miércoles, 5 de agosto de 2020

GARUFA: ¡PUCHA QUE SOS DIVERTIDO!



Por Héctor N. Zinni 


Nuestro amigo Miguel Bassano quien ha ofrecido numerosos testimonios a lo largo de esta obra, ha vuelto a abrir su álbum de recuerdos fotográficos para nosotros: 

- A ver, Bassano, acá tenemos una foto de Héctor Varela, otra de Lezica - el cantor de la orquesta - y otra de Argentino Ledesma, también cantor de tangos ¿y éste otro quien es? 

- Teddy Reno, el cantor italiano. 

-Este es el que se casó...? 

- on la chiquita pecosa que cantaba y saltaba: Rita Pavone. 

- Acá hay una foto de Virginia Luque. ¿Sabe que es rosarina esta mujer?, es rosarina... - Es, es. 

- Pero, como dijo alguien: es vergonzante, porque nunca dice que es oriunda de Rosario. Su nombre real es Violeta Mabel Domínguez y don Sabatino Paletta, cuando impulsó La casa de Rosario, en Buenos Aires, supo convocarla a ella, al Polo Lavié, a Irusta, que aún vivía, y a otros que no me acuerdo. Hay rosarinas que están orgullosas de serlo como Libertad Lamarque, Susana Freire, Nelly Meden, las hermanas Pons... 

- Exactamente. 

- Vea, esta loto. Son las hermanitas Randa¡¡, que eran hijas de un ferroviario. - Acá hay una linda foto de Gardel, debe ser de la revista Cantando... y aquí está Alberto Castillo. Lo vi vez pasada cuando el empresario Víctor Valentin y el recitador, actor y glosista tanguero Marcelo Miflosi, que además es amigo mío, lo trajeron al auditorio de Radio Nacional. Tiene 75 años. 

- No, 79, es del 14. 

- Aquí la tiene a Lolita Torres cuando era una piba. 

- Bue... acá hay otras imágenes: fotografías de Gardel en calendarios de bolsillo de Pastillas Meterete, año 1959. Las Meterete, como las Anta eran marcas rosarinas. ¿Se acuerda como Casa Romano, que era una casa de música hacía sus calendarios con la cara de Gardel?... 

- Sí, que me acuerdo. Vea, esta foto es de la Jazz Casino, están los rostros de los integrantes en círculos individuales como si estuvieran dentro de globos. Era una jazz espectáculo muy buena. 

- ¿Y de las jazz de acá, se acuerda de alguna? 

- Estaba la Panamá Jazz los Panameños, la Casablanca, Los Dados Negros, que me parece que llevaba ese nombre una típica también, la Santa Mónica... había muchas y ya las nombramos en otra oportunidad... 

- ¿Y ésta de Niní Marshall? 

- Es de cuando se casó con Carmelo Santiago, aquel hombre que escribía en Sintonía, componía letras detangos y representaba artistas. 

- Medio bandido era.., aunque no mala persona.


Quien puede darnos referencias sobre Carmelo Santiago, y muy jugosas, es nada menos que el maestro Domingo Federico, autor de los tangos ya clásicos Percal, 

Yuyo verde, Saludos, Al compás del Corazón y otros. Federico, porteño pero afincado en Rosario desde hace muchos años, pinta de esta manera a Carmelo Santiago que llegó a escribir hasta argumentos de películas: 


La lección de Anatomía 

¿Cuándo lo conoció a Santiago? 

- Con Carmelo éramos socios en EFA, Compañía Cinematográfica Argentina, de la que yo era asesor musical. Aparte de las películas, él programaba mi orquesta para los bailes. 

¿Andaba bien aquello? 

- Muy bien. Había mucha amistad entre nosotros y con su esposa que era una bellísima persona. 

Por ahí entró a trabajar en la oficina una muchachita, una polaquita de quien Santiago se enamoró perdidamente... E hizo la primer macana de su vida, se separó de su mujer. 

- ¿Cómo, así nomás? 

- Una noche me habló desesperado, era como la una de la mañana. Quería hablar conmigo a toda costa. Nos fuimos al Munich de Talcahuano y ahí me contó que estaba loco por esta piba y que iba a largar todo para irse a vivir con ella a México... 

-,Nada más? 

