jueves, 25 de julio de 2019

El sabor del pasodoble



Por Rafael Ielpi


El entusiasmo por el baile, que formara parte de las generaciones de rosarinos que vivieron entre 1900 y 1930, no iba a decaer a partir de la tercera década, y dio lugar no sólo al tango y el jazz —el folklore estaba más confinado a centros nativistas o a peñas, como El Hornero, el Martín Fierro o el Centro Santiagueño -sino a un género de honda aceptación popular, que hoy forma parte de las modas y gustos perdidos y que, en todo caso, ha sido reemplazado por la "bailanta" y el 'cuartetazo': las orquestas características.

Estas se ocupaban, en las reuniones bailables de clubes, instituciones y pic-nics de la ejecución de todo un abanico de ritmos ajenos al 2x4 o a la sín copa jazzística: pasodobles, valses, rancheras, fox-trots, música italiana, desde las tarantelas a Funiculi, funiculá, todo un clásico, siguiendo la tradición de dos pioneros nacionales: Feliciano Brunelli y Juan Carlos Barbará.

En una nómina que admite omisiones, no pueden dejar de mencionarse los nombres de algunos músicos de este género, cuya actuación entre 1930 y 1960 sería difícilmente olvidable como Atilio Cavestri, Luis Belmonte, Omar Bessone, Séptimo Gerlo, Antonio Bisio, Arsenio Carletti, Alfonso Carlino o Antonio Galucci. Cavestri fue, sin duda, uno de los más notorios intérpretes del período y a su condición de eximio acordeonista sumaría la de pianista, en conciertos junto a la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario (Gershwin, Chopin, Tchaicovski), en una faceta poco difundida de su capacidad musical. Junto a su esposa, Nobleza Cassini, constituiría un binomio artístico valorado y aplaudido en Rosario y en el resto del país, ya desde los años 40, con su Conjunto Rítmico California o el Cuarteto América.

Luis Belmonte, nacido en 1922, formó sus primeros conjuntos hacia 1940, luego de haber estudiado con Cavestri. Su viuda, Laura Blanco, también cancionista de sus sucesivas orquestas, recuerda aquellos años de aprendizaje: "Cavestri le enseñaba pero tenía que ir a LT3, que era donde está Casa Tía ahora en calle Córdoba; hasta allí iba con su acordeón en el tranvía 5 o el 25. Subía las escaleras con semejante instrumento y a veces el maestro ya se había ido a su casa de Barrio Echesortu y tenía que ir hasta alla. En una época sus padres se fueron a una quinta a cultivar flores, pasando el control de Granadero Baigorria y él que tenía entonces 140 15 años, trabajaba con ellos y estudiaba el acordeón. ¡Los sacrificios que hacía! Primero iba a caballo hasta el Centro Unión de Almaceneros, allí dejaba el caballo y tomaba el tranvía al centro para estudiar con Cavestri. Volvía y el caballo seguía atado ahí. Ese sacrificio lo hizo dos o tres años, pero pudo formar su primera orquesta: la Típica y Característica Belgrano..."

Hugo Moyano Vargas, testigo y protagonista de ese período enumera: «De las carácterísticas recuerdo las de Cavestri, Séptimo Gerlo, Luis Belmonte yAntonio Bisio; los Bisio fueron todos músicos, el padre y sus tres hijos y uno fue acordeonista y vibrafonista. Todos los nombrados trabajaban mucho en los pueblos cercanos y en Rosario hacían muchos bailes, incluso en Carnaval. Hacían lo que actualmente se conoce como "música de cuartetos'. En los bailes de Carnaval era obligado que hubiera una orquesta característica.»

Hoy, su encanto ha dado paso a otros gustos musicales no menos auténticos como el rock o a la perduración de los cuartetos bailanteros que -en Rosario y en el país- aparecen como sus más auténticos continuadores.




Fuente: Extraído de la colección de Vida Cotidiana de 1930-1960. Editado por el diario “La Capital