viernes, 16 de agosto de 2019

NUESTROS LIRICOS



Nicolás E. de Vita.

Sabemos que para poder llegar a descollar, aún medianamente, dentro del difícil arte de la lírica, quienes así lo pretenden no sólo deben poseer condiciones naturales propias para ello, sino que deben recorrer, con mucho sacrifico y tesón, un largo y tedioso camino. Se hace necesariamente indispensable no sólo contar con buena voz y fino oído musical, sino también vocación en exceso, cualidades interpretativas y, más que nada, someterse diariamente a largas y fatigosas horas de estudio. Son ellos los factores principalísimos para poder alcanzar la hipotética meta buscada y llegar a tener la posibilidad de poder representar un papel, aun insignificante, en cualquiera de las grandes óperas que nos fueran legadas por los incomparables maestros de tan difícil como complejo arte.

Ello hace que el plantel de los futuros divos finalmente quede reducido a un número muy insignificante. Muchos buenos cantantes, con grandes posibilidades de éxito por contar con los atributos necesarios para poder llegar a triunfar, por diversas causas ajenas o no a su buena voluntad, las más de las veces sea por falta material del tiempo necesario para dedicarlo con exclusividad al estudio o por no poder pagar buenos maestros para su perfeccionamiento, han sido los motivos determinantes de su lamentable frustración.

Nuestro barrio ha contado en determinados momentos con figuras promisorias, algunas de muy buen nivel artístico, entre las cuales ha sobresalido nítidamente la cotizada soprano Blanca Rosa Baigorri Urtubey, quien poseedora de una bien timbrada, afinada y potente voz, luego de triunfar en los escenarios de nuestra ciudad, por sus excelentes cualidades llegó a ocupar durante muchos años uno de los principales lugares dentro del cuerpo estelar del máximo coliseo argentino, es decir el Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires. Fue en realidad lo que en el ambiente lírico se conoce como "prima donna".

Al repasar las crónicas teatrales de los años 1935/50, la figura de esta exquisita soprano ocupa lugares destacados, donde los mejores y más exigentes críticos operísticos le brindan los más entusiastas y elogiosos comentarios. Blanca Rosa Baigorri Urtubey, si bien no nació en nuestro barrio, vivió la mayor parte de su vida en él, en la finca sita en calle San Nicolás 1336 y lamentablemente, joven aún, en el mayor apogeo de su incomparable arte, cuando todavía se esperaba mucho más de ella, falleció en la ciudad de Buenos Aires, apagándose con su vida una brillante estrella de la lírica argentina.

Pero, si bien no con la extraordinaria calidad de aquella, hubo también otros dos vecinos que se dedicaron de lleno a cultivar el "bel canto", y si bien, por causas diversas no llegaron nunca a brillar en la constelación de los grandes, por sus buenas condiciones vocales e interpretativas merecen ser también aquí recordados. Nos estamos refiriendo a los hermanos Nicolás y Orlando R. Gazzo, barítono el primero y tenor el segundo, que dentro del ámbito artístico de nuestra ciudad y en el desaparecido teatro Colón, como en la vieja Opera (hoy El Círculo) y en La Comedia, tuvieron ocasión de mostrar su calidad en memorables representaciones al interpretar difíciles personajes de óperas como Tosca, Rigoletto, Madame Butterfly, La Boheme, etc., en cuyas oportunidades los recordados artistas, además de compartir su actuación con Blanca Rosa Baigorri Urtubey, lo hicieron también con otros no menos valiosos cultores de la lírica, como lo fueran en su época los tenores Olinto Gallo, Oliviero Bellusa, Mario Cavaradossi, Reynaldo Canevara, Tiberio Manfrin y Pedro Mirasson; las sopranos María Luisa Coli Casas de Cuminetti, Mary Bestard, Otilia Armas, Alicia Cánova de Salvatierra, Tina Furettini de Metelli y María Esther Chiodi de Cafferata; los barítonos Alejandro Corea y Antonio Rottger; los bajos Juan Zanín y J. Capmany; y con la dirección de un gran maestro orquestal que se llamó César A. Metelli.