- Yo no lo podía creer. La señora de él era muy buena esposa y la piba esta, en fin... Le dije que lo pensara, que recapacitara. Traté de darle una lección. Me aparecí en la oficina y le dije a la muchacha ésta que ella no estaba sólo para Carmelo, que tenía que compartir conmigo. Ella aceptó la cita que le di y nos encontramos en una confitería. Con un pretexto cualquiera fui al teléfono y le dije a Santiago que viniera urgente que tenía que hablarle. Cuando llegó Carmelo casi se cae de espaldas. Le dije: "Ahí tiene a la mujer de su vida, a punto de arreglarse conmigo. Arréglese usted con ella ahora... 

- Y, ¿qué pasó? 

- ¿Sabe qué pasó? Al día siguiente me dijo que ella había salido conmigo para no desairarme, porque como éramos socios... Bueno, ahí me di cuenta que no había nada que hacer. 


Segunda macana 

- ¿Dejó todo Santiago? 

- Dejó todo y se fue con la mina.a México. En Buenos Aires teníamos una agencia de Ibáñez Acuña que nos arreglaba las cosas, porque Carmelo había programado la orquesta por un año. Además estaban los cobros por trabajos con EFA. El había dado la orden de que yo retirara su parte y se la diera a su esposa, cosa que yo hacía religiosamente. 

- Y la esposa, ¿qué decía al respecto de su marido? 

- Nada, porque ignoraba todo. Carmelo le había dicho que estaba trabajando allá, y como era muy andariego en los primeros tiempos no pasó nada. Pero un día, una mujer de la farándula fue y le conto y ella se me vino al humo. "Parece mentira, tan amigos que éramos, y usted no me dijo nada!" "Es que yo no sabía nada...", le dije. Entonces ella, Titi le decían, no quiso cobrar más un peso y no la vi más. 

- Y la segunda macana de Carmelo Santiago, ¿cuál fue? 

- Le cuento. Con la polaquita aquella la cosa no duró mucho, creo que hasta tuvo un hijo con ella. Pero en México quedó en Pampa y la vía. Me escribió una carta desgarradora. Andaba mal. Pero se salvó. ¿Se acuerda cuando Miguel de Molina vino al país, habló mal de los militares y lo echaron? 

- Sí, fue en 1943. 

- Bueno, ,también se acuerda que la que lo hizo entrar después fue Eva Perón? 

- Sí, no se como fue la cosa pero Evita dio la orden de que nadie lo molestara y volvió al país. - Volvió Miguel de Molina y volvió Carmelo Santiago. 


Lo chantajearon 

- ¿Qué pasó? 

- Pasó que cuando se enteró lo que le había sucedido a Miguel de Molina, porque no sé por dónde se lo encontró, le habló a Kartulovic, el que era director de Sintonía, donde había trabajado también Carmelo, porque sabía que él había sido uno de los amantes de Eva y la había ayudado a subir al estrellato, Kartulovic le pidió a Eva por Miguel de Molina y todo se arregló, como le dije. Volvieron los dos, de Molina y Santiago, éste como representante de aquel, con el 16% de comisión en las ganancias... 

- Pero, ¿cuál fue la macana? 

- Casarse con Niní Marshall. 

- El fue uno de los primeros esposos de Niní. 

- No, de los últimos. Yo no sé qué hizo este petiso para conquistarla, el asunto es que se casó con ella, aunque salía con otras minas. Lo hicieron caer lindo, le hicieron un chantaje. Le pusieron un grabador y una de las minas que salía con él se prestó al juego para joderlo. Entonces, entre otras cosas él dijo: "Sí, Niní es mi esposa, pero yo te quiero a vos..." Le sacaron plata, pero la grabación se la mandaron igual a Niní Marshall, quien lo descartó de su vida, porque era una mujer muy seria. 

-Y después? 

- Bueno, solíamos encontrarnos en las asambleas de S.A.D.A.I.C. "¿Se acuerda de aquello?", me decía. Ya falleció. Un día unos cantores que yo tenía y que estaban actuando en la boite Caracol de aquí, vinieron y me dijeron: "Maestro, una señora que estuvo anoche nos dio saludos para usted, nos dijo que la perdonara porque había sido muy injusta con usted" ",Quién era?" "Una tal Titi, o algo asi..." Había sido la mujer de Santiago, a quien nunca más vi desde aquella vez que me vino a increpar.2 

Entre los dimes y diretes de la farándula rosarina y porteña se mueve un personaje muy querido. Trátase de Garufa, o sea Roberto Sodini, muchacho de buena estampa, bien vestido, que gasta grandes bigotes, trajes con chaleco, camisas con gemelos de oro y brillantes, alfiler de corbata, zapatos al tono, perramus, y requinta, un sombrerito ladeado estilo ítalo-anglo-francés. Aveces usa sombrero Orión y hasta suele dragonear por la calle Santa Fe esgrimiendo un bastón de malaca con empuñadura de plata. 

