jueves, 17 de junio de 2021

La creación de la Universidad Nacional de Rosario

 




El golpe de 1955 había restablecido la Reforma de 1918, que consagraba la autonomía universitaria.

Con ello volvía a tener vigencia del cogobierno a integrado docentes, egresados y alumnos. El imperativo de “desperonizar la sociedad” también ta vida universitaria, donde se procuró desplazar a los sectores de derecha que, durante el período peronista, se habían enquistado en ella y modernizarla en sus aspectos científico- académicos.

De este modo, la Universidad inicio el camino de una renovación intelectual que, según Luis Alberto Romero, la convirtió en «una isla democrática en un país que lo era cada vez menos». Así, paradójicamente mientras se asistía al deterioro progresivo de las libertades políticas y al debilitamiento de los partidos en su rol de mediadores frente al Estado, entre 1955 y 1966, la Universidad Argentina comenzaba una etapa fecunda en producción, actualización y debate, a la vez que. procuraba ar esa labor con las demandas que planteaba la sociedad del momento.

En Ley dé Enseñanza Libre, que igualaba los títulos otorgados por instituciones privadas a los del Universidad pública, inició un conflicto entre los sectores partidarios de la ley y aquellos que enfatización el carácter laico de la educación superior. Si bien la movilización de los opositores fue suficiente para frenar la discutida ley.

Quizás era un anticipo del nuevo avance que, luego de la caída del presidente Illia, lograrían los sectores más conservadores de la Iglesia en los claustros académicos.

Precisamente, poco después de ocurrido el golpe de 1966, la Policía Federal ingresó a dependencias de la Universidad de Buenos Aires, con la orden de desalojar las instituciones, incurriendo en agresiones sobre alumnos y docentes, provocando jugar a la denominada «Noche de los Bastones Largos», A partir de ese momento, todas las universidades fueron intervenidas y se clausuró la autonomía universitaria.

Dos meses después, el asesinato de Santiago Pampillón, durante una manifestación en Córdoba, producía la primera muerte del movimiento estudíantil Un estado de conflictividad permanente caracterizaría, desde entonces, al mundo universitario.

Su protesta coincidiría, en 1969, con las demanda de la clase obrera y otros sectores sociales que quebraban la paz en el interior del país, cristalizan- de en una serie de protestas masivas que quedaron simbólicamente representadas en la memoria colectiva a través de «el Cordebazo».

En Rosario, el estudiantado estaba movilizado desde el mismo año 66. Pero además la ciudad tenía otras razones por la preocuparse Por un lado, el desarrollismo había promovido la tecnificación del campo, a la vez que la «Revolución Argentina»- había dejada subsidiar economías históricamente protegidas. En este marco, Rosario se volvió ciudad receptora de población originaría del Chaco y del norte santafesino. Esto aumentó el problema de las villas de emergencia y la pobreza urbana. Además, las periódicas inundaciones debidas el desborde de los arroyos Ludueña y Saladillo, al llegar el otoño, solían perjudicar los barrios circundantes. El año 1969 fue particularmente duro para Empalme Graneros, provocando una «Marcha de los inundados» que fue prohibida por la policía. Sin embargo, la gente logró congregarse en la plaza «25 de Mayo». donde fue recibida por el intendente Beltramo, quien prometió resolver el problema con la construcción del «Emisarío 9» en forma relativamente inmediata. Al finalizar la década, la cuestión universitaria se profundizó, mientras un conflicto con la Unión Ferroviaria desencadenaría el paro general con múltiples adhesiones de entidades barriales y parroquiales, dando lugar a “Rosariazos, poco después de lo acontecimiento en Córdoba. Por último, desde 1968 se había desatado «Tormenta sobre la Catedral» según el significativo título de la Revista Boom que expresaba la crisis sobrellevada por el novel arzobispo de Rosario, monseñor Guillermo Bolatti, frente a la indisciplina de un sector importante del clero.

