lunes, 23 de marzo de 2020

LOS INTENDENTES




Desde el 12 de febrero de 1860, cuando el gobernador san tafesi n o coronel Rosendo María Fraga "declaró instalada la Municipalidad de la ciudad de Rosario de Santa Fe" y previo Juramento "tomó posesión del cargo de Presidente de la Mu­nicipalidad el señor Jefe Políti­co, don Domingo Palacio", has­ta la década del 60 de este si­glo, es decir en 100 años, se sucedieron como titulares del Departamento Ejecutivo más de 110 funcionarios. 

Sin reducir el pasado a esta­dísticas resulta válido reflexio­nar sin embargo acerca de esta singular relación, porque el pro­medio de cada gestión es menor de un año. Entre el Io de oc­tubre y el 31 de diciembre de 1920 se sucedieron cinco inten­dentes y en 1944 mejoró el cua­dro porque igual número de titu­lares ejercieron sus junciones en... seis meses. 

Los avalares de la vida po­lítica cobraron a la ciudad un elevado precio porque impidie­ron el debido asentamiento de las administraciones. Resulta indudable que para realizar obras públicas y tareas de ser­vicio es necesario contar con personas idóneas, infraestruc­tura adecuada y tiempo. No de­masiado, tal vez, pero sí el sufi­ciente para crear las condicio­nes indispensables que convier­tan los proyectos en obras. 

Algunos intendentes, sin em­bargo, pudieron concretar aspi­raciones en breves períodos. El doctor Víctor J. Vilela sólo ejerció la titularidad municipal duran­te siete meses del año 1910 y no obstante pudo remontar un con­flicto con la provincia y poner en funcionamiento el Hospital de Niños que hoy lleva su nom­bre y que sigue prestando in­valorable servicio a la ciudad. 

Pero es innegable que la per­manencia en los cargos favore­ce programaciones ambiciosas. Esta circunstancia puede veri­ficarse en administraciones co­mo la de Luis Lamas (que inició el siglo, ya que fue intendente desde 1898 hasta 1902), una de las más recordadas, Justamen­te, por sus obras. Algunas de ellas, como el Parque Indepen­dencia, se identificarían con la ciudad. Otras, como la Asisten­cia Pública o Palacio de la Higie­ne, el Mercado Central, la pavi­mentación de 600 cuadras, la apertura de la Avenida Godoy, Avenida Belgrano, pasaje Cele­donio Escalada, modificaron la fisonomía de Rosario, que tuvo, también con Lamas, su primer censo municipal. 

También debe destacarse la gestión de Santiago Pinasco en la primera década, ya que se des­empeñó entre 1904 y 1906. Este empresario y financista —que entre otros cargos ejerció la ti­tularidad del Banco Provincial de Santa Fe— protagonizó la sustancial modificación del pri­mitivo casco de la ciudad al concluir la construcción de la Avda. Belgrano, sobre la traza de la llamada Calle del Bajo. No sólo la avenida resultaba dis­tinta por los 50 metros de an­cho que le fueron asignados si­no que, además, se la sobreelevó con respecto al nivel de la calle original. Se adoquinaron mu­chas cuadras y entre otras co­sas se sustituyó el sistema de tranvías a caballo (los históri­cos tramways^ por el servicio de tranvías eléctricos. Años des­pués, Pinasco efectuó las gestio­nes que permitieron la erección del monumento al general Bel­grano, existente en el Parque Independencia, réplica del in­augurado en Genova, también por tratatívas realizadas por el ex intendente. 

Miguel A. Culacciatti fue inten­dente entre 1935 y 1938, pero había tenido un breve paso por el Palacio Municipal en 1915. Tuvo una activa vida política de resonancia nacional: fue dipu­tado por Santa Fe y más tarde ministro del Interior durante la presidencia de Ramón J. Casti­llo. Durante su administración efectuó importantes obras pú­blicas merced al superávit alcanzado luego de un eficaz sa­neamiento de las finanzas mu­nicipales. 

Entre 1940 y 1943 fue titular del Departamento Ejecutivo Agustín Repetto, un empresario de la industria metalúrgica pre­ocupado por los problemas de los sectores marginados de la población rosarina. Canalizó sus inquietudes en tal sentido en la gestión parlamentaria y pudo concretar una tarea im­portante desde la Municipali­dad, que incluyó la instalación de parques infantiles en los ba­rrios, el establecimiento de fe­rias francas y la puesta en mar­cha del "Plan Repetto" para pa­liar la desocupación obrera, con obras de mejora en calles y paseos que ocupaban mano de obra inactiva. 

Luis Cándido Carballo fue in­tendente en tres oportunidades. La primera por pocos días, en 1958. Después, desde febrero de 1959 hasta abril de 1960, fecha en que la Municipalidad es in­tervenida y se lo designa inter­ventor (7 de mayo de 1960), fun­ción que cumple hasta enero de 1962. 

Como intendente dio mues­tras de un dinamismo y una decisión que produjeron sensi­bles cambios en la fisonomía e incluso en la mentalidad mis­ma de la ciudad. La demolición del Mercado Central —un nido de infecciones en pleno centro de Rosario—, la remodelación de Avda. Alberdi y Bvard. Rondeau, con la construcción de cuatro carriles de salida hacia Santa Fe, la privatización del transporte urbano de pasajeros, reglamentando de ese modo un crónico desorden en la materia; entre muchas otras obras, otor­gan a la gestión Carballo una importancia que la ciudad le reconoce.
Fuente. Extraído de revista “ Rosario aquí a la vuelta” Fascículo Nº 11. Autoras: Ana M. Rigotti – Isabel m. DE San Vicente. De abril 1991.-