Cuando testimonié para este libro, habían pasado ya algunos años de aquellos arrestos juveniles. En mangas de camisa, sentados ante una mesita de un bar ubicado en la peatonal San Martín, ofreció sus valiosos recuerdos sobre los entretelones de su amistad con Edmundo Rivero, en la época de oro del cantor y en sus finales. 

- Edmundo Rivero, en Mar del Plata, le prestaba dinero a lospescadores... Le cambiaba los cheques. -Cómo es eso? 

- tos que tenían flota y pescaban langostinos, de todo, eran jugadores que iban a timbear al Casino. Le caían a Rivero los viernes y también los sábados y los domingos, con los cheques les habían dado por la venta de la pesca. 

- Rivero se los cambiaba. 

- Claro, eso hacía, porque no había banco hasta el lunes y ellos necesitaban la plata para jugar. Rivero, eso sí, les cobraba un porcentaje, y con toda esa plata extra que ganaba se compraba casas y departamentos. 

- Era un hombre querido. 

- Si era querido! Acá, en Rosado, durante diez años tuvo en el Savoy la habitación número 17. Chiesa, que era el dueño, había dado la orden de que esa habitación era para él y si cuando Rivero venía estaba ocupada, que la desocuparan y se la dieran. 

- Qué lindo gesto! , no? 

- En Buenos Aires, el dueño de un hotel le daba gratis la pieza de su establecimiento a Rivero. Un día compró un departamento frente al hotel y le dijo a Edmundo: "Vea, yo compré ese departamento para usted. Vaya, viva ahí y venga a tomar café". 

- Y Rivero, qué hizo? 

- Como el hombre lo había comprado barato, él se lo compró a su vez. Se lo pagó con la plata que hizo en una gira... 


Morán es el que me queda 

- Me acuerdo que cuando falleció, el diario La Capital publicó la noticia de su muerte con foto y todo en la página primera, cosa inusual y que se hacía por primera vez con un artista. 

- Es que El Alemán Lagos y Ovidio Costantino Lagos, directores del diario, eran hinchas de él. Muchas veces iban los tres a comer a La Querencia, que estaba aquí, en la calle Santa Fe entre San Martín y Sarmiento. 

- Qué historia la de La Querencia, no? 

- Era un restaurante fino, tenía mesas y boxes, o sea reservados para cenar y en esos boxes había teléfono para que uno hablara con quien quisiera. Eso que se veía en las películas, lo teníamos en Rosario. 

- ¿Así que ahora.le queda a usted Alberto Morón? 

- Sí, El Flaco, Se me murió Rivero que era mi padrino, mi padre y mi hermano. Me queda únicamente Merán como gran amigo. Siempre viene a parar a mi casa. La última vez le agarró una gripe y no se pudo ir. Yo lo curaba, le llevaba los remedios y la señora le decía por teléfono desde Buenos Ai res: ",Qué pasa que no venís?" Y El Flaco contestaba: "Y... aquí estoy bien tomando la sopa con Garufa", 

- Qué éxito fue Alberto Morón...! 

- ¿Exito? Estando yo en Buenos Aires, me dijo Podestá, otro gran cantor "Yo quisiera para mí un solo año de los que hizo Morón". 

El que no se gasta 

- Ganó mucha plata. 

- Mucha, mucha. El venia al Club Provincial para los carnavales, o a Gimnasia y Esgrima y era un suceso. Pasaban los carnavales y se iba, por ejemplo, un lunes a Acebal y metía 6.000 personas, 

- Y, qué hacía con la plata,? 

- La jugaba: Palermo, San Isidro, La Plata, Maroñas, el Independencia... 

- Después vino encabezando una compañía de radioteatro con actores y actrices de acá. La obra se llamaba Las manos de mi madre (Mamá Rosa). 

- Fue cuando había decidido dejar de cantar y hacerse actor. Pero duró poco, volvió al canto - Y de los cabarets, qué me cuenta Garufa?3 

- Los conocí a todos ya los dueños también. El Sport era del gallego López a quien el hijo le hizo un juicio... A propósito, sabe que hubo uno que se llamó Chantecler? 

- No recuerdo, ¿dónde estaba? 

- Estuvo en Urquiza y la bajada Sargento Cabral, donde ahora venden muebles. Era mío y de otro socio, lo trajimos a Ange Vargas para inaugurarlo. Un golazo. Fue por los años 50 más o menos. Allí vino Piazzolla, María Antinea, Tito Lusiardo... 

