinaria y de la logística del establecimiento, que contaba con numerosos galpones y talleres. De noche, en temporada alta de producción,  las chimeneas humeando y las tiras de ventanas iluminadas en todos los pisos traían a los cronistas anónimos “reminiscencias de las grandes fábricas de las ciudades europeas”. En este sentido, la Refinería y los demás establecimientos del enclave, incluyendo a los talleres ferroviarios,  parecían colmar las expectativas de los que vislumbraban una ciudad industrial a imagen de Manchester o de Chicago. Si bien el gran despegue industrial de Rosario sobrevino recién en los años 40 del siglo XX, esta concentración de fábricas de grandes dimensiones que daban ocupación a miles de trabajadores argentinos y extranjeros y la moderna tecnología empleada en algunas de ellas hizo pensar, ya fines del XIX,  que en los suburbios del norte el sueño se había realizado.

Fuente: Fuente: Ciudad de Rosario
Museo de la Ciudad
Editorial Municipal de Rosario
Ciudad de Rosario / Agustina Prieto ... [et.al.]. - 1a ed. - Rosario : Municipal de Rosario, 2010.
228 p. ; 23x18 cm.

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