martes, 10 de junio de 2014

SAPO: LA CASA GRANDE



La leyenda de Pichincha está, en esencia, íntimamente ligada a la fama de este prostíbulo, que tipifi­có, en cierta medida, la mala vida rosarina existente hasta muy en­trada la década del 30, cuando se derrumba el poder de los rufianes y sus asociaciones. No es de extra­ñar entonces que sobre el lugar y sobre su responsable femenina, se hayan escrito cosas como ésta, que apareció en Rosario Gráfico, en abril de 1932: "Fingida o real, local o in­ternacional, Madame Safo es la mujer de más aureola con que cuen­ta Rosario, la que primero marti­llea en la memoria al desembarcar por Súnchales. . .Y ella quedará, como no ha quedado todavía nin­guna "artista, ningún literato, nin­gún hombre de negocios. En Reti­ro, los familiares que viajan con destino a Rosario soplan al oído de éstos frases de sonoridad volup­tuosa: ¡Cuidado con la Safo! ¿Van a visitar a la Safo?".
Un olvidado y acaso olvidable no­velista, José Ma ría de Pedrera, men­ciona un dato que también marca la fama de aquel prostíbulo y su madama-. "Cuando a la ciudad lle­gaba alguna persona destacada en política, literatura, ciencia o en cualquier otra actividad, a quien hubiera de atenderse u homena­jearse, era el quilombo el lugar del agasajo; en el salón principal, al­gunos de los cuales estaban deco­rados con refinamiento y lujo, se le tendían las mesas en banquetes o vinos de honor. . ."
El Madame Safo, a cuyo frente se encontraba un probable testaferro de apellido Malatesta y su mujer. Incluía en su plantel a unas 15 a 20 mujeres, la mayor parte Jóvenes, de muy cuidada apariencia y vestua­rio, que condecía con algunas de las habitaciones, tapizadas con al­fombras, y paredes y techo con espejos. El local, donde actualmente sobrevive un hotel alojamiento por horas llamado Ideal sigue incitan­do la curiosidad de muchos rosari­nos que acuden a sus servicios por el placer sexual pero también por el ver cómo era aquel paraíso prosti­bulario de hace medio siglo, que se mantuvo -en dos habitaciones- con el mismo decorado de su época de esplendor, aunque algo ajado por el paso de los años.
La década del 20 encontró a los prostíbulos instalados sólidamen­te en su barrio definitivo. La gran depresión mundial, consecuencia de la postguerra, se hizo sentir tam­bién en el país y en la ciudad por­tuaria y comercial, y no faltaron, en un período en el que se sucedieron casi ininterrumpidamente la Se­mana Trágica, las huelgas de La Forestal y Las Palmas y las matan­zas de la Patagonia, episodios y enfrentamientos de dramaticidad en Rosario. Junto a otros que -en cam­bio- terminaron por ser casi una grotesca tragicomedia como la to­ma del Palacio Municipal, el lunes de Carnaval de 1921, por diecinue­ve jóvenes estudiantes y algunos obreros, que enarbolaron el forro rojo de un abrigo en lugar déla ban­dera nacional, "depusieron" al In­tendente Municipal y eliminaron los impuestos, convirtiendo a la ciudad, durante una hora y media, en un "Estado Rojo". Que culminó con la llegada de soldados del Regi­miento 11 de Infantería que se los llevaron detenidos sin mayores mi­ramientos ni pedido de explicacio­nes.

Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta  Fascículo Nº 8  de Diciembre  1990. Autor: Rafael Ielpi