lunes, 4 de octubre de 2021

LLEGARON LAS LLUVIAS

 




Por Héctor N. Zinni


Desde hace unos años, y no pocos precisamente, el Carnaval de Rosario es una verdadera danza de los millones. El 16 de febrero, en un marco de general animación, concentrada en los abigarrados bailes, se inicia el Carnaval de 1969. Reeditando el bullicio y la alegría de años anteriores, el apelado rey Momo se instala en la ciudad, quizás la principal región de su imperio en la Argentina.

Las instalaciones de los clubes más importantes se ven colmadas por quienes a la busca del casi delirio, concurren a entregarse a los movimientos de la danza ya aplaudir a sus ídolos. Mucha gente presencia en Gimnasia y Esgrima el show del triunfante peninsular Salvatore Adamo; en Provincial, mientras tanto The Tremeloes y el brasileño Roberto Carlos son las figuras encargadas de hacer fausta la primera noche del reinado carnavalesco.

El índice más claro del entusiasmo con que la ciudad ha recibido el Carnaval son, empero, las recaudaciones de los cinco clubes locales, que en los primeros días -sábado y domingo- han nucleado mayor cantidad de público. La inestabilidad del tiempo, con constantes amenazas de lluvia y un descenso pronunciado de temperatura, no ha logrado disminuir la adhesión masiva a las reuniones danzantes. Gimnasia y Esgrima, con 9.380.000 pesos, ocupa el segundo lugar en el ranking nacional, encabezado por San Lorenzo de Almagro, de Buenos Aires, con 10.350.000.

El Sábado 15 y el domingo 16, Provincial ha obtenido 7.671.350 pesos; Rosario Central, 7.216.000; Unión y Progreso, 2.036.000 y Central Córdoba, 669.300 pesos. El aporte multitudinario alcanza, no obstante, su desborde mayor, el sábado 22 de febrero en Provincial, donde la actuación conjunta de Palito Ortega, Leonardo Favio y el francés Hervé Vilard ha congregado -según lo detallan las planillas de la poderosa SADAIC- a 31,154 espectadores, que han dejado en las satisfechas arcas de la institución rosarina la cuantiosa suma de 14.991.200 pesos.

La recaudación total de ese día alcanza sumas extraordinarias: 67.542.950 pesos, de los que 25.993.650 han sido de Provincial; 16.802.000, de Gimnasia y Esgrima y el resto dividido entre Rosario Central, Unión y Progreso y Central Córdoba. No obstante, el Carnaval, para los memoriosos, ha muerto. Ni existe ya ni existirá más como tal. ",Te acordás... ?" parece ser la fórmula en la que los recuerdos nacen espontáneamente y nadie olvida descripciones, incluso literarias, de los carnavales de antaño.1

La culminación publicada profusamente por los diarios de todo el  viene soportando la presión de una indubitable división país el 16 de marzo, no es fruto de la casualidad. Hace muchos meses que subterráneamente, en forma sorda -como surgen generalmente los conflictos de jerarquías-, el clero rosarinode pensamiento. A partir de la Conferencia Episcopal Americana celebrada en Medellín y de allí en más, el cerrado clero americano ha visto amenazado su natural espíritu conservador por nuevos vientos gestados a la luz de los urgentes problemas sociales, económicos y políticos que sacuden, desde siempre, a las comunidades latinoamericanas.

Es cuando una gran parte del sacerdocio rosarino, decide, en la persona de veintisiete de sus representantes de diversos puntos de la diócesis, plantear al obispo, Guillermo Bolatti, las inquietudes de la feligresía y de los mismos pastores ante la inexistencia de un diálogo obispo-pastores-pueblo, insistentemente reclamado desde hace mucho tiempo. Los acontecimientos desatados por la renuncia masiva de los 27 sacerdotes, son en determinado momento incontrolables por el obispo Bolatti, un decidido preconciliar que debe apelar al último y al parecer eficiente recurso de viajar a la Santa Sede en busca de mandato y apoyo ante el levantamiento de su grey.