- Me acuerdo de María Antinea cuando actuaba en el Patio Mejicano. Por ahí vestía pantalón ajustado, chaqueta corta, blusa y sombrero calañés. Mientras cantaba y zapateaba, entre los olés del público, ella se palmeaba el trasero y decía: "Este sí que no se gasta!" 

- Sí, era muy ocurrente. A Piazzolla le gustaba tomar mate sentado en los escalones, en el piso del cabaret: si habremos mateado allí! 

El Enchufao 

- ¿Cómo empezó usted en esto? 

-Les ayudaba a Migliazzo ya Timpanaro en el Cruce Park, que estaba en Salta y San Nicolás, y después hice la mía. 

- Cuando Rivero enfermó, usted siempre estuvo al lado de él, recuerdo que en las revistas porteñas como Flash o Semanario y otras, usted aparecía como "Garufa, el vocero de Edmundo Rivero". 

- Si, la primera vez lo operaron de hernia. Salió bien, no tuvo problemas. No quería fotos. Me acuerdo que apareció en la ventana una cámara en la punta de una caña. La agarramos y la tiramos al suelo, al vacío. Pasó el tiempo, y Rivero, que era reacio, fue a hacerse un chequeo. Ahí sí que no hubo nada que hacer. Tenía la papa. 

- ¿Estaba mu tomado? 

- Todo, todo. Entonces le hacían curaciones y no se permitía la entrada a periodistas ni a fotógrafos. Cuando lo fui a ver me lo encontré sentado en la camilla con un montón de cables saliéndoles del cuerpo. "Garufa - me dijo - te voy a dedicar una milonga que voy a componer. ¿Sabés cómo se va a llamar?", "No", le contesté. "El Enchufao", respondió. 

- Claro, se refería a su estado, lleno de cables. 

- Pero, fíjese Zinni, que no había perdido el sentido del humor . 


La Cueva del Tango 

Y no sólo Garufa es actor y testigo empresarial tanguero. "Un buen referente para reconstruir una parte de aquella historia popular - señala Luis Gerovitch - es Mario Calcerano, por el lugar que ocupó en la aventura de la difusión de la música que tan entrañablemente llevamos", y transcribe a continuación el testimonio de éste último:  

"En la avenida Belgrano y Tucumán mi papá poseía una proveeduría marítima. Cuando yo tenía 8 años mi padre se murió. Mi mamá siguió con ese negocio, 

Uno lo podía atender; eran muchas horas de trabajo, y, finalmente, lo cerró. De aquellos años, era después de la Segunda Guerra Mundial, me acuerdo del puerto, cruzando la avenida, abarrotado de vehículos: jeeps, camiones, ambulancias que arribaron como chatarra y ahí estuvieron durante años. Estacionados sobre la avenida los camiones, en larga fila, llegaban al puerto cargados de cereales, acá descargaban... 

En mis lejanos recuerdos infantiles, veo a mi madre tomando el té, detrás del mostrador del negocio, con una señora: era Azucena Maizani; se habían hecho amigas. Me acuerdo que acompañé a la famosa cantante hasta el hotel, ya era de noche..." 

"Este hombre - acota Gerovitch - conoce bien el tango y al universo del espectáculo de Rosario, ya que lo vivió desde muy joven. Aquella esquina.del Bajo era propiedad de su familia, y el sótano estuvo alquilado en la década del 50; allí funcionaba el cabaret Bambú India, hasta que surgieron problemas con el cobro de alquileres. 

"Yo estudiaba en el Superior de Comercio - dice Calcerano -, y me puse al frente de la Caja, con el permiso del juez, ya que era menor de edad. Así que al cabaret yo lo conozco por dentro; no era lo que la gente creía que era... Los shows que se vieron en las bultos de Rosario no se volverán a repetir. Los espectáculos que traían los teatros de revistas de Buenos Aires hacían doblete con nosotros, es decir, después de actuar en el teatro hacían un show en el Bambú aparte del programa normal de la casa. La magnitud de los espectáculos de aquella época, son inolvidables. Ahí empecé a conocer a todos los cantores de tango"

"Con todos ellos, Calcerano guarda recuerdos amistosos, y durante muchos años fue el empresario de los recitales y actuaciones de tango en Rosario, con una concepción de profesionalización y jerarquía. Detrás del espectáculo está lo que no se vé: el esfuerzo, la constancia, la responsabilidad y la pasión puesta para que todo salga bien. 

