miércoles, 25 de junio de 2014

MENDOZA & COTOCHO & MUSOLINO



"La muerte del rufián es digno fin de su miserable vida: termina victima de sus propias lacras, carcomido por el germen que llena los hospicios, las cárceles y los hospitales".
Julio L. Alsogaray

Ningún final próspero o tranquilo acompaña a tahúres y rufianes. A veces mueren accidentalmente en pleno ascenso o en la cúspide de su triste carrera: eso los salva de vivir la miseria de una caída inevitable. Generalmente, de un pasado oscuro saltan a la brillazón de un presente donde rápidamente van quemándose las etapas. Mal vis­tos y peor aconsejados -aun por las leyes, como en el caso de la prostitución oficializada-, el término de sus existencias es aleccionador en el tiempo y la distancia que cubren las historias muchas veces no escritas por un natural pudor historiográfico. Pero que se hallan latentes en los recovecos de la memoria, en los papeles amarillen­tos de las viejas crónicas policiales y en empolvados prontuarios que esperan el fuego de la purificación.
Hacia 1915 está por sentar sus reales en Pichincha Pedro Mendoza, conocido capitalista de juego que ya ha hecho su estreno en la sección 4a como propietario de un garito. Las leyes lo favorecen, aunque no a sus colegas. Tal es así, que las fuerzas del orden arrasan sin mira­mientos la competencia que se ha instalado a poco] metros de la gran casa que ha comprado.
«Garito en Jujuy y Pichincha.
«Veinticuatro sujetos jugaban por dinero. Fueron detenido Nicolás Delpino, Víctor Alcides, Pedro fvuy, Salomón Jacovich, P. Elfer, Juan Nenme, Bern.irdino Valilez, Sergio Masot, Alejandro Makoski, Basilio Bordoni, José Kirioskrt,
Salomón Saina, José Ferman, José Viskel, Adolfo Virniesky, Salomón Spierman, José Pirota, Jacobo Arechio, León Peu-ser, Jacobo Khan, Julio Bonacosa, Enrique Heineik y José Spiro» (1).

Pero todo se aquieta con la llegada de Pedro Mendoza quien se instala con su familia en Pichincha 127 y abre la casa de juego, —que será famosa en toda la ciudad— en la finca ubicada bajo el número 151 de la misma calle.


"—También me acuerdo de este hombre que tem'a las casas de juego, lla­mado . . . esteeee . . . Pedro Mendoza. Tenía también algunos choferes que iban a recolectar la plata de lo que le llaman "la gañota", no se si us­ted conoce, que es un cajón abajo y acá una abertura donde se ponía la guita. De estos choferes, uno se llamaba Angel Bellorini, atias El Ñato Musolino ... El otro era Yulica, que después se fue para Córdoba. Esos seño­res eran los choferes predilectos de Pedro Mendoza. Y cuandoooo . . . ha­bía gentes amigas que quedaban secas en la timba, le pedían a don Pedro, a eso de la madrugada cuando el hacía traer el asado que sobraba de La Carmelita, "Vea don Pedro, quedé seco . . . déme algo", entonces don Pe­dro Mendoza les daba un par de pesos de aquellos tiempos y hasta los in­vitaba a comer. Otros dejaban sus alhajas empeñadas, ¿eh?; porque Pedro Mendoza tenía cajones de alhajas empeñadas, y todo eso . . . Este hombre también murió en la última miseria".2

"—El Ñato Musolino era secretario de Pedro Mendoza y como yo era pibe y me metía en la casa de juego para colocar las cositas que yo vendía El Ñato me corría siempre ... y siempre me decía: "Te voy a levantar a pa­tadas . . .". Un día, efectivamente, salió de atrás del mostrador El Ñato y me pegó un cachetazo. Entonces, El Paisano Díaz que estaba con cuatro o cinco secuaces de el . . ., me defendió. Yo a Venancio Díaz lo conocí muy bien, de pibe y de grande. Nunca me gustó. Lo que el hizo, lo hizo apañado por la policía y todo eso. Ni fue tan taura, ni fue . . ., entonces entró a caminar El Paisano Díaz y dice: "Le has pegado al Rubito. Ña­to . . .", y el otro le respondió: ¡Yo le pego al Rubito ya cualquiera!". Se atajó El Ñato porque se la vio venir. Pero no pasó de ahí".3



Pedro Mendoza, de físico robusto y buena presencia, monopoliza por otra parte la concesión de varias loterías como la Nacional, Córdoba, Tucumán y Montevideo, levanta quinielas y regentea otros tugurios dedicados a la timba en la ciudad. En su casa de la calle Pichincha se juega casi con exclusividad al monte.
«-Hablando de Pedro Mendoza, ¡hay cada anécdota de él!.. Era taura y buen hombre don Pedro. Existe una anécdota famosa de él, de esa época en Pichincha cuando tiraban al monte. Porque atrás tiraban al monte día y noche y se para­ba ahí a las seis menos cuarto. A esa hora se levantaba el escolaso para barrer. Barrían, pasaban el plumero así, en serio... y a las seis de la mañana seguía el escolaso otra vez. Bue... en un momento dado se estaba tirando al monte y estaba Heno de gente ahí... y un tipo que estaba seco...; tiran las cartas así y dicen, un suponer: '¡Ganó la sota!.. «Enton­ces el tipo que estaba parado ahí, que estaba seco y no había puesto ni medio, le dice al tallador: •'Tallador, usted me llevó el peso de la sota'». «No señor -dice el tallador, usted no puso nada". El hombre dice: « Yo puse». «No señor, usted no puso nada». Entonces Pedro Mendoza, con esa calidad que tenía, le dice: «Tallador, el señor puso el peso. Pagúele» (4).

Con total impunidad y en el corazón mismo de Pichincha, teniendo como vecinos inmediatos los prostí­bulos, así como bares, cafés concerts, casas de comida, canchas de bochas, tiendas y un número crecido de nego­cios menores, prospera a pasos agigantados la timba de Pedro Mendoza. Este se ha casado con la hija de doña Julia Carvelli, propietaria del varieté que lleva su nombre y que se encuentra instalado a pocos metros -frente al teatro Casino-, de cuya existencia y posterior transfor­mación en cine -el Mitre- y luego en café -el Osaka- se diera información en Prostitución y Rufianismo.
La anuencia policial que ampara a Pedro Mendoza es pública y notoria. Por si alguna duda queda, un suelto del diario La Capital se encarga, hacia 1924, de aventarla:

«LOS GARITOS CONTINUAN FUNCIONANDO.
"Causas que impiden su clausura.
"La conducta descarada de las autoridades policiales respecto a las autori­zaciones que a diario conceden para la instalación y funcionamiento de garitos, ha colmado ya todo el límite de nuestra ciudad. Mientras en la Capital Federal sin que sea necesaria ninguna denuncia de la prensa se combate tenazmente el juego, aquí en cambio la policía bus­ca afanosamente a los tahúres para que contribuyan con dinero mal habi­do a los ingresos de la caja del partido situacionista y en especial para au­mentar los recursos de sus dirigentes. El contraste es vergonzoso y sin em­bargo el P.E. aunque mas no sea por decoro, no ordena ninguna medida. Todas las casas de juego que en distintas ocasiones hemos venido denun­ciando continúan tranquilamente funcionando, porque las amparan los respectivos comisarios seccionales de acuerdo a una orden de la Jefatura. Una vez mas, vamos a dar a conocer los nombres de los propietarios y las fincas donde están instaladas: Pedro Mendoza, en la calle Pichincha 163; José Gastaldi, en la avenida Carlos Pellegrini 1444; Mateo Llabrés, en la calle Gral. Mitre 759; Bartolo Barra, en esa misma arteria nro. 460; Fran­cisco Estévez, en los sótanos del edificio del Bar de los Baños del Saladillo. También informaremos acerca de las causas que impiden sus clausuras: sencillamente porque los tahúres han hecho efectivo adelantado el pago, hasta mayo inclusive de las cuotas exigidas para su libre funcionamien­to".5

El tahúr en el ocaso debe bajar todos los escalones que lo llevaran otrora a su privilegiada posición. Un tes­timonio da cuenta del descanso forzoso a que se ve obli­gado:
«-Cuando Pedro Mendoza ya estaba mal y en el ocaso, casi fundido, se dedicó a jugar. Lo invitaban algunos tipos famo­sos como Faustino Castañeira, el Rengo Berto, Felipe Can-tatore, Tosforito... a jugar al monte. Y se fueron a jugar al barrio Refinería, en la casa de la cortada Santa María de Oro 292, que no sé si vivía allí el turquito Camilo Asaf, famoso en el juego. Bueno, ahí le ganaron a Pedro Mendoza con un naipe marcado, ¿vio? Le ganaron los últimos pesos que tenía... Entonces el tipo, que era vivo, dijo: «Bueno, mucha­chos... ¿me dan el naipe de recuerdo?». Claro, sabía que el naipe estaba marcado. De haber sido banca, Pedro Mendo­za pasó a ser punto» (8).
Por fin, detrás de la decadencia viene, inexorablemente, la muerte. El relato que revive en labios de un hombre de 83 años de edad, ex emplea­do de Mendoza, es estremecedor
"—Era un alma buena ... Me acuerdo que tenía muchas armas de gente que las dejaba empeñadas y no las venía a buscar. "¿Que voy a hacer con esto?", decía, "toma, guárdatelas para vos". Otra vez: "¿Cuánto necesi­tas?: ¿diez, veinte pesos. ..?". Nunca me dijo que no. Era muy generoso, es todo lo que puedo decir. —Murió sin nada . . .
—. . . Don Pedro tenía diabetes. Todas las vacaciones que se tomaba eran para ir a buscar aguas termales que lo aliviaran. Esa enfermedad le hizo sa­lir un grano muy grande acá . . ., debajo de la oreja, en el cuello. Le acon­sejaban que no se operara, pero el decía que era amigo de todos los médi­cos y que ellos opinaban que tenía que operarse. —Y se arriesgó el hombre.
—Lo operaron a las 8 de la mañana, a las 10 tenía la cabeza así, toda hin­chada, uno lo veía y no parecía Pedro Mendoza . . . Parecía . . . ¡que se vo ...!.. . todo deformado . . . Bueno, murió. Juntamos los amigos unos pesos y compramos un nicho en El Salvador. Vino un señor Giménez y se hizo Cargo de la compra . , . puso el nicho a nombre de el y cuando la se­ñora de Pedro Mendoza hizo el reclamo, este hombre dijo que lo había comprado para el, y la señora no tocó nada. Don Pedro murió sin cinco centavos.
—Como es la vida . . .
—Cuando ya andaba mal y sin medio, hipotecó una casa que era de la sue­gra de el, en Pichincha y Jujuy. —¿Donde estaba el varieté de Doña Julia?
—Eso es, doña Julia Carvelli era la suegra. El hipotecó con consentimiento de ella, pero el dinero se esfumó. Pedro Mendoza está enterrado en El Sal­vador en un nicho a nombre de un tal Giménez que no se quién es. Que yo sepa no se hizo ningún traspaso del nicho ni a la señora ni a la hija. Al hijo lo mataron en Entre Ríos . . . creo que en una partida. Yo nunca me podré olvidar de Pedro Mendoza, porque fue el hombre mas generoso que conocí.
—¿Usted trabajó en Pichincha?
—Yo no trabajé ni en Pichincha, ni en el chalet de Mendoza y Guatemala. Yo trabajé en una de las sucursales que tenía en algunos barrios. Ocho años estuve, el me llevaba de una casa a la otra. Mendoza tuvo un socio que se hizo muy rico, que se casó y desapareció cuando don Pedro murió.
Benjamín Robattino se llamaba, ya murió el también ... en Buenos Ai-res".9
"—Cotocho era un individuo un poquito mas alto que yo, delgadito, me­lenudo, de taquito alto. Me parece que lo estoy viendo. Conocí a Coto­cho en el almacén que todavía está frente al Casino .. ."10

"—El apellido de Cotocho era Retamar. Flaco, narigón, bastante fulero de cara, caminaba así ... de costado. Yo soy chiquito, pero Cotocho al lado mi'o era mas chiquito. El padre era cochero y vivía en San Lorenzo y Pre­sidente Roca". 11

"—¿Usted, recuerda a Cotocho?.
—Si, si, el finado Cotocho, que fue el que le dio muerte al finado Tom Mix. Resulta que, anteriormente, el finado Tom Mix lo había insultado a Cotocho en el bar Los Colonos, cuyos dueños eran Juan y Eugenio Robba, bastante bajito este último. Bueno, en la primera noche esto pasó. En la segunda noche el finado Cotocho vino ya preparado con su mantita en la que llevaba envuelto su revólver y, entonces, parece que ahí' fue el tiroteo . . ., que pegaron, dicho sea de paso, un tiro en la caja registradora de Los Colonos, en Súnchales, frente a la Estación Rosario Norte".12

El apelativo por el que se conoce al autor principal del tiroteo, co­mienza a circular de boca en boca, luego de aquel suceso que tiene lugar el 21 de julio de 1926. Que el apodo de Cotocho comience a hacerse fa­miliar debe agradecérsele al mismo Retamar y también a la crónica poli­cial que, comenzando por un título a dos columnas, da cuenta de lo acontecido en la edición que saca a la calle La Capital el 22 de julio de 1926:
FRENTE A ROSARIO NORTE, EN UN CAFE, SE PRODUJO ANOCHE UN GRAVE HECHO
Resultó muerto un hombre que se trabó en riña a tiros de revólver con otro. Un hermanastro del extinto recibió también heridas.
Parece que el suceso tuvo origen en una cuestión relacionada con una mu­jer.

Desde anoche, las autoridades de la comisaría 9a. realizan activas dili­gencias tendientes a tratar de esclarecer las causas originarias de un grave hecho de sangre que se produjo aproximadamente a las 21.15 en un co­mercio situado en la zona de su jurisdicción.
Resultó muerto un chauffeur que se llamaba José Enrique Pinero (a) Tom Mix, argentino, de 32 años, soltero, y herido un hermanastro suyo, .osé Marcos, de 30 años, también argentino, soltero, empleado, domici­lios ambos en la calle Balcarce 71.
El autor del homicidio de Pinero y de la herida que recibió Marcos fue José Retamar (a) Cotocho, argentino, de 30 años, soltero, conductor gualmente de automóviles, con domicilio en San Lorenzo 1521.
El suceso ocurrió en el café y bar denominado Los Colonos, que Euge-- a Robba tiene establecido en la avenida Aristóbulo del Valle 2739, "ente a la estación Rosario Norte, del ferrocarril Central Argentino.
Riña a balazos
"A estar a las informaciones suministradas por la policía seccional, Re­tamar se encontraba, desde momentos antes de la hora al principio indi­cada, en el negocio de Robba, en el que había además un sinnúmero de oarroquianos. Poco después, aparecieron allí Pinero y Marcos, y el prime-ro, estacionándose ambos en el umbral de la puerta, llamó a Retamar.
De inmediato éste acudió y acto continuo sostuvo con Pinero, no se sabe por qué causa, un breve cambio de palabras, que fue epilogado a ti­ros de revólver.
Se produjeron consecutivamente en el umbral de la referida puerta del negocio siete detonaciones, las que provocaron la confusión que es de imaginar, entre la clientela y alarma consiguiente en los comercios próxi­mos y demás contornos.
Atraídos por los disparos concurrieron en el acto varios agentes de la comisaría 9a., que se encontraban apostados de facción en las inmedia­ciones, y numeroso público, entre el que figuraba gran cantidad de con­ductores de automóviles.
Renacida la calma, se comprobó que sin conocimiento estaba tendido en el suelo, herido de tres balazos, Pinero y a unos metros suyos, de pie e ileso, Retamar. Empuñaba éste un revólver de fabricación Smith Wesson, de calibre 32, cuyas cinco cápsulas habían sido recientemente descarga­das, y Pinero uno de caño largo, imitación Eibar, calibre 32 también, con cuatro cápsulas intactas y dos descargadas.
En cuanto a Marcos, había desaparecido.
Entre los agentes que se constituyeron desde un principio en el lugar del suceso, estaba Antonio Torres, chapa 766, quien de inmediato proce­dió a la detención de Retamar y se incautó de su revólver y del que tenía el herido.
Los demás agentes, al propio tiempo que requerían la presencia de sus superiores, resolvieron hacer trasladar sin tardanza a Pinero en un auto­móvil al consultorio central de la Asistencia Pública.
La diligencia resultó inútil: Pinero dejó de existir al llegar el vehículo a dicho establecimiento.
Otro Herido
"Al llamado de los vigilantes que intervenían en el suceso, concurrió rápidamente el superior de guardia en la comisaría 9a., señor Fernando Tagliaferro, en compañía del oficial inspector Dionisio Ríos. Luego, in­formados de la gravedad de lo ocurrido, llegaron el comisario seccional, D. Manuel V. Frontini, que estaba de servicio en la jefatura, el subcomi-sario D. Pantaleón Páez y el auxiliar, señor Guido Gutiérrez.
Los funcionarios policiales realizaron diligencias tendientes a estable­cer la forma en que se había producido el hecho y aproximadamente a las 22, en momentos en que se poseían ya casi todos lo detalles, apareció Marcos en el local de la comisaría, con una herida de bala en la pierna iz­quierda.
Declaró que se la había causado Retamar, al producirse la riña a tiros con su hermanastro. Poco después, por ser de gravedad la herida, se con­dujo a Marcos al consultorio central de la Asistencia Pública, donde lo atendieron y quedó internado en curación, rigurosamente incomunicado.
Acerca de su desaparición en el primer momento, se estableció más tarde que Marcos se había dirigido a su domicilio de la calle Balcarce. Allí se cambió las ropas que vestía cuando se produjo el suceso y luego se hi­zo trasladar a la comisaría.
La escena del hecho
"Como se dijo al principio, la policía seccional ha informado que a Retamar lo llamó desde el umbral de la puerta del café Los Colonos Pine­ro, quien se encontraba en compañía de Marcos.
Allí sostuvieron Retamar y Pinero un breve cambio de palabras e in­mediatamente después se atacaron a balazos. Retamar hizo cinco dispa­ros, de los cuales tres recibió Pinero y uno Marcos. Pinero descerrajó dos tiros que no dieron en el blanco, ni tampoco hirieron por fortuna a nadie. Falta ahora establecer cuál de los dos principales protagonistas sacó pri­mero el revólver. Marcos dice que trató de intervenir en defensa de su hermanastro.
Los proyectiles que alcanzaron a Pinero quedaron los tres alojados en SU cuerpo, uno en el lado izquierdo, a la altura del tercer espacio intercos­tal, línea mamilar; otro en el mismo lado, en el quinto espacio intercos­tal, dentro de la línea mamilar, y el último en la boca, camino superior derecho.
Origen del suceso
"Además del punto antes indicado, las autoridades policiales tratan de conocer en debida forma las causas originarias del hecho.
Según la primera versión que circuló, habíase producido por cuestio­nes relacionadas con el oficio de los dos principales protagonistas. Se de­cía que lo habían motivado unas incidencias provocadas por las continuas pinchaduras en los neumáticos de sus respectivos coches.
Más tarde quedó esa causa descartada y se afirmó con fundamento que el asunto tuvo origen en una cuestión referente a una mujer que se aloja en un café de la zona de la calle Pichincha.
Se supo también más tarde que varias horas antes del hecho. Retamar y Pinero ya habían sostenido una violenta discusión acerca del mismo asunto.
El revólver que empleó Pinero parece que ha sido adquirido reciente­mente.
Retamar, que se encuentra alojado en el local de la comisaría, prestará hoy declaración indagatoria, lo mismo que Marcos. Manifestarán ambos, sin duda alguna, que el suceso lo motivó la cuestión de la mujer aquella.
Tanto Retamar, como Pinero, registraban ya desde hace tiempo ante­cedentes judiciales y policiales en Rosario.
El juez instructor en turno, doctor Luis Pedroni, a quien desde un principio se le informó de lo ocurrido, ha dispuesto que hoy se practique la autopsia al cadáver de Pinero".


"—Pero, ¿de que vivía Cotocho?
—Había sido chofer muchos años en la Jefatura. También fue chofer del doctor Giménez Meló, que cuando se retiró del servicio, en atención a su lealtad, este profesional le regaló un auto que Cotocho puso de taxi.
¿Y así trabajaba el hombre? —Claro, hasta que se mató".13
Pero Cotocho, que tiene fama de guapo e integra el gremio de los ta­xistas de Rosario, además de ser admirado y querido por muchos de sus colegas, tiene con algunos de ellos una cosa en común: la explotación de mujeres. Ellas parecen signar muchos actos de su vida que un día, se tron­cha casi inexplicablemente
"—Un dia, mucho tiempo después de haber dado muerte al finado (sic) Tom Mix, salió Cotocho con otros hacia un prostíbulo de Villa Goberna­dor Gálvez una noche . .. —¿No había ido a Pueblo Nuevo?
-No. Pueblo Nuevo se levantó cuando el cierre en Pichincha, antes no ha­bía quilombos allí.
¿Y entonces?
—Bueno, fueron a Villa Gobernador Gálvez, Cotocho, el ruso Sánchez que era patrón del prostíbulo España y otro muchacho, un tal Juan que se ganaba la vida lavando autos a los taximetristas en Rosario Norte. Y hubo un accidente donde Cotocho perdió la vida . .. —¿Y ... cómo fue el asunto?
-Sánchez se salvó y este muchacho Juan también se salvó, que después murió en el Hospital Centenario a raíz de un cáncer... —Pero, ¿hubo alguna pelea? —No. Chocaron.
¿Iban o venían?
-Venían de vuelta, se llevaron una especie de barrera o algo así por de­lante". 14
No deja de llamar la atención que alguien como Retamar, experimen­tado en el volante, se lleve una barrera por delante. Es mas: ¿existió la mentada barrera?. Por otra parte: ¿qué extraña asociación había unido a Cotocho con el dueño de un prostíbulo y un lavador de autos?. Otro tes­timonio arroja algo mas de luz sobre este recordado caso:

"Cotocho se mató en un accidente ferroviario. Venía con dos o tres en el mismo auto desde Pueblo Nuevo . . . —¿Y se llevaron una barrera por delanta?
—No, el tren. En ese tiempo no había barreras, en la calle San Martín no había barreras . . . Porque ellos para achicar el camino, en lugar de venir por el centro, por San Martín, cortaban ahí, entraban por Ovidio Lagos y seguían derecho. Cotocho le tiró al maquinista. —¿Durante el choque o antes?
—En el choque . .. volando y todo le tiró dos tiros al maquinista. Fue un accidente tremendo, vea. A Cotocho lo conocieron por los zapatos, que no eran mayormente de tacos muy altos, sino por la forma, porque eran hechos a medida por ... un gringo que se llamaba Marinelli que en ese entonces tenía el boliche frente a la timba de Pedro Mendoza. — ¿Cotocho iba manejando el auto que le regalara Giménez Meló?. —Si. El auto quedó a la miseria. Cotocho se mató ... no tendría cuarenta años". 15

El ejemplar del diario rosarino La Reacción correspondiente al domin­go 3 de febrero de 1929, debajo de una extensa crónica con la reseña de los preparativos que concitan los bailes de Carnaval a realizarse en teatros y sociedades rosarinas, inserta a tres columnas la noticia de la tragedia

"EN LAS PRIMERAS HORAS DE LA MADRUGADA DE AYER EN EL PASO A NIVEL DE LA AVENIDA ARIJON, EL TREN RAPIDO DE RETIRO, EMBISTIO A UN AUTOMOVIL EN EL QUE VIAJABAN 5 SUJETOS DE MAL VIVIR
"Resultan 3 muertos y 2 heridos
En realidad, la única novedad que trae La Reacción en su única edi­ción semanal vespertina, es una fotografía donde se pueden apreciar, de pie: un civil con la gorra puesta, un policía de riguroso kepi y otro civil con sombrero en la mano, todos ellos en actitud de observar —seguramen­te en el patio de la comisaría— tres cadáveres desnudos de la cintura para arriba y alineados en el suelo unos al lado de otros.
Porque, en lo que hace al relato del trágico suceso, aquel es copia fide­digna del que el conocido cronista policial Manzuoli había escrito para La Capital, diario de la mañana que en su edición del 2 de febrero diera un anticipo del accidente en estos términos:
"Un tren expreso atropello anoche a un automóvil". Resultaron tres personas muertas y dos heridas.
"En un paso a nivel del ferrocarril Central Argentino que hay en la aveni­da Arijón, en jurisdicción de la comisaría Tiro Suizo, se ha producido anoche, minutos antes de las 23, un gravísimo accidente. El tren expreso procedente de Retiro que llega a la hora ya indicada a la estación Rosario Norte atropello a un automóvil ocupado por varias per­sonas, tres de las cuales fallecieron en el acto a consecuencia de las lesio­nes recibidas.
En el paso a nivel de referencia ya han ocurrido otros accidentes pareci­dos, a raíz de la falta de barreras. La avenida Arijón es hoy una arteria de mucho tráfico hasta la avenida Ovidio Lagos.
El automóvil que fue atropellado por el convoy ostentaba las chapas 236, de Cosquín.
Tan pronto como tuvieron conocimiento del suceso acudieron a aquel pa­raje el comisario de Tiro Suizo, D. Antonio Crivelli, y los oficiales Tebal-do Cimarelli y Domingo Arancibia.
Los referidos funcionarios hallaron a una costado de las vías el automóvil totalmente destrozado y en distintos sitios, tendidas en el suelo, a las víc­timas, algunas hasta a quince metros de distancia. Recién se supo que los ocupantes del coche eran cinco, tres de los cuales habían perdido la vida en el acto.
La marcha del tren fue detenida en seguida y la noticia del grave suceso causó honda impresión entre los numerosos pasajeros del mismo. Cuando llegaron las ambulancias, los dos heridos fueron llevados al Hospi­tal Rosario y momentos mas tarde el convoy reinició la marcha, entrando en Rosario Norte después de las 24.
Los cadáveres fueron recogidos en las primeras horas de la madrugada de hoy y se les trasladó a la comisaría citada. Los heridos resultaron ser Juan Manuel Suspa, argentino, de 23 años, domiciliado en Pichincha 131, y David Kalm, alemán o ruso, de 32 años, que vive en Pichincha 184. Suspa sufrió la fractura de la pierna izquierda, a la altura del muslo, y Kalm le­siones leves en distintas partes del cuerpo.
Uno de los muertos se llamaba José Retamar (a) Cotocho, con domicilio en Ovidio Lagos 240, otro Miguel Chernosky y el otro se sabe que lo apo­daban El Sastre".

El domingo 3 de febrero de 1929, Manzuoli publicará en La Capital todos los pormenores del hecho sangriento, rectificando ligeramente al­gunos nombres y comentando al pasar que Cotocho ha sido el matador de Tom Mix "en defensa propia". Por resultar un documento de especial interés, leamos como Manzuoli publica su crónica en el decano de la prensa argentina el dia y mes indicado al principio de este párrafo.
SE CONOCEN TODOS LOS PORMENORES DEL TRAGICO SUCESO OCURRIDO EN LAS ULTIMAS HORAS DE ANTEANOCHE EN EL PASO A NIVEL DE LA A VENIDA ARIJON
Ninguna de las víctimas había advertido la proximidad del veloz tren, a raíz de la polvareda levantada por otro automóvil que marchaba adelante y por impedir la visual hacia el Sur en aquel paraje una casa que hay cerca délas vías
LA LOCOMOTORA ALCANZO AL COCHE CUANDO SOLO FALTA­BA FRANQUEAR UN RIEL
"En las primeras horas de la mañana de ayer las autoridades policiales de Tiro Suizo lograron dejar completamente aclarado el grave suceso ocurrido anteanoche en el paso a nivel del ferrocarril Central Argentino sito a la altura de la avenida Arijón, cerca del Barrio Las Delicias.a consecuen­cia del cual, como se sabe, perdieron la vida tres personas y otras dos re­sultaron lesionadas una de ellas de gravedad.
Dos de las tres primeras víctimas fueron, como lo adelantara LA CA­PITAL en la edición anterior, José Retamar, argentino, de 31 años, solte­ro, chauffeur, con domicilio en la avenida Ovidio Lagos 240, y Miguel Charnosky, ruso, de 27 años, de oficio pintor, que vivía en la misma casa.
Al otro cadáver se consiguió identificarlo debidamente al amanecer re­sultando ser el extinto Miguel Rosembrock (a) Mil Colores o El Sastre, ruso, de unos 30 años, de oficio sastre, domiciliado en Pichincha 127.
Los lesionados fueron, según también ya se informara, David Kali (a) Sánchez, alemán, de 32 años, soltero, mozo del café París, sito en calle Jujuy entre las de Pichincha y Suipacha, domiciliado en Pichincha 184, y Juan Manuel Soeta, argentino de 23 años, soltero, lavador de automóvi­les, con domicilio en Pichincha 127.
Dirigido el coche por Retamar todos los nombrados viajaban en el au­tomóvil particular 236, de Cosquín, que era de fabricación Rugby. El ve­hículo circulaba a regular velocidad por la avenida Arijón hacia el Oeste, marchando adelante otro automóvil que levantaba gran polvareda. A cor­ta distancia del paso a nivel, en el lado Nordeste, hay una casa donde se domicilia una familia. En el lugar de referencia las vías férreas son ya do­bles. Por las de la parte Oeste circulan los trenes que vienen a Rosario y por las del Este los que salen.
El automóvil mencionado llegó al paso nivel entre la polvareda del otro coche y después de haber cruzado la primera vía y uno de los rieles de la segunda, serían las 23.30, apareció el tren expreso procedente de Retiro.
La tragedia
"La locomotora 173, que lo arrastraba, alcanzó al automóvil en la par­te posterior y lo arrojó al costado Oeste del paso a nivel, yendo a caer va­rios de sus ocupantes a distancias no menores de quince metros.
Ninguna de las víctimas había visto hasta ese momento el tren, a cau­sa, en primer término, de la polvareda que levantaba el otro automóvil y en segundo lugar por la causa antes citada que impide ver hacia el Sur, de ese lado, el peligro.
El convoy hallábase a cargo del maquinista Menotti Sitta y fogonero Ceferino Galante, quienes alcanzaron a presenciar la terrible embestida sufrida por el automóvil y detuvieron la marcha tan pronto como les fue posible. Se comprobó poco después que había tres muertos y dos heri­dos, presentando uno de los dos primeros, que resultó ser Charnosky, el cráneo destrozado. Rosembrock y Retamar sufrieron múltiples fracturas y, lo mismo que Charnosky, fallecieron a raíz del accidente en forma ins­tantánea. No tuvieron tiempo siquiera de pensar en la muerte y los dos sobrevivientes en ningún salto.
    Al sitio del suceso llegaron instantes después el comisario de Tiro Sui­zo, D. Antonio Crivelli, oficial inspector D. Tebaldo Cimarelli y escribien­te Domingo^ Arancibia, que realizaban una recorrida y, precisamente, no andaban lejos de aquel paraje en esos momentos. Los referidos funciona­rios hicieron conducir luego al Hospital Rosario a Soeta y Kali, donde quedó internado el primero por presentar dos fracturas i en la pierna iz­quierda. Kali sufrió solamente algunas contusiones y momentos después se retiró a su domicilio.
Los cadáveres fueron trasladados en las primeras horas de la madruga­da a la comisaría de Tiro Suizo y tan pronto como se obtuvo la identifi­cación quedaron a disposición de sus respectivos deudos por disposición del juez federal de turno, doctor Pedro Morcillo Suárez, que tuvo conoci­miento en seguida de lo sucedido por intermedio del comisario señor Cri­velli.
Antecedentes
"De los restos de Retamar se hizo cargo al amanecer un pariente suyo. Los cadáveres de Charnosky y Rosembrock fueron retirados poco antes de mediodía por unos compatriotas y amigos de ambos, los que resolvie­ron hacerse cargo de la inhumación. Carecen los dos de deudos en Rosa­rio y vivían de su trabajo. Charnosky era obrero pintor y Rosembrock 'rabajaba como oficial en una sastrería que hay en la calle Salta entre las de Vera Mujica y Gobernador Crespo.
Rosembrock y Charnosky y tampoco Soeta no registraban anteceden-Te alguno en la policía de Rosario, Retamar le prestaba servicios en cali­dad de chauffeur a un abogado y en su gremio era muy estimado cono-: endósele con el apodo de Cotocho. En el año 1926, Retamar estuvo de­ten do unos días, a raíz de un homicidio ocurrido en un café situado "-ente a la estación Rosario Norte, hecho en el que resultó muerto un co-ega suyo apodado Tom Mix. Se comprobó desde un principio que Reta­car había obrado en legítima defensa.
Los padres de Retamar, gente humilde y honesta, se domicilian desde nace no menos de treinta años en la calle San Lorenzo 1521, donde se realiza el velorio.
El automóvil destrozado por el tren pertenecía a Kali, desde hace un -•es, según éste lo ha comprobado. Anteanoche habían salido a pasear los cinco en el coche dirigiéndolo Retamar, porque era un experto volante. Anduvieron por algunos sitios, circulando a regular velocidad siempre, y ruando los alcanzó el tren regresaban a sus respectivos domicilios. Ha­bían resuelto entrar en la zona urbana por la avenida Ovidio Lagos, que :iene comunicación con la de Arijón.
Entre los lugares que habían estado figuraba el domicilio de determi­nado jockey, a quien invitaron a dar una vuelta en el coche. El jockey no aceptó, porque en la mañana de ayer tenía que aprontar a primera hora unos caballos en el hipódromo.
El paso de la muerte
"Debido a la falta de barreras son ya muchas las personas que han per­dido la vida en el paso a nivel de que se trata. Años atrás acaeció un acci­dente que causó consternación en nuestra sociedad: Un tren atropello a un automóvil conducido por un chauffeur japonés, en el que viajaba el doctor Pedro T. Larrechea Muñoz, en compañía de su familia. El doctor Larrechea Muñoz sufrió lesiones mortales y su familia se salvó providen­cialmente.
No hace mucho, el 18 de enero último, el expreso que sale diariamen­te a las 8.15 para Retiro atropello a una jardinera de la panadería Siam guiada por Juan Baudini. La jardinera fue lanzada a varios metros de dis­tancia, juntamente con Baudini, resultando muerto el equino que la arras­traba. Baudini tuvo suerte: sólo sufrió lesiones leves.

Los vecinos del Barrio Las Delicias dicen que no pasa día sin que ocu­rra algo en aquel paso a nivel. Casi diariamente los trenes matan allí a ani­males vacunos y caballos. La noche del jueves, un tren de pasajeros que llega a Rosario Norte a las 21.30 estuvo a punto de atropellar también a un automóvil ocupado por una familia. El conductor del coche consiguió felizmente plantar el vehículo, mediante los frenos, en la vía del lado Es­te y por esa causa se salvaron. El convoy pasó como una exhalación a po­cos centímetros del automóvil por la otra vía".
Finalmente, un testigo de aquellos momentos esclarece definitivamen­te las causas. Se trata del veterano periodista Justo Palacios:
"—De Pueblo Nuevo no venían porque Pueblo Nuevo se levantaría tres años después, cuando el cierre de Pichincha. Me acuerdo del accidente porque yo tuve que hacer la crónica para el diario Reflejos. Cuando llegué al lugar, los muertos ya estaban embolsados. —¿Quién murió, además de Cotocho . ..?
Murieron dos o tres mujeres también. Lo que se escribió en los diarios fue para que la opinión pública no se enterara y se taparan las causas del accidente. Porque Cotocho no se que lío había tenido en un prostíbulo con esas mujeres que eran de el y había procedido a secuestrarlas. Venían amontonados en el auto y a todo lo que da, quisieron pasar antes que el tren y se hicieron puré. —¿Los venían corriendo?
No, creo que no. Aunque esa hipótesis podri'a entrar ya que la cosa fue al lado de la comisaría. — ¿Qué comisaría?
La que estaba en la Avenida del Rosario del lado de allá. Ellos tenían que subir con el auto por un terraplén y pasar arriba de las vías del ferro­carril. Al costado existían unos cañaverales altos que no dejaban ver nada y detrás, la comisaría. En ese lugar ya habían pasado algunos otros acci­dentes, porque los cañaverales tapaban todo y no se podía ver si venía el tren o no. En ese entonces estaba de moda El Rápido que cubría la dis­tancia de Rosario a Buenos Aires en 3 horas 40 minutos. ¡Como sería que Roberto Firpo le había hecho un tango!. A mi me mandaron del dia­rio Reflejos y yo fui con Chiavazza, que el iba a sacar las fotos. En la comisaría estaban los muertos como si fueran papas .. . -¿Y Cotocho?
Irreconocible. Tenía una oreja pegada con la otra. El auto también esta­ba destrozado. La policía había juntado los pedazos de los muertos y los había embolsado ... Yo hice la crónica con un recuadro que empezaba mas o menos así: "Ha muerto Cotocho. Ha muerto el Rey del Ham­pa . . .", y terminaba: "... Ha muerto Cotocho. La sociedad no ha perdi­do nada". Me entusiasmé con la crónica y se armó el lío . . . —¿Hubo bronca?
Daba la casualidad que mi hermana trabajaba en una casa de modas que estaba en calle Salta al lado de la cigarrería de Carrasco, y que era donde todas las minas de Pichincha se vestían. También se hacía la ropa allí la viuda de Cotocho. La cosa es que apareció, toda vestida de negro, y le contó a la dueña lo que había pasado: "Lo que mas me duele dijo— es como lo trató "Reflejos" a mi marido... estoy buscando al que escribió eso, que me dijeron es un tal Palacios. En cuanto lo encuentre lo mato", y le mostró a la dueña del negocio un revólver chiquito que tenía en la cartera. — ¿Y después?
Bueno, la dueña habló con mi hermana y le preguntó: "Decime che, ¿no es tu hermano el que trabaja en "Reflejos"?, porque lo anda buscan­do la viuda «te Cotocho para hacerlo sonar". ¡La que se armó!. Se ente­ró mi mamá y me quería hacer renunciar del diario. Yo por aquel tiempo vendía los cigarros "Avanti" también, pero me tiraba el periodismo. "No se aflija, mamá", le decía, "son cosas del oficio. No se aflija que no va a pasar nada". Pero la bronca estaba. Menos mal que la dueña de la casa de modas habló varias veces con la viuda de Cotocho y la fue calmando. Le dijo: "Lo que pasó, pasó. ¿Para que se va a meter en líos...?a ese mu­chacho en una de esas lo mandaron y el tuvo que cumplir con su obliga­ción". Y así paso todo". 16
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Otro conocido personaje que no les va en zaga a los demás es Angel Alfonso Bellorini (a) El Ñato Musolino, nacido el 15 de julio de 1891 y de profesión chofer. Bellorini es hombre de confianza de la Zwi Migdal quien lo envía tres veces a Europa para traer mujeres, es persona confia­ble de los caudillos políticos para quienes compra libretas de enrolamien­to en épocas de comicios y, como hemos visto, goza de amplio crédito con Pedro Mendoza. Mide un metro sesenta y ocho de estatura, es de complexión robusta y posee un pellizco por nariz en medio de su cara. Todo en su persona, comenzando por el rostro, recuerdan la estampa de Benito Mussolini. De allí el alias con que lo han motejado y que llevará de por vida y aún después de muerto.
    El Ñato Musolino comienza su carrera a los 16 años con una detención por faltar a la moral el 28 de enero de 1908, y el 8 de junio de 1909 re­gistra una entrada por heridas. En la noche del 21 de diciembre de 1910, Bellorini que es por entonces cochero y cuenta con 19 años de edad, se balea con Emilio Campa, de igual edad, causándose ambos lesiones en for­ma recíproca. Al igual que en el caso anterior, es sobreseído. El 4 de ma­yo de 1912 es detenido por complicidad de hurto, logrando el sobresei­miento el 19 de agosto de ese mismo año. El dictamen es escueto.
"Estela Ruiz (alias La Chilena) y Angel Bellorini, hurto a Lucia Tomalli-ni. Rosario, agosto 19 de 1912. Vistos estos contra Estela Ruiz, alias La Chilena y Angel Bellorini, hurto a Lucía Tomallini, por los fundamentos del auto consultado y atento a lo dictaminado por el señor Fiscal de Cá­mara, la Sala del Tercer Turno resuelve: Aprobar el auto de sobreseimien­to dictado a fojas treinta y dos. Hágase saber y bajen".17
No alcanza a terminar el año sin ser detenido otra vez, en esta oportu­nidad por atentado a la autoridad, el 5 de noviembre; "lógicamente", es sobreseído. El 7 de julio de 1914 es vuelto a detener por encubrimiento de hurto siendo sobreseído; el 10 de setiembre de 1918 vuelve a ser re­querido y sobreseído definitivamente; el 9 de octubre del mismo año cae preso por desacato y atentado a la autoridad, de lo que también es sobre­seído.
Después de este récord, El Ñato Musolino está listo para viajar al exte­rior como mandadero de la Zwi Migdal, lo que cumple al pie de la letra. El 21 de abril de 1928 es reidentificado para solicitar pasaporte, cédula y certificado para viajar al extranjero; el 16 de setiembre de 1929 solicita certificado por renovación de pasaporte y certificado para ir a Italia, y el 6 de noviembre de 1931 es vuelto a reidentificar por solicitar pasaporte para viajar a Europa. El 26 de agosto de 1932, después de conocerse la Ordenanza Municipal N° 7 fechada el 30 de abril de ese año, por la que se dispone el cierre de las casas de tolerancia a partir del 1° de enero de 1933, Bellorini es requerido una vez más, ahora por el comisario de ór­denes de la sección novena.
"—Yo, la verdad, perdí contacto con mucha gente porque cuando cerra­ron los prostíbulos desaparecieron todos los personajes. Y fíjese que yo estaba de librero en el ferrocarril, así que no me moví del barrio. Cuando se cerraron, no se hacían los grandes embrollos de la época de Pichincha, pero en un restaurante famoso de Súnchales, La Primavera, que en ese en­tonces era de Fossatti, como era uno de los mejores lugares donde se co­mía y era tranquilo, todos los negocios se hacían ahí, comiendo; después fue un lugar muy serio. Pero, al cerrar Pichincha, todo el mundo se con­centra en La Primavera y el famoso Ñato Musolino, que tenía taxi y vivía a la vuelta, era el que organizaba todas las reuniones y preparaba todos los matetes ... los negocios que se hacían con las mujeres. Porque, siguió un tiempo la cosa ... no muere del todo cuando se cierra Pichincha. En­tran a distribuir, mandaban para acá y para allá". 18
Los domicilios de El Ñato Musolino —que será requerido el 24 de fe­brero que 1934 otra vez por el comisario de órdenes de la sección 9a.— son varios desde 1910 a 1958: Santiago 15, Brown 2777, Güemes 2835, Brown 2769 y Güemes 2735. Como se ve, no se mueve de la zona de Súnchales. El 8 de marzo de 1939 circula la captura de Bellorini —que por ese entonces es propietario del dancing "La Primavera" en Pueblo Nuevo—, dada en la Orden del Dia N° 53 por infracción a la ley Nacional de Profilaxis N° 12.331.
El 11 de marzo la división Investigaciones solicita al jefe de la misma brigada en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, la detención del ma-croft por creerse que se encuentra en dicha ciudad "en una finca de la ca­lle Mitre N° 140, donde existe una agencia de loterías, propiedad de una persona de nombre Benjamín, apodado Gorrión. Vana esperanza, en ese domicilio existe un comercio de despensa donde el nombrado es descono­cido. En el sumario por infracción a la Ley 12.331 figura complicado, en­tre otros, Natalio Leibovich, el conocido Ruso Natalio propietario de prostíbulos y tratante de blancas. La fortuna económica y política sabia­mente amasada por este hombre en sus actividades tenebrosas, es sufi­ciente para calmar los ánimos. El 23 de marzo, pasados los primeros apu­ros, comparece El Ñato Musolino espontáneamente en el juzgado de ins­trucción de 1ra. nominación, siendo levantada su captura y decretada su libertad " por ahora y sin perjuicio".
El 11 de setiembre de 1940, Bellorini, que cuida ante todo su prontua­rio, dirige una nota al jefe de Investigaciones don Ernesto Carreras, que dice: "El que suscribe, Angel Bellorini, con domicilio en la calle Brown 2837, ante el señor Jefe respetuosamente se presenta y expone: Que mi prontuario ha sido pasado a la Sección Moralidad Pública en virtud a un proceso que se me instruyó con otros, en virtud a un funcionamiento del dancing La Primavera en jurisdicción de Pueblo Nuevo en cuya causa fui sobreseído de culpa y cargo. Con ese motivo ruégole al señor Jefe quiera disponer el pase de dicho prontuario a la Sección Información General que es de donde fue pasado a la mencionada Sección Moralidad Pública. No dudando que el señor Jefe encontrará atendible esta petición, aprove­cho la oportunidad para saludar a usted muy atentamente". Después del natural procedimiento informativo, Investigaciones se expide favorable­mente el 17 de setiembre de 1940.
Plinio Montenegro (a) El Pibe Montenegro ó Temporelli El Cantor, de quien hemos hablado ya, es el que acompañará a El Ñato Musolino en la casa de la calle Güemes 2735, a vivir sus años postreros.
"—¿Y cómo vino a vivir aquí usted?
—Yo estaba parando en un hotel frente a la Estación Rosario Norte, el 25 de Mayo y ... me robaban vuelta a vuelta cuando me iba por ahí y deja­ba la'pieza unos días. Era, y soy descuidado. No me interesa que me ro­ben, nunca digo nada ni hago denuncias ... ¡a mi que me importa! . .. Todavía, si hago la denuncia, voy a tener que estar a cada momento que me llaman "a ver, si reconoce a este o a aquel otro . . .". Y yo no reco­nozco a nadie. ¿Para que?, si de todos modos no me voy a encontrar con lo que han robado, ni con nada . . . Entonces Musolino me dice: "Venite acá . . . quédate ahí. , .". El era medio tacaño, no comía si no lo invita­ban o le daban . .. —Pero, ¿hacía algo?.
—No. No hacía nada. Entonces, como a mi siempre me gustó comer bien, compraba dos o tres kilos de costeletas y las ponía en la cocina. El Ñato me decía: "¿Para que traes tanta carne? ¿Sos loco vos?". Al último yo trabajaba bien y empecé a comprar los vinos buenos .. . estee Don Valen­tín, la marca esa. Hacía traer los cajones por unos amigos que trabajaban en el coche comedor del ferrocarril que veni'a de Mendoza, ahora no viene mas el coche. Musolino se enojaba: "Pero, ¿qu'hacés?", protestaba. "Dé­jeme a mi —le contestaba yo—, la plata es mía y yo la gasto como quie­ro . . . a mi me gusta comer bien y chupar mejor. De esta vida llevarás, panza llena y nada mas, Ique tanta macana/". —Usted, ¿trabajaba en el ferrocarril?.
—Yo vendía revistas. Me iba a las seis de la tarde a agarrar el tren y volvía a las once o doce de la noche. Me iba hasta San Nicolás y volvía. Total, con una hora de trabajo estaba hecho el día, me sobraba".19
Al igual que otros rufianes, Bellorini se encuentra, de pronto, solo, en­fermo y sin un centavo. Temporelli El Cantor será en este caso el encarga­do de cerrar los ojos a uno de los personajes mas conspicuos de la historia prostibularia rosarina.
"—Murió acá en esta casa, ¿verdad? —Si, en esta casa.
¿Ya estaba enfermo el hombre?
—Ehhh . . ., tenía un cáncer. Yo lo hice internar tres veces en el Sanatorio Británico y la última vez que lo hice internar vino un médico que era yer­no de Toquero, este que murió ahogado el otro dia. Lo encaré al médico y le dije: "A propósito, doctor, estoy cansado de venir de trabajar y en­contrarme a este hombre tirado aquí, el está solo y yo ando de viaje... la ver si algún dia le pasa cualquier cosa y van a creer que yo lo he mata­do para robarle algo aquí!. El Nato no tiene nada, aquí lo mantengo yo y todos lo saben bien. Escúcheme bien, si usted a las tres de la tarde no vie­ne a llevárselo, yo me voy a presentar a la policía diciendo esto, esto y es­to de usted, para que salga en el diario después..." —¿Y que pasó?
—A las tres menos veinte vino una ambulancia y se lo llevaron y después me lo trajeron en coma, que vivió dos días. Con unos amigos tuvimos que hacer los preparativos para enterrarlo porque aquí no aparecería nadie, ni parientes ni nadie . . . Recién a eso de las cuatro y media o cinco de la mañana aparecieron dos sobrinos, después otro sobrino mas. Y ahí andan en pleito todavía con esta casa y yo metido aquí que no puedo salir. Se pelean entre ellos y han puesto abogados separados y aquí estoy yo solo esperando que el asunto termine.
¿Cuánto hace que murió Musolino? —Hace nueve años.
—¿Sabe donde está enterrado?
—En el cementerio La Piedad, en un panteón que era de el y se lo prestó a un amigo. Ahora resulta que está ahí, pero como no hay escritura en una de esas lo desalojan al Ñato. El panteón se lo hizo un amigo de el que era chofer, de apellido Alsina".20
NOTAS
1   La Capital. 16.7.1915.
2   Calixto Gallo, id.id. 3/4 Jorge Ross, id.id.
5       La Capital. 2.2.1924.
6       León Alsina (a) Pata Lisa, entrevista realizada el 7.1.1976.
7      Calixto Gallo, id.id.
8      Alfredo Franchi, entrevista realizada el 5.1.1976 en el bar Fu
9      Pablo Miguel, id.id.
10      Antonio Sciara. V. La Mafia en Argentina, op.cit. Pág. 72.
11      Julio Schiavone, id.id.
12      Calixto Gallo, id.id.
13      León Ahina, id.id.
14      Calixto Gallo, id.id.
15      León Alsina, id.id.
16      Justo Palacios, id.id.
17      Documentación inédita.
18      Jorge Ross, id.id.
Fuente: Extraído del Libro “El Rosario de Satanás del Autor Héctor Nicolás Zinni, el Capitulo 2, del Tomo II . Editorial Fundación Ross. Año 2000.