Entre las razones esgrimidas por los renunciantes está la expulsión de dos sacerdotes españoles que ejercían un sacerdocio tan eficaz como inusual en estas latitudes -llegando al papel de curas obreros en el caso del padre García Gómez- además los sacerdotes reclaman por su parte frutos menos tangibles, pero no menos adentrados en el espíritu cristiano: diálogo, integración con la comunidad, pobreza del sacerdocio, humildad de la Iglesia. Las sanciones dispuestas por el obispo Bolatti contra los padres Ferrari y Parenti, por su intervención apaciguadora en los sucesos ocurridos en barrio Godoy -Parroquia de los padres españoles alejados de sus cargos- ha contribuido de modo lamentable a hacer más confuso el. panorama general.

Mientras la posterior revisión de la medida obispal, en todo caso no hace más que confirmar lo apresurado, sino arbitrario de la misma, ni la partida de monseñor Bolatti, ni su regreso con instrucciones y apoyo papal a su gestión hacen mas claro el conflicto que termina desbarrancándose en un status quo. Bolatti hace intervenir a la policía en Cañada de Gómez mostrando a las claras que Sil posición no es lo suficientemente sólida como se piensa: el apoyo de las armas, de la violencia y de la mentira, nunca han sido buen fundamento para hacer valer razón alguna. Mucho menos en el campo de la fe.2

Entre otros problemas que se agitan en este Rosario en los fines de la década de los 60, esta el juego prohibido, cuya represión es, quizá, una de las empresas más difíciles para los integrantes de la sección Leyes Especiales: pocas actividades responden a mecanismos tan depurados hasta el punto de burlar a la propia policía. Pero eso no es todo, si se tiene en cuenta otro dato no menos apabullante: la quiniela y las carreras de caballos clandestinas, en Rosario, arrojan un movimiento anual de dos mil millones de pesos. Para que esta cifra no decaiga, la provincia de Santa Fe cuenta con 150 capitalistas conocidos, de los cuales 75 actúan en Rosario, 39 en la ciudad de Santa Fe, 12 en el Departamento General López y el resto repartidos en otros departamentos.

Los capitalistas, por otra parte, están secundados por 800 planilleros identificados: 539 actúan en Rosario, 132 en Santa Fe, 42 en el Departamento Caseros, 27 en el Departamento Castellanos. Los 60 restantes están estratégicamente ubicados en ciudades menores. "La policía cree que va a eliminarla quiniela y/as carreras clandestinas -ironiza un quinielero en un café de la calle Córdoba-, desde que se implantaron hace sesenta años, viene diciendo lo mismo. El día en que rechacen las suculentas coimas que perciben, las cosas podrán cambiar".

En realidad, desde que germinara la quiniela en Rosario hacia 1910-la importó un célebre aristócrata que de esta manera triplicó su fortuna-las tentativas policiales para combatir el juego clandestino se han visto algo frustradas: las influencias y las coimas que se desataron sobre los funcionarios se encargaron de disminuir la represión. La guerra contra la quiniela ha tenido su punto de partida en 1949, cuando José María Cámara persiguiera a capitalistas y planilleros -curiosamente, en 1958, al ser nombrado Jefe de Investigaciones, la represión disminuyó notablemente- continuó con Lozón, uno de los responsables de la muerte de Ingalinella, y culminó, en 1966, con el implacable Sacomano quien hizo retirar las líneas telefónicas de los capitalistas y de las agencias de lotería que infringían la ley 4444, que reprime los juegos prohibidos. La revancha de los capitalistas, en aquella oportunidad no se hizo esperar: lograron removerlo del puesto.3

En 1969, como no podía ser de otra manera, la inundación cumple su cita anual con puntualidad y fatalmente en muchos casos. Luego de tres o cuatro días de intempestivo calor infernal, mientras los rosarinos protestaban del verano tardío que los agobiaba profetizándose un invierno muy crudo, los grifos celestiales se abrieron en la noche del 14 al 15 de abril. Los casi inexistentes trasnochadores vieron como hacia el sur, el cielo se cubría de negros nubarrones, y como las descargas eléctricas cruzaban el torturado firmamento: después, un viento más o menos fuerte; en seguida, la lluvia. La lluvia que caía como si fuera la última vez.