"Cuidando todos los detalles estaba Calcerano en La Cueva del Tango durante largas temporadas, en el Eden Park en su etapa final, o en el Teatro Olimpo antes de bajar el telón definitivo. Testigo de la entrevista está el piano del Bambú y de La Cueva: "por ese piano pasó desde Charlo hasta Mariano Mores", rememora Calcerano y agrega: 

"... Del Bambú India hice La Cueva del Tango, que funcionó desde 1969 hasta el '85 u '86; pusimos una pista de baile para captar público, pero no me gustó, finalmente, lo definí como café-concert. Por allí pasaron muchos músicos de Rosario; estuvieron Marconi, Walter Ríos, el Cholo Montironi, Reinaldo Cassano y Antonio Agri, quien actuó en el Bambú antes de irse de Rosario, tocaba Tejedor en el piano y con el bandoneón creo estaba Raúl Barbosa. 

En el Bambú y en La Cueva no se improvisaba. Siempre se ensayaba antes; tuve para ésto un criterio profesional. El sonido que tenía siempre era muy bueno. Lo fundamental del espectáculo es el sonido. Por La Cueva pasaron todas las figuras de primera línea: Pugliese, Cupo, Víctor Heredia, Charlo, Dante, Alberto Castillo - de él tengo anécdotas inolvidables -; Aldo Calderón actuaba permanentemente, era una de las mejores mediavoces. Piazzolla tenía que actuar, pero no pudo, justo se infartó... Las figuras de Buenos Aires venían por un mes, trabajaban en las localidades del interior, y también acá estaban las boites "Caracol", "Marinar'... La noche con el tango pegaba justo". 

"La geografía del Bajo se va desenvolviendo con el relato: 

"Al lado del Bambú estaba el Rendez Vous, era de un señor D'Alessandro, un gringo maravilloso, también había espectáculos, pero fundamentalmente era un lugar bailable. Anteriormente se había llamado E! Derby, que era de un holandés o polaco... Unas cuadras más allá, pasando la Aduana, estaba el Fénix Bar, cerca del Monumento a la Bandera, era de una gringa llamada Espasia, yen esa cuadra estaba el We!come, de un personaje inglés: Percy, que era un señorito; años después pasó a ser el cabaret La Gruta". 

"No hace falta un gran esfuerzo para hablar de la noche rosarina. Al lado de La Cueva del Tango se abrió el Morocco, y desfilan los lugares del Bajo, los hoteles Pelayo en la Bajada Sargento Cabral y Britania por San Martín, "eran para la gente del ambiente", y la referencia insoslayable: "Conocí muy bien a Rita la Salvaje, por los años 1959- 1960; era muy bonita, era Rita Hayworth, tenía valores morales, era una señora en todo sentido. Se denigraba haciendo lo que el público le pedía, era un streep-tease... , iba mucha gente a verla...", dice Calcerano. 

"Antes o después de la ronda estaba esperando la buena comida en los lugares típicos como el restaurante El Andaluz, por San Lorenzo, al lado del Hotel Majestic, después, enfrente, pusieron Los Faroles. En la esquina de San Lorenzo y Maipú estaba el Restaurant Aduana, con entrada por la ochava, que tuvo sus años de esplendor, y en la Avenida Belgrano y Sargento Cabral el Bristol, que era el bar de los estibadores; ahí corría la caña, y los embarcados apagaban su sed con litros de cerveza" 4. 

Dos acotaciones: mientras El Andaluz supo tener algún show, contándose Rosanna Falasca entre los artistas que intervinieron, lo que era la planta baja del Bristol - refugio además de chupineros del Colegio Nacional, que iban a jugar al billar -, con hermoso y característicos revestimientos de madera en sus paredes, que luego quedaron desoladamente desnudas, era en realidad el primer piso de la construcción. La planta baja había quedado bajo tierra al hacerse el relleno de la Avenida Belgrano. 

NOTAS: 

1 Miguel Bassano, Id. Id. 

2 Testimonio de Domingo Federico efectuado el 3/5/1996 en Librería Argentina, MaIpú 1455. Rosario. 

3 Testimonio de un personaje ciudadano apodado Garufa, realizado el 12/3/1996 en un bar de la peatonal San Martín, de Rosario. 

4 Luis Gerovitch. La Cueva del Tango. La Capital. Rosario, 22/5/1996. 



Fuentes: extraído Capítulo 4 de la cuarta parte: LA VIDA VIVIDA del libro Rosario era un espectáculo ¿Arriba el telón! Autor: Héctor N. Zinni de 1997.