martes, 28 de julio de 2015

LAS PESTES



Postales proletarias del progreso
 Por Agustina Prieto

La abrupta expansión urbana y demográfica, que se había iniciado a mediados
del siglo XIX, elevó los índices de morbilidad y mortalidad generales de la población a niveles que situaron a Rosario entre las ciudades más “antihigiénicas” del planeta. Los decesos provocados anualmente por enfermedades infectocontagiosas fueron atribuidos al hacinamiento en habitaciones malsanas, a la falta de una red proveedora de agua corriente y de un sistema eficaz de eliminación de aguas servidas. La cuestión sanitaria preocupó siempre a las autoridades y a la población, pero las epidemias de cólera que asolaron Rosario en los veranos de 1867-68, 1886-87 y 1894-95 y la de peste bubónica de enero de 1900, llevaron la preocupación al paroxismo: se extendió el miedo al contagio y a la muerte, agravado por la angustia que provocaba la paralización del movimiento
portuario dispuesta por las autoridades sanitarias de la Nación.
Las víctimas fatales de la primera epidemia de cólera fueron estimadas en 420; las de la segunda en 1.156 y las de la última del siglo en 452. La de 1867-68 fue transportada por uno de los barcos que participaba de la guerra que Argentina, Brasil y Uruguay mantenían contra Paraguay. Las otras dos llegaron igualmente por barco y se propagaron en las sobrepobladas habitaciones sin cloacas ni agua corriente de los barrios obreros.
Los cordones sanitarios y el temor a que el puerto perdiera atractivo por el amenazante estado sanitario de la ciudad, impulsaron la puesta en marcha de las obras que dotaron al casco urbano de cloacas y agua corriente y la creación de instituciones como la Oficina de Higiene (1887), que luego se transformó en la Asistencia Pública Municipal (1890).
La epidemia de peste bubónica de 1900 también tuvo su foco en el puerto, pero esta vez el elemento transmisor no fue el agua sino las bolsas de cereal que se acumulaban en las barracas cercanas al río,  atrayendo a las ratas portadoras de la pulga que transmite la bacteria de la peste negra. Los muertos no alcanzaron el medio centenar, pero el impacto social fue mayor que el causado por las epidemias de cólera.
Para no aventar la alarma, a semanas de haberse presentado en el Parlamento de la Nación el proyecto para la construcción del Puerto Moderno,  las municipales y los sectores vinculados al comercio y a la exportación iniciaron una drástica campaña de higienización antes incluso de declararse oficialmente la existencia de una epidemia. La denuncia de un diario de Buenos Aires provocó que las autoridades nacionales establecieran un cordón sanitario y profundizaran la campaña de higienización.
Las medidas apuntaron principalmente a los barrios obreros, cuyos habitantes fueron sometidos a desalojos y baños compulsivos, teniendo que contemplar la destrucción de un millar de ranchos y casillas.
Particulares e instituciones corporativas que se expresaron a través de la prensa pusieron en duda la existencia de la peste, interpretando la medida como un ataque al puerto rosarino perpetrado por los defensores del puerto de Buenos Aires y atacando frontalmente a las autoridades sanitarias,  los funcionarios públicos y los médicos que decretaron la epidemia.
  
Fuente: Ciudad de Rosario
Museo de la Ciudad
Editorial Municipal de Rosario
Ciudad de Rosario / Agustina Prieto ... [et.al.]. - 1a ed. - Rosario : Municipal de Rosario, 2010.
228 p. ; 23x18 cm.

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