martes, 7 de mayo de 2013

EL UMBRAL DE LOS “AÑOS LOCOS


Por. Rafael Ielpi
Tantas novedades del progreso como las que había asimilado la ciudad en la primera década y media del siglo XX produjeron sensibles cam­bios en el paisaje urbano, que se reflejarían, por ejemplo, en la licita­ción de las obras de pavimentación de la ciudad, en marzo de 1919 y el comienzo en junio de dichos trabajos en calles céntricas como Maipú, San Luis y Sarmiento.
Sin embargo, pese a semejantes primicias de cambio, no serían pocos los que se alborotarían en los primeros meses del año ante hechos como los estragos que provoca el tifus en Rosario y todas las ciuda­des importantes, exigiendo procedimientos preventivos contra la enfer­medad, mientras en junio la prensa comenta la alarma vecinal por el aumento de otro mal en aumento: la tuberculosis. El tema de la salud infantil, por su parte, comienza a ser tenido en cuenta seriamente si nos atenemos a noticias como la publicada en La Capital en agosto del mismo año, en la que bajo el título de "¡Madres, cuidad a vuestros hijos!" se informa que los fallecimientos de menores de un año en el Rosario superan las estadísticas de la mortalidad infantil en todas las ciudades civili­zadas. Mientras Nueva Zelanda, la más favorecida, acusa 51 fallecimientos por 1000 nacidos, Rosario denuncia 295.
También estrechamente vinculado al tema de la salud de la pobla­ción estaría por entonces el proyecto (de antigua data si se piensa que se originó con los fervores del Centenario de Mayo) de construcción del Hospital Nacional del Centenario, una de las obras magnas del esfuerzo rosarino, entre cuyos autores se encuentran los señores Ciro Echesortu, Ovidio Rodríguez, Cornelio Casablanca y otros, según consigna el mismo diario. A mediados de 1919 se inauguraría el edificio destinado a la Escuela de Medicina y el pabellón de cirugía, con asistencia del gobernador Lehmann, el acto protocolar de rigor y el discurso de Echesortu, que presidía por entonces la comisión directiva del hospital.
Entre tanto, otros sucesos permitían que los rosarinos se intere­saran por un progreso no menos visible: el de la actividad comercial. A comienzos de diciembre del año mencionado, la noticia de mayor relevancia es el remate de la céntrica esquina de Córdoba y Sarmiento, un terreno adquirido en 600 mil pesos moneda nacional por Hugo Barbarich, en representación de Roque Cassini, quien construirá allí el segundo emplazamiento de "Casa Cassini", una de las grandes tien­das rosarinas de los primeros años del siglo XX.
Cassini, sin embargo, no dejaba de ser cada tanto noticia perio­dística. La Capital había informado poco antes: El señor Roque Cassini, propietario de la conocida casa que lleva su nombre, nos dice en una atenta comunicación: "Tengo el gusto de informarle que ya se puede pasar en carruaje por la calle Rioja frente a Cassini pues esa casa está haciendo arreglar el ado­quinado, en estado deplorable, por su cuenta..."
Si de estados deplorables se hablaba, pocos superarían al de los jubi­lados de la provincia de Santa Fe, que en ese año 1919 llevaban ya trece meses sin cobrar sus haberes y sin perspectiva de recibir un centavo dados los resultados adversos de las gestiones gubernativas para conseguir dinero, apun­taba el diario. Sin embargo, las mayores zozobras en la ciudad ocurri­rían apenas comenzado el verano, en el mes de enero, con la reiteración del descontento obrero en distintos gremios, algunos de ellos habitua­dos, como el ferroviario, a exteriorizar de ese modo su búsqueda de rei­vindicaciones salariales o la demanda de mejores condiciones de trabajo.
Rosario había alcanzado a comienzos de 1919 una población de 243.709 habitantes cuando se inician las huelgas de los marítimos y ferroviarios, que abarcarían todo el país y que tendrían como hecho generador y relevante a las jornadas que, iniciadas sobre fines del año anterior, culminarían en una semana de triste pero necesaria recorda­ción: la "Semana Trágica", aunque los conflictos obreros se habían patentizado en realidad en una sucesión creciente de huelgas: 80 en 1916,138 en 1917,367 en 1919 y 206 en 1920.

Fuente: Extraído de Libro Rosario del 900 a la “decada infame”  Tomo II Editado 2005 por la Editorial Homo Sapiens Ediciones