La ciudad parecía dividida en dos: aquellos que adherían la movilización popular. con su propia participación y aquellos que observaban expectantes, temerosos, reaccionaban contra las demandas que cohesionaban a una parte significativa de la sociedad. Los primeros constituían un grupo de conformación heterogénea, con reclamos divergentes, pero con una común reacción frente: alas prácticas autoritarias en el ¡ejercicio del poder, se tratara del gobierno, de las autoridades. educativas o eclesiásticas, o de los grupos empresarios, Otro rasgo compartido era la tendencia a la movilización por objetivos sector tales, que solía activar una solidaridades que culminaba, a menudo en la huelga general o la movilización masiva. Era una respuesta «desde abajo». Esto producía las arbitrariedades sufridas «desde arriba». Esto producía un clima de contestación que, a la vez, expresaba la búsqueda de alternativas superadoras, particularmente clara si se analiza el caso de la creación de a Universidad Nacional Rosario.

El 16 de diciembre de 1968 se realizó el acto de apertura de la Universidad. Nacional ( de Rosario — U.N.R. — con asistencia del entonces presidente de la Nación, general Juan Carlos Onganía. la nueva Universidad surgía de una división de la antigua Universidad Nacional del Litoral. Según el gobierno, tal partición se justificaba por el constante crecimiento experimentado por Rosario, en comparación con el escaso número de facultades que detentaba Santa Fe. En el ámbito universitario la medida fue resistida. Se creía que, con ella, se desarticulaba una Universidad. concebida con un carácter regional desde, sus orígenes y que se la fragmentaba, multiplicando la burocracia, a expensas del ya resentido presupuesto disponible. En palabras del último rector asumido en estado de derecho, el ingeniero Cortés Pla, la ley «desintegró una gran universidad, sin beneficio alguno para las dos partes en que fue fraccionada y sí con evidente juicio para Santa Fe. En cambio, creó una burocracia inútil, que al gravitar en el presupuesto universitario, cercenó fondos destinados a la docencia, la investigación y la obra social ».

La creación de la U.N.R. también fue interpreta- da como el triunfo del criterio localista sobre el de integración. Regional. Pero, fundamentalmente, ella estaría empañada por la naturaleza del gobierno que la gestaba.

Ya hemos dicho que en 1966 fueron intervenidas todas las universidades del país. La supresión de la autonomía universitaria significó, en la todavía UNL... la renuncia del rector y todos dos decanos afectados, dos interventores en facultades y el delegado de la Facultad de Ciencias de la Educación. La mayor agitación se vivió en la ciudad de Rosario de donde sal saldría el nuevo rector, Manuel Joaquín Pedro de Juano, hasta entonces director de la Escuela de Derecho de a Facultad de Ciencias Económica. Su breve gestión dejará como saldo la creación de dos nuevas fa- cultades, la de Derecho y la de Ciencias Agrarias. Sería sucedido por el demócrata cristiano José Luis Cantini, quien avanzaría sobre la reforma de los planes de es- tudios y los sistemas de correlatividades, sumado al examen de ingreso que, en determinadas facultades, operaba como mecanismo eliminatorio, completando el panorama con la imposición de textos únicos por cátedra. Finalmente, Cantini llevaría a cabo el pro ceso de constitución de ta U. NR.

Inmediatamente después de la intervención, se sucedieron renuncias docentes en todas las facultades, aunque en forma desigual. El caso numéricamente más importante fue el de Filosofía, con cerca del 48% de sus profesores renunciantes. Por su parte, los alumnos iniciaron una huelga. que próvocó el cierre prenaturo del ciclo lectivo en 1966. Entre ese año y 1969, se construyeron estrategias para contrarrestar los avances de las nuevas autoridades en detrimento de la autonomía y para generar espacios propios de producción y discusión, por fuera de una universidad que parecía desarticulada y que sufría constantes críticas por su deterioro en lo técnico. El estudiantado recurrió a las manifestaciones callejeras para conmemorar el aniversario de la Reforma Universitaria, o rechazar medidas contrarias A sus intereses, o rechazar las muertes ocurridas recientemente. Luego de Pampillón en Córdoba, se habían sucedido la muerte de Cabral en Corrientes y, pocos días después, las de Bello y el joven obrero Blanco en nuestra ciudad. imposibilitados de concentrarse en las facultados, los estudiantes solían encontrarse en bares o realizar asambleas y reuniones en lugares aparentemente más seguros —un barrio de la ciudad, alguna sede partidaria o sindical—. Por otro lado, los docentes desplazados de la Universidad crearon espacios donde continuar con sus trabajos, dictando cursos y conferencias. Asi de las Facultades de Filosofía y de Ciencias Económicas se desprendieron, por ejemplo, el «Centro de Estudios de Filosofía, Letras y Ciencias del Hombre» y el «Centro de Estudios de Derecho, Economía y Administración — CEDEA-»."

La fuerza policial era frecuentemente convocada para intervenir dentro de las facultades o para desarticular las manifestaciones. En general, cuando ella reprimía, los estudiantes recibían el apoyo del resto de la población. Sobre todo a fines de la década. en las movilizaciones callejeras, cuando -realizaban barricadas a procuraban ocultarse de la policía, recibían protección de la gente del lugar, fuera en barrios humildes o en la zona céntrica. La causa estudiantil parecía simpática a la población de diversos estratos, más que por sus reivindicaciones concretas, por ser una respuesta a la fuerza que se ejercía desde-arriba. El espectáculo de ver jóvenes acorralados o golpeados en las calles, resultaba algo inédito y sorprendente. Esto se acentuaba cuando había heridos o muertos.

Los alumnos y profesores se manifestaban en oposición a una política universitaria que habla clausurado todos los canales de comunicación con las partes interesadas y tomaba decisiones verticalmente o, en el mejor de los casos, creaba una ficción de consultas que nunca se reflejaban en el resultado final. Las autoridades universitarias pretendían construir una unidad virtual que consistía en homogeneizar ideas y discursos con un barniz tecnocrático y estableciendo , recortando bibliografía y estableciendo los parámetros dentro de los cuales, en adelante. sería lícito pensar Para ello se recurrió a un elenco de jóvenes técnicos, muchos de ellos con títulos de perfeccionamiento obtenidos en el exterior, pero con una escasa o nula trayectoria en tos claustros “académicos locales. A ellos se entregó la responsabilidad de gestar las reformas que se proponía el ejecutivo de modo unilateral. El resto de la población — obreros, comerciantes, empleados, sectores progresistas de la Iglesia-—, si bien observaba desde afuera un conflicto que con gran medida le era ajeno, hacia la causa común con los estudiantes, con los obreros, con los inundados. Era una sociedad que abrazaba cada vez más la idea de cambio, profundizando los con- trastes entre quienes ideaban políticas globales y quienes las experimentaban en su vida cotidiana. “una sociedad en continuo movimiento, que parecía emerger solidariamente, articulando las demandas de distintos sectores, universalizándolas casi en forma espontánea.

En mayo de 1969, poco antes de «el Cordobazo» y de «el Rosariazo», la muerte ya mencionada de Cabral provocó una «Marcha de Silencios Organizada por el estudiantado. Ella contó con la adhesión de sectores políticos, sindicales e independientes, pero fue prohibida por el gobierno. No obstante, la movilización popular no se paralizó. La muerte de Bello, primero, y la de Blanco el propio día de la marcha agudizaron el conflicto. Entre el..21 y el 23 de mayo, Rosario fue declarada «zona de emergencia» y el Ejercito intervino por primera vez en forma directa en la represión de los manifestantes que realizaban barricadas y hacían fogatas en la zona céntrica de la ciudad, culminando en un paro general con alto grado de acatamiento, que incluyó el cierre del comercio, el día 22. Poco después, el ciclo se profundizaría en Córdoba, recorriendo nuevamente distintos puntos del país, hasta resurgir en Rosario en septiembre del mismo año. La movilización de 1969, el desborde que momentáneamente sufrió el gobierno, la emergencia paralela de grupos de guerrilla urbana y la crisis del plan económico del ministro Kriger Vasena, pondrían en cuestión la mayor virtud que hasta entonces, atribuían sus pares al general Onganía: la capacidad de garantizar el orden. A partir de ese memento, sería inminente su relevo.

Fuente: Extraído del Libro Historia de Rosario de Juan Alvarez.