La zona ocupada actualmente por el barrio Echesortu (para el que
mantendremos la nomenclatura que la ciudad adoptara como definitiva, pese a
decisiones municipales en contrario) era, a comienzos de la última década del
siglo pasado, un ámbito casi desolado, "allá lejos" del centro de la
ciudad en crecimiento, con dificultoso acceso. Sólo una curtiembre, la de
No-gués, y el tramo conocido como las vizcacheras de doña
Luciana, eran paisajes conocidos en lo que entonces
se denominaba el disrito del Bajo Hondo, del que también formaba parte la "Villa de San
Francisquito".
La transformación, sin
embargo, se produjo en forma vertiginosa, merced sobre todo a la acción de
una empresa urbanizadora que, en ese aspecto, alcanzó proporciones de pionera:
la de Ciro Echesortu y Casiano Casas.
Poco a poco aquel extenso campo se
parceló en lotes y la tierra en calles. Ciro Echesortu se encargó agrimensor
Víctor Tenac, que aún subsiste, Dichas construcciones fueron ordenadas por los
hermanos Carlos y Eduardo Jewell y en ellas habitaron altos empleados
ferroviarios además de los propietarios, que lo hicieron en la vivienda
entonces individualizada con el Na 6. Casi inmodificadas, como una
escenografía también inmutable, convertidas en su mayoría en pensiones de
estudiantes, esas residencias que se acercan al siglo de antigüedad
testimonian parte de los orígenes del barrio Echesortu.
Al club barrial pionero, el Rosario Cricket Club, fundado el 27 de. marzo de 1867 (en 1888 pasaría a denominarse Rosario
Atlético Club o Club Atlético del Rosario, como se lo conoce todavía en la actualidad) se le sumarian pronto
otras instituciones y comercios que fueron otorgando identidad
al barrio. La
inauguración de la iglesia San Francisco Solano y luego de su escuela
primaria anexa, mostró la actividad de la orden franciscana en la zona, que se
extenderla después a la atención del entonces denominado Lazareto, actual Hospital
Carrasco.
Los almacenes de ramos generales, por entonces una presencia inevitable, se constituyeron en residencia
también de primitivos pobladores. Son recordados, asi. los de Enrique
Allbrich, en San Luis y Cafferata; el viejo almacén de José Bottes, en Mendoza
y Crespo; el de José Sesán, en Mendoza y San Nicolás; el de los hermanos Angel
y Juan Dellacasa, en Mendoza al 3600, con anexo de fábrica de suissé, licor elaborado a base de ajenjo. Otro de
los comercios iniciales fue la panadería El Municipio, de Estanislao Uriarte,
de la que se afirma que llegó a faenar 2000 kilos diaríos de harina. La única
fábrica de principios de siglo era una de calzado: la de Cándido Cabezas, en
Mendoza y Constitución.
Por aquellos tiempos,
el esparcimiento se daba con la llegada de los esperados circos criollos, con
las carreras cuadreras en una cancha ubicada en calle 3 de Febrero entre
Constitución y Bvard. Avellaneda y con las distracciones que proponían el
boliche de los Vilches y los recreos. El más importante de estos últimos fue el Gran Recreo Americano, habilitado en 1892, y
que perduraría hasta la década del 40 como Recreo Echesortu. Se trataba de un
restaurante al aire libre con numerosos juegos para chicos al que el tiempo
transformaría en cine al aire libre y más tarde en el popular e imponente Cine Echesortu, que devendría
finalmente en una de las tantas confiterías bailables de la ciudad, que
proliferaron en las décadas del 70 y del 80.
Pero quizás el lugar más hondamente
popular en la década del 30 40 fue la ya mencionada Conchita de San Pedro, incluida en el extenso
predio de la Quinta
de San Pedro, donde algunos clubes como Arrillaga, Colombina y Almafuerte
tenían sus "estadios" y donde disputaban sus encuentros de fútbol
ante verdaderas multitudes de vecinos. El inmenso ombú en el centro del
terreno no reunía, en cambio, a mucha gente, pero permitía encuentros mucho
más románticos bajo la sombra de sus pobladas ramas.
La Plaza Buratovich, por su parte, fue desde un comienzo el
lugar obligado de reunión del barrio. Delimitada por las calles 9 de Julio, 3
de Febrero, Cafferata y San Nicolás, el tradicional espacio verde fue en
principio parte del terreno ofertado por el mayor Buratovich al intendente
Nicasio Vila en 1908.
En 1910, el barrio había cambiado por primera
vez de denominación: el nombre Alberti sirvió para identificarlo oficialmente
hasta 1927, ano en que se le devolvió la denominación original. Sin embargo, en 1950, y en el marco y la euforia sanmartiniana,
le fue impuesta otra nomenclatura: Barrio Remedios de Escalada de San Martín.
A pesar de ello y de las cuatro décadas transcurridas desde entonces, los
vecinos difícilmente lo llamen de ese modo. Lo conocen y recuerdan como Echesortu.
En el, como una especie de espina dorsal trazada de este a oeste,
desde el río Paraná (con su elegante barrio Martín, donde nace o muere según
se desee) hasta su finalización, la calle Mendoza ha configurado una fisonomía
comercial que —en tramos como los que corren desde Ovidio Lagos a Bvard.
Avellaneda— adquiere incluso relevancia de "centro de compras" de
una buena parte del vecindario. Sobre ella se emplazan instituciones bancarias,
escuelas, negocios, boutiques, supermercados y todo tipo de locales. Algunos de
ellos, como el antiguo pero vigente café La Capilla, en la esquina de Mendoza y Bvard.
Avellaneda, resguarda todavía una parte entrañable de la crónica cotidiana del
barrio…
Fuente: extraído de la revista
“Rosario, Historia de aquí a la vuelta Fascículo Nº 18 . De Enero 1992. Autor: Alberto Campazas