Cabe acotar que el tenor Orlando R. Gazzo, encontrándose en el año 1949 en Italia perfeccionando sus estudios de canto, tuvo destacada actuación el 5 de junio de dicho año en la ciudad de Milán, en donde, en el acto de clausura de la Peregrinación de la Madonna Pellegrini, realizado en el Arco de la Paz, interpretó brillantemente el Ave María de Gounod. Anteriormente había intervenido en los actos preliminares cumplidos durante el mes de mayo del mismo año en homenaje a la citada Madonna, cantando durante muchos lunes en la Catedral de Affosi. En todas sus presentaciones Gazzo, puso de manifiesto sus excelentes cualidades vocales e interpretativas, que le valieron el unánime elogio tanto de los públicos asistentes como así también de la prensa especializada.

Los hermanos Gazzo, que durante la mayor parte de sus vidas vivieron en calle Mendoza 3623, eran hijos del matrimonio formado por doña Felipa Salfi y don Salvador Gazzo, debiéndose destacar que este último, que ejercía la profesión de constructor de obras, era también poseedor de una buena voz y entusiasmo por el canto lírico, lo que le hizo acreedor, entre sus amigos, al mote de "Caruso" en alusión al célebre tenor napolitano.

De ninguna manera podríamos dejar de recordar en este capítulo a otros no menos destacados cultores del canto mayor, como en su época lo fueran Mario Miglietta, tenor y a la vez concertista de piano y compositor, que vivió en calle Mendoza 4358, autor de excelentes composiciones musicales entre las cuales, por su importancia, merece ser recordada su "Canción de Cuna" para orquesta de cámara; y el Bajo Juan Zanín, poseedor de la más grave de las voces humanas, quien por su innata calidad de cantante, era presencia indispensable en cuanta obra necesitaba representar al personaje de tan difícil registro vocal.

En los últimos años, si bien no con la calidad de los antes mencionados intérpretes, han surgido positivos valores, tales como los tenores Pedro Di Carlo, que además practica con buen suceso el difícil arte de la pintura, domiciliado en calle 3 de Febrero 3820, y el Dr. Dantón Notario, abogado de profesión, con domicilio en calle 3 de Febrero 4038, quienes también, por sus excelentes dotes vocales e interpretativas han recibido los más cálidos ehigios en cuanto recital han intervenido.

Desaparecidas ya hace muchos años, instituciones de alto nivel artístico, como lo fueran, entre otras "La Cultural Lírica" y la "Sociedad Cultural Alemana-Argentina", verdaderos centros de formación de cantantes y con ellos la representación de las grandes óperas por parte de intérpretes rosarinos, lamentablemente el interés por el "bel canto" ha ido paulatinamente decreciendo al no contarse con una real incentivación como la que en su época ofrecieran aquellas recordadas instituciones culturales; no obstante lo cual, gracias a la labor más que eficiente y perseverante de coros polifónicos y en forma personal por amantes a la buena música, se trata en lo posible no sólo de mantener latente el interés por ello sino el de procurar el retorno a lo clásico y con ello poder reverdecer aquellos exitosos pero hoy marchitos laureles. Quiera Dios que, en breve espacio de tiempo, no sólo nuestro barrio sino la ciudad toda, pueda otra vez, volver a gozar de aquellas grandes representaciones teatrales y en "ellas la presencia de algunos de nuestros vecinos en los principales roles protagónicos de las más brillantes páginas operísticas de la música universal.




Fuente: Extraído del Libro ¡Echesortu! ( Ciudad pequeña, metida en la ciudad) Apuntes para su futura historia ( ensayo) y Segunda Parte (Miscelaneas de la Ciudad). Editorial Amalevi. Agosto 1994