miércoles, 18 de febrero de 2015

COLECCIONISTA JUAN BAUTISTA CASTAGNINO ( 1884-1925)





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por GuillernoZinni


Lunes seis de julio de 1925. Hoy Juan Bautista -o simplemente "Juancito", como llaman
sus conocidos- tiene pensado asistir a una muestra de alfombras orientales. Por eso se levanta temprano en su cuarto del Gran Hotel, ubicado en la calle Florida 25, en Buenos Aires. Pero lo que no sabe es que el destino ha barajado las cartas. Así que cuando al afeitarse se hace un pequeño rasguño en el cuello con su navaja, no le da importancia. Tampoco duda cuando, poco después, acaricia con sus dedos los tejidos del Oriente sin reparar que en su composición solía utilizarse estiércol de animales para su mejor conservación, ni cuando, abstraído, se rasca suavemente la leve herida matinal. Pero todo esto le viene de golpe a la mente a las pocas horas, cuando una infección acompa-
ñada de alta fiebre lo lleva a la cama y, pocos días más tarde, le hace formular sus últimos deseos para irse en paz de este mundo.


Nacido en Rosario el 23 de abril de 1884, Juancito, el mayor de once hermanos, descendía de una familia de ligures que había venido a este Pago de los Arroyos comienzos de la década de 1840. Asociados con los Pinasco, los Castagnino sentaron las bases de una sólida fortuna a través de una de las más prestigiosas empresas importadoras y exportadoras de la época, y luego realizaron inversiones urbanas y rurales en la región de Rosario. Sin embargo, Juan sentía predilección por las obras de arte, sobre todo por las pinturas de autores argentinos, las renacentistas y las flamencas.
En los primeros años del siglo XX, cuando en Rosario la educación universitaria era
todavía una deuda pendiente, Juan B. logró irse formando en el profundo conocimiento
de las obras de arte, para lo cual se armó una biblioteca de más de mil volúmenes-una de las más completas de la época-, viajó por varios países de Europa, Egipto y Asia, y tuvo correspondencia con lo más granado del arte mundial. Así, llegó a ser el máximo experto en arte de Sudamérica y entre sus hazañas más célebres se cuentan el haber adquirido en un remate en Buenos Aires por 80 pesos la obra de Francisco de Goya y Lucientes "Bandidos asesinando a hombres y mujeres" –a la que hasta entonces nadie había descubierto como tal-, y en la galería de arte Drouot, de París, un autorretrato del pintor holandés Martin van Heemskerk, uno de los principales retratistas del siglo XVI, y que por no saber existencia fue vendido simplemente bajo el nombre de "Hombre vestido de negro”.
Su amor por la pintura y por Rosario, lo llevó a formar parte de la primera Comisión
de Bellas Artes de la ciudad, fundadas en 1916, a la que llegó a presidir pocos años
después y hasta su fallecimiento, cuando pasó a la órbita municipal. El mayor de sus anhelos fue dotar a los rosarinos de un museo donde se pudieran apreciar con dignidad las bellezas de las obras de arte y así lo expresó en los últimos momentos de su vida. Luego su madre, Rosa Lucrecia Tiscornia de Castagnino, hizo realidad el deseo de su hijo y donó, llave en mano, el edificio del Museo de Bellas Artes que se encuentra en el parque Independencia –inaugurado en 1937- y la colección de pinturas argentinas que pertenecía a Juan B.
No conformes con esto, en 1942, y ya fallecida Rosa Tiscornia, sus hermanos volvieron a rendir honor a su querido Juancito entregando también a ese museo su varias
veces millonaria colección de pinturas de arte antiguo para la contemplación de todos los rosarinos, lo que constituyó una de las donaciones más grandes, generosas e importantes de 1a historia del país.

Fuente: Extraído de la Revista del diario "La Capital" de los 140 años editada en 1987.-