El miércoles 16 la precipitación alcanzaba topes de 200 milímetros. Ya en la tarde anterior, los arroyos Ludueña y Saladillo habían comenzado a crecer en forma alarmante, especialmente el primero de ellos. En pocas horas volvieron a desbordar sus cauces y, antes de la medianoche, el agua sucia y marrón empezaba a penetrar, lenta e inexorablemente, en las últimas viviendas de Empalme Graneros. El aguacero siguió al otro día. Y al otro. No tanto como el primer día, pero lo suficiente como para remachar el clavo. Y entonces, empezaron a llegar las noticias.

Los empleados hablaban por teléfono a sus patrones: "No puedo salir, está todo inundado. El transporte no corre". Desde San Lorenzo es posible llegar a Rosario. Toda la línea hasta Cañada de Gómez estaba ,negada e intransitable, aún para los trenes. La situación iba in- crescendo. co después la noticia mortífera, antes de que amaneciera el nuevo día Ludueña, Nuevo Alberdi, San Francisquito, Villa Gobernador Gálvez, Empalme Graneros, Puente Gallegos, Barrio Industrial, Coronel Aguirre, Barrio Gráfico, Fisherton, presentaban un aspecto entre la desolación y la impotencia con más de un metro ' medio de agua en algunos barrios. Evacuados. Muertos. Llamados a la solidaridad.

Para los refugiados, para los vecinos que nuevamente lo han perdido todo por la acción del agua, hay consuelos. Siempre están a mano -viva la previsión!- los galpones de la Rural; siempre hay vagones de ferrocarril abandonados, dispuestos pasivamente a recibir inusitados inquilinos; siempre hay cuadras en un regimiento militar para albergar a la gente sin exigirles la compensación de las guardias, de las imanginarias y de los saltos rana; siempre hay parroquias dispuestas a recibir impensados feligreses sin ganas de escuchar sermones; siempre hay gente de buen corazón que puede donar frazadas, colchones y latas de conserva para sostener a los evacuados.

Y, por sobre todo, está el consuelo mayor: el Gobernador de la Provincia, contraalmirante Eladio Modesto Vázquez, ha sobrevolado la zona de la inundación. Con el raro privilegio de ser espectador panorámico, seguramente se ha hecho cargo de la gravísima situación replanteada. Lamentablemente, las hélices del helicóptero que lo transportaba no alcanzaron a fabricar las corrientes de aire necesarias para hacer bajar el nivel del agua.

Luego del vuelo, el Gobernador ha vistolo mismo que cuando sobrevolaba los barrios anegados. Pero sobre un mapa (para mayor precisión), en el Palacio Municipal. El mapa es incompleto y no veraz: los arroyos Ludueña y Saladillo están representados por un trazo muy tenue, no hay aguas sobre el mapa. Tampoco están representadas las casas destruídas, los bienes perdidos, los nervios tensos, la paciencia agotada.

Como todo el mundo sabe, incluso los gobernantes, el problema de las Inundaciones en Rosario es de vieja data, y se repite casi todos los años. El mismo periplo aéreo del contraalmirante Vázquez lo realizaron anteriormente los gobernadores Aldo Tesio, Sylvestre Begnis, el almirante Garzoni y los peronistas más antiguos, el doctor Waldino Suárez y el ingeniero Caesar. A estos se le suman muchos otros, cuyos nombres se han perdido en la noche de la confusión institucional, o tal vez arrastrados al olvido por la correntada que una vez inspeccionaron desde arriba.

Las inundaciones siguen repitiéndose periódicamente. Es que las lluvias no saben de las buenas intenciones de los gobernantes, ni de promesas electorales. Las lluvias caen porque sí, porque no hay más remedio. Porque de haberlo, queremos creer, seguramente los muy bien intencionado aéreos gobernantes ya lo hubieran encontrado.4

Notas:

1/2. Boom. Año 1 N2 12. Rosario, agosto 1969.

3. Boom. Año 1 N2. Rosario, marzo 1969.

4. Revista de FATA Soc. Seguros Mutuos. Rosario. Año 1 N2 3, mayo 1969

Fuente: Extraído del Libro “ El Rosario de Satanás” Tomo III. Editorial Fundación Ross. Año 2000.