martes, 14 de noviembre de 2017

PLA ROGER- ESCRITOR( 1912-1982)

Por Eduardo D’anna

Prosista de raza, hombre de bien







Nació en Rosario en 1912 y murió en Buenos Aires en 1982. Además de ser un gran novelista, frecuentó la poesía la dramaturgia, la crítica de arte y el ensayo. "Proposiciones", que reúne sus textos teóricos, fue editado por la Bibloteca Vigil en 1968.

Si buscaba ser novelista, por entonces era imposible que se quedara aquí: hacia 1936, tras vivir "un amor grotesco y trágico", Roger ya está en Buenos Aires, en medio de la bohemia literaria porteña, que incluye desde el rosarino Cascella hasta el polaco Gombrowicz, desde Mallea a Roberto Arlt. Es entonces que empieza "Los robinsones", que le llevará seis años escribir y que recién se publicará -qué ironía- en 1946, en una editorial rosarina. Ya su estilo, que él después llamará "realismo presentativo", anticipa el objetivismo, sobre todo por su estructuración sin anécdota central, en la que nada se relata y todo se realiza.

Después vinieron "El duelo" (1951), "Paño verde" (1956) -que llevó al cine en 1973 Mario David-, "Las brújulas muertas" (1960) e "Intemperie" (1973), que despertaron interés y respeto unánime entre colegas y críticos. En ellas viven los personajes solitarios, atormentados de Roger, que parecen ser como él era, hijos postumos -Roger fue criado por su hermano mavor Cortés, un líder reformista-.


Seres que no comprenden el mundo en el que se mueven porque éste ha cambiado, ha perdido algo que era consustancial con ellos; o porque, sencillamente, a eso esencial jamás lo poseyeron.

Roger, como dijera Luis Gregorich, "era la imagen misma de la autenticidad y la austeridad, y jamás hizo concesiones para acceder a los dudosos dioses del éxito y del dinero", y por eso sus obras subsisten hoy, cuando tantos fuegos artificiales se han apagado. Roger trabajó, pues, en el periodismo, y sólo entregó sus esfuerzos a la literatura cuando estaba seguro de que era necesario hacerlo. Administró así conscientemente su talento público, pero lo que lo conocieron personalmente, sin embargo. dicen que en ese otro plano se procuraba totalmente: con su sempiterna boquilla humeante en la mano, alto y delgado, de cálida educada voz cautivaba a todos porque lo que decía nacía de convicción sencilla y profunda.

Jamás Rosario dejó de estar en el centro de su corazón, como bien lo supieron los escritores rosarinos a quienes frecuentó, e incluso, ayudó de mil formas. Como indica su amistad con Berni, Gambartes y los pintores del grupo Litoral. Y en 1979, algunos años antes de su desaparición le entregó a Syria Poletti un manuscrito con una nouvelle suya. "El Paisano Díaz” la había titulado, y ella, quizás ignorara de la emblemática referencia que sólo un rosarino podía conocer, le cambió el título y le puso "Los atributos".

En este regalo -también postumo-. Roger hace lo que no había sido posible antes escribir de Rosario. Y Rosario cobra vida allí como sólo con un gran narrador podía hacerlo: renacen Pichincha y sus personajes, y el Macho fantasmal sigue su camino trágico hasta el final, que no es la muerte, sino lo que se descubre después de ella.



Fuente: Extraído de la Revista del diario “ La Capital de los 140 aniversarios” . De 2007