domingo, 7 de julio de 2019

Industrias de lo cotidiano




Por Rafael Ielpi 


Una serie de importantes empresas -varias de ellas constituidas en las décadas anteriores- iban sin embargo a mantener una real importancia como industrias vinculadas a la alimentación, en muchos casos a través de marcas que se convertirían en una presencia habitual en la vida cotidiana de una ciudad. 

El Frigorifico Swift sería una de esas industrias, iniciadas casi al filo de la década del 30 y subsistente hasta la actualidad. Su instalación en la zona sur de la ciudad contribuiría a la conformación del barrio Saladillo a la vez que significaría una posibilidad importante de trabajo. En el otro extremo de Rosario, en el barrio Arroyito, Cafés La Virginia sostendría en forma ininterrumpida una actividad industrial de relevancia nacional, a través -inicialmente- de la producción de café, representando como en el caso anterior una oferta laboral significativa para la zona. 

Surgida a su posterior expansión en el mismo período, e impulsada por Federico Boglione, la Aceitera Santa Clara S.A. iba a contarse entre las industrias más importantes, ocupando un predio de 36 hectáreas en Barrio Refinería, y como en el caso anterior, sus marcas -en especial el Aceite Patito- formarían parte de las costumbres cotidianas de los rosarinos. El establecimiento iría acompañando su desarrollo con la incorporación de permanente tecnología, hasta constituirse en uno de los más importantes de la región. 

Lo mismo ocurriría con otras grandes empresas como Minetti y Cía., con establecimiento emplazado en el Cruce Alberdi, cuyos Fideos Letizia, por ejemplo, mantendrían una larga vigencia que llega hasta nuestros días, o con la Cervecería Schlau, que en especial en el período entre 1940 y 1950, lograría una masiva aceptación para sus productos. En el mismo rubro, aunque menos antigua, también la Maltería Argentina puede ser consignada entre las empresas importantes. 

Dos firmas cuya trayectoria era asimismo anterior a 1930 iban a tener relevancia en el período inmediatamente posterior, a través de la elaboración de yerba mate: Martin y Cía., cuya yerbatera sería, hasta su demolición en la década del 80, un símbolo del hoy residencial Barrio Martin, y R. Couzier y Cía., cuyas marcas sostienen aún un prestigio de antigua data en la ciudad y en la región. 

Al mismo rubro pertenecerían empresas dedicadas a la industria láctea, todos ellas con actividad iniciada con posterioridad a 1940, como La Cabaña, Upar y en especial la Cooperariva de Tamberos de la Zona de Rosario (COTAR), cuyo creación se daría en la cuenca lechera del sur santafesino, en Roldán, pero cuyo establecimiento principal se emplazaría en Rosario, en las proximidades del Viaducto Avellaneda. 

La fabricación de artículos del hogar es otro de los rubros a consignar en el período. Del mismo modo que en las primeras décadas del siglo Rosario contaba con fábricas de estufas, cocinas económicas y heladeras, así a partir de 1940 y hasta ayanzada la década del 60, serían de producción local las heladeras "Milbart", de Ruggero Moroni y Cía., o Viliber, o los ventiladores DI), fabricados por Dalavalle, Daumas y Cía

La tradición licorera que nacería en la ciudad con la inmigración italiana sobre todo, en los años iniciales del siglo XX, mantendría su vigencia con empresas como Calatroni Tacconi, productores de una de las bebidas más populares del período, el Amargo Obrero mientras aún subsistía otra de las pioneras, la licorera Henzi, testimonio de un antiguo espledor del rubro. «En las primeras décadas siglo era muy importante la industria licorera, que fabricaba esas bebidas que se usaban para agasajar a las visitas. Por la calle Corrientes, hasta Tucumán, se habían instalado varias fábricas de licores y el olorcito se sentía en el aire”, rememora José Censabella. 

Un rubro muy específico, el de las confituras, caramelos y golosinas tendría en la ciudad un importante exponente en Rosés Hermanos S.A. -fundado por Nicolás Rosés al que se sumarían posteriormente sus hermanos Pedro y Antonio-, establecimiento al que su producto Pastillas Meterete le daría una popularidad que excederías incluso los límites de Rosario. 

Fuente: Extraído de la colección de Vida Cotidiana de 1930-1960. Editado por el diario “La Capital”