jueves, 24 de septiembre de 2020

Rosario Central vs. Newell's

 





Por Guillermo Ferretti

Colaborador: Daniel Kowalczyz





Llegar a la primera era el sueño de todos. Pero, el que era hincha de un club, quería hacerlo en ese equipo. El que era de Central, soñaba con llegar a la primera de Central. Pero si lo venían a buscar de Newell's, no había tantos problemas como se hacen ahora. Creo que nadie se hubiera negado si lo venían a buscar del otro equipo del que era hincha. Antes no había tanta rivalidad entre Central y Newell's. El lío entre los hinchas se resolvía en un par de trompadas. Inclusive, algunos profesionales de Newell's pasaron a Central y viceversa. Ahora, la rivalidad crece cada vez más. 

A mí me tocó empezar a dirigir en Newell's, y más tarde en Central. Cuando dirigí en Newell's, la mayoría me aceptaba, pero otros no tanto. Mantuvimos siempre un respeto mutuo. Pero uno no puede tener todo a su favor, en ningún equipo. Todos sabían que yo era de Central. Por ejemplo: la mayoiía de los hinchas de Central me aprecian y me respetan. Pero siempre hay gente que no está conmigo. Esto es así en todas partes. Como se dice: en la democracia, cada uno piensa a su manera. No existe la obligación de que la vean todos igual. 

Cuando estuve en Newell's tuve algunos problemitas. En los partidos en los que no salían bien las cosas, había gente que me hostigaba. Cancillón, canaulón me gritaban. Está ganando tu equipo, canaulón, me decían. Y uno estaba luchando a muerte por Newell's, porque uno es un profesional, por sobre todas las cosas. Estando en Newell's me tocaron algunos clásicos. Ganamos y perdimos. Me tocó ganar en cancha de Central, en un partido en el que hubo muchísimos problemas. Ganamos uno a cero, con un gol del brasileño Joao Cardozo cuando faltaban cinco minutos para el final. Fue en un córner. El arquero de Central era el Gato Andrada. El nuestro (mire: le digo nuestro), era Gironacci. Me acuerdo que le tiraban de todo desde la tribuna, y el partido se paraba a cada rato. 

Newell's fue el primer equipo profesional de la Argentina que me dio una oportunidad muy grande. Por eso soy un agradecido. Porque, para ellos, fue una decisión difícil la de darme esa posibilidad a mí: yo había jugado en Central. No sé por qué lo hicieron, pero siempre estaré agradecido. En ese momento, luché a muerte por Newell's. Quería que ganáramos todos los partidos. Es lo que corresponde. 

Algo parecido le sucedió a Victorio Spínetto. Más hincha de Vélez que él no hubo jamás. Sin embargo, en los equipos que dirigía jugando contra Vélez ganó casi siempre. Luchaba a muerte para ganar esos partidos. Era un acto de honestidad. Si quiero ganarle a aquel equipo, por qué no voy a querer ganarle a éste. ¿Porque soy hincha? No, eso no se vive así. Esa actitud sirve para no dejar dudas. 

Cuando me tocó irme de Newell's, fue por un problema que tuve con el Presidente. Me llamó para hablar con él y discutimos por un jugador. Él realizó unas declaraciones a la prensa, en las que manifestó que, si hubiera jugado ese futbolista, el partido no se perdía. El muchacho jugaba bien; pero cada uno tiene su idea del fútbol, y en ese momento yo consideraba que había otros que estaban en mejores condiciones para ser titulares. Por supuesto que a mí no me gustaron las declaraciones del Presidente. Entonces, me fui al club; me reuní con él y con la Comisión de Fútbol y presenté la renuncia. Ellos no querían aceptarla pero les expliqué que lo que había pasado me había molestado mucho. Les dije que, silo hubiéramos discutido entre nosotros, sin que nada saliera a la luz, la cosa hubiera sido diferente. Pero esa acusación me impedía, por una cuestión ética, seguir siendo el técnico. Y me fui diciéndoles: el tiempo será testigo de cjuie'n tenía razón, respecto del jugador en cuestión. 

El veedor mío en Buenos Aires era Ubaldo Fama, un gran jugador que había pasado por Newell's, San Lorenzo y la Selección Argentina. Al cargo para reemplazarme se lo ofrecieron a él, y por eso vino a visitarme a casa, dos o tres veces. Me preguntaba cosas acerca del equipo, y yo colaboraba en todo lo que podía. Pero cuando tocábamos el tema de este jugador, yo le explicaba que esa era una cuestión que debía resolver él. Si a vos te gusta, ponelo, le decía siempre. Entonces, decidió ubícarlo como titular. A los tres o cuatro partidos, lo tuvo que sacar porque no anduvo; inclusive, la gente se le volcó en contra. Era delantero, pero el nombre no se lo voy a decir, porque no quiero que salga. Además, yo no tenía nada contra este chico... Bueno, está bien: se llamaba Justich, pero por favor, no lo publique. Tiempo más tarde, cuando estaba dirigiendo en Los Andes, este muchacho vino a yerme, para saber si tenía posibilidad de jugar en el club. Yo le manifesté que no, y que él ya sabía lo que yo pensaba; pero le dije que lo iba a ayudar en lo que pudiera. Entonces, lo recomendé para que pasara a River, en donde estaba Gironacci, a quien yo conocía por haberlo tenido como arquero en Newell's. El muchacho fue a probarse a River, pero tampoco quedó. Jugaba bien, pero era un poco lento; de todos modos, terminó firmando en un equipo del ascenso. 

Pasó el tiempo, y vino a yerme el tesorero de Newell's, (el contador Bequi), para invitarme a una cena en el Rich con el escribano Lucente. Fui a cenar, y Lucente me dijo que estaba arrepentido de lo que había expresado en aquella oportunidad, y que yo había tenido razón respecto a este jugador. 


Fuente: Extraído del Libro “Angel Canalla”. Autobiografía de Don Angel Zof”. Homo Sapiens. Año 2013