viernes, 20 de septiembre de 2013

POR UNA TACITA DE CAFÉ


En Rosario, se hizo la costumbre, espe­cialmente en los barrios y en los clubes ir a tomar un café con los amigos, que se encontraban después de almorzar o cenar, quedándose a veces, horas ju­gando al truco, para seguir mintiendo los problemas del día        concentrados sobre una tacita de café.
 Entre los recordados cafés, había uno, casi sobre la avenida Belgrano, el "Cittá di Lavagna", donde se jugaba a las bo­chas, se comía buena faina y se absor­bía una buena taza de café, entre los italianos del centro, el Bar "Victoria", el mitológico "Villamil", lugar prefe­rido de los jóvenes de los años 60, el concurrido "Resorte", muchos de estos están refaccionados. Quien no se acuer­da del Bar-Almacén "El Riel", frente a la Estación de trenes, con su mostrador de estaño, donde muchos tomaban una ginebrita o un humeante y oscuro café, el famoso Almacén y Bar "La Alianza" o el Bar "Chiche" de Roberto Barra, donde se reunían los carreros que lle­vaban las mercancías al Mercado y se tomaban un buen café caliente antes de empezar el trabajo.
En calle Córdoba había dos conocidas cafeterías, donde casi siempre se tomaba el café de pie, al borde del mostrador, el "Sorocabana" y casi sobre calle Corrien­tes, el "Panambí", donde eran famosas las tacitas de porcelana china, con una traslúcida mariposa, que hacía placente­ro tomarse un buen aromático café.
Pasan los años, pero cuantos recuerdos y leyendas se pueden escribir una tacita de café
Fuente: extraído fragmento de la revista “Rosario, su Historia y su Región  Fascículo Nº 92.  de diciembre 2010 Autor: Silvio R. Vaccarezza.