jueves, 27 de junio de 2013

EL TIEMPO DE LO FRANCES


La ciudad tuvo un importante periodo volcado al gusto por lo academicista francés, auge que signa el comienzo del siglo XX y que toma un punto de enlace aproxi­mado con los últimos diez años del S. XIX y la construcción del puerto moderno con inauguración de los trabajos en 1902, por la empresa francesa Hersent e Hijos. Se ha destacado la incidencia e impor­tancia del puerto en el florecimiento de la planta urbana respecto de la cantidad y calidad de edificios que la poblaron paulatinamente dejan­do un sello indeleble, por suerte aún de mucho peso y reconocible por el caminante de la ciudad, a pesar de las desapariciones casi irracionales producidas por la fie­bre especuladora inmobiliaria de las décadas del 60, 70 y parte del 80.
Como bien lo destacan Gutiérrez-Viñuales "... el surgimiento de la arquitectura del academicismo francés, había predominado níti­damente en Buenos Aires, donde los sectores de la oligarquía ten-a­teniendo, habían adherido a la po­lítica de la élite del 80 basada en la confluencia del aporte económico británico, la formación cultural francesa y la mano de obra italiana y española. El hecho de que llegue a Rosario (lo francés) con veinte años de retraso, debemos atribuirlo por un lado al inevitable efecto de mimetización de las burguesías del interior, es decir que es una acep­tación meramente superficial. Quizás el elemento esencial debe buscarse en el hecho de que el Rosario cosmopolita carecía de una oligarquía tradicional que pudiera apoyarse en un aparato cultural francés, y que más aún, aceptara y deseara vivir a lo francés, tal cual sucedía con la élite porteña". De una manera u otra, clientes engolo­sinados por estar a la moda de "lo que ocurra en Buenos Aires", más que por su adhesión a "lo francés", desearon su cuota borbónica en el palacete privado, o un petit hotel que recordara un rincón de algún boulevard parisino. Así también florecieron negocios y estableci­mientos variados con igual tenden­cia. Este período, antecedente cro­nológico inmediato del Art-Nouveau, cuenta con el concurso de importantes arquitectos y dise­ñadores formados en la Ecole de Beaux Arts francesa y dejó hitos que no logran la contundencia y brillo de sus similares porteños. pero constituyen referentes inevi­tables en el patrimonio rosarino. Un ejemplo está en la ya citada esquina de Córdoba y Corrientes, con dos casas de rentas que arman la intersección con indudable maestría: el academicismo francés está presente en "La Agrícola" del Arq. Collivadino (1908) y en "La Inmobiliaria" de Buschiazzo (1910), mostrando la escala urbana de los emprendimientos del momento.
Emilio Hugué, también académi­co formado en Europa, sitúa sabia­mente en la esquina de Sarmiento y San Lorenzo, el edificio del ex-Banco Francés del Río de la Plata que con su remate en cúpula, de­termina el carácter de la esquina, haciendo de verdadera "rótula", en el punto en donde el trazado de San Lorenzo hace un desvío que se ob­serva claramente en el plano de la ciudad.
Lisandro de la Torre, junto a otras personalidades, integra para la ce­lebración del Centenario una comi­sión encargada de convocar nada menos que a un concurso interna­cional para dotar a la ciudad de un hospital de avanzada. Así nace el "Hospital del Centenario" debido al francés Rene Barba, que decide establecerse en Rosario para su­pervisar el proyecto que actual­mente sigue prestando un inesti­mable servicio, aunque con el fren­te histórico sobre calle Urquiza desaparecido, a raíz de importan­tes trabajos de ampliación en la década del 70-80.
De mucha importancia dentro de la tendencia francesa son las obras realizadas por Alejandro Cristophersen en Rosario, destacándose la salvedad de Gutiérrez-Viñuelas sobre: "... la superación del rigor normativo, que va adecuando di­versas respuestas, por un lado proponiendo una relativa libertad formal y ornamental que lo emparentan tenuemente con el art-nouveau y por el otro disecando casi la propuesta académica, don­de su mayor mérito radica en las proporciones y la escala". Referen­tes de lo expresado, son la mansión que proyecta para la familia Pinasco en Córdoba e Italia (actualmente ocupada por la Universidad Nacio­nal de Rosario) y la vivienda en Pje. Juan Alvarez frente a Plaza Pringles que hoy cobija a la Delegación Rosario reconoce un periodo tar­dío-francés, que involucra en la década del 30 a los edificios de la Aduana y del Correo Central reali­zados por los equipos del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, el ex-Banco Municipal de Préstamos en Sarmiento al 1400 hoy destina­do a dependencias militares con Importantes modificaciones, y a varias casas de rentas debidas en­tre otros a Juan Durand y Emilio Maissonave, como el ubicado en Córdoba y Laprida, esquina sur­oeste.
Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta  Fascículo Nº 23 .  De Abril 1993. Autor: José Mario